I. EL EXPERIMENTO DE WEBER

T�MENSE dos grandes cilindros de aluminio, aj�stense a sus superficies varios cristales piezoel�ctricos para registrar peque��simas vibraciones, despu�s col�quese un cilindro a mil kil�metros de distancia del otro y, con enorme paciencia, esp�rese a que los dos detectores se exciten al mismo tiempo. Este fue el experimento que realiz� Joseph Weber, f�sico de la Universidad de Maryland, durante muchos meses entre 1958 y 1969. Por fin, el 30 de diciembre de 1968 los dos cilindros, uno en Maryland y el otro localizado en el Laboratorio Nacional de Argonne, no muy lejos de Chicago, oscilaron en forma simult�nea. Muchas otras observaciones en coincidencia encontr� Weber entre ese d�a y el 21 de marzo de 1969. Seg�n �l, la respuesta simult�nea de sus dos cilindros no podr�a ser accidental: est�bamos, por primera vez, ante los efectos de una onda gravitacional.

M�s de diez a�os de trabajo emplearon los f�sicos de Maryland para construir y refinar su antena gravitacional. El cilindro, que pesa alrededor de 1 400 kilogramos, se cuelga de filtros ac�sticos por medio de un alambre y se introduce en una c�mara al vac�o. Para convertir en se�ales el�ctricas las oscilaciones mec�nicas de la superficie del cilindro se le ajustaron cristales piezoel�ctricos. Con ello, Weber y su equipo de investigadores eran capaces de detectar desplazamientos del orden de 10-16 cm en las tapas del cilindro. Como esta distancia es m�s de mil millones de veces menor que la longitud de onda de la luz, los m�todos �pticos para detectar esos min�sculos desplazamientos no podr�an haber sido utilizados.

Para atreverse a publicar sus primeros resultados en el n�mero de las Physical Review Letters correspondiente al 16 de junio de 1969, Weber llev� a cabo an�lisis te�ricos y experimentales muy cuidadosos. Elimin� efectos s�smicos al usar, como ya dijimos, filtros ac�sticos; descart�, experimentalmente, la influencia de los rel�mpagos y otras fluctuaciones electromagn�ticas, como las de la l�nea de voltaje, por ejemplo; Weber tambi�n consider� el efecto de los rayos c�smicos sobre sus detectores y mostr� que este tipo de radiaci�n no puede excitarlos. Finalmente, con dos detectores separados por m�s de 1 000 kil�metros trat� de eliminar toda causa local. Por otro lado, consider� te�ricamente la probabilidad de que los dos detectores, unidos por l�nea telef�nica, respondieran al mismo tiempo. As� vio, por ejemplo, que la primera de las coincidencias que observ� ten�a una probabilidad de ocurrir una vez cada 18 a�os y es, por tanto, baj�sima.

Las ondas gravitacionales se hac�an notar en el detector de Weber como pulsos breves y aislados, que ocurr�an dos veces al d�a. La explicaci�n que el grupo de Maryland dio de estas observaciones es de por s� interesante y abr�a la puerta para otros experimentos que permitieran corroborar su descubrimiento. Seg�n publicaron en 1970, los pulsos correspond�an al momento en que se orientaba la antena gravitacional hacia el centro gal�ctico. Ah�, dada la gran concentraci�n de masa y los violentos movimientos que ocurren, es razonable esperar que se generen la mayor cantidad de ondas gravitacionales lo suficientemente intensas para que las podamos detectar. Que el periodo fuera de 12 y no de 24 horas se explicaba porque a las frecuencias analizadas la Tierra no reacciona a la presencia de las ondas gravitacionales y entonces no las absorbe. La antena responde por tanto dos veces: cuando apunta directamente al centro de la galaxia y cuando lo hace a trav�s de la Tierra.

Inmediatamente se sugiri� que unas ondas gravitacionales tan intensas como las que posiblemente se estaban observando deber�an estar asociadas a ondas electromagn�ticas, que ser�an tal vez muy d�biles debido a la fuerte absorci�n en el medio interestelar. Radioastr�nomos de cinco observatorios brit�nicos entre ellos el de Harwell y el de Jodrell Bank, buscaron afanosamente estas ondas asociadas de radio, con resultados negativos. La gran ilusi�n no se torn� en realidad, aunque la esperanza persiste y nuevas evidencias hay, como luego veremos.

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