VI. GRANJAS Y RANCHOS TORTUGUEROS

LOS REPTILES son especies susceptibles de ser manejadas en cautiverio con diversos prop�sitos, y dependiendo de las caracter�sticas de las diferentes especies es posible aprovechar la piel, la carne, aceite, obtenci�n de ant�dotos, etc. Con tal motivo se han desarrollado establecimientos dedicados al cultivo comercial de cocodrilos, lagartos, v�boras, iguanas, tortugas de agua dulce y marinas. Con respecto a las tortugas marinas, en todo el mundo se ha difundido una metodolog�a dirigida primordialmente hacia la conservaci�n, que consiste en el manejo semiartificial de huevos y cr�as en las playas de anidaci�n (v�ase el cap�tulo V), y otras m�s recientes que incluyen su aprovechamiento comercial por medio de tecnolog�a de cultivo parcial o integral.

Se ha dicho frecuentemente que el cultivo es una de las maneras m�s adecuadas de aprovechar a las tortugas marinas, ya que al mismo tiempo que se protegen sus poblaciones silvestres se reduce la presi�n de su captura. Incluso el doctor Archie Carr de la Universidad de Florida y el doctor Harold F. Hirt de la Universidad de Utah, en los a�os sesenta y setenta manejaban la idea del cultivo como una soluci�n para la explotaci�n de estos reptiles. En las reuniones de trabajo del Grupo de Especialistas en Tortugas Marinas que se efectuaron en Morges, Suiza, en marzo de 1969 y en marzo de 1971, bajo el auspicio de la Uni�n Internacional para la Conservaci�n de la Naturaleza, se explicaba que bajo ciertas regulaciones de control, �ste podr�a ser el futuro id�neo para el aprovechamiento de las tortugas marinas.

En la situaci�n de las tortugas marinas el cultivo no s�lo debe tener la finalidad comercial, ya que se debe considerar tambi�n como una herramienta para la investigaci�n y la conservaci�n, de tal manera que seg�n el inter�s principal es posible mantener tortugas reci�n nacidas durante periodos cortos, usualmente menores a un a�o, cuando se van a utilizar para fines exclusivos de conservaci�n, repoblaci�n e incluso para fines de investigaci�n, o bien mantenerse por periodos prolongados cuando el inter�s es did�ctico, como ser�a la exhibici�n de acuarios p�blicos. Finalmente est� el cultivo para uso comercial, en el cual las tortugas necesitar�n aproximadamente entre tres y cuatro a�os para alcanzar las tallas apropiadas, preferentemente alrededor de 30 kilogramos.

De acuerdo con la UICN, para el cultivo comercial de estas especies se reconocen dos metodolog�as principales (Edwards, 1989; M�rquez, 1990):

1) En granjas. Considerando como cultivo integral. S�lo durante la etapa inicial depende de los stocks silvestres. Para la granja primero se adquieren adultos en n�mero suficiente para formar el grupo de reproductores y la colecta anual de huevos y cr�as en cantidades decrecientes hasta que la producci�n llega a ser autosuficiente; despu�s peri�dicamente se deber�n adquirir peque�as cantidades de adultos, huevos y cr�as para revitalizar el grupo. Se supone que en un corto periodo la granja empezar� a producir comercialmente en peque�a escala. Seg�n experiencias con la tortuga blanca, Ch. mydas, esto ocurre a partir del quinto a�o. Al mismo tiempo, mediante una selecci�n adecuada, con las primeras cr�as nacidas en la granja se ir� formando el nuevo grupo de reproductores, de manera que en un periodo de 10 a 15 a�os se iniciar�n las primeras anidaciones de esta primera generaci�n F1; sin embargo, solamente al producirse la segunda generaci�n de organismos nacidos en la granja, llamada F2, se estar� cumpliendo con los requisitos impuestos por los grupos conservacionistas a trav�s del CITES para la comercializaci�n internacional. O sea que deber�n pasar cerca de 20 a�os despu�s de iniciado el cultivo para considerar que verdaderamente se ha alcanzado la independencia del medio silvestre; para efectuar el comercio internacional es necesario cubrir otra serie de requisitos, como es la identificaci�n de los productos procedentes de la granja, el asegurar que no se afecte a terceros, que la entrada del producto al mercado no sea pretexto de terceros para introducir productos de origen silvestre, etc�tera.

