XXIV. OTRO ALTO EN EL CAMINO (1890-1949)
A
PARTIR
de las últimas décadas del sigloXIX
se empezaron a delimitar diferentes campos en el desarrollo de la industria eléctrica:
1) La industria eléctrica pesada que se dedicó al diseño y construcción de generadores y motores eléctricos, así como a la instalación de redes de distribución de corriente eléctrica.
2) La industria de comunicaciones basada fundamentalmente en la telegrafía y telefonía, que usaba tanto la conexión alámbrica como las ondas electromagnéticas.
3) La industria electrónica que se dedicó al diseño de tubos al vacío y de diferentes circuitos.
Por supuesto, las ramas que se fueron delineando no eran independientes entre sí, pues existía una activa interrelación que se da hasta la actualidad.
Aunque el teléfono haya sido inventado por Bell y el desarrollo del sistema de iluminación eléctrica se haya debido a Edison, en la actualidad, tanto en uno como en otro caso se utilizan componentes que Bell nunca imaginó y que Edison, a pesar de su fértil imaginación, jamás soñó.
Los sistemas tecnológicos se han desarrollado por pequeños pasos, limitados por el terco obstáculo ocasional y por un sinnúmero de descubrimientos. En ciertas ocasiones estos descubrimientos se patentan por individuos, pero más a menudo son innovaciones sociales hechas por personas cuyos nombres pronto se han olvidado. En los inicios de un sistema tecnológico, como el de la energía eléctrica, los inventores desempeñaron un papel prominente. A medida que el sistema maduró y se expandió a redes urbanas y regionales, otras personas contribuyeron en su desarrollo. Los sistemas de energía eléctrica actuales no son simplemente versiones gigantescas de la primera estación que Edison construyó en 1882. Ya a principios de siglo fue el gerente de la planta, y no el inventor ni el ingeniero, quien fue la pieza clave para extender el servicio tanto diurno como nocturno a muchos tipos de clientes: el turno nocturno a la planta química, así como a los tranvías eléctricos a la "hora pico" del tráfico.
La evolución del sistema telefónico, desde la operadora que hacía las conexiones hasta el actual sistema de centros automáticos, también fue determinada por una serie de soluciones pequeñas que desarrollaron la tecnología más allá de lo que pudo imaginar Graham Bell.
Una de las razones por las cuales se dio el progreso en el crecimiento de los sistemas tecnológicos fue la producción en masa y la consiguiente reducción de costos unitarios. Al invertir más capital y reducir costos, el sistema se extiende a un mercado cada vez más grande y diversificado.
Ilustramos este crecimiento tecnológico con lo ocurrido en la industria de la energía eléctrica.
Edison dio un paso importante al diseñar una planta de generación de electricidad y una carga de luz eléctrica concentrada en un distrito de Nueva York (el distrito alrededor de Wall Street). En 1882 este sistema distribuía una carga eléctrica que llegaba a su máxima capacidad solamente durante las primeras horas del anochecer, cuando el distrito comercial estaba activo. Esto se traducía en un costo muy elevado de la luz eléctrica. Si este sistema no hubiese evolucionado el mundo no tendría hoy electricidad como la conocemos.
Muy pronto, a los tres años de su inicio, el sistema de Edison de corriente eléctrica directa fue sobrepasado y se empezó a usar corriente alterna. Hacia 1890 este nuevo sistema había suministrado electricidad a barrios poco poblados y a regiones rurales.
Pero pronto los motores de corriente alterna empezaron a mostrar sus limitaciones. Para mejorar este motor se requirió otro cambio en el método de transmitir y distribuir corriente eléctrica. En unos cuantos años el estadounidense de origen serbio Nikola Tesla, con el científico italiano Galileo Ferraris, el alemán Friedrich Haselwander y el estadounidense C. S. Bradley propusieron un sistema polifásico con el que se logró un motor eléctrico mucho más eficiente. Para 1896 ya se contaba con máquinas polifásicas.
Para el año de 1910, ciudades completas se alimentaban con energía proveniente de sistemas interconectados de plantas generadoras que utilizaban corriente polifásica. Las compañías aprovecharon la diversidad de demanda en las ciudades que estaban en crecimiento, pues tenían cada vez más necesidades: tranvías, plantas químicas e industriales, consumo en casas-habitación, etc. De esta forma aumentó de manera notable el beneficio económico por este sistema. Sin embargo, con el desarrollo del sistema polifásico aparecieron otros problemas que de no resolverse hubieran congelado el desarrollo de la industria eléctrica en una fase muy lejana a la que conocemos hoy en día. Los gerentes de las compañías se dieron cuenta de que, por ejemplo, si se aumentaba el tamaño de la planta de energía también aumentaba el espacio para albergar más equipo, lo que generó a su vez un incremento no proporcional en el precio de los bienes raíces. Este problema se resolvió con el advenimiento de las turbinas de vapor, que producen electricidad, obra de los inventores Charles Parsons, inglés, Carl G. P. de Laval, sueco y Charles Curtis, estadunidense. Estas turbinas se adaptaron a generadores de electricidad más avanzados que los existentes. Una de las grandes ventajas del uso de las turbinas fue que concentraron la producción de corriente eléctrica y así los sistemas eléctricos continuaron ofreciendo ventajas económicas y se transformaron de citadinos a regionales.
