VII. EL FUTURO

LA PERMANENCIA de las tortugas marinas en el mundo ya no depende exclusivamente de la capacidad intr�nseca que estos organismos tienen para sostener y recuperar por s� mismos sus poblaciones, sino de las actividades que a favor de ellas desarrolle el hombre. Es necesario que deje de sobreexplotar las poblaciones, pues en el presente siglo �l mismo ha propiciado un deterioro ambiental extensivo producido por su irresponsable avance tecnol�gico. �ste ha tra�do como consecuencia actividades destructivas, como las constantes guerras o los ensayos nucleares en islas con playas de anidaci�n, o ambiciosas actividades de desarrollo industrial, tur�stico y urbano y la explotaci�n irresponsable de recursos naturales, que han producido profundos cambios ambientales, da�ando los ecosistemas. Como ejemplo est�n los esteros y manglares, convertidos extensivamente en marinas, la construcci�n de carreteras costeras sobre la berma arenosa anexa a la zona o precisamente donde anidan las tortugas; el desarrollo de termo y nucleoel�ctricas, la exploraci�n, explotaci�n e industrializaci�n petrolera, los incendios y la tala de bosques, la proliferaci�n del uso de materiales pl�sticos que al ser desechados inadecuadamente las tortugas pueden llegar a ingerirlos a enredarse en ellos (Figura 36), etc. Muchos de estos cambios generan condiciones ambientales irreversibles, excluyentes e incompatibles con la mayor�a de los organismos vivientes, adem�s de reducir la productividad y la fuente de alimento para los organismos silvestres y el hombre mismo.

[MCT 46]

Figura 36 Tortuga de carey (Eretmochelys imbricata) atrapada en un costal de material sint�tico. Playa de Rancho Nuevo, Tamaulipas, la tortuga fue rescatada y liberada viva, 1990.

Uno de los ejemplos m�s destructivos, en donde se han integrado las causas m�s desastrosas, los derrames petroleros y la guerra, es el reciente conflicto b�lico del Golfo P�rsico. Sus efectos son impredecibles, sean cuales fueren los intereses "de expansi�n territorial o para la conservaci�n del monopolio petrolero" que lo motivaron. En lo que respecta a las tortugas marinas se presume que tendr� graves consecuencias, ya que la isla de Masirah, precisamente al suroeste de la entrada del Golfo P�rsico, posee la m�s importante zona para la anidaci�n de la tortuga perica (Caretta caretta gigas) de todo el Oc�ano �ndico; adem�s, dentro del litoral de ese golfo existen �reas de anidaci�n de otras especies de estos reptiles. Eventos con efectos similares, pero menos catastr�ficos si se eval�an en forma independiente, se presentan constantemente en todo el mundo, siendo innumerables los derrames de petr�leo causados por accidentes de buques cisterna o incendios de pozos en la plataforma continental o el retiro con explosivos de las plataformas petroleras de pozos submarinos agotados, etc�tera. El m�s reciente evento de esta �ndole (junio de 1993) fue el encayamiento de un barco, el Betula, cargado de �cido sulf�rico, precisamente en la playa del sur de Michoac�n donde anidan las tortugas golfina y la�d, afortunadamente la fecha en la cual encay� fue previa a la temporada de anidaci�n y no se present� da�o a estas especies.

Otro grave problema es la captura ilegal dirigida y la captura incidental que ocurre a trav�s del uso de trasmallos, redes de deriva, palangres, redes de cerco y principalmente las redes de arrastre en el fondo, tanto para capturar peces como crust�ceos. Las artes de pesca abandonadas, en especial las redes de monofilamento de nylon, ya sea a la deriva o en el fondo, tambi�n son causa de la muerte constante de organismos marinos, incluyendo a las tortugas.