2) En ranchos. Considerado como cultivo parcial. A diferencia del m�todo anterior, la producci�n en estos establecimientos no es autosuficiente y siempre depender� de la colecta de los excedentes de huevos y cr�as producidos en el medio silvestre, particularmente de aquellos que de alguna manera podr�an llegar a ser destruidos, ya sea por depredaci�n natural o por fen�menos meteorol�gicos (ciclones, inundaciones, erosi�n de playas, etc.), suponiendo adem�s que existe un control absoluto de la depredaci�n humana. En estos lugares la producci�n comercial estar� estrechamente relacionada con las variaciones que presenten las poblaciones en el medio natural. Por lo tanto, para desarrollar los ranchos es necesario un conocimiento y seguimiento muy eficientes de los cambios en el n�mero de las poblaciones en explotaci�n y probar que soportan la extracci�n continua de huevos y cr�as, sin causar efectos negativos inmediatos ni futuros a estas poblaciones. En los medios conservacionistas se le ha dado m�s apoyo a los ranchos que a las granjas porque se supone que al depender del medio silvestre para su sostenimiento y producci�n, "ellos pondr�n m�s inter�s en las actividades para conservar las poblaciones naturales que est�n aportando los huevos y las cr�as que se utilizan en el rancho". De tal manera que si se va a emprender una actividad de este tipo es m�s recomendable optar por los ranchos que por las granjas.

SITUACI�N ACTUAL

El "cultivo" de tortugas marinas de alguna u otra manera ha sido una pr�ctica muy frecuente en la mayor�a de los pa�ses que tienen poblaciones reproductoras. Pero en casi todos ellos, debido a la complejidad y alto costo de la tecnolog�a, las actividades se han desarrollado principalmente a nivel dom�stico y a llegado a nivel experimental; por lo general no han pasado de un deficiente confinamiento temporal de unos cuantos miles de cr�as en peque�os tanques y tinas, que finalmente son liberados por falta de presupuesto o de inter�s o incluso por cambios pol�ticos. En la actualidad no se sabe cu�l es el n�mero total de ranchos para cultivar tortugas marinas; no obstante, se conoce que hay o hab�a varios ranchos de tipo dom�stico y bajo rendimiento, como por ejemplo los del Estrecho de Torres (al norte de Australia) y uno m�s tecnificado y con cierto �xito en la isla Reuni�n (al noroeste de Madagascar, Oc�ano �ndico); en el sur de la isla de Cuba, en el cayo conocido como Boca Rica, en el archipi�lago de las Doce Leguas, hubo uno que funcion� durante casi una d�cada, alrededor de los a�os setenta; tambi�n durante esos mismos a�os en M�xico se intent� la cr�a en cuatro diferentes localidades: Mismaloya en Jalisco, con tortuga golfina; en Isla Aguada en Campeche y Puerto Morelos en Quintana Roo, se trabaj� con tortuga blanca y de carey; y en Rancho Nuevo-el Tordo, Tamaulipas, con tortuga lora, pero en menos de cinco a�os de actividad se decidi� marcar y liberar todas las tortugas que se ten�an confinadas, quedando parcialmente abandonadas las instalaciones, las cuales acabaron siendo utilizadas para cultivar langostino y tilapia.

Con respecto a las granjas, en la actualidad existe una sola de importancia comercial, la de las islas Gran Caim�n, al sur de las Antillas Mayores. Con un inter�s puramente conservacionista, est�n las instalaciones del Servicio Nacional de Pesquer�as Marinas , en Galveston, Texas, que se utilizaron desde 1978 hasta 1992 para cultivar 2 000 cr�as de tortuga lora hasta que alcanzaban un peso de alrededor de medio kilogramo, entre 9 y 12 meses de edad y eran liberadas subsecuentemente.

