CASARSE O NO CASARSE, ÉSA ES LA CUESTIÓN...
ENVUELTO en varias pesadas cobijas de lana, sobre una cama cuyo colchón le recordaba la topografía de los Andes, Charles tenía la mirada y el pensamiento perdidos en los rebuscados detalles de la cornisa del blanco techo; se sentía entre deprimido y enfadado. Aunque ya recuperado notablemente, pasar inactivo una semana en cama le producía un mal humor extraordinario, particularmente porque no acertaba a encontrar el origen de su extrema debilidad. El tamborileo de los dedos de Syms en la puerta de su habitación lo volvió de su viaje mental; su fiel ayudante le traía el almuerzo, un humeante caldo de gallina cuyo aroma empezó a reconfortarlo. No era la primera vez que sentía un ataque de flaccidez, pero nunca antes lo había afectado tanto. Se incorporó con un poco de esfuerzo de entre las mantas y, sentándose, apoyó la bandeja sobre sus tambaleantes rodillas. "Syms, me debo estar volviendo viejo le dijo mientras trataba de enfriar el caldo removiéndolo con la cuchara creo que debo tomar un descanso para recuperarme; ¿qué te parece un viaje a Edimburgo?"
"Lo del viaje me parece muy bien, mister Charlie, pero lo de que se está volviendo viejo a los 29 años no se lo traga ni un avestruz", le contestó con sarcasmo su leal ayudante. "Yo creo que han de ser los recuerdos de alguna de las fiebres que todos debemos de haber contraído durante el viaje. Sin duda, un buen descanso le hará bien, particularmente después de tanto trabajo continuado; sería muy conveniente que saliera más a menudo con sus amistades para distraerse; trabaja con demasiada intensidad."
"Viejo Syms, suenas como una esposa; no he pensado en casarme justamente para evitar enfrentarme a este tipo de argumentos. Además, ¿te imaginas la cantidad de reuniones sociales insulsas a las que tendría que asistir estando casado?, ¿y las distracciones continuas del trabajo?, ¿y las angustias de tener que cuidar de los niños?, ¿y lo que todo eso costaría? No, gracias, creo que estoy mucho mejor así, particularmente con las ventajas de tu eficiente compañía."
"Será mejor que se vaya haciendo a la idea. de que esto no durará mucho y de que se quedará solo en algún momento, mister Charlie. Su trabajo con las rocas y las colecciones del Beagle ha avanzado rápidamente, en buena parte gracias a mi ayuda; cuando se acabe, yo ya no tendré mucho que hacer aquí en Londres con usted. Además, yo sí quiero vivir una vida normal con una esposa e hijos y, con todo respeto, yo le sugeriría al tozudo Cazamoscas que pensara en las ventajas de establecer una buena familia."
"Suficiente, Syms, no más sermones, por más que no los haya escuchado en una iglesia desde que regresamos del viaje", le respondió Charles, en tono solemne pero agradecido en su interior por el cuidado constante que Syms, siempre le había demostrado. "Recoge la charola y ayúdame a vestir; creo que sería bueno que salga a hacer los arreglos necesarios para el viaje; no te olvides de regresar hoy mismo las rocas que tenemos aquí y traer las que faltan de los Andes; y, Syms, mil gracias por todo..."
El viaje a Edimburgo le trajo a la memoria, mientras recorría las colinas de un verde casi líquido que rodean a la ciudad, mil detalles contrastantes de su estancia en la escuela de medicina, Los recuerdos amargos: la incontenible náusea de las dantescas prácticas de cirugía, los aburridos cursos, los insulsos profesores. Los placenteros: sus visitas al Museo de Historia Natural, la asistencia a las sociedades científicas, las enseñanzas y asesorías del doctor Grant en el campo de la zoología. Charles aprovechó para visitar Glen Roy y tomó notas acerca de las terrazas de este pequeño fiordo, añadiendo breves ideas sobre su posible origen.
En medio de todos esos pensamientos se sorprendió de que recurrentemente se incrustara en su mente la necesidad de evaluar las ventajas e inconvenientes del matrimonio. Su conversación con Syms le provocó una especie de infección mental al grado de que se encontraba en la necesidad de escribir listas de pros y contras, casi en cualquier pedazo de papel y en los momentos más inesperados. Entre las ventajas anotaba que si llegaba a tener hijos éstos serían de pequeños mejor compañía que un perro, y que se constituirían en protección y amistad en la vejez; los placeres de un hogar, alguien que cuide de todos los detalles de la casa, la compañía y la charla femeninas... Entre las desventajas incluía el esfuerzo y el costo de encontrar y mantener una casa, la inversión de tiempo para atender a los hijos, especialmente si eran muchos, no aprovechar las oportunidades de aprender francés, viajar por el mundo y realizar ascensiones en globos, la posibilidad de viajar a México y estudiar su geología...
Su argumentación en contra del matrimonio no era en realidad muy robusta; su lista parecía más bien un intento de convencerse de que, a pesar de su reticencia superficial, era más conveniente, y más cómodo, contraer matrimonio. Le atraía la vida de los clubes de hombres pero se imaginaba la existencia gris y solitaria en un desordenado piso de soltero, que de hecho había experimentado, tanto en su propio departamento, como en el de su hermano Erasmus. Se sentía cada vez más atraído por la visión de una casa limpia, ordenada, con fuego en la chimenea, una dulce mujer leyéndole un libro en el sofá, quizá un poco de música...
De la misma forma que la primera vez que salió de Edimburgo a los 18 años estaba plenamente convencido de que nunca sería un médico, ahora, a los 29, cuando emprendía el regreso hacia Londres, estaba convencido de que tendría que hacer algo para dejar el celibato. ñHacer algo para casarse!, ¿pero qué? La angustia lo invadía nuevamente. La exploración social necesaria para encontar una mujer atractiva y adecuada le producía pánico; experimentó la vida de ermitaño los últimos dos años, fundamentalmente con la compañía de Syms, y Erasmus, y la recalcitrante misoginia de su hermano no era el mejor estímulo para establecer amistades femeninas. Habrían de pasar casi cinco meses después de su viaje a Edimburgo para que encontrase respuesta a su pregunta de qué hacer respecto al matrimonio y, nuevamente, como en el caso de su providencial viaje en el Beagle, su familia tendría, como veremos, un papel crucial en resolverle los problemas de la vida a Charles.
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