La sobreexplotaci�n ha sido la causa de la desesperaci�n de muchas poblaciones y la significativa reducci�n de otras, pero la actividad que mayor y m�s r�pido da�o ha causado a las tortugas marinas ha sido la explotaci�n simult�nea de las hembras en las playas de anidaci�n y la extracci�n masiva de sus huevos, lo cual reduce casi a cero el reclutamiento de nuevos individuos a las poblaciones adultas. Tal situaci�n se ha presentado en nuestro pa�s en diferentes ocasiones; primero en Tamaulipas, en Rancho Nuevo, con la tortuga lora (Lepidochelys kempii), despu�s en varias playas de Campeche y Yucat�n en el Golfo de M�xico y en Quintana Roo, en el Caribe mexicano, afectando a las tortugas blanca (Chelonia mydas), cahuama (Caretta caretta) y carey (Eretmochelys imbricata) y finalmente en los a�os setenta, en los estados de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoac�n, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, cuando por medio de una captura desordenada se afectaron irracionalmente las inmensas flotillas de tortugas golfina (Lepidochelys olivacea) y prieta (Chelonia agassizii) del Pac�fico mexicano, lo cual desafortunadamente se sigue presentando en algunas playas de esos mismos estados, a pesar de la veda total decretada el 1� de junio de 1990.

En la tabla VII se muestra el balance actual aproximado de las poblaciones de tortugas marinas que a�n llegan a reproducirse en M�xico, considerando en especial a las m�s importantes, pues a lo largo de ambas costas del pa�s todav�a se pueden observar anidaciones solitarias o en peque�os grupos.

Tabla VII. Poblaci�n reproductora (hembras) por especies en ambas costas de M�xico, calculada seg�n la abundancia de la anidaci�n registrada en 1991 (en miles)


Especie
Hembras
Nidos
Huevos
Crías

C.c. caretta
0.40
1.2
145.2
93.2
Ch. agasiizii
1.71
5.2
412.0
266.4
Ch. mydas
0.30
1.5
150.0
95.0
E.I. imbricata
0.20
0.6
80.0
60.0
L. kempii
0.52
1.2
119.2
89.0
L. olivacea
100.00
230.0
24 000.0
8 000.0
D. c. schlegelii
1.30
7.0
520.0
260.0

Fuente: Instituto Nacional de la Pesca, Encuentros Interuniversitarios.

En las costas del Pac�fico todav�a hay dos colonias reproductoras de tortuga golfina, de primera importancia, que anidan en las playas de La Escobilla y Morro Ayuta en el estado de Oaxaca; en �stas cada a�o se congregan varias decenas de millares de hembras reproductoras (Tabla VII). En Sinaloa existe una peque�a colonia de esta especie que a�n anida en la playa del Verde Camacho. Las dem�s poblaciones de golfina que formaban grandes arribazones en las costas de Nayarit, Jalisco, Colima, Michoac�n, Guerrero y Chiapas, casi han desaparecido.

La tortuga golfina, despu�s de reproducirse en Oaxaca se distribuye a todo lo largo de nuestras costas, y algunos grupos llegan hasta las aguas sudamericanas de Colombia y Ecuador. Otras se distribuyen formando grandes flotillas alejadas de la costa varios cientos de kil�metros. A partir de los a�os setenta esta especie, debido a su gran valor comercial, ha sido una de las que mayor atenci�n ha tenido en cuanto a los programas de conservaci�n y fomento; no obstante, como se indic� ya, la explotaci�n rebas� las posibilidades de recuperaci�n de varias poblaciones, las cuales casi desaparecieron en el transcurso de una d�cada (1970 a 1980), quedando solamente unos cuantos grupos con ciertas posibilidades. En la actualidad se realizan esfuerzos para recuperar casi todas las antiguas playas de anidaci�n, sin embargo, las que mayor futuro inmediato representan son las de La Escobilla y Morro Ayuta, en las cuales la veda total vigente favorece esta recuperaci�n; en todas las dem�s zonas de reproducci�n, a partir de 1992 deber� transcurrir por lo menos una d�cada de esfuerzo ininterrumpido para que se pueda observar alguna mejor�a, siempre y cuando se controle el consumo de piel, carne y huevo que sigue todav�a muy extendido en todo el pa�s.