CULTIVO DE TORTUGAS MARINAS EN GRANJAS

Uno de los mejores ejemplos en la actualidad es la granja de tortugas de la isla Gran Caim�n, Antillas Mayores, la cual se conoce como Cayman Turtle Farm (1983), Ltd. En 1968 fue iniciada como una empresa comercial para la obtenci�n y venta de los productos derivados de la tortuga blanca. De ella se obtienen b�sicamente carne, aceite, piel, escudos y subproductos como cremas, jabones, artesan�as de los escudos y una producci�n limitada de tortugas disecadas y conchas pulidas. Los problemas para comercializar sus productos empezaron cuando las tortugas marinas fueron consideradas en el Ap�ndice 1 de la Convenci�n Internacional para el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, 1976, 1977), y cuando se public� el decreto del Departamento de Comercio de los Estados Unidos sobre especies en peligro Endangered Species Act, en 1973. En 1978, con las nuevas restricciones originadas a trav�s del CITES y la prohibici�n total de ingresar al mercado de Estados Unidos incluyendo el tr�nsito de productos, se imposibilit� adem�s el acceso a los mercados europeos y del Jap�n, por lo que la producci�n y las existencias tuvieron que ser reducidas al m�nimo, s�lo para cubrir las necesidades del consumo local y tur�stico en las islas, suspendi�ndose totalmente la exportaci�n de estos productos.

La granja para cultivar tortuga blanca, Ch. mydas , en la isla Gran Caim�n fue iniciada en Salt Crake, un estero de mareas de North Sound, manteni�ndose las peque�as tortugas en �reas cercadas, con abundancia de zacate marino, Thalassia sp. Pronto se vio que este m�todo era muy dif�cil de controlar, especialmente durante las tempestades, pues hab�a constantes p�rdidas, por lo que en el mismo estero se instalaron estanques circulares flotantes, anclados a un sistema de muelles que funcionaban con el flujo de la marea. En este caso, el intercambio de agua fue insuficiente para mantener una higiene adecuada, por lo que adem�s se les instalaron sistemas de tuber�a y agua corriente. Durante los primeros dos a�os de actividades la dieta fue b�sicamente de zacate marino, alimento balanceado preparado (para perros o bagres) y pescado congelado. En 1971 la granja se cambi� al lugar actual, en Goat Rock, West Bay, sobre tierra firme, construy�ndose estanques de concreto, adem�s de los que ya exist�an de fibra de vidrio. Se excav� el estanque donde habr�an de colocarse los reproductores. Todo esto con oficinas e instalaciones anexas ocup� un espacio de 2.63 hect�reas. A partir de entonces el alimento que se les proporcion� fue el mismo que se utiliza para alimentar truchas (peletizado), el cual se caracteriza por permanecer flotando durante varias horas, cualidad que hizo mejorar su aprovechamiento. Hasta principios de los a�os setenta las instalaciones para mantener a las tortugas adultas consistieron de una excavaci�n cuadrangular, de 61 x 26 m, con capacidad para 4 500m³ de agua; en el tanque adem�s se construy� en el lado orientado hacia tierra una playa artificial, adecuada para la anidaci�n de las tortugas (Figura 34).

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Figura 34. Granja para cultivo de tortuga blanca (Chelonia mydas) en la isla Gran Caim�n, Indias occidentales. Estanques para adultos; n�tese la playa artificial al fondo. (Foto: Roberto Cardona.)

Durante la primera mitad de los a�os setenta se construy� una ampliaci�n de aproximadamente 2.5 hect�reas m�s, donde se incluy� un segundo estanque de reproducci�n de casi 5 000m³ de capacidad y estanquer�a en general, lo cual permiti� duplicar la producci�n y alcanzar la autosuficiencia con un volumen anual de 30 a 40 mil huevos. Gracias a esto la recolecci�n de huevos silvestres pudo ser suspendida.

