PR�LOGO

He aprendido mucho de Julio Frenk. El tenerle cerca durante mi gesti�n como Secretario de Salud, de 1982 a 1988, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, me hizo adentrarme, con gusto y disfrutando plenamente, en el fascinante campo de la salud p�blica. Por mejor decir, de esa nueva salud p�blica a la que nos introduce en su libro.

Aun cuando yo hab�a tenido alguna oportunidad de probar el gran atractivo de la acci�n sanitaria colectiva, fue hasta el a�o de 1981, despu�s de m�s de tres d�cadas de ejercicio profesional, que hube de empaparme, lo mejor que pude y mediante un gran esfuerzo, en el conocimiento de los fundamentos, el enfoque y los efectos de la salud p�blica y, en especial, de la administraci�n de los servicios de salud, a fin de cumplir con dos importantes cometidos que se me asignaron. El primero fue llevar a cabo una valoraci�n de los servicios de salud de M�xico y proponer formas de organizar un sistema de salud m�s eficiente y equitativo. El segundo fue, precisamente, implantar las opciones aprobadas en octubre de 1982 por el presidente L�pez Portillo, en primera instancia, y luego por el presidente electo Miguel de la Madrid, una vez que el segundo tuvo a bien designarme titular de la Secretar�a de Salubridad y Asistencia.

El reto al que ten�a que enfrentarme era muy grande pues mi experiencia profesional se hab�a dado en otra direcci�n. Un tr�nsito breve por la medicina interna, con mayor �nfasis en la endocrinolog�a, me llev� a la bioqu�mica, disciplina en la que estuve inmerso por veinte a�os: en la Universidad de Wisconsin, en el Instituto Nacional de Nutrici�n "Salvador Zubir�n" y en el Instituto de Investigaciones Biom�dicas de la UNAM, si bien en este �ltimo con m�s orientaci�n a la biolog�a molecular.

Dos a�os como Coordinador de la Investigaci�n Cient�fica en la UNAM y ocho a�os como Rector de la misma instituci�n completaron el tiempo previo al momento en que hube de salirle al paso a la salud p�blica.

As� pues, mi experiencia, a m�s de la investigaci�n biom�dica, se hab�a dado en la educaci�n superior, en la administraci�n acad�mica, en el manejo de recursos humanos y financieros. Pudiera a�adir, por lo mucho que ata�e a mi responsabilidad como Secretario de Salud, que tambi�n tuve la ocasi�n de ejercer alg�n liderazgo, sobre todo como Rector de nuestra M�xima Casa de Estudios.

�En qu� forma hab�a podido asomarme antes a la salud p�blica? Primero, por la vocaci�n sanitarista de mi padre que fue un destacado malari�logo; luego, cuando ayud� al Maestro Salvador Zubir�n en 1956 a definir los primeros esfuerzos que se dieron en el Hospital de Enfermedades de la Nutrici�n para abordar el estudio de la nutrici�n como problema de salud p�blica y en la formaci�n de los primeros m�dicos nutriologos; m�s tarde, cuando Rector, pude seguir la acci�n innovadora de Jos� Laguna en la implantaci�n del plan de estudios de medicina general integral que, en rigor, era un enfoque de la atenci�n primaria a la salud, antes de Alma Ata. Ciertamente apenas hab�a rascado la superficie de la salud p�blica.

La Coordinaci�n de los Servicios de Salud, que fue el organismo de vida ef�mera que propuso opciones para integrar un Sistema Nacional de Salud, me dio la ocasi�n de masticar, sobre todo, la investigaci�n en pol�ticas y en sistemas de salud, pues hubo que realizar varios trabajos en esta �rea para llevar a cabo la misi�n que se me hab�a encargado. Estudi� cuanto pude. Bien recuerdo el libro de Milton Roemer sobre el an�lisis comparativo de sistemas de salud. Los trabajos de la Coordinaci�n se plasmaron en el libro Hacia un Sistema Nacional de Salud, que public� la UNAM.

Los antecedentes anteriores me dan sustento para dar la debida importancia a mi encuentro con Jaime Sep�lveda y Julio Frenk, ambos a punto de doctorarse, en el verano de 1983. Ellos me abrieron una gran ventana hacia un panorama, si bien complejo e intrincado, a la vez atractivo, promisorio y, en varios aspectos, alucinante. Con Jaime pude recurrir, m�s que nada por la naturaleza de la funci�n en la que me apoy�, a la epidemiolog�a como plataforma de importantes decisiones que debieron tomarse; particularmente la emergencia del SIDA nos ilustr� en muchas cuestiones trascendentes. Con Julio pude incursionar con mayor consistencia en el ya iniciado camino de la investigaci�n en pol�ticas y en sistemas de salud. Los tres planeamos la creaci�n del Centro de Investigaciones en Salud P�blica; hubo que hacerlo a escondidas pues eran los tiempos en los que pensar en nuevas estructuras era ir a "contrapelo" de la implacable compactaci�n del sector p�blico. Ese Centro se estableci� en 1984 y se fusion� en 1987 con la Escuela de Salud P�blica de M�xico, creada en 1922, y con el Centro de Investigaciones sobre Enfermedades Infecciosas, creado tambi�n en 1984, para constituir el Instituto Nacional de Salud P�blica, en Cuernavaca, como organismo aut�nomo descentralizado de la SSA; �sta fue una iniciativa de Julio Frenk.