Existe una poblaci�n muy diezmada de tortuga prieta frente al estado de Michoac�n, la cual se reproduce principalmente en las playas de Colola y Maruata. Despu�s de anidar se dirigen hacia el Golfo de California y hacia el Istmo de Tehuantepec, entrando a las lagunas superior y Mar Muerto. Algunas tortugas contin�an su viaje llegando hasta Centroam�rica, al Golfo de Fonseca y otras se alejan a�n m�s, llegando hasta Panam� y Colombia. Aparentemente en estos viajes se acercan mucho a la costa, de ah� la alta vulnerabilidad de la especie a la captura comercial e incidental. No obstante que a partir de mediados de los a�os setenta se decretaron medidas restrictivas para la captura de esta especie, sus poblaciones siguen mostrando una continua declinaci�n, debido a la explotaci�n clandestina que se realiza en toda su �rea de distribuci�n, desde Sudam�rica hasta M�xico, sobre todo porque es la especie m�s solicitada como alimento humano. Existen organizaciones nacionales e internacionales, particularmente la Universidad de San Nicol�s de Hidalgo Michoac�n, as� como el Fondo Mundial para la Vida Silvestre, que realizan esfuerzos para su conservaci�n y fomento en las dos playas m�s importantes de anidaci�n, pero para que estos trabajos tengan resultados en un tiempo razonable es necesario abatir el contrabando de huevos y reducir al m�nimo la captura ilegal e incidental.

En M�xico existen cuatro poblaciones principales de tortuga la�d, distribuidas en las siguientes playas de anidaci�n: la que llega a Mexiquillo, Michoac�n, la de Tierra Colorada, Guerrero y otras dos m�s, una que anida en la playa de Chacahua y la otra en Barra de La Cruz, ambas en Oaxaca; adem�s hay anidaciones en peque�os grupos y en forma solitaria casi en todas las playas disponibles. Despu�s de que termina la temporada de reproducci�n se desconoce hacia d�nde se dirigen estas tortugas, aunque existen dos registros de tortugas marcadas en playas mexicanas y recapturadas en la costa chilena, una cerca de Isla Mocha y la otra en San Antonio, al sur de Valpara�so, cerca de los 35� de latitud sur. Aparentemente, la gran mayor�a de estas tortugas se aleja de la costa hacia mar abierto en peque�as agrupaciones, nadando en las fronteras de las corrientes marinas y en los giros que en ellas se forman, donde encuentran alimento. Desafortunadamente, tambi�n en estos mismos lugares se concentran materiales de desecho que ingieren al confundirlos con alimento, caus�ndoles la muerte por oclusi�n intistenal. La reducci�n de las poblaciones de tortuga la�d se ha debido principalmente a la explotaci�n constante de sus huevos; incluso en algunas playas existen contrabandistas que, en su af�n de lograr ganancias m�s r�pidas, les extraen los huevos antes de desovar, dejando los despojos abandonados.

Otro grave problema que enfrentan estas tortugas en la actualidad, adem�s del deterioro del h�bitat, es la captura incidental en cientos de kil�metros de redes de deriva, de cerco y palangres que se utilizan para la pesca del at�n, tibur�n y otras especies pel�gicas y el cada vez mayor n�mero de artefactos de pesca abandonados, que contin�an atrapando organismos mucho tiempo despu�s de haber quedado inservibles para la pesca.

En las playas mencionadas, desde hace varios a�os se han establecido campamentos para su conservaci�n y fomento, pero mientras no haya cambios efectivos en la pol�tica de administraci�n pesquera, mientras no se solucionen los problemas mientras se tenga que competir con los mismos hueveros para la protecci�n de las anidaciones en las playas, se considera que ser� muy lenta e incluso dudosa la recuperaci�n de la especie y lo m�s probable es que en algunas playas se contin�en deteriorando las poblaciones reproductoras.