En 1973 se obtuvo la primera generaci�n FI de tortugas nacidas en la granja y para 1983 se inici� la producci�n de nidos de tortugas F2, es decir, huevos producidos por tortugas nacidas y criadas totalmente en cautiverio; sin embargo, en estos nidos la fertilidad ha sido m�nima y hasta 1991 se logr� por primera vez un nido con cr�as saludables.

De acuerdo con el doctor Jim Wood, gerente de la granja, la madurez sexual de la tortuga blanca se puede lograr en menos de 10 a�os, pero se ha observado que cuando maduran muy j�venes, son muy bajas tanto la fecundidad como la fertilidad, y aunque �stas se van incrementando con la edad, se considera conveniente que las tortugas (Ch. mydas) se desarrollen m�s lentamente y maduren despu�s de los diez a�os. El promedio de supervivencia durante la incubaci�n es alrededor del 30%, que se considera bajo si se compara con el que ocurre en forma natural en las playas de anidaci�n, cuando los nidos no son perturbados, que generalmente es mayor del 80% y en campamentos conservacionistas es com�n lograr m�s del 60%. Esta alta mortalidad durante la incubaci�n de huevos en la granja parece deberse a que la mayor�a de los individuos reproproductores, a pesar de ser j�venes, se encuentran demasiado gordos. Por este motivo y para tratar de controlar el peso, la dieta que ahora se les proporciona es mucho menor en cantidad y no se agrega al alimento complementos vitam�nicos ni se utilizan hormonas para inducir el crecimiento y el desove.

A la fecha (1991), las existencias de adultos consisten en 180 tortugas de origen silvestre, obtenidas antes de 1977 y 80 m�s que producen las cr�as nacidas y mantenidas en la granja hasta alcanzar su madurez. Adem�s cada a�o se adicionan nuevas tortugas nacidas en la granja, las cuales sirven para reponer los individuos muertos, enfermos o de bajo rendimiento.

Los reproductores (260 tortugas de ambos sexos, 182 hembras) producen anualmente cantidades del orden de los 45 000 a 50 000 huevos, de los cuales entre el 15 y el 60% (promedio 33%) desarrollan cr�as viables. En estos momentos, la granja necesita para su sostenimiento y el mercado local cerca de 8 000 cr�as al a�o, as� que parte de los excedentes, cuyos padres proceden de la regi�n, son liberados en la misma isla, normalmente en la zona de Seven Miles Beach. La poblaci�n normal de la granja es de 20 000 tortugas entre juveniles, preadultos y adultos. Pero hoy en d�a quedan s�lo 12 000 debido al temporal que ocurri� poco despu�s del cicl�n "Gilberto" (1988) y las marejadas que afectaron a la isla, perdi�ndose 5 000 tortugas. Ese mismo a�o, por diversas causas, entre ellas enfermedades, la p�rdida incluy� 3 000 individuos m�s.

ESTANQUES

Estanque de reproductores

La densidad considerada �ptima en este estanque es de una tortuga (peso promedio 150 kg) por cada 4-6 m². La superf�cie total es de 26 x 61=1 586 m², lo que equivale a una capacidad de 260 tortugas adultas reproductoras. La capacidad volum�trica es de 4 500 m³. El agua es suministrada por bombeo directo desde el mar, con una capacidad de 40 mil litros por minuto, lo cual permite un cambio total cada dos horas.

