NOTA INTRODUCTORIA

En la naturaleza existen unas cuantas fuerzas fundamentales. La m�s d�bil de todas es la atracci�n gravitacional, aunque parad�jicamente sea la m�s conspicua. El hombre, desde temprana edad, aprende a burlar ese jal�n hacia la Tierra que lo hace caer. La satisfacci�n del ni�o y la sonrisa de sus padres cuando lo ven caminar por primera vez constituyen siempre un gran acontecimiento en la vida del peque�o. Desde sus primeros a�os, tambi�n, el ni�o observa el cielo, de noche y de d�a. Contempla el Sol, la Luna y las estrellas. Pocos entre los humanos, sin embargo, se dan cuenta de la �ntima relaci�n que hay entre la ca�da de los cuerpos en la superficie terrestre y el movimiento de los astros y planetas en el cielo.

Fue el gran matem�tico, astr�nomo y f�sico ingl�s Isaac Newton quien primero arroj� luz sobre este asunto. En la granja de su madre, donde se hab�a refugiado de la plaga que asolaba a Londres en 1665, al ver caer una manzana tuvo un chispazo de genio: ambos fen�menos —la ca�da de los cuerpos y el movimiento de los planetas —podr�an tener la misma causa. De ah� surge la ley de la gravitaci�n universal y el famoso libro III de los Principia Matem�tica, que Newton titul� "El sistema del mundo". Este libro es el primer tratado, a la manera de la ciencia actual, sobre el movimiento de planetas y de lunas, de cometas y de estrellas.

El siguiente gran salto hacia adelante en nuestra imagen de la gravitaci�n lo dio el eminente f�sico Albert Einstein, nacido en Alemania en 1879. A los veintis�is a�os de edad, Einstein regala a la ciencia tres o cuatro ideas fundamentales, entre ellas la teor�a de la relatividad. M�s tarde, luego de diez largos a�os de trabajo, logra generalizar su teor�a para incluir en ella a la gravitaci�n. Este nuevo marco conceptual, hoy conocido como teor�a general de la relatividad, es sin duda la obra maestra de Einstein. En ella se plantea una concepci�n de la gravitaci�n que es radicalmente distinta a la visi�n cl�sica propuesta por Newton dos siglos antes. Seg�n Einstein, la presencia de masas altera la estructura geom�trica del espacio, curv�ndolo. En consecuencia, todo ente material —incluida la luz— sentir�a esa curvatura del espacio y su trayectoria no ser�a rectil�nea al pasar cerca de un cuerpo masivo. Tan revolucionaria predicci�n de la nueva teor�a de la gravitaci�n fue confirmada en 1919, cuando una expedici�n cient�fica, bajo las �rdenes del astr�nomo ingl�s Arthur Eddington, observ� durante un eclipse total de Sol la desviaci�n de la luz al pasar cerca de �ste. Con ello Einstein se convirti� en un cient�fico de fama inusitada.

Algunas otras consecuencias de la teor�a general de la relatividad han sido comprobadas por observaciones astron�micas y terrestres. Sin embargo, las ondas gravitacionales, tambi�n predichas por Einstein, no han sido establecidas m�s all� de toda duda: las ondas gravitacionales son todav�a hoy una gran ilusi�n.

El relato que ahora iniciamos es la historia de la gravitaci�n y sus ondas.

�ndiceAnteriorPrevioSiguiente