14 Los experimentos y la hipótesis de Boyle fueron por primera vez criticados en 1745 por el poeta, gramático y científico ruso Miguel Vasilievich Lomonosov, profesor en San Petersburgo cuyas intuiciones fueron geniales. Explicó el aumento de peso de los calces como causado por absorción del aire y en 1750, en experimentos no publicados, encontró que en la calcinación llevada a cabo en recipiente cerrado el peso total era invariable. En una carta al matemático Leonardo Euler fechada el 5 de julio de 1748, Lomonosov enunció la ley de conservación de la masa: todos los cambios que encontramos en la Naturaleza proceden de manera que por mucha materia que se añada a un cuerpo, tanta se tuvo que haber quitado a otro. Puesto que esto es una ley general de la Naturaleza, también se encuentra en las reglas del movimiento[...]" la mentalidad de Lomonosov era plenamente la de un científico moderno y atomista, totalmente boyleyano en el sentido de estar convencido de la teoría corpuscular de la materia. En su Intento sobre la teoría de la elasticidad del aire, predijo una desviación de la ley de Boyle del estado gaseoso a altas presiones, debida al volumen ocupado por los átomos. En sus notas de física de 1741, rechazó la teoría del calórico; en ellas escribió: "No debemos pensar en muchas razones cuando una es suficiente; así, el movimiento corpuscular basta para explicar el calor, no hay necesidad de buscar otras razones." Regresando a la conversación de los Lavoisier, vale la pena comentar que, unos años después de los experimentos en recipiente cerrado hechos por Lomonosov, en 1759, en la Universidad de Turín, Juan Bautista Beccaria había hallado que la cantidad de estaño o de plomo calcinado en retorta cerrada, con aire adentro, era proporcional al volumen de la retorta.