CONTRAPORTADA
A medida que los instrumentos de los astrónomos sus "ventanas" al Universo se hacen más complejas parece que creciera la extrañeza de lo que contemplan. Así, en fechas recientes, se han sumado a la lista de cuerpos celestes objetos nuevos: pulsares, cuasares, estrellas de cuarks; mundos de naturaleza elusiva, aún no bien entendidos del todo, en los cuales las leyes de la física deben ser muy distintas de las que conocemos ahora y cuya existencia prueba una vez más el aserto del astrónomo inglés Fred Hoyle: "El universo es aún más estraño de lo que nos imaginamos."
Los hoyos negros, entre los descubrimientos estelares más recientes, son los que han captado con mayor fuerza el interés de los astrónomos y legos en la materia, tanto por su extraño nombre, acuñado por el astrónomo John A. Wheeler, como por lo peculiar de su comportamiento. Los estudiosos consideran que la formación de un hoyo negro es la fase última y natural, de la evolución estelar, esto es, del nacimiento, vida y muerte de una estrella. Para que se forme un hoyo negro la estrella debe ser muy másiva, de modo que al colapsarse debido al agotamiento del "combustible" que la mantiene en funcionamiento como un horno atómico gigantesco, cierre los espacios intermoleculares y su fuerza de gravedad se haga tan intensa que impida salir algo de ella, ni siquiera la luz que atrapa. De ahí su nombre de hoyo negro.
Los hoyos negros no emiten, en consecuencia, luz ni ninguna otra señal; sólo se manifiestan por medio de su atracción gravitacional. Sin embargo, los cientifícos los han detectado en los sistemas binarios estrellas dobles uno de cuyos componentes sea invisible. Uno de los más notables es Cygnus X-1 en la constelación del Cisne, formado por una estrella gigante y lo que se sospecha es un hoyo negro. La luz y el gas de la estrella visible, antes de caer en el hoyo negro, van calentándose, como un cuerpo que penetra la atmósfera de la Tierra, hasta alcanzar temperaturas muy elevadas, de millones de grados C, que emiten luz en forma de rayos X. Tal fuente invisible de rayos X es, seguramente, un hoyo negro. En lenguaje claro, el doctor Shahen Hacyan explica todas las teorías existentes sobre los hoyos negros desde su sorprendente intuición por Laplace en el siglo XVIII hasta las aplicaciones que su descubrimiento tiene en nuestra concepción del Universo.
Mexicano de origen armenio, el doctor Hacyan ha publicado ya un libro en esta colección (El descubrimiento del Universo). Licenciado en física por la UNAM obtuvo su doctorado en física teórica en la Universidad de Sussex. Actualmente es investigador y maestro en la Facultad de Ciencias y en el Instituto de Astronomía de la UNAM.
Diseño: Carlos Haces /Fotografía: Carlos Franco
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