Los inventos científicos y técnicos fueron los que estimularon la industria eléctrica en sus primeros 25 años. Los cambios técnicos subsecuentes tendieron a ser graduales y rutinarios.
Otro elemento importante en la evolución del sistema de energía eléctrica fue la modificación en los sistemas de administración de las compañías eléctricas. Por ejemplo, a partir de 1892 Samuel Insull, gerente de la compañía que surtía electricidad a la ciudad de Chicago, en Estados Unidos, introdujo novedosos métodos contables en la empresa para determinar cuáles costos unitarios resultaban exorbitantes para después reducirlos, ya fuera con alguna invención o con cierta innovación en el sistema. Este gerente aumentó su sistema de distribución absorbiendo pequeñas compañías ineficientes. Cuando en 1896 se introdujo la corriente polifásica, transformó las plantas generadoras que quedaron obsoletas en subestaciones, logrando gran ahorro de dinero. Insull ayudó a mejorar el concepto de factor de carga, que fue un avance crítico ya que definía precisamente la eficiencia económica del sistema como la razón del uso de la planta a su capacidad total en un periodo especificado. Introdujo la graficación de una curva de 24 horas de la cantidad de electricidad que salía de la planta, elemento que permitió a los administradores señalar valles y picos en la carga. De esta manera, el sistema pudo uniformar la salida de electricidad haciendo más nivelada la curva de carga, los valles de las 6 A.M. y los picos de 5 P.M., combinando cargas de varios consumidores. Así, por ejemplo, con ayuda de subestaciones transformadoras pudo bajar los voltajes a valores requeridos tanto para plantas industriales como para consumidores domésticos, y proporcionar corriente directa de bajo voltaje para el sistema tranviario y de ferrocarril urbano. Con este sistema la oficina de despacho de carga, que era realmente el centro de control, podía anticipar demandas pico. También manipuló cargas sin aumentar plantas y equipo, logrando grandes ahorros que se manifestaron en reducciones de tarifas y por tanto más consumidores. Con ayuda de estas políticas administrativas, entremezcladas con mejoras técnicas, se pudo producir electricidad en masa y extender la red de energía a regiones geográficas muy grandes.
El centro de despacho de carga fue un avance gerencial muy importante en la industria eléctrica, que después del inicio del siglo se usó en muchos países del mundo. Este centro permitió conectar plantas generadoras de electricidad que usaban diferentes fuerzas motrices, como vapor e hidroeléctricas, en una red de transmisión con diferentes cargas. En Alemania, el sistema incluyó plantas motrices de carbón que se encontraban en la región del Ruhr con plantas hidroeléctricas de los Alpes.
En lo que respecta al desarrollo de la electrónica y de las comunicaciones, se dio un gran adelanto. Una vez que se demostró la eficacia de los tubos al vacío, con lo cual se inició la época de las transmisiones radiales a principios de la década de 1920 hubo una actividad inuy intensa de investigación, tanto básica como aplicada, para mejorar los tubos y los circuitos electrónicos. Este avance se tradujo en una serie notable de aplicaciones: el microscopio electrónico, el control electrónico de maquinaria y el inicio de otra época: la de las computadoras electrónicas.
Durante la segunda Guerra Mundial se consolidaron los avances en la electrónica y las comunicaciones electromagnéticas. Las necesidades militares generaron diversos desarrollos, como el radar y la electrónica de microondas. Una vez terminada la contienda, la aplicación de los tubos al vacío llegó a un grado muy alto de complejidad.
El invento social que fue de los más importantes para el mundo científico y tecnológico ya había llegado hacia 1920: el laboratorio de investigación orientada, también llamado laboratorio industrial. En esta época investigación y desarrollo ya se habían convertido en una institución sistemática que solucionó los principales problemas de los sistemas de energía eléctrica de esa época. Ejemplos de estos laboratorios fueron los que establecieron las compañías estadounidenses General Electric, ATT y Bell Telephone. En general, hubo una relación bastante estrecha entre el laboratorio industrial y los centros de investigación académica de las universidades.
De esta manera, en el siglo
XX
se formaron enormes conglomerados que englobaron investigación, desarrollo, administración y financiamiento en una industria. La historia del sigloXX
incluye de manera importante la historia del desarrollo de este tipo de conglomerados. Hemos de mencionar que estas corporaciones surgieron principalmente en Estados Unidos, algunos países de Europa como Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Bélgica, así como en Japón. De hecho, una característica que distingue a un país desarrollado es que cuente con laboratorios industriales.Así como evolucionó la industria de la energía eléctrica, otras ramas científico-tecnológicas, como la telefónica, la electrónica, la automotriz, la química, etc., siguieron un patrón similar.
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