I. UN EXPERIMENTO FRUSTRADO

UN JUEVES SANTO, el 23 de marzo de 1989, los titulares de muchos peri�dicos anunciaban un descubrimiento cient�fico casi incre�ble: se hab�a encontrado un m�todo para producir la fusi�n nuclear a la temperatura ambiente. En contra de la costumbre, este fant�stico resultado no hab�a sido dado a conocer primero a la comunidad cient�fica especializada. En vez de emplear los canales habituales —una revista de reconocido prestigio, con �rbitros que sujetan todo art�culo a censura previa—, los qu�micos Martin Fleischmann, de la Universidad de Southampton, y Stanley Pons, de la Universidad de Utah, citaron en Salt Lake City a una conferencia de prensa. Ah� dieron a conocer a los periodistas c�mo lograban, en un simple frasco de vidrio, la fusi�n fr�a.

Controlar la fusi�n nuclear, y convertirla en un proceso �til para generar energ�a, ha sido una gran ilusi�n para muchos cient�ficos e ingenieros de todo el mundo. Con este fin, en los pa�ses m�s desarrollados se han construido gigantescos reactores, que ocupan laboratorios enormes con los aparatos m�s complejos. El esfuerzo y costo requeridos son tan grandes que ning�n pa�s de Europa Occidental pudo, aislado, llevar a cabo un proyecto tal. Para echarlo a andar todos los pa�ses europeos tuvieron que unirse en un proyecto conjunto ubicado en Oxford, Inglaterra. Con todo, los resultados no son a�n satisfactorios y la fusi�n nuclear controlada sigue eludiendo a los cient�ficos.

No ha de extra�arnos, entonces, que el anuncio de Fleischmann y Pons, por poco ortodoxo que hubiera sido, generara de inmediato un inter�s inusitado. Ambos investigadores fueron requeridos al instante por la televisi�n. En sus primeras entrevistas describ�an c�mo hac�an su experimento y, un tanto nerviosos, mostraban con orgullo ante las c�maras un frasco de vidrio que pronto se volvi� famoso. En este frasco, dec�an, sometemos una soluci�n salina de agua pesada —agua que en lugar del hidr�geno com�n contiene uno de sus is�topos pesados, el deuterio— a un proceso de electr�lisis, en el que empleamos un cierto metal, el paladio, capaz de absorber gran cantidad de hidr�geno. Por ello, continuaban, la densidad local del deuterio aumenta considerablemente, lo que propicia que los n�cleos se acerquen y se fusionen, con la ganancia correspondiente de energ�a. As� se podr�a entender la enorme cantidad de calor observada y la presencia de radiaciones nucleares que, seg�n ellos, hab�an encontrado de manera sistem�tica en sus experimentos. Al final de la entrevista, los investigadores siempre explicaban que los detalles t�cnicos hab�an sido enviados para su publicaci�n a una revista cient�fica y suger�an al p�blico que no intentara repetir su experimento, porque a pesar de su simpleza, los riesgos inherentes a las reacciones nucleares no dejaban de estar presentes.

El mismo fen�meno que es responsable de la producci�n de energ�a en nuestro Sol, �se reproduc�a en la Tierra sin que fueran necesarias la gran densidad y las alt�simas temperaturas de las estrellas! No se requer�an los aparatos complicados ni las inversiones millonarias que hab�an mantenido ocupados a miles de cient�ficos durante 30 a�os para producir la fusi�n caliente. De inmediato muchas personas, dentro y fuera del campo cient�fico, fueron presa de admiraci�n y los dos qu�micos se convirtieron en celebridades. Se inici� una actividad cient�fica sin precedentes que ocup� de lleno tanto a esc�pticos como a convencidos de todo el mundo. En los meses de investigaci�n m�s importantes alteraron su rumbo normal e intentaron verificar, e incluso mejorar; el m�todo de Fleischmann y Pons para producir la fusi�n fr�a.

Es factible que ning�n otro descubrimiento cient�fico reciente, ni siquiera el de los superconductores calientes, haya generado tantas expectativas ni un revuelo tal. Grupos enteros, incluidos f�sicos y qu�micos mexicanos, se lanzaron al an�lisis de la fusi�n fr�a. Los f�sicos aprend�an la electr�lisis, y los qu�micos se enteraban de las t�cnicas m�s refinadas para detectar neutrones. El Congreso de Estados Unidos lleg� tambi�n a intervenir y pronto no s�lo las universidades, sino muchos laboratorios industriales, se dedicaban a la b�squeda de la fusi�n en fr�o. El Secretario de Energ�a de EUA form� el 24 de abril de 1989 un Grupo de Estudio destinado a revisar experimentos y teor�as en este campo, e identificar posibles l�neas de acci�n, incluidas aquellas que pudieran conducir a las aplicaciones pr�cticas. Despu�s de organizar reuniones y visitas a muchos laboratorios y revisar con cuidado todas las evidencias en pro y en contra, el Grupo de Estudio concluy�, en su informe del 26 de noviembre del mismo a�o, que "los resultados experimentales sobre el exceso de calor en las celdas calorim�tricas no presentan evidencia convincente alguna de que los fen�menos atribuidos a la fusi�n fr�a puedan resultar en una fuente �til de energ�a". Adem�s, el Grupo decidi� que los resultados experimentales presentados hasta la fecha tampoco aportaban pruebas concluyentes que asociaran el calor an�malo, que se dice haber observado, con un proceso nuclear... "Por tanto; el Grupo de Estudio declara que la evidencia actual sobre el descubrimiento de un nuevo proceso nuclear, llamado fusi�n fr�a, no es concluyente."

No s�lo en Estados Unidos se hab�an formado grupos semejantes. En M�xico, varios miembros de las Sociedades Mexicanas de F�sica, de Ciencia de Superficies y Vac�o, de Electroqu�mica y de la Sociedad Qu�mica de M�xico, se reunieron entre el 24 de mayo y el 14 de Julio de 1989 en cuatro ocasiones y concluyeron: "A�n no se ha podido establecer o negar en forma confiable y reproducible la existencia de una actividad nuclear asociada a esta fenomenolog�a; en todo caso, aun los niveles de radiaci�n m�s altos registrados hasta ahora por algunos grupos no permiten contemplar su uso como fuente de energ�a en el corto o mediano plazos."

Todo ello ech� por tierra la fusi�n fr�a y otra gran ilusi�n qued� en pie, aunque algunos meses despu�s la pol�mica aparentaba estar viva todav�a.

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