CONTRAPORTADA

Los alquimistas medievales descubrieron que la presencia de algunos elementos extraños en una mezcla hacía posible la obtención de productos diferentes a los iniciales. Desconociendo la naturaleza del fenómeno, imaginaron la existencia de una sustancia que transformara los metales como el plomo y el hierro en oro, y a encontrarla consagraron vanamente sus esfuerzos. Siglos después, la acumulación de experiencias y observaciones llevó, en 1836, a Berzelius a conjuntar todos estos fenómenos en una sola definición, y acuñó las voces "fuerza catalítica" y "catálisis".

En una forma imaginaria, los catalizadores pueden compararse con la piedra filosofal de los alquimistas, ya que permiten transformar sustancias no en oro, sino en una serie de materiales valiosos de uso cotidiano. Si una reacción química se lleva a cabo lentamente puede ser acelerada utilizando un catalizador. Cuál es el catalizador más adecuado, en qué forma y en qué condiciones debe operar en una reacción es materia de un conjunto de conocimientos que por mucho tiempo estuvieron basados en el empirismo y que sólo recientemente han sido reconocidos como ciencia: la catálisis. "Nuestro objetivo en este libro —dicen los autores— es describir los principios de la acción catalítica y, para hacerlo más ilustrativo, mostrar su injerencia en la vida cotidiana."

En nuestro siglo, la fuerza primaria que ha permitido el desarrollo tecnológico ha sido la energía proveniente del petróleo, del que derivan, además, una cantidad considerable de productos de uso masivo: combustible, fibras sintéticas, detergentes, plásticos, productos químicos, etcétera. Esto ha sido posible "en un noventa por ciento" gracias a los catalizadores. En la actualidad una de las más recientes aplicaciones de los catalizadores es como coadyuvante en el control de la contaminación de nuestro medio ambiente. Los convertidores catalíticos en los escapes de los automóviles para disminuir la contaminación atmosférica son un ejemplo de ello. Sirva esto de muestra para comprender los alcances ilimitados de este libro.

Sergio Fuentes obtuvo su licenciatura como ingeniero químico petrolero en la ESIQUIE, del Instituto Politécnico Nacional y se doctoró en la Universidad Claude Bernard, de Lyon, Francia. Gabriela Díaz es licenciada en química por la Universidad Autónoma de Puebla y doctora en ciencias por la Universidad Louis Pasteur, de Estrasburgo, Francia. Los doctores Fuentes y Díaz son miembros del SNI y se desempeñan como investigadores titulares del Instituto de Física de la UNAM. Sus líneas de investigación incluyen el estudio de la estructura, reactividad y caracterización de catalizadores de metales soportados, óxidos y sulfuros.

Diseño: Carlos Haces/Fotografía: A. Vázquez y José G. Pérez Ramírez

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