XLIX. INFORMACI�N, CIENCIA Y CRISIS

LA INFORMACI�N desempe�a un curioso doble papel en la ciencia: por un lado, el cient�fico la usa como uno de sus instrumentos de investigaci�n, igual que sus microscopios, espectrofot�metros, centr�fugas o sustancias qu�micas, mientras que, por el otro lado, la informaci�n es el �nico producto del trabajo del hombre de ciencia. En efecto, es de gran importancia que antes de iniciar un proyecto de investigaci�n, el cient�fico est� razonablemente enterado de lo que se sabe al respecto, con objeto de que su pregunta est� formulada de la mejor manera posible en ese momento y de no repetir de manera involuntaria observaciones y/o experimentos ya bien documentados. Digo "involuntaria" porque en muchas ocasiones el investigador repite voluntariamente el trabajo de otro colega con objeto de saber si las cosas son realmente como �l dice, o para aprender una t�cnica nueva, o como punto de partida de experimentos diferentes y originales. Este es uno de los pilares fundamentales de la ciencia, la reproducibilidad de las observaciones, que se antoja esencial en las ciencias naturales pero que encuentra dificultades en algunas ciencias sociales, y muy especialmente en la historia (excepto para Toynbee y sus seguidores). En cambio, la informaci�n es el �nico producto de la ciencia, el resultado final de todo trabajo cient�fico. No se crea que este es un ejemplo del parto tumultuoso de las monta�as; la ciencia es la fuerza m�s poderosa que se conoce en el Universo. En efecto, fue el conocimiento cient�fico el que transform� al mundo medieval en moderno, el que nos ha permitido vislumbrar la unidad molecular de la casi infinita variedad biol�gica, as� como adquirir la diab�lica capacidad de destruirla instant�nea y completamente en un horrendo holocausto termonuclear universal.

Si la informaci�n cient�fica puede identificarse como uno de los insumos fundamentales del trabajo de los hombres de ciencia, as� como su �nico producto, parecer�a leg�timo preguntarse c�mo y hasta d�nde se ha visto su libre flujo interferido por la crisis econ�mica actual. Obviamente, la pregunta espec�fica es s�lo una de muchas otras que podr�an hacerse conservando el mismo esquema general pero cambiando el nombre del insumo afectado. Lo que interesa aqu� son dos cosas: la interferencia de la crisis en el flujo de la informaci�n utilizada como instrumento de trabajo por el hombre de ciencia, y el bloqueo de la informaci�n generada por el cient�fico como producto de sus investigaciones. Se trata de dos aspectos distintos del mismo problema que conviene tratar por separado, en vista de que sus mecanismos, consecuencias y hasta posibles soluciones aparentan ser diferentes.

La informaci�n que el cient�fico usa como instrumento de investigaci�n le llega por varios canales: libros, publicaciones peri�dicas, congresos y otros tipos de reuniones con sus colegas, y hasta lecturas y/o contactos serend�picos. La combinaci�n de inflaci�n + devaluaci�n que hemos experimentado desde 1983 ha interferido en forma cada vez m�s grave con el libre flujo de esta informaci�n; de hecho, ha cancelado la casi totalidad de las compras de libros, ha disminuido de manera dolorosa las suscripciones a revistas cient�ficas (interrumpiendo colecciones no s�lo valios�simas sino irremplazables), ha frenado la asistencia de los cient�ficos mexicanos no s�lo a congresos internacionales sino hasta a los nacionales, y amenaza con el colapso total en breve plazo. Los investigadores de M�xico nos enfrentamos hoy a un fantasma que pudiera tener m�s realidad y m�s vigencia que el fantasma del padre de Hamlet, o que el propio Comendador de Don Juan. Este fantasma es la cancelaci�n de absolutamente toda la ayuda oficial a la ciencia mexicana, en aras del "pago de la deuda".

Una de las consecuencias f�cilmente predecibles del bloqueo en el libre flujo de informaci�n cient�fica internacional en la productividad de los hombres de ciencia mexicanos es su disminuci�n inmediata; si el bloqueo persiste, otra consecuencia ser� su creciente irrelevancia. La ecuaci�n es bien sencilla: menor acceso a la informaci�n=menor producci�n, cada vez m�s irrelevante. La igualdad funciona en contra y por encima de todas las declaraciones p�blicas y discursos de pol�ticos y funcionarios, que pretenden hacernos creer que la situaci�n no es tan grave porque se siguen atendiendo las necesidades de la ciencia y la tecnolog�a del pa�s. Esto es simplemente falso. Desde que se inici� la crisis, a principios de 1983, la declinaci�n en los presupuestos globales asignados a la ciencia en M�xico ha sido progresiva e implacable. Puede argumentarse que ten�a que ser de esa manera, en vista de que todos los presupuestos han tenido que recortarse. Pero ese es precisamente el error: lo que la escasez impone es la selecci�n inteligente de prioridades, no la disminuci�n pareja e indiscriminada en todos los renglones presupuestales.

La crisis ha creado un bloqueo grave en el libre flujo de informaci�n cient�fica internacional a M�xico, frenando con eso el incipiente desarrollo de la ciencia mexicana. Esta �ltima es la clave para intentar resolver mucho de los problemas que han creado a la misma crisis y que amenaza con seguir empeor�ndola. Es indispensable que la sociedad se d� cuenta de que la m�s alta prioridad que existe hoy en nuestro pa�s es el reforzamiento decidido y generoso de las instituciones y actividades qu�, por su propia naturaleza, sirven para combatir y en �ltima instancia vencer a la crisis. La ciencia se encuentra a la cabeza de todas ellas.

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