El estanque est� dividido en varias secciones (Figura 34). En la mayor est�n las hembras reproductoras, y hay otras dos secciones peque�as, una para hembras en estudio y de diversos or�genes, como Costa Rica, Surinam, isla de la Ascensi�n y M�xico, y otra dividida en dos, para los machos y para las tortugas loras, L.kempii. La anidaci�n de las hembras de tortuga blanca (Ch. mydas) se realiza en la playa artificial anexa al estanque; la temporada se inicia en mayo y finaliza en octubre, el pico m�ximo ocurre entre julio y agosto. El apareamiento es previo a la anidaci�n, por lo menos un mes antes, de tal manera que los machos, a raz�n de uno por cada tres hembras, son reunidos con ellas en el mes de abril; el apareamiento contin�a hasta julio. Se ha observado que un prolongado tiempo de apareamiento no aumenta la fertilidad de los huevos; sin embargo, s� es necesario un m�nimo de 100 minutos para asegurar una buena fertilizaci�n. Las hembras pueden aparearse varias veces y con diferentes machos durante la �poca de reproducci�n. Existen diferencias en la fertilidad de las hembras; en las m�s j�venes es m�nima, pero se va incrementando con la edad, aunque algunas siempre ser�n de baja fertilidad, ya que �sta no se ha podido mejorar ni siquiera utilizando inseminaci�n artificial.

Manejo de nidos y huevos

Durante la temporada de anidaci�n, seg�n informa el se�or Critchley, encargado de esta �rea en la granja, todas las noches se efect�an guardias en la playa artiticial para colectar los huevos. Las tortugas tardan en anidar alrededor de una hora y media, desde que salen del agua hasta que regresan a ella. En el momento de encontrar alguna tortuga desovando se procede a recoger los huevos, los cuales son colocados en contenedores o hueveras, con capacidad de 20 unidades cada una y estibadas y una sobre otra. Cada nido, por separado, se traslada a la sala de incubaci�n, donde se colocan en cajas de unicel (36 x 21 x 23 cm) a las que previamente se les agreg� una capa de arena de 4 a 5 cm, encima se colocan dos o tres capas de huevos, luego una tela de tul y al final otra capa de arena del mismo grosor. Cada caja puede contener un m�ximo de 100 huevos, por lo que nidos muy grandes se separan en dos; enseguida se acomodan en los estantes de la sala de incubaci�n. Para permitir el intercambio gaseoso de los huevos durante la incubaci�n, las cajas se perforan con 20 peque�os agujeros aproximadamente, tanto en el fondo como en la tapa.

La sala de incubaci�n est� dividida en dos unidades con diferente temperatura, una a 30�C, donde permanecen los huevos las primeras cuatro semanas, despu�s las cajas se pasan a la siguiente secci�n, a 28�C, donde estar�n hasta completar la incubaci�n. Durante la incubaci�n el metabolismo incrementa la temperatura de 3 a 5�C. Cinco d�as antes de la eclosi�n se les retira la tela de tul con la capa de arena, de tal manera que las cr�as tendr�n mayor libertad al brotar del cascar�n. La duraci�n del periodo de incubaci�n se ha mantenido en 60-61 d�as, con objeto de que las cr�as nazcan m�s robustas y con el vitelo casi totalmente reabsorbido. Adem�s, el cambio efectuado en la sala de incubaci�n a diferentes temperaturas tiene el prop�sito de equilibrar una relaci�n de sexos de 50:50 (Wood y Wood, 1982), ya que parte de la producci�n de cr�as se est� destinando al programa de repoblaci�n en esta regi�n del Caribe. Las cr�as que avivan a�n con parte de vitelo son mantenidas uno o dos d�as m�s en la oscuridad dentro de las cajas antes de llevarlas a los estanques.

Estanques para cr�as, juveniles, crecimiento y engorda

�stos se distribuyen por grupos de diferente capacidad en toda el �rea de la granja; la forma de los tanques puede ser rectangular o circular y son de fibra de vidrio o concreto. Generalmente los de mayor tama�o se usan para los animales m�s grandes (Figura 35). El suministro de agua es continuo y se extrae sin filtrar directamente de un canal excavado en la roca coralina; el agua primeramente se almacena en un tanque de distribuci�n, de manera que la renovaci�n del agua de cada estanque, dependiendo del tama�o, se realiza en un lapso de 20 a 30 minutos. El n�mero de estanques y sus caracter�sticas aproximadas se presentan en la tabla VI.

