V. CONCLUSIONES

EL HOMBRE ha ejercido una gran influencia sobre el equilibrio ecológico. Durante mucho tiempo vivió adaptado a la naturaleza de la cual dependía, al igual que el resto de los seres vivos, y de ella obtuvo los elementos necesarios para su supervivencia: frutos, raíces, tubérculos, caza y pesca. Las primeras alteraciones provocadas por el hombre al medio natural surgieron cuando descubre el fuego y pasa de ser un organismo errante a uno sedentario, practica la agricultura talando y quemando montes e inicia el pastoreo.

Todo ello provocó la destrucción de la vegetación y generó modificaciones en el clima. Durante la Edad Media se inició la utilización masiva de la madera, con lo cual continuó la tala de los bosques.

Sin embargo, es a partir de la Revolución Industrial cuando se empieza a agravar el problema del uso indiscriminado de los recursos naturales, de la contaminación de la biosfera y de la destrucción de grandes extensiones de bosques.

Hoy día, en los albores del siglo XXI, y como consecuencia del aumento de la población mundial, de la distribución desigual de la misma, que se encuentra concentrada en las urbes y macrociudades, de la pobreza, de la industrialización y de la emisión a la biosfera de diversos residuos producto de las actividades cotidianas del hombre, los seres vivos estamos expuestos a numerosas sustancias físicas y químicas, que como hemos mencionado, pueden provocar severos cambios genéticos.

Algunos contaminantes no son biodegradados, y por tanto entran a la cadena alimenticia en un proceso de acumulación, el cual puede ilustrarse con ejemplos variados. Así, cuando los residuos que contienen restos radiactivos de vida media larga se descargan incidental o accidentalmente a medios acuáticos (lagos, ríos y mares), el fitoplancton fija parte de esa radiactividad. En este estado temprano de acumulación, la radiactividad ya representa un riesgo. La acumulación de material radiactivo en la cadena trófica continuará en moluscos, crustáceos y peces. Al final de este proceso de amplificación el riesgo genético será muy grande.

Este ejemplo puede aplicarse a numerosos contaminantes, como los pesticidas, los que además modifican algunos procesos comprendidos en la evolución, tales como la mutación, la recombinación, la selección y los mecanismos de aislamiento reproductivo de las poblaciones. La selección artificial puede tener consecuencias graves para las poblaciones naturales, ya que la destrucción de especies sensibles genera la proliferación de otras especies, en ocasiones no deseadas, lo que lleva a que el equilibrio natural se rompa.

La vigilancia y seguimiento de las poblaciones humanas suele hacerse para personas ocupacionalmente expuestas en diversas industrias. Sin embargo, aun en estos casos, los estudios epidemiológicos suelen ser muy complejos debido a varias razones, entre ellas las diferencias intrínsecas entre una industria y otra, la naturaleza misma de las genotoxinas, la exposición a mezclas complejas en las cuales algunos componentes reaccionan entre sí para producir una sustancia mutagénica, o bien a que las mezclas suelen contener sustancias muy tóxicas que enmascaran a otras menos tóxicas, pero altamente mutagénicas, y la dosis absorbida por cada trabajador que también es muy variable.

Además, las poblaciones muestreadas deben compararse con poblaciones control (no sometidas a los mismos riesgos), lo cual, como mencionamos, es difícil debido al estilo de vida de los seres humanos, a las infecciones virales y a las frecuentes enfermedades que aquejan a la población abierta.

En la década de los ochenta quedó bien establecida la correlación que existe entre la carcinogénesis y la mutagénesis, esta información se obtuvo principalmente a través de los sistemas de bioensayo de corto plazo. Las transformaciones metabólicas por las cuales pasan la mayoría de los promutágenos a los que los seres vivos estamos expuestos ocurren in vivo, de manera que la investigación de sustancias genotóxicas que inducen cáncer en células en cultivo (después de añadir la fracción microsómica) permite sostener esta correlación.

Sin embargo, la adición de la fracción microsómica in vitro resulta ser un modelo aproximado de lo que realmente ocurre in vivo, y no es posible conocer la respuesta en relación con las diferentes rutas de administración, su distribución en el cuerpo, la excreción y las características enzimáticas de cada tejido, lo cual está en relación con el metabolismo.

En el momento actual existe una buena correlación entre la carcinogénesis y la mutagénesis, siendo de alrededor del 80%, el 20% restante lo conforman un grupo de sustancias que son carcinogénicas por mecanismos epigenéticos que, por cierto, ningún sistema de prueba genético puede detectar.

La selección del órgano y del organismo que funciona como donador de la fracción microsómica es otro criterio por considerar. En algunas ocasiones se obtiene una transformación con una especie de mamífero, pero no con otra (rata y ratón), es más, si la fracción se prepara a partir de células hepáticas se obtiene una respuesta distinta a la que se obtendría si ésta se preparara a partir de células pulmonares. Esto se debe a la especificidad de algunos agentes genotóxicos en cuanto al órgano blanco.

También debe tomarse en cuenta la estructura química de los compuestos. En 1988 Ashby y Tennant, con la información entonces disponible, analizaron las relaciones estructura química-actividad genotóxica de 222 compuestos y propusieron que existen alrededor de 20 estructuras que pueden considerarse como genotóxicas.

Es obvio que muchas moléculas muy reactivas tienen usos definidos y limitados. También ha quedado claro que las sustancias que se van a distribuir masivamente deben pasar antes por una batería de pruebas genéticas, ya que en términos sociales y de salud es preferible prevenir y controlar que curar.

En este sentido es indispensable definir los estándares de exposición, con los límites de confianza, para las sustancias que muestran un umbral en su respuesta. El proyecto de descontaminar el ambiente es ciertamente muy ambicioso; hoy día resulta ser un problema global. Sin embargo, el uso o la presencia sistemática de contaminantes ambientales por arriba de los límites del umbral ya establecido requiere de políticas organizadas y muy estrictas de control, las que permitirán ir limpiando la biosfera e ir reduciendo la exposición de los seres vivos a toxinas ambientales potencialmente genotóxicas.

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