PRECURSORES DE IDEAS EVOLUTIVAS COHERENTES: UN CONDE Y UN CABALLERO

Hubo dos corrientes de pensamiento dominantes acerca del origen y de la estabilidad o evoluci�n de las especies, que constituyeron proposiciones mucho m�s coherentes y estructuradas, y que antecedieron al pensamiento darwiniano e influyeron o sirvieron de base para su desarrollo. Me refiero a la obra de los dos naturalistas franceses de mayor reputaci�n de los siglos XVIII y XIX: Buffon y Lamarck.

George Louis Leclerc naci� el 7 de septiembre de 1707 en Montbard, a la orilla del r�o Arman�on, en la regi�n francesa productora del vino de Borgo�a y de la mostaza de Dijon. Al llegar a los 25 a�os a�adi� a su nombre el de comte (conde) de Buffon y desde su juventud se defini� como un inquieto intelectual interesado en todos los aspectos de la ciencia. Se asoci� a varios intelectuales y cient�ficos ingleses de su �poca, especialmente a Lord Kingston, e hizo traducciones al franc�s de obras de varios cient�ficos ingleses, entre ellos Newton. Fue nombrado miembro de la Real Sociedad inglesa (Royal Society of London for the Improvement of Natural Knowledge) siendo muy joven, y mucho despu�s (en 1753) fue admitido como miembro de la Academia de Ciencias francesa (Acad�mie des Sciences), en donde present� como conferencia de ingreso su famoso Discurso sobre el estilo.

A los 35 a�os de edad fue encargado de los jardines Reales y del museo adjunto a los mismos. En el desarrollo de este �ltimo puesto, Buffon produjo la monumental obra por la que adquiri� notable y justificada fama: la Historia natural, general y particular, en la que por primera vez se hace un intento por sintetizar todo el conocimiento cient�fico disponible hasta ese momento acerca de la naturaleza que rodeaba al hombre, incluyendo desde el origen y evoluci�n de nuestro planeta hasta la biolog�a de las ballenas. Esta obra consisti�, finalmente, en 44 vol�menes, de los cuales 35 se publicaron en vida de Buffon y el resto despu�s de su muerte, hasta 1804.

La inquietud reinante en aquella �poca acerca de los posibles or�genes de la vida y su cambio se manifiesta en el mismo a�o (1749) de la publicaci�n de los tres primeros vol�menes de la Historia natural de Buffon con la aparici�n simult�nea de dos importantes obras. La primera es un folleto del fil�sofo y literato franc�s del periodo de la Ilustraci�n, Denis Diderot titulado Carta sobre los ciegos, en el que subraya la importancia de los sentidos en la vida del hombre y propone la habilitaci�n de los ciegos mediante el uso de otros sentidos, especialmente el del tacto. En el mismo folleto Diderot formula planteamientos que renacen las ideas de Emp�docles sobre el origen de las especies. El car�cter ateo del folleto le vali� a Diderot una estancia de tres meses en la c�rcel de Vincennes. La segunda obra es la Protogaea de Gottfried Wilhelm Leibniz, de publicaci�n p�stuma, en la que el famoso jurista, fil�sofo y matem�tico alem�n, inventor del c�lculo diferencial e integral,sugiere la posibilidad de la transformaci�n de las especies.

A pesar de que Buffon fue el primero en enfrentar seriamente las ideas evolucionistas de su �poca (hecho en el que reside en buena parte la importancia de su influencia sobre Darwin), nunca propuso una explicaci�n concreta, como lo hizo Lamarck. Podemos hablar de una teor�a lamarckiana sobre la evoluci�n, pero no podemos decir lo mismo acerca de Buffon, quien tampoco lleg� a encarar el dilema que se establece entre la creaci�n especial o divina y los cambios evolutivos que ocurren en las especies. Su respuesta a este problema fue adherirse a la proposici�n de la generaci�n espont�nea de la vida, que supone que los organismos pueden surgir directamente de diferentes tipos de materia inanimada tales como el lodo, la basura o la ropa vieja. Su apego a esta teor�a fue m�s el resultado de creer que la generaci�n espont�nea es una explicaci�n menos mala al origen de la vida que las dadas por cualquier otra de las teor�as existentes, que el tener alg�n argumento concreto en contra de �stas. De esta manera Buffon manifiesta una cierta falta de rigor intelectual que se refuerza en su pensamiento acerca del problema de la diferenciaci�n de las especies. Dice Buffon: "En general la relaci�n entre las especies es uno de esos misterios tan profundos de la naturaleza, que el hombre no puede investigarlos, excepto por medio de experimentos que deben de ser tan prolongados como dif�ciles de hacer". A Buffon tampoco le atra�a el orden ni la sistematizaci�n de las ideas, por lo que rechaz� lisa y llanamente el sistema de clasificaci�n binomial de Linneo; no obstante, en prueba de su inconsistencia, �l mismo propuso, poco despu�s, otro sistema de clasificaci�n marcadamente antropoc�ntrico, en el que el hombre se encontraba en el primer escal�n, a continuaci�n los animales dom�sticos m�s importantes, los cuales eran seguidos por el grupo de animales dom�sticos de segunda importancia, etc�tera.