En el Pac�fico americano, desde el sur de California hasta Cabo San Lucas y principalmente entre las islas de Cedros y Santos, en el Oeste de la Pen�nsula de Baja California, y dentro del Golfo de California, durante la primavera y el verano, de abril a septiembre, a distancias de la costa que var�an de unos cuantos kil�metros hasta varias decenas, en d�as calmados o de poco viento se observan flotillas de varios cientos de tortugas, principalmente juveniles y preadultos; tambi�n se encuentra un peque�o porcentaje de adultos de la llamada tortuga jabalina o perica (Caretta caretta gigas), que en esta zona puede estar aliment�ndose casi exclusivamente de langostilla roja (Pleuroncodes planipes), la cual all� es muy abundante y sirve tambi�n de alimento a los calamares gigantes, a la ballena gris, a otros organismos pel�gicos de la regi�n y ocasionalmente a la tortuga golfina. La tortuga perica ha sido poco explotada, por lo que en esta zona su abundancia escasamente ha variado. Los estudios efectuados por I. Pe�a y colaboradores, del Centro Regional de Investigaci�n Pesquera de La Paz, Baja California, indican que para la zona comprendida entre San Juanico y puerto San Carlos, Baja California Sur, la abundancia num�rica oscila entre 1 500 a 2 000 ejemplares, en los meses de febrero y marzo, increment�ndose hasta 15 000 en julio (1986). Las causas que podr�an afectar el futuro de esta tortuga en la regi�n ser�an la captura clandestina e incidental y, por supuesto, la contaminaci�n.

En lo que respecta a las �reas de anidaci�n de la tortuga de carey del Pac�fico mexicano (Eretmochelys imbricata bissa) se desconoce hasta la fecha la ubicaci�n de alguna que tenga importancia poblacional. Existen registros de anidaciones espor�dicas en las playas de Nayarit y Jalisco y con una mayor consistencia en las islas Mar�as y Revillagigedo, donde se habla de varias decenas de nidos al a�o. La captura de juveniles y preadultos se ha dado particularmente en la costa sur de Baja California y de manera irregular en todo el Pac�fico mexicano. Aun cuando ha sido prohibida la explotaci�n de esta especie, desde hace m�s de una d�cada, dado lo atractivo de su concha, la explotaci�n no hab�a sido interrumpida y se les captura donde quiera que se les encuentra. Sin embargo, la recuperaci�n de las poblaciones de tortugas de carey del Pac�fico se considera muy lenta y dif�cil, a pesar de la prohibici�n de capturarlas, ya que en estas costas no es muy factible la propagaci�n de las tortugas por medio de campamentos, pues hasta la fecha se desconoce alguna playa que sea importante para su reproducci�n.

En el lado atl�ntico de nuestro pa�s, aunque las tortugas marinas nunca fueron tan abundantes como en el Pac�fico, la situaci�n actual de sus poblaciones se presenta mucho m�s grave, ya que la explotaci�n se inici� con mayor anticipaci�n, y al no haber un ordenamiento adecuado, r�pidamente llegaron a la sobreexplotaci�n todas las especies y a la desaparici�n de la gran mayor�a de las colonias reproductivas, quedando en la actualidad s�lo vestigios de las que se supone fueron las m�s numerosas.

La �nica poblaci�n adulta de tortuga lora (Lepidochelys kempii) de importancia que existe hoy en d�a se reproduce principalmente entre el r�o Soto la Marina (La Pesca) y Barra de Chavarr�a, con mayor abundancia entre las barras de Ostionales y El Tordo, en Tamaulipas. Hay otros peque�os grupos entre Barra de Nautla y Tuxpan, Veracruz, y algunas anidaciones espor�dicas y solitarias en algunos lugares caracter�sticos de las de M�xico: Isla Padre, Texas; Playa Washington, Tamaulipas; Cabo Rojo, Veracruz e Isla Aguada, Campeche. Es posible que en el estado de Veracruz haya existido alguna poblaci�n reproductora de importancia y que las tortugas que a�n anidan cerca de la barra de Tecolutla sean vestigios de ella.

