LOS GRANJEROS Y AGRICULTORES BRIT�NICOS

DARWIN naci� y creci� en un ambiente de vida campestre. El 12 de febrero de 1809, Charles se incorpora como el quinto de los seis hijos (cuatro mujeres y dos varones) de Robert Waring Darwin y Susannah Wedgwood en Shrewsbury, la cabecera del condado de Shropshire. La casa en que la familia Darwin viv�a, y que ten�a como la mayor�a de las mansiones inglesas de ese tiempo un nombre (El Monte), era una gran mansi�n, casi una hacienda, y estaba provista de granja y campos de cultivo, inmersa en las actividades diarias de la producci�n agr�cola y de la vida granjera.

El padre de Charles fue el tercer hijo de Erasmus Darwin, m�dico de gran reputaci�n no solamente por el exitoso ejercicio de su profesi�n, sino tambi�n por su obra acerca de la filosof�a natural, en la cual hab�a formulado algunas ideas sobre la transformaci�n del mundo org�nico, las cuales se han considerado en cierta forma precursoras del pensamiento evolutivo que dominaba en la �poca de Charles. La inquietud intelectual de Erasmus Darwin hizo que participara junto con otros intelectuales ingleses en grupos de discusi�n como el de la Sociedad Lunar, en donde comparti� sus puntos de vista con personajes como James Watt, inventor de la m�quina de vapor, y su colega Matthew Boulton, ingeniero, quien ayud� a la adaptaci�n y popularizaci�n del invento de Watt. Charles no solamente hered� la inclinaci�n biol�gica y naturalista de su abuelo, sino tambi�n una notable semejanza de facciones.

Aparte de ser un m�dico exitoso como Erasmus, su padre, Robert Darwin fue un hombre de dimensiones monumentales, tanto en lo f�sico como en su car�cter, rasgos tambi�n heredados de su progenitor. Robert Darwin med�a 1.90 m de alto, ten�a una anchura de hombros que ser�a la envidia de un ropero y pesaba la friolera de 150 kg. A la amplia mesa del comedor familiar de los Darwin se le hab�a hecho un gran corte en forma de media luna, para que el doctor Darwin pudiera acomodar su humanidad cerca de los platos. Robert Darwin era considerado como uno de los mejores m�dicos del noroeste de Inglaterra, pues ten�a una gran capacidad para curar, como �l lo dec�a, "m�s por mi charla e inter�s por los enfermos, que por las limitadas medicinas que uso". Sus visitas domiciliarias para confortar el cuerpo y el esp�ritu de sus pacientes ten�an precedencia a cualquier otra de sus dem�s actividades. Todas las ma�anas, despu�s de desayunarse, sub�a a su carruaje de dos caballos a hacer su ronda de visitas y no volv�a hasta el atardecer para cenar en compa��a de su familia.

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Robert Waring Darwin

El acontecer diario de la vida rural, los partos de los animales dom�sticos, la frecuente interacci�n de la familia con los granjeros y campesinos que atend�an los campos de cultivo —interacci�n que el doctor Darwin estimulaba con su enorme don de gentes y esp�ritu liberal— las pl�ticas acerca de las cruzas de diferentes razas de vacas, de caballos, etc., constituyeron para Charles un elemento natural y permanente de sus vivencias hasta los ocho a�os.

A esta edad la vida de Charles sufri� un profundo cambio: la muerte de su madre en julio de 1817. Antes de morir, ella hab�a arreglado que Charles ingresara en una escuela de filiaci�n unitaria, credo religioso al que ella pertenec�a. As�, aparte del doloroso cambio en su vida familiar, Charles asisti�, por primera vez, a una escuela formal. De esta �poca Darwin recuerda dos aspectos interesantes en su Autobiograf�a, que escribi� en las postrimer�as de su vida: era un ni�o lento para el aprendizaje ("m�s lento que mi hermana peque�a Catherine"), y su afici�n por la historia natural, que ya se reflejaba desde esa edad temprana por el inter�s en conocer la variabilidad de las plantas ornamentales que crec�an en el jard�n de su casa y en el de la escuela.

