INTRODUCCI�N

Ninguna publicaci�n es tan conservadora como un libro de texto; los errores son copiados de generaci�n en generaci�n y parecen ganar apoyo por pura repetici�n. Nadie va hacia atr�s a descubrir la fragilidad de los argumentos originales.

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S.J. GOULD

 

Es bien sabido que uno de los que (m�s) aprende en los cursos es el propio maestro. Cuando vine a vivir a M�xico, hace ya m�s de quince a�os, dict� por primera vez un curso sobre ondas oce�nicas y, al llegar al tema de la rotaci�n terrestre, comet� un error muy com�n (pero no por eso menos grave): presentar al as� llamado efecto de Coriolis como algo aparente. Ciertamente las fuerzas de Coriolis y centr�fuga son aparentes —o ficticias— en el sentido de que aparecen al escribir la ecuaci�n de movimiento de Newton en un sistema en rotaci�n, que es un marco de referencia para el que no fue originalmente escrita esa ley. Pero muchos efectos de la rotaci�n terrestre no tienen nada de aparentes, son bien reales. Hay aqu� una paradoja, o al menos un problema conceptual parte de cuya soluci�n ser�a precisar los conceptos de aparente y real.

Comenc� entonces el proceso de buscar una mejor explicaci�n del efecto de Coriolis. Al hacerlo, fueron saltando en mi camino an�cdotas curiosas o graciosas y referencias confusas o grotescas. (Un ejemplo que raya en lo absurdo, sin que por supuesto sea esa su intenci�n, es el art�culo sobre Coriolis del n�mero del mes de mayo del a�o 1952 de Scientif�c American.) Poco a poco fue naciendo la necesidad de plasmarlo en una pl�tica, la que di por primera vez en la Universidad de Quilmes —a media cuadra de donde me cri�— ante un p�blico de parientes y amigos; luego la present� frente a colegas y estudiantes, quienes tampoco me entendieron. Este libro es resultado de esa b�squeda de una mejor explicaci�n del efecto de Coriolis y de la historia tras la formulaci�n de este concepto.

Aqu� se presenta una demostraci�n acerca de los efectos de la rotaci�n terrestre, principalmente en la din�mica oce�nica y atmosf�rica, mientras que las pruebas de lo que aqu� se afirma est�n en los libros citados en la bibliograf�a t�cnica citada al final del libro. De acuerdo con Mark Kacy, este libro, entonces, va dirigido a las personas de "buena voluntad" —los que tienen que creer lo que digo—mientras que las publicaciones lo est�n a los cabezas duras —los que deben dudar de mis afirmaciones. Este libro va acompa�ado de un diskette con programas —como los utilizados para hacer las gr�ficas— que facilitar� el entendimiento de los conceptos desarrollados. Se recomienda utilizarlos a menudo, explorando m�s casos que los aqu� ilustrados.

El siguiente es un compendio de algunos hechos hist�ricos que iremos viendo ligados al tema de este libro; la cronolog�a est� en a�os despu�s de Cristo y en a�os despu�s de Galileo, para todos los gustos.


Después de Galileo
Fecha
Personajes
Hecho histórico

0
1632
Galileo
Principio de la inercia. Composición de velocidad
55
1687
Newton
Mecánica teoría de las mareas. Forma de la Tierra
103
1735-1739
Bouguer y Condamine
Miden el arco de meridiano en Perú
104
1736
Maupertuis y Clairaut
Miden el arco de meridiano en Laponia
108
1740
D. Bernoulli
Teoría de las mareas
110
1742
Maclaurin
Forma de un elipsoide de revolución
123
1755
Euler
Hodrodinámica
155
1778
Laplace
Teoría de las mareas: ¡Deriva la fuerza de Coriolis! Corrige a Newton y Bernoulli
203
1835
Coriolis
Aceleración en un sistema en rotación; fuerzas aparentes
213
1845
Airy
Corrige a Laplace (según él)
219
1851
Foucault
Rotación plano oscilación de un péndulo
242
1875
Kelvin
Corrige a Airy; Laplace tenía razón después de todo (Trabajo muy complicado)

Quiero dejar sentado mi agradecimiento a Jean-Ren� Donguy, que me consigui� en Par�s copias de los art�culos originales de Laplace y Coriolis, a Antoine Badan Dangon, quien tuvo la gentileza de traducirme el segundo de ellos, a Jos� Luis Ochoa por su lectura cr�tica del texto, y a Guillermo Vel�zquez por su ayuda en la elaboraci�n de las gr�ficas. El programa Planeta se debe a Carlos Cabrera. Se escribi� este libro con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnolog�a, M�xico, mediante una c�tedra patrimonial de excelencia nivel III y el proyecto 1282-T9204.

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