IV. LOS L�MITES DE LA CIENCIA

�CUALES son los l�mites de la ciencia? �Existen sectores de la naturaleza o �reas de la realidad cuyo conocimiento nos est� vedado en principio? �O bien puede afirmarse que, por lo menos potencialmente, todo lo que posee existencia natural es susceptible de an�lisis y comprensi�n cient�fica? El amable lector pensara que entre los hombres de ciencia seguramente prevalece la idea de que su disciplina no tiene limitaciones, mientras que fuera del gremio muchos se inclinar�an a asegurar que hay ciertos aspectos del mundo y del pensamiento que est�n hoy y estar�n siempre fuera del alcance de la ciencia. Si es as�, seguramente que el amable lector se sorprender� de saber que la inmensa mayor�a de los cient�ficos no tiene ninguna opini�n (o siquiera inter�s) al respecto; tal indiferencia es parte de la falta general de inter�s en la filosof�a de la ciencia que caracteriza a los investigadores. Sin embargo, no se piense que en el medio extracient�fico abundan los expertos en filosof�a de la ciencia; lo que ocurre es que la primera reacci�n ante la pretendida hegemon�a del conocimiento cient�fico sobre toda la realidad existente es de rechazo, ya que muchos tenemos algunos misterios favoritos que deseamos conservar como tales.

En realidad, la pregunta sobre los l�mites de la ciencia est� mal formulada porque implica una soluci�n simplista a uno de los problemas humanos m�s antiguos y complejos: la extensi�n y naturaleza de lo que existe, la variedad y las �ltimas fronteras de lo real, las propiedades m�nimas pero esenciales de lo verdadero y las categor�as que pueden aceptarse bajo tal encabezado. Incluye desde el viejo y amable dilema del nominalismo versus el universalismo hasta el contempor�neo y feo enfrentamiento entre idealistas y mecanistas, entre las "derechas" y las "izquierdas". Desde tiempos inmemoriales los hombres se han dividido en dos bandos en funci�n de los l�mites que cada uno de ellos le concede a la realidad: sea el bando A (porque es el m�s antiguo y, a trav�s de la historia, el m�s numeroso) el que propone la existencia real no s�lo de todo lo que percibimos a trav�s de nuestros sentidos sino tambi�n de mucho de lo que imaginamos (basado tanto en el intelecto como en el coraz�n, que "tambi�n tiene sus razones"); sea el bando B el que defiende a la naturaleza como la �nica realidad existente y califica a todo lo que se sale de ella como expresi�n imaginaria o sensorial ( ambas) de estructuras tridimensionales y de naturaleza molecular.

Un ejemplo sencillo revela el sentido de las diferencias entre los bandos A y B del p�rrafo anterior: se trata de sus respuestas individuales a la pregunta, "�Existen las ideas?" El bando A, embargado de fervor plat�nico, responde con un "s�" un�sono y estent�reo, agitando banderas azul-blanco y pancartas con sentencias b�blicas. El bando B se repliega, consulta con las bases y vuelve a la contienda con un largo y torturado manuscrito que se inicia con la frase: "no," si se les concede existencia material, pero s�, si funcionan como principios para guiar la lucha de clases que culminar� con el triunfo de proletariado, de acuerdo con M... ." La pregunta sobre la existencia de las ideas se formul� con toda inocencia, en estricto paralelo con el interrogante cl�sico de los fil�sofos sobre la existencia de "la mesa". Pero aqu� se cometi� un grave error, que por cierto no fue considerar a "las ideas" y "la mesa" como equivalentes l�gicos, sino creer que el t�rmino "existe" tiene un solo significado. Es obvio que la frase: "Existe un consenso de opini�n sobre...", quiere decir algo muy diferente que la frase: "Existe una pir�mide en Tenayuca que..." Existir no es un verbo de contenido sem�ntico sencillo, como "respirar" o "morir", entre otras razones porque caracteriza una acci�n cuyos l�mites son controversiales. Hay mundos de diferencia entre el "Pienso, luego existo" de Descartes, que se refiere a algo cuya realidad es verificable emp�ricamente, y la afirmaci�n de la existencia del alma por los poetas, cuya aceptaci�n o rechazo es asunto personal y no tiene nada que ver con la posibilidad de verificaci�n objetiva.

La cuesti�n b�sica planteada cuando se pregunta por los l�mites de la ciencia es realmente el problema de los limites de la existencia, o sea el significado de la realidad. �ste no es un problema cient�fico sino filos�fico, y m�s espec�ficamente, se trata de una antigua cuesti�n metaf�sica que nunca ha sido resuelta, de uno u otro modo. La ciencia reclama a toda la naturaleza como su dominio pero la define con criterios objetivamente estrechos: la realidad est� formada �nicamente por aquellos elementos y sus relaciones que son susceptibles (actual o potencialmente) de ser verificados emp�ricamente. Dentro de este marco, la ciencia no tiene l�mites porque depende en gran parte de la imaginaci�n humana. Pero como este marco excluye las artes, la religi�n y la filosof�a, resulta que muchas de las preguntas que m�s le han interesado a la humanidad desde el principio de la historia no s�lo no pueden contestarse cient�ficamente sino que ni siquiera pueden plantearse en t�rminos de la ciencia; algunas de esas preguntas son "�Hay un prop�sito en el Universo?", "por qu� estoy vivo?", "�qu� existe en el m�s all�?", "�cu�l es la naturaleza de lo bueno?", etc. En cambio, tales preguntas son caracter�sticas de la filosof�a y de la religi�n, que desde siempre han ofrecido respuestas a ellas. Como se hacen al margen de la ciencia, resulta in�til o irrelevante debatir si las respuestas mencionadas son verdaderas o falsas, ya que estas categor�as s�lo se aplican como medida de la correspondencia de las proposiciones con la realidad.

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