En el verano de 1818, al a�o de haber iniciado sus estudios, su padre lo cambi� a un colegio mucho m�s formal, en el que permaneci� hasta los 17 a�os. Este colegio, que funcionaba como internado, era dirigido por un famoso profesor, el doctor Butler, y estaba ubicado en la ciudad de Shrewsbury, a un par de kil�metros de El Monte. La desventaja de no vivir en el ambiente familiar se compensaba para Charles por la corta distancia que hab�a entre su casa y el colegio, por lo que la salvaba casi todos los d�as en apresurada carrera, despu�s de visitar a sus hermanas y a su padre, para llegar al colegio antes de que cerraran las puertas por la noche. Durante los siete a�os que pas� en el colegio del doctor Butler, Charles sigui� desarrollando su inclinaci�n por las cosas de la naturaleza, que se expresaba en su fascinaci�n por la cacer�a y la observaci�n de los animales dom�sticos, en particular los perros y muy especialmente su mascota, que siempre lo esperaba ansiosa los fines de semana que pasaba en su casa. Otra expresi�n de su inter�s por el conocimiento de la naturaleza fue su constante inter�s por los experimentos de qu�mica, que realizaba en compa��a de su hermano Erasmus. Con frecuencia, el resultado de sus experimentos, que realizaban en una desvencijada covacha de madera situada al fondo del jard�n de la casa, dejaba a Charles impregnado de penetrantes olores, por lo que sus compa�eros del colegio lo apodaron Gas. Destac� tambi�n por su afici�n por coleccionar escarabajos y mariposas, dif�cil tarea debido a la reducida fauna del norte de Inglaterra.

Estas y otras experiencias extracolegiales, como la lectura de las obras de Euclides, de Shakespeare y de Byron, fueron las que realmente capturaron el inter�s de Charles, y no los acartonados m�todos de ense�anza del colegio. No se requer�a ser un educador experto para percatarse de que Charles ten�a un desempe�o escolar mediocre; su padre, irritado con esta situaci�n, decidi� sacarlo del colegio y mandarlo a estudiar a la Universidad de Edimburgo, en la que estaba su hermano Erasmus, inscrito en la carrera de medicina, muy probablemente como resultado de la abrumadora influencia familiar.

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Charles Darwin a los 31 a�os

Su ingreso a la universidad tambi�n result� un fracaso; la falta de est�mulo de los m�todos de ense�anza del colegio volvi� a repetirse en Edimburgo, y Charles encontr� todas las materias que ten�a que estudiar "insoportablemente aburridas y horribles", con excepci�n de la qu�mica, por la cual siempre hab�a tenido un gran inter�s, seguramente por sus aspectos experimentales. Tambi�n le result� intolerable enfrentar el tratamiento del dolor humano con las t�cnicas de ese tiempo; cuando tuvo que asistir a una intervenci�n quir�rgica practicada a un ni�o, desde luego sin anestesia, el sufrimiento y repulsi�n que experiment� fueron m�s de lo que pod�a tolerar, por lo que abandon� la sala antes de que terminara la operaci�n. Charles resisti� dos a�os en Edimburgo, y eso porque continu� con su costumbre de adquirir informaci�n extracurricular por medio de su �vida afici�n a la lectura. Durante esa �poca tuvo ocasi�n de estudiar detenidamente la Zoonom�a, la obra m�s conocida de su abuelo Erasmus, a trav�s de cuya lectura se adentr� por primera vez en las ideas evolucionistas de Lamarck. Otro factor que mantuvo a Charles en Edimburgo fue la participaci�n que tuvo en una agrupaci�n cient�fica de car�cter informal, la Sociedad Pliniana (Plinian Society). Esta sociedad recib�a su nombre de Plinio el Viejo (Cayo Plinio Segundo), sabio romano que concluy� hacia el a�o 77 la redacci�n de una Historia natural; �sta es una obra monumental en 37 libros sobre aspectos que cubren desde la astronom�a hasta la zoolog�a, y constituye uno de los primeros tratados sobre el estudio de la naturaleza de que se tiene registro y es la �nica de las numerosas obras de Plinio que se conserva. En la Sociedad Pliniana, Charles present� sus primeros trabajos cient�ficos, que versaron sobre la biolog�a y los h�bitos de algunos organismos marinos; eran trabajos modestos, supervisados por un par de zo�logos del Museo de Historia Natural (Museum of Natural History) de Edimburgo, el doctor Robert Edmund Grant y William McGillivray, pero que ya insinuaban el especial talento de Charles para observar la naturaleza.

Con la excepci�n de su Museo de Historia Natural, Edimburgo y la medicina no dan para m�s en el esp�ritu de Charles. En octubre de 1827 reconoci� que nunca ser�a un buen m�dico y, despu�s de una acerba discusi�n con su padre, acept� inscribirse en la Universidad de Cambridge para estudiar teolog�a e incorporarse, al t�rmino de sus estudios, al ministerio religioso anglicano.

A principios del siglo XIX en Inglaterra solamente se podia estudiar teolog�a en una universidad y de �stas solo hab�a dos opciones: Cambridge u Oxford. El inter�s de Charles por la cacer�a y la colecci�n de animales, especialmente insectos, no s�lo no decreci� sino que incluso se increment� en esa �poca, en gran parte como escape a la frustraci�n que le hab�an causado sus estudios universitarios.