Los c�lculos emp�ricos efectuados por los doctores Carr y Hildebrand indican que hace m�s de 30 a�os llegaban a anidar a la playa de Rancho Nuevo, Tamaulipas, m�s de 40 000 hembras en uno o dos d�as de arribaz�n, y que en la actualidad las mayores apenas rebasan las 200 tortugas. Esta notable reducci�n de la poblaci�n obviamente se debi� a una sobreexplotaci�n, ya que al mismo tiempo que se extra�an los huevos en la playa de Rancho Nuevo y El Tordo, tambi�n se capturaban las tortugas adultas en los estados de Texas y Luisiana en EUA y en Veracruz y Campeche, y los organismos principalmente preadultos en la costa oeste de Florida. Tambi�n existen informes de que pescadores de huachinango en Estados Unidos usaron cr�as de tortugas marinas para cebar los anzuelos y que durante la segunda Guerra Mundial algunos pilotos de la marina utilizaron las tortugas marinas para realizar pr�cticas de tiro y afinar la punter�a.

A partir de 1966 el gobierno de M�xico inici� en todo el pa�s, a trav�s del Instituto Nacional de Investigaciones Biol�gico Pesqueras, el Programa de conservaci�n para �sta y otras especies, instal�ndose cada a�o bi�logos y marinos en la playa de Rancho Nuevo, Tamaulipas. Sin embargo, a pesar de haberse suspendido la captura de hembras y la extracci�n de sus huevos, la poblaci�n anidadora continu� reduci�ndose hasta llegar a la situaci�n actual de especie en peligro de extinci�n. Se cree que la causa de la continua reducci�n de la poblaci�n se debi� principalmente a que en la zona m�s importante de anidaci�n, hasta 1965, dejaron de producirse casi totalmente las cr�as y en esa misma proporci�n se detuvo el reclutamiento a la poblaci�n adulta, ya que se extra�an casi todos los huevos desovados en la playa de Rancho Nuevo. A partir de 1966, con la protecci�n iniciada por el gobierno y la liberaci�n anual de 20 a 30 000 cr�as, se reinici� nuevamente el reclutamiento a la poblaci�n adulta, despu�s de transcurrir un lapso cercano a los 10 o 12 a�os, que es el tiempo que se considera necesario para que esta especie alcance la madurez sexual. Es posible que esta cantidad anual de cr�as, en el mar; s�lo haya sido suficiente para estabilizar la poblaci�n adulta en un nivel m�nimo, pero a partir de 1978, con el inicio del programa conjunto M�xico-EUA, se duplic�, e incluso triplic�, la cantidad de cr�as liberadas. Por lo anterior se considera probable que al alcanzar estas nuevas reclutas la madurez sexual se deber�a iniciar un ligero incremento en la poblaci�n, lo cual podr�a estar sucediendo a partir de 1990 (Figura 37); sin embargo, esto puede ser tambi�n un resultado del aumento en el esfuerzo de conservaci�n del programa conjunto, ya que en los �ltimos tres a�os la cobertura de los trabajos de investigaci�n, reproducci�n y conservaci�n se han ampliado a dos peque�os campamentos m�s, el de Ostionales, al norte, y el de Barra de El Tordo, al sur. Entre ambos se ha contribuido a mejorar los resultados totales, con un claro aumento en el n�mero anual de las anidaciones recuperadas.

[MCT 48]

Figura 37. C�lculo de la abundancia anual de las anidaciones de tortuga lora (Lepidochelys kempii) en Rancho Nuevo, Tamaulipas, y protecci�n efectuada entre 1966-1991. Fuente: Instituto Nacional de la Pesca.

