INTRODUCCI�N

El eminente bi�logo austriaco Karl von Frisch, merecedor del premio Nobel en 1973, escribi� la siguiente frase, al referirse a un grupo de ar�cnidos: "Hay que echar mano de la fantas�a para introducirse en el cuerpo de un ser que recibe a trav�s del sentido del tacto casi toda la informaci�n sobre las cosas que tienen significaci�n en su vida."

En efecto, nosotros, como seres humanos, dif�cilmente podemos entender c�mo un ser vivo puede existir y subsistir en tales condiciones; y sin embargo, estos organismos son unos de los que mayor �xito han tenido en nuestro planeta. Habiendo aparecido en el Sil�rico, hace aproximadamente 360 000 000 a�os, los ar�cnidos han llegado hasta nuestros d�as no s�lo con una gran representatividad, sino con una fuerza evolutiva verdaderamente sorprendente en algunos de ellos. Fueron, adem�s, los primeros animales que salieron del agua e incursionaron tierra adentro, llegando a adaptarse a todos los biotipos posibles del medio terrestre.

Todo esto nos hace reflexionar sobre la poca atenci�n que hemos puesto a otras formas de vida, distintas a la nuestra, y lo poco que nos importa el c�mo vivan y lo que hagan, siempre y cuando no interfieran, en alguna forma, en nuestras vidas. La realidad es que, desde que el hombre evolucion� como ser pensante, quedando por lo mismo en gran ventaja sobre los dem�s seres vivos, ha ido alterando en forma dram�tica las condiciones de vida del planeta. Durante los �ltimos milenios, viene decidiendo lo que es bello, lo que es �til o lo que es importante para su vida personal, despreciando, menospreciando o combatiendo todo lo que no act�e en beneficio de su propia conveniencia. Esta forma ego�sta e inconsciente de pensar y actuar ha tenido graves repercusiones en el ambiente ecol�gico, donde los da�os irreversibles que se han producido est�n poniendo en peligro no s�lo la existencia del hombre, sino la de todos los dem�s seres que con �l comparten el fen�meno de la vida.

Por fortuna, en las �ltimas d�cadas de este siglo el ser humano se est� dando cuenta, paulatinamente, de su tremendo error y est� adquiriendo conciencia de la necesidad de un cambio de actitud frente a los graves problemas que, en forma consciente o inconsciente, ha provocado. La manera m�s inteligente de abordarlos ser�a combatiendo la gran ignorancia que prevalece entre los pueblos del mundo, respecto a lo que es la vida y las leyes naturales que la sostienen y rigen. Es importante que la gente entienda la esencia de ese fen�meno, en todas sus manifestaciones y modificaciones, para que aprenda a respetarlo.

En este sentido, los ar�cnidos, por desgracia, siempre han ocupado un sitio desfavorable en los gustos y decisiones del hombre, que no pierde oportunidad para deshacerse de cuanto "bicho" se le ponga enfrente. Adem�s, como entre ellos hay especies venenosas (una minor�a) capaces de originarle desde molestias ligeras hasta da�os bastante graves, que en casos extremos conducen a la muerte, la aversi�n hacia estos animales se ha acrecentado a�n m�s. Esta sensaci�n se ha fijado en la mente del humano a trav�s de generaciones y son raros los casos de personas que no reaccionan horrorizadas ante la presencia de uno de estos animales. Este sentimiento de repulsi�n ha sido a�n m�s fomentado y explotado por los medios de comunicaci�n, tanto en los diarios como en el cine y la televisi�n, donde no se pierde ocasi�n para se�alar a estos pobres animales como los seres m�s feos, perversos y malignos de la Tierra. Todo esto es un grave error y completamente injustificado. Es verdad que algunas de estas especies han sido dotadas por la naturaleza con armas poderosas para defender su vida, como es el caso del veneno de los alacranes y de ciertas ara�as, y nadie est� en contra de que dichas especies sean combatidas dentro de las casas o sus alrededores, que es el territorio del hombre; pero en su ambiente natural, en el campo, se les debe respetar y dejar vivir en paz, junto con todas las dem�s formas inofensivas, que son la mayor�a, y permitir que lleven a cabo las funciones que todo ser viviente tiene derecho a desarrollar dentro de sus respectivas comunidades. En relaci�n a esto, los ar�cnidos forman un eslab�n muy importante en las cadenas de alimentaci�n, ya que, adem�s de servir de alimento a otros muchos animales, son de los participantes m�s activos en el control natural de muchas poblaciones, sobre todo de insectos, lo cual es sumamente ben�fico para regular el equilibrio biol�gico de diversas biocenosis y ecosistemas. Se concluye, por lo tanto, que los ar�cnidos no son ni m�s buenos ni m�s malos que los dem�s seres que pueblan el planeta; son simplemente un grupo m�s de animales, con sus caracter�sticas y costumbres propias, que act�an de acuerdo a lo que su evoluci�n les ha marcado, pero que viven, como todos, bajo los mismos lineamientos y reglas establecidas por la naturaleza para todo ser viviente, desde el m�s insignificante hasta el m�s especializado.

Al escribir este libro no se ha intentado producir un tratado de aracnolog�a, entrando en detalles sobre su morfolog�a y especiaci�n. Por el contrario, el objetivo principal s�lo ha sido dar a conocer algunas de las caracter�sticas m�s sobresalientes y representativas de estos interesantes animales, tan incomprendidos, con la esperanza de que el lector se convenza de que aun estos seres tan repulsivos, feos y temidos, tambi�n pueden tener valor est�tico y ofrecer aspectos maravillosos e insospechados de la vida.

Los ar�cnidos de ahora no son los mismos de ayer. Desde que hicieron su aparici�n en la Tierra han sufrido muchas modificaciones y son muchas las especies de diferentes grupos que se han extinguido. Para conocerlos, aunque sea brevemente, se ha elaborado un cap�tulo relacionado con este lejano pasado; en �l se incluye un cuadro muy general sobre los registros f�siles de los Chelicerata, el subphylum al cual pertenecen, con el fin de colocarlos en su justo momento y adecuada situaci�n dentro del gran mundo de los artr�podos.

Aunque en estos libros de divulgaci�n cient�fica se ha recomendado emplear el menor n�mero de palabras t�cnicas, hay ocasiones, como la presente, en que es imposible dejar de mencionar algunos t�rminos especializados, ya que son los �nicos que existen para definir determinadas caracter�sticas de los grupos que nos ocupan; sin embargo, se ha procurado emplear tan s�lo los indispensables, aclarando en cada caso su funci�n.

Los dibujos de los diferentes ar�cnidos fueron hechos por el bi�logo Octavio Rojas, a quien quedo muy reconocida por su amable colaboraci�n.

La portada del libro est� tomada de una fotograf�a realizada por el doctor Adri�n Arredondo sobre el material recogido y estudiado por la maestra en ciencias Edna Hentschel y representa al pseudoescorpi�n Epichernes aztecus, asido for�ticamente a los pelos del rat�n Neotomodon alstoni. Agradezco muy sinceramente a la maestra Hentschel su autorizaci�n para publicarla. Las fotograf�as que aparecen en el libro son de Carlos Contreras Oteyza.

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