En ese tiempo, Charles procur� visitar lo m�s que pudo Maer Hall, la casa de su t�o Josiah Wedgwood, situada a unos 35 kil�metros de Shrewsbury. Josiah era hermano de su madre y el principal representante de una familia de tradici�n ceramista que se remontaba al siglo XVII, cuya producci�n poco a poco hab�a ido ganando reputaci�n por la calidad, belleza y duraci�n de las piezas de porcelana que fabricaban y que portaban orgullosamente el nombre de la familia. Josiah era un hombre excepcional; aparte de ser un fan�tico cazador, afici�n evidentemente compartida con su sobrino Charles, ten�a intereses ampl�simos en aspectos muy diferentes del quehacer industrial que constitu�a el negocio de la familia. Fue fundador de la Real Sociedad de Horticultura (Royal Horticultural Society) y era al mismo tiempo miembro activo de varias sociedades que ten�an como prop�sito el impulso de la agricultura, las artes y las manufacturas; adem�s siempre demostr� un gran inter�s por el desarrollo de razas de ganado vacuno y caballar. Tambi�n era un hombre con ideas pol�ticas vigorosamente liberales y un decidido impulsor de los esfuerzos por la extensi�n del sufragio a todos los ciudadanos, y no solamente a los propietarios de inmuebles. Fue tambi�n un ardiente defensor de las leyes de abolici�n de la esclavitud e intent� infructuosamente por un tiempo ser elegido miembro del Parlamento para luchar por sus ideales liberales. Su casa era centro de reuni�n de los liberales del condado, as� como de todos los intelectuales que deseaban discutir sus puntos de vista con �l y con sus amistades. Pero, ante todo, fue un devorador de libros; su vasta biblioteca, cuidadosamente catalogada, era uno de los orgullos familiares y estaba abierta a todo aquel que quisiera hacer uso de ella.

Las visitas de Charles a la casa de los Wedgwood le eran especialmente placenteras, ya que ah� pod�a satisfacer sus dos principales pasiones: cazar perdices con su t�o al inicio de la temporada, que se abr�a con la primera helada del a�o, y la vida campirana de la enorme granja de los Wedgwood, que le daba la oportunidad de admirar las numerosas razas de ganado vacuno celosamente mantenidas en su pureza gen�tica por el experto caporal de la granja, con el que Charles manten�a largas conversaciones acerca de la atenci�n que hab�a que poner en la cruza de las mejores vacas con sementales que tuviesen ciertas caracter�sticas favorables, as� como la cuidadosa selecci�n de los becerros resultantes. Se le hab�an grabado las palabras del caporal que en su escurrido acento sure�o le hab�a dicho: "Master Charlie, es crucial, que uno sepa reconocer y separar a los becerros que poseen las caracter�sticas que uno busca; si uno no lo hace, nunca podr� mantener una raza pura".

La variaci�n en formas, tama�os, comportamientos, etc., encontrada en animales dom�sticos y plantas cultivadas es uno de los argumentos centrales en el desarrollo de la teor�a de Darwin acerca de la selecci�n natural como fuerza conformadora de la evoluci�n org�nica. Dado que la gen�tica todav�a no era una ciencia en esa �poca, el estudio de las plantas y los animales modificados por el hombre mediante el proceso de domesticaci�n, constitu�a la �nica fuente para entender la forma en que algunas de las caracter�sticas de los organismos se heredaban.

Como resultado de su intenso trabajo con la colaboraci�n de Syms, Charles emple� solamente un poco m�s de los dos a�os que hab�a calculado para terminar su manuscrito sobre el viaje del Beagle. Su Diario de la investigaciones se public� en 1839, cuando a�n viv�a en Londres, ya casado y con un hijo. El libro result� un verdadero �xito editorial por la forma accesible e interesante con que Charles narr� su labor de naturalista a bordo del Beagle. Habi�ndose desembarazado de esta obligaci�n, Charles emprendi� de inmediato una intensa tarea de recopilaci�n de los datos disponibles acerca de las pr�cticas de cruzamiento y la obtenci�n de razas de diversos tipos de animales dom�sticos. Prepar�, para este prop�sito, una encuesta muy elaborada que envi� a ganaderos y granjeros de la Gran Breta�a. De esta encuesta y de su extensa experiencia personal desde peque�o en lo referente a la vida de las granjas, los campos de cultivo y las plantas de ornato, hasta su reci�n adquirido inter�s por la cr�a y selecci�n de razas en las palomas, Charles empez� a derivar conclusiones importantes, las cuales registr� en sus dos Ensayos sobre los fundamentos del origen de las especies, escritos en 1842 y 1844, y que constituyeron, en buena parte, la base del manuscrito para El origen.