En el pensamiento buffoniano, todos los organismos viv�an en armonioso concierto en el cual no hab�a lugar para la competencia o la lucha por la existencia. Curiosamente, Buffon ten�a percepci�n del poder de crecimiento geom�trico o exponencial de las especies, pues en el volumen II de su Historia natural menciona que "en 150 a�os el globo terr�queo puede cubrirse de un solo tipo de organismos". Sin embargo, no interpreta esta capacidad de enorme crecimiento de las poblaciones como un elemento que necesariamente crear�a situaciones de competencia por recursos, sino como prueba y explicaci�n de lo "natural y f�cil" que resulta el que haya tantos seres vivos.

Los primeros conceptos de tipo evolutivo de Buffon aparecen en forma contrapuesta en un cap�tulo sobre la "Historia natural del asno", en el que menciona que "si fuese cierto que el asno es solamente un caballo degenerado, no habr�a l�mites al poder de la naturaleza, y estar�amos en lo justo al afirmar que, de un solo ser la naturaleza habr�a producido, en el curso del tiempo, todos los seres organizados. �Pero no! Es claro, por la revelaci�n, que todos los animales han participado igualmente de la gracia de la creaci�n". Esto evidencia un criterio creacionista en las ideas de Buffon acerca del origen de las especies, pero contrasta con una visi�n sorprendentemente moderna de lo que es una especie: "Cada especie, cada serie de individuos capaces de reproducirse e incapaces de mezclarse con otras especies, ser� considerada y tratada separadamente".



George Luis Leclerc, conde de Buffon



Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet, caballero de Lamarck

En otro ensayo (Sobre la degeneraci�n de los animales) Buffon mezcla algunas ideas acerca de que los cambios en los animales se dan por procesos de degeneraci�n; as�, el asno se deriva del caballo por degeneraci�n, como lo hace la cabra del borrego. Nuevamente, en sorprendente contraste, propone la original idea de que algunos animales exclusivos del Nuevo Mundo y de Ocean�a, como los perezosos, los armadillos y los marsupiales, tuvieron que originarse en forma aislada del resto.

Buffon tambi�n compila algunas de las ideas evolutivas de Pierre Louis Moreau de Maupertuis, astr�nomo y matem�tico franc�s, que introdujo en Francia las ideas de Newton acerca de la gravitaci�n y prob� la idea tambi�n newtoniana de que la Tierra es una esfera achatada en los polos. Maupertuis refer�a el caso, famoso en su tiempo, de la familia Ruhe, en la que varios de sus miembros presentaban polidactilia, es decir la presencia de m�s de cinco dedos en manos y pies; describ�a la forma en que este car�cter se hab�a heredado por generaciones, y suger�a que de esta forma se pudiesen generar nuevas especies. Maupertuis lleg� a calcular la probabilidad de que los padres de la familia Ruhe heredasen a los hijos la polidactilia en un proceso al azar, pero Buffon desech� este argumento, considerando que las probabilidades de que ello ocurriera eran infinitamente peque�as.

En resumen, se puede uno preguntar si Buffon, a pesar de haber tratado aspectos evolutivos, puede considerarse como un precursor de ideas coherentes acerca de la evoluci�n. Mi respuesta es que no. La inconsistencia de las ideas de Buffon sobre la evoluci�n puede explicarse en parte como causada por el ambiente intelectual en el que vivi�, ya que los te�logos de la Sorbona impon�an una censura inmisericorde a los libros cient�ficos que se publicaban en Francia, al grado de que, en ocasiones, Buffon tuvo que retractarse de algunas afirmaciones e ideas. Adem�s, Buffon se encontraba claramente bajo la influencia del de�smo.

Muy diferente fue la situaci�n de uno de los disc�pulos de Buffon, Lamarck, lo que en parte explica que �ste pudo consolidar una teor�a coherente sobre el origen de la vida y su evoluci�n. Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet, caballero de Lamarck, naci� en Bazantin, de una familia arist�crata de la Picard�a y creci� en un ambiente intelectual, pol�tico y social m�s liberal que el que tuvo que soportar Buffon.

Podemos definir tres versiones de la teor�a lamarckista de la evoluci�n. La primera aparece en forma de conferencia publicada cuando Lamarck ten�a ya 57 a�os, y fue presentada en 1801 como la introducci�n de su obra Sistema de animales invertebrados, donde b�sicamente expone que el mecanismo de la transmisi�n de los caracteres adquiridos es el causante de la evoluci�n de los animales. La segunda versi�n aparece en 1809, en los primeros ocho capitulos de su Filosof�a zool�gica; en ellos expone la idea de que existe una tendencia a la mayor complejidad en los animales, y de que dicha tendencia es una ley natural. Este proceso es explicado por Lamarck como una sucesi�n lineal que se asemeja a una cadena de seres animales o vegetales. En esta explicaci�n la herencia de los caracteres adquiridos es relegada al papel de causante de las desviaciones de la l�nea o cadena principal. Lamarck distingue dos cadenas diferentes de seres: la de los vegetales y la de los animales.