Otra causa de la falta de recuperaci�n o del lento incremento de la poblaci�n podr�a ser la captura incidental que realiza la flota camaronera. Sin embargo, debe aclararse que existen otros factores muy importantes a�n no evaluados que contribuyen a la situaci�n actual, como es la captura incidental con otras artes de pesca; el n�mero cada vez mayor de artefactos de pesca abandonados; los continuos derrames petroleros en la plataforma continental de todo el Golfo de M�xico; el aumento de contaminantes y pl�sticos; la basura constantemente arrojada al mar desde todo tipo de barcos o a trav�s de la desembocadura de los r�os, todo lo cual, en conjunto, contin�a deteriorando el h�bitat de la especie a niveles a�n desconocidos.

Han transcurrido 15 a�os desde que se inici� el programa conjunto (1978-1993); en ese periodo el n�mero de hembras, huevos y cr�as protegidas se ha mantenido casi constante, con un ligero aumento en los �ltimos tres a�os. Si se sigue este ritmo, se considera que para lograr una mediana recuperaci�n de la especie deber�n transcurrir quiz� todav�a dos d�cadas m�s, siempre y cuando el medio ambiente no contin�e deterior�ndose, se pueda controlar la captura incidental y el programa de conservaci�n en la playa de anidaci�n contin�e desarroll�ndose como hasta ahora; adem�s, es necesario que se mantenga sin alterar tanto el entorno como toda la playa donde realiza su anidaci�n esta especie, es decir, desde Barra de Ostionales hasta m�s de 10 km al sur de Barra de El Tordo, en el estado de Tamaulipas y una zona de amortiguamiento de por lo menos 10 km alrededor de toda esta zona, incluyendo las �reas mar�timas y terrestres. Por cada 10 tortugas loras hembras adultas que dejan de ser capturadas con el uso de excluidores en la flota camaronera y otros medios de conservaci�n en el mar, y que lleguen a la playa de Rancho Nuevo, el resultado en el n�mero de nidos protegidos, sus huevos y el reclutamiento anual de cr�as vivas que lleguen al mar, podr�a ser el siguiente: 23 nidos x 95 huevos x 0.75% (de sobrevivencia) = 1 638 cr�as.

Otra especie de gran importancia para M�xico y otros pa�ses en el �rea del Caribe, por el gran valor econ�mico que representa su exportaci�n, es la tortuga de carey (Eretmochelys imbricata), pero por considerarse en peligro de extinci�n tiene veda total en M�xico. En la Pen�nsula de Yucat�n, esta especie cuenta con dos de las m�s importantes playas de anidaci�n de toda la regi�n, una entre Isla Aguada y Champot�n, Campeche, y otra entre r�o Lagartos e isla Holbox, Yucat�n. En ambos casos se desconoce cu�l fue el tama�o original de las poblaciones que en ellas anidaron; sin embargo, por el tama�o de las que a�n all� lo hacen, incluyendo la que se distribuye y reproduce en el sur de Cuba, se considera todav�a como la poblaci�n o poblaciones m�s importantes del continente americano.

Hoy en d�a, las m�s importantes �reas de reproducci�n tanto de M�xico como de Cuba reciben una adecuada protecci�n, pues cada a�o se establecen campamentos tortugueros en ambos pa�ses. Sin embargo, la cobertura se deber�a ampliar para alcanzar a proteger completamente las zonas m�s importantes y abarcar toda la temporada de anidaci�n, de tal manera que se llegaran por lo menos a duplicar los resultados de la conservaci�n y liberaci�n de cr�as.

Ya que el valor comercial de la concha de carey es muy alto, esta especie se captura casi exclusivamente por dicho producto. Sus escudos c�rneos en M�xico se utilizan para elaborar artesan�as y joyer�a de mediana calidad. Estos art�culos se vendieron abiertamente en casi todas las tiendas para turistas del pa�s, y durante muchos a�os fueron art�culos de muy alta demanda. A partir de la veda total del 1� de junio de 1990 se prohibi� completamente la venta, de manera que el comercio del carey se considera ilegal y es perseguido de oficio, aplic�ndose una multa, el decomiso del producto y un m�nimo de tres a seis meses de c�rcel a los infractores.