La relaci�n cotidiana con Julio a lo largo de mi gesti�n como Secretario de Salud me hizo abrevar en la salud p�blica, pero en la nueva salud p�blica de la cual nos habla en este libro. Quiso, pues, mi buena suerte que tuviera yo a mi alcance, a trav�s de Julio, este valios�simo instrumento.

Cabe aqu� preguntar: �por qu� nueva? El mismo Julio nos dice que el calificativo de nueva no es nuevo, pues fue aplicado al menos desde 1919. Sin embargo, hay en el enfoque ahora expuesto elementos novedosos. �Quiere esto decir, acaso, que se hacen nuevas aportaciones a esa, desde antes, nueva salud p�blica? M�s que complicarnos en disquisiciones sem�nticas quisiera destacar algunas cuestiones que, a este respecto, me parecen importantes.

a) Lo fundamental para connotar la materia que concierne a la salud p�blica es el nivel de an�lisis poblacional.

b) La salud p�blica es punto de encuentro de lo biol�gico y lo social, el individuo y la comunidad, lo p�blico y lo privado, el conocimiento y la acci�n.

c) El universo de la salud p�blica comprende: �reas de aplicaci�n (poblaciones, problemas, programas en salud materno-infantil, gerontolog�a, salud mental, salud dental, salud ambiental y ocupacional, salud internacional, entre otros); objetos de an�lisis (condiciones de salud y respuesta social para contender con ellas); y bases cient�ficas (ciencias biol�gicas, ciencias sociales, ciencias de la conducta).

d) La intrincada relaci�n entre los factores determinantes de la salud hace indispensable, para su entendimiento, en cuanto a su peso espec�fico en el estado normal o patol�gico, que su �rea de influencia sea visualizada en distintos niveles: sist�mico, estructural, dom�stico e individual.

e) La compleja respuesta social organizada, es decir, la forma en que la sociedad responde para contender con las necesidades de salud, tiene como principales protagonistas al gobierno, a los trabajadores de la salud, tanto del sector p�blico como del privado y a los propios usuarios de los servicios; las diversas modalidades que pueden identificarse en los distintos pa�ses resultan de la manera como esos protagonistas se acomodan en relaci�n a tres funciones primordiales: financiamiento, regulaci�n (modulaci�n, prefiere llamarle Julio) y prestaci�n de los servicios.

f) La producci�n, la reproducci�n y la utilizaci�n del conocimiento son partes fundamentales en el �mbito de la salud p�blica. Precisamente su vinculaci�n y fomento hacen que la salud p�blica ofrezca la recompensa, a quienes la cultivan, de que es posible llevar el proceso de la investigaci�n a la acci�n hasta sus �ltimas consecuencias: el bienestar del ser humano.

La obra es, como se dice en forma expl�cita, de naturaleza conceptual. Pienso que �sta es una importante contribuci�n, pues hacer claridad en los conceptos con que trata la inteligencia humana es recorrer buena parte del camino del conocimiento, ya que da pauta para la profundizaci�n y fundamento para la consolidaci�n de las ideas. Ulteriormente los conceptos se sustentan o no con base en los datos objetivos que son producto, sobre todo, de la investigaci�n cient�fica.

Todo lo explica Julio Frenk de una manera clara que hace la lectura f�cil, atractiva y amena. He dicho antes que he aprendido mucho de Julio por nuestra estrecha convivencia, pero tambi�n de sus escritos, como lo prueba este libro.

Es importante que haya pensado cubrir los intereses de varios p�blicos. Este es otro m�rito de la obra. Yo pienso que su lectura es obligada para las personas comprometidas en el cuidado de la salud, est�n o no trabajando directamente en la salud p�blica. Estos �ltimos, para darse una mejor idea de la sustancia de la disciplina, de sus alcances y limitaciones y, m�s que nada, de sus perspectivas. Para los primeros, el libro La salud de la poblaci�n. Hacia una nueva salud p�blica puede ser y ser� en muchos casos una iniciaci�n al tema, pues me atrevo a predecir que esta aportaci�n de Julio Frenk tendr� otra particular virtud: hacer proselitismo para la causa de la salud p�blica que ver� engrosadas sus filas con j�venes talentos deseosos de proyectarse en los cautivadores parajes de esa nueva salud p�blica.

GUILLERMO SOBER�N

Presidente Ejecutivo Fundaci�n Mexicana para la Salud

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