La tercera versi�n aparece en la edici�n p�stuma de su obra sobre los animales invertebrados en 1835, seis a�os despu�s de su muerte. Es similar a la segunda versi�n en contenido, pero resulta mucho m�s clara y se encuentra mejor estructurada. Generalmente, �sta es la versi�n m�s conocida y de la que se desarrolla el cuerpo de ideas conocido como lamarckismo. En ella, Lamarck niega rotundamente que exista una secuencia o cadena continua entre la materia no viva y la viva, lo cual hab�a sido sostenido por algunos proponentes de la idea de la cadena de los seres, como el fil�sofo John Locke, iniciador de la �poca de la Ilustraci�n inglesa.

El p�rrafo clave en el que Lamarck sintetiza sus ideas acerca de la evoluci�n se encuentra en el volumen 1 de su obra sobre los animales invertebrados, y es el siguiente:

Por medio de las cuatro leyes que he mencionado, todos los hechos de la organizaci�n me resultan f�cilmente explicables; la progresi�n en la complejidad de la organizaci�n de los animales y de sus facultades no me parece dificil de concebir; finalmente, los mecanismos usados por la naturaleza para diversificar a los animales y llevarlos al estado en el que los conocemos se vuelven f�cilmente determinables.

La esencia de las leyes a las que Lamarck se refiere es �sta :

1. La naturaleza tiende a incrementar el tama�o de los seres vivientes hasta un l�mite predeterminado.

2. Los nuevos �rganos se producen como resultado de una nueva necesidad.

3. Los �rganos alcanzan un desarrollo que es proporcional al grado de uso al que est�n sometidos.

4. Todas las caracter�sticas adquiridas por un individuo son transmitidas a su progenie.

En estas cuatro leyes no parece haber referencia alguna al incremento de la complejidad de los organismos y la totalidad del proceso evolutivo es atribuida a un solo factor causal: la herencia de los caracteres adquiridos. Sin embargo, Lamarck subraya la similitud entre el incremento de tama�o y la complejidad de los organismos. Los cambios adaptativos que se originan en los animales por las modificaciones en el ambiente ocurren, seg�n Lamarck, mediante el desarrollo de nuevas formas de comportamiento, que involucran el uso de �rganos hasta entonces poco empleados. Dicho uso lleva, a su vez, a un incremento en su tama�o o a nuevos modos de funcionamiento. Los ejemplos con los que Lamarck quiso ilustrar el mecanismo fundamental de su teor�a son bien conocidos; aparte del m�s famoso, que consist�a en el estiramiento del cuello de las jirafas debido a que su alimento se iba encontrando en ramas cada vez m�s altas, Lamarck us� el ejemplo de los cuernos de algunos rumiantes (como los alces o los venados), que a fuerza de darse topes con la cabeza cuando los machos peleaban por una hembra, fueron desarrollando cornamentas m�s grandes. Otro ejemplo es el de las aves acu�ticas, que al encontrarse en un lago necesitaban nadar, para lo cual abr�an los dedos de las patas a fin de impulsarse mejor, de manera que se estiraba la piel entre los dedos hasta que se desarrollaba una pata membranosa, como la de los gansos o los patos.

Lamarck considera al hombre como el punto de referencia o est�ndar, del cual los animales se van separando seg�n una escala org�nica fija, como si se tratara de una escalera el�ctrica: el hombre se encuentra en el escal�n m�s alto y los organismos m�s primitivos en el inferior, por debajo del cual aparecen nuevos escalones en la medida que se forman nuevas especies m�s primitivas; adem�s, toda la escalera se desplaza con los escalones fijos en su posici�n relativa. La teor�a de la escala hacia la perfecci�n es probada, seg�n Lamarck, por los siguientes cuatro hechos:

1. La semejanza entre unos animales y otros.

2. La semejanza del hombre con otros animales.

3. La perfecci�n de la organizaci�n humana.

4. Algunos animales se parecen al hombre m�s que otros.

Cabe mencionar, finalmente, que la concepci�n de que las especies podr�an extinguirse no se encuentra en el pensamiento lamarckiano, as� como tampoco el concepto de competencia, ni la consiguiente lucha por la existencia, debido a la influencia del de�smo en sus ideas.

No hay duda de que el lamarckismo es el cuerpo te�rico que influy� de manera m�s importante en el pensamiento de Darwin, quien acept� en un principio la posibilidad de que la herencia de las caracter�sticas adquiridas podr�a ser un mecanismo m�s de evoluci�n. Sin embargo, Darwin nunca elabor� esta idea ni la incorpor� a su teor�a de que la fuerza motriz de la evoluci�n es la selecci�n natural, un mecanismo radicalmente diferente en todos sentidos del propuesto por Lamarck.

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