Por lo anterior, y con el cierre del mercado internacional, deber�a suponerse que el futuro de la especie est� asegurado, sin embargo no es as�. Esta tortuga, como todas las dem�s, depende de un adecuado equilibrio ecol�gico que hay que vigilar continuamente para evitar un desastre. He aqu� un ejemplo. Debido a que las zonas de anidaci�n frecuentemente son afectadas por el paso de ciclones, el hurac�n Diana, el 5 de agosto de 1990, al cruzar sobre la playa de r�o Lagartos, la barri� completamente, perdi�ndose su perfil normal; as� se form� un escal�n de m�s de 50 cm de alto que obstruy� la subida de las tortugas durante el resto de la temporada. Este tipo de fen�menos meteorol�gicos son temporales y se restablecen las condiciones originales generalmente antes de la siguiente temporada de anidaci�n. Sin embargo, el problema se agrava cuando interviene el hombre, pues para proteger sus intereses construye barreras y modifica artificialmente la playa, como fue el caso de la industria salinera que existe en r�o Lagartos, anexa a la playa de anidaci�n. Para su construcci�n se utiliz� un bulldozer y con la arena de la misma playa se levant� un bordo de casi dos metros de altura a lo largo de varios kil�metros; al ver que se estaba modificando el perfil natural de la playa, las autoridades tuvieron que intervenir para que se suspendiera de inmediato tal construcci�n. Si bien esta industria habr�a de proteger la producci�n de las salinas, sus efectos en la ecolog�a de la playa ser�an impredecibles para el desarrollo de la siguiente temporada de anidaci�n, pues las tortugas encontrar�an un obst�culo muy dif�cil de salvar y de consecuencias negativas para la construcci�n de los nidos, la incubaci�n de los huevos y el nacimiento de las cr�as.

A diferencia de la tortuga de carey, la tortuga blanca utiliza para su reproducci�n un mayor n�mero de playas, por lo que deber�a tener mayores posibilidades para la recuperaci�n de sus poblaciones, aunque el tama�o de los grupos anidadores parece ser muy variable, incluso de un a�o al siguiente. Esta tortuga anida en Rancho Nuevo, Tamaulipas; en Cabo Rojo, Veracruz; en Isla Aguada, Campeche; en casi todas las playas del norte de Yucat�n y en la mayor�a de las playas de Quintana Roo, especialmente en las de Xcacel y Aventuras, e isla de Cozumel, adem�s de las islas de la Sonda de Campeche y en las del norte de Yucat�n. Por otra parte, tambi�n es la especie que mayores posibilidades tiene para su cultivo, sobre todo porque la t�cnica ya ha sido desarrollada con �xito en otros pa�ses (v�ase el cap�tulo VI).

Como se indic� anteriormente, la tortuga blanca tiene grandes posibilidades de recuperaci�n, siempre y cuando se contin�en y mejoren los programas de conservaci�n actuales, se desarrolle una campa�a educativa, se apliquen con la m�xima severidad las leyes y reglamentos que sancionan su explotaci�n y comercio, se evite el deterioro de las playas de anidaci�n y se controle la expansi�n y el uso indiscriminado de las playas para el turismo y la construcci�n de nuevas zonas hoteleras. Existe todav�a el problema relacionado con la captura incidental que ocurre no solamente durante los arrastres camaroneros sino adem�s en otras artes de pesca; el primero se podr�a resolver de manera sustancial con la aplicaci�n y uso de los excluidores en las redes camaroneras.

