NOTA INTRODUCTORIA

En el mundo creado por el gran dibujante holand�s M. C. Escher caben la ciencia y la ficci�n. Sus esquemas de animales entrelazados que llenan el plano del dibujo son dignos del m�s ducho de los cristal�grafos, pero su manejo de la perspectiva con frecuencia nos enga�a. En la Ca�da de agua, que aqu� reproducimos, el flujo de la cascada es continuo, sin que nada lo detenga. El agua cae y vuelve a subir, moviendo la turbina sin cesar. La maestr�a gr�fica de Escher ha creado �una m�quina de movimiento perpetuo!

Mucho esfuerzo humano se ha gastado en la b�squeda de estas m�quinas que producen trabajo sin requerir combustible. Desde hace m�s de un siglo sabemos que estos fant�sticos ingenios son pura ficci�n. La primera ley de la termodin�mica, en efecto, los prohibe porque la energ�a se conserva. M�s aun, las leyes implacables de esta rama de la ciencia son m�s crueles todav�a: la segunda ley de la termodin�mica establece que no puede existir una m�quina cien por ciento eficiente.

La inteligencia humana ha debido poner, entonces, sus miras en otros objetivos. Si el trabajo no ha de ser gratuito, que por lo menos sea barato. Ello requiere aumentar la eficiencia de nuestras m�quinas o disminuir el costo de los combustibles. As�, se ha buscado perfeccionar el motor de combusti�n interna, las calderas y tantos otros ingenios que producen trabajo. Tambi�n se ha luchado por hallar nuevos combustibles, m�s baratos que el carb�n o el petr�leo. En este camino hemos tropezado con los reactores nucleares de fisi�n y en el mundo funcionan hoy cerca de 400 de estos reactores aunque su uso sea tan cuestionado. Tambi�n se han creado las celdas solares, que nos permiten convertir la energ�a del Sol en electricidad. Hasta ahora el triunfo no es completo y el problema energ�tico del mundo sigue siendo un fantasma cuya sombra no deja de nublar el futuro de la civilizaci�n.

Figura 1. La Ca�da de agua, del pintor holand�s M. C. Escher, es un ejemplo de una m�quina imaginaria de movimiento perpetuo.

Una alternativa para resolver los problemas energ�ticos es la fusi�n de dos n�cleos de deuterio, que al fundirse generan energ�a en cantidades apreciables. Para que los n�cleos se unan, es necesario vencer la repulsi�n de sus cargas el�ctricas. Por eso, es preciso inyectarles energ�a en alguna forma, es decir; gastar combustible. Esto se hace hoy en los reactores de fusi�n que trabajan a muy altas temperaturas y que requieren de grandes inversiones de dinero. Este tipo de fusi�n nuclear, la fusi�n caliente, no ha podido dominarse todav�a y queda como un camino abierto.

Si pudi�semos eliminar el uso de esas alt�simas temperaturas, todo el proceso ser�a mucho m�s sencillo. La fusi�n fr�a, en efecto, nos dar�a un m�todo m�s simple para cubrir todas nuestras necesidades energ�ticas, mediante reactores peque�os y combustible abundante, pues se encuentra en el agua misma y la de mar es abundante en deuterio. A manera de ejemplo: con la fusi�n fr�a entre n�cleos de deuterio se obtendr�a, de un tanque de 2 000 metros c�bicos lleno de agua de mar, energ�a suficiente para alimentar de electricidad una ciudad como Morelia.

En lo que sigue, relataremos los esfuerzos recientes por alcanzar la fusi�n fr�a. Para entender esta historia tendremos que aprender c�mo est� formado el n�cleo del �tomo, cu�les son las leyes que lo rigen y c�mo reaccionan dos n�cleos cuando chocan. As� nos asomaremos a uno de los rincones de la f�sica moderna.

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