En sus Ensayos, Charles menciona que "las condiciones m�s favorables para la variaci�n parecen darse cuando los organismos se cruzan por muchas generaciones en un proceso de domesticaci�n" . Se hab�a percatado de que exist�a un efecto acumulativo en la variaci�n en el proceso de domesticaci�n y lo ejemplificaba con el "vasto n�mero de razas y variedades de casi todas las plantas y animales que han sido domesticados por un largo periodo". La variaci�n en los animales y en las plantas domesticados hab�a estado presente durante todo el tiempo en que el hombre actu� como agente seleccionador al modificar dichos animales y plantas seg�n sus necesidades o gustos. Sin embargo, esta variaci�n adquiri� en la visi�n de Charles una dimensi�n y significados totalmente nuevos: los individuos, incluido el hombre, no son repeticiones autom�ticas y fieles de sus progenitores como si fueran copias fotost�ticas. En el proceso reproductivo hab�a algo que Charles todav�a no pod�a definir y que generaba una variabilidad pr�cticamente infinita en las caracter�sticas de los organismos que proporcionaban a cada nuevo ser su individualidad. Charles hizo menci�n tambi�n de cambios notables en las caracter�sticas de los individuos, a los que dio el nombre de sports, t�rmino que se usaba en la horticultura para describir cambios bruscos y espont�neos en las plantas; ahora llamamos mutaciones a esos cambios "abruptos". Una mutaci�n es un cambio repentino en un gene que produce una transformaci�n estable en las caracter�sticas que controla ese gene.

Charles reconoci� que adem�s de la variabilidad individual, lo que consideraba una caracter�stica inherente a los organismos, el mecanismo de selecci�n ejercido por el hombre era crucial. La selecci�n de los individuos con las caracter�sticas buscadas y su cruzamiento cuidadoso con otros que las compartieran eran parte esencial del proceso por el cual se iban seleccionando y conformando nuevas razas y variedades en el curso de la domesticaci�n. Charles describi� lo anterior en la siguiente forma:

La selecci�n, aunque sencilla en teor�a, es y ha sido importante a un grado tal que resulta difícil exagerar. Requiere de una habilidad extrema, resultado de una continuada pr�ctica, para poder detectar incluso las m�s sutiles diferencias en las formas de los animales, e implica tener en mente un objetivo muy claro; con estos requisitos y con paciencia, el criador debe estar observando cada ligero cambio hacia el fin deseado, seleccionar a los individuos apropiados y aparearlos y continuar de esta forma con subsecuentes generaciones... evitando cruzas accidentales con individuos que no porten las caracter�sticas deseadas ... para evitar una variabilidad que produzca regresiones a formas ancestrales.

�ste era justamente el mecanismo por el cual los criadores de ganado pod�an modificar las caracter�sticas de animales y plantas y desarrollar, en unos cuantos a�os, nuevas razas y variedades con apariencias, atributos y comportamientos diferentes. Y este fue el mecanismo que el "hombre primitivo", desde hace decenas de miles de a�os, emple� para producir primero las plantas cultivadas y luego los animales domesticados, con lo cual puso las bases para el desarrollo de las diferentes civilizaciones que han compartido nuestro planeta.

En resumen, a Charles le era evidente que si bien los animales de una misma carnada o las plantas que germinaban de las semillas de un mismo fruto difer�an entre s�, tambi�n conservaban algunas caracter�sticas que los asemejaban a sus padres. Su conclusi�n fue entonces que, como ocurr�a, entre los hombres, ning�n individuo era id�ntico a otro, todos difer�an entre s�, aunque fuese por alguna caracter�stica peque�a. En sus propias palabras: "la expresi�n proverbial de que no hay dos plantas o animales que nazcan absolutamente iguales es mucho m�s cierta en el caso de los organismos que han pasado por el proceso de domesticaci�n que en los silvestres".

La opini�n inicial de Charles en el sentido de que la variaci�n era mucho m�s clara en los organismos domesticados que en los silvestres pronto se corregir�a, gracias a la acumulaci�n de m�s observaciones sobre la variaci�n de los individuos en condiciones silvestres, realizadas por �l y por otros naturalistas.

2 Frederick Burkhardt y Sidney Smith (comps.), The Correspondence oh Charles Darwin, 2 vols., Cambridge, Cambridge University Press, 1985.

11 Alan Morehead, Darwin: la expedición en el Beagle (1831-1836), Barcelona, Serbal, 1980.

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