La �ltima especie de importancia comercial en la regi�n es la tortuga cahuama (Caretta caretta), la cual est� casi restringida a la costa este de la Pen�nsula de Yucat�n, pues empieza a reproducirse con mayor regularidad a partir de la isla de Contoy hacia el sur, en casi todas las playas disponibles. Esta especie fue utilizada para consumo local, pues su carne no era tan apreciada y s�lo se exportaba a Estados Unidos la de tortuga blanca. Sus huevos, como los de todas las dem�s especies, fueron consumidos frescos y los huevos inmaduros de los oviductos, llamados kanchim, junto con los de la tortuga blanca y de carey, los pon�an a secar al sol para despu�s consumirlos en diferentes guisos regionales. La causa del deterioro de sus poblaciones tambi�n ha sido la sobreexplotaci�n, pero a partir de los a�os setenta, con la inmigraci�n humana hacia la costa de Quintana Roo, la fundaci�n de nuevos poblados y la apertura de extensas zonas tur�sticas en toda la regi�n han reducido extraordinariamente la disponibilidad de las playas de anidaci�n, lo cual ha sido motivo para que se acelere el deterioro en sus poblaciones y se presenten m�s r�pidamente niveles peligrosos para su supervivencia. La �nica soluci�n actual y aplicable a todas las especies de tortugas marinas de la regi�n es la de intensificar los programas de conservaci�n, controlar la expansi�n de las zonas tur�sticas, aplicar las sanciones a los infractores que da�en directa o indirectamente a estas especies y su h�bitat y reducir la captura incidental; en esta zona, la captura por arrastre camaronero es m�nima, pero no as� la que causan otros tipos de redes y trampas fijas.

En todas las regiones del Golfo de M�xico y el mar Caribe, como oce�nicas, est� presente la tortuga la�d (Dermochelys coriacea coriacea). Sin embargo s�lo es un visitante ocasional de nuestro pa�s, por lo que no ha tenido importancia comercial; no obstante, ha sido capturada de manera circunstancial cada vez que se ha presentado la oportunidad, al igual que sus huevos, los cuales son muy apreciados por su gran tama�o. Delinear un programa especial para la recuperaci�n de esta tortuga en la costa este de M�xico es muy dif�cil. Sin embargo, cada vez que alguna tortuga la�d sube a anidar a las playas donde se encuentran instalados los campamentos tortugueros es muy frecuente que el personal t�cnico ponga atenci�n especial en el manejo de esta tortuga, sus huevos y sus cr�as.

Para concluir podr�amos decir que es notorio que la situaci�n actual de todas las especies de tortugas marinas no s�lo se debe a la explotaci�n, de subsistencia y comercial, que los pa�ses de la regi�n tropical han efectuado durante varios siglos, sino que este deterioro poblacional se ha agudizado en el presente siglo por tres razones. En primer lugar, por el incremento en la demanda de sus productos, localmente y hacia los pa�ses importadores; segundo, por la acelerada presi�n negativa hacia los ecosistemas marinos, resultado del progreso de una civilizaci�n consumista y productora de basura y contaminantes y finalmente, la m�s atacada, aunque quiz� la menos peligrosa por su car�cter corregible, es la captura incidental que causa el uso de diversas artes de pesca, siendo las m�s importantes las de redes de arrastre de fondo para peces y camarones, las redes de acero para capturar atunes, los palangres para tiburones y para picudos, los trasmallos tiburoneros, las trampas fijas (almadrabas) y ocasionalmente la captura que se efect�a con los chinchorros playeros y con l�neas de anzuelos.

Por �ltimo, es f�cil comprender por qu� la sobrevivencia de todas las poblaciones de tortugas marinas se encuentra en tan precaria situaci�n. La soluci�n de este delicado problema de equilibrio biol�gico solamente el hombre la puede dar; es decir; que para poder salvar a las tortugas de la extinci�n se deben tomar todas las medidas necesarias que conduzcan a la reducci�n inmediata del efecto que la civilizaci�n est� teniendo sobre los ecosistemas marinos, produciendo un constante deterioro del h�bitat y reduciendo las posibilidades de subsistencia de estas especies. El hombre deber� protegerlas de su propia avidez y al mismo tiempo fomentar su recuperaci�n mediante campa�as educativas y de conservaci�n, y proporcionar alternativas y medios de subsistencia a aquellas poblaciones ribere�as que aprovechan las tortugas y que a�n las utilizan por necesidad.

[Inicio][Anterior]Previo[Siguiente]