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Figura 35. Granja para cultivo de tortuga blanca (Chelonia mydas) en la isla Gran Caim�n, del Mar Caribe. Estanque para engorda. Tortugas de 3 a 5 a�os, con 30 kg de peso promedio. (Foto: Roberto Cardona.)

Tabla VI. Estanques de cultivo, dimensiones, capacidades y uso, en la granja tortuguera de la isla Gran Caim�n*


Número
Diámetro (metros)
Material
Capacidad ** (litros x mil)
Observaciones sobre el uso                                     

80
1.2 x 1.8
concreto 0.65
crías hasta 12 meses
22
3
vitrofibra 18
juveniles de 1 a 18 meses
8
9
concreto 50
juveniles mayores de 18 meses
3
10
concreto 60
juveniles mayores de 18 meses
5
12
concreto 70
tortugas de 3, 4 y 5 años
21
15
concreto 90
tortugas de 3, 4 y 5 años
1
20
concreto 130
tortugas de 3, 4 y 5 o más años

* Informaci�n proporcionada por el doctor James Wood.
** Capacidad. Seg�n la talla de los individuos, la profundidad de la capa de agua que se coloca a los estanques va de 25 cm hasta 1 m. Los estanques de las cr�as llevan adem�s un fondo de hule negro.

Estanques para tratamiento de enfermedades

Los estanques usados para el tratamiento de enfermedades y cuarentenas, de juveniles y preadultos, se encuentran separados del resto. Tienen forma rectangular; son de concreto, de 1 x 2 m y 2 x 2 m, y se llenan a una profundidad de 40 a 50 cm de agua. Est�n arreglados en tres hileras de cinco cada una. La terapia utilizada en la mayor�a de los casos es aislamiento, alimentaci�n adecuada y la mayor higiene posible.

Estanques para exhibici�n

El �rea de exhibici�n incluye seis estanques circulares de fibra de vidrio de 3 m de di�metro. En uno se encuentran tortugas blancas, algunas con marca viva, en otro hay tortugas juveniles que pueden ser manipuladas por los visitantes. En los dem�s hay tortugas de carey Eretmochelys imbricata, lora L. kempii, cahuama Caretta caretta y un ejemplar h�brido de tortuga blanca y carey, conocido en la regi�n como Mc Quankie.

ALIMENTACI�N

Para que sea f�cil controlar la higiene y las dietas se les suministra exclusivamente forrajes preparados, similares a los utilizados en las granjas av�colas o pisc�colas. Una caracter�stica del alimento peletizado es que debe flotar durante varias horas, lo cual se logra procesando el producto al vac�o. La cantidad de alimento suministrado se relaciona con el peso corporal y la edad de los animales. A las cr�as se les proporciona, diariamente, hasta el primer a�o de edad, todo el alimento que puedan consumir. Durante las primeras 14 semanas del contenido prote�nico es del 40%; despu�s la concentraci�n se reduce al 35%. Todo el siguiente a�o la proporci�n corresponde al 3% del peso individual. A los animales de dos a�os el 2% y para los de tres a�os el 1%. De los cuatro a�os en adelante, a los preadultos y a los adultos (reproductores) se les da del 0.4 al 0.5%, en dos suministros diarios. La conversi�n de alimento a peso corporal var�a con la calidad del mismo y la edad de la tortuga; en el caso del peletizado es de 1.6 a 6.5 unidades de dieta por cada unidad de peso ganada, siendo m�s eficiente en las tortugas m�s j�venes (Wood y Wood, 1981).

La talla comercial m�s redituable est� entre 25 y 30 kg, con una longitud de carapacho de 55 a 60 cm, la cual se alcanza a los cinco a�os; hace 10 a�os, por la din�mica comercial, esta talla se lograba entre los tres y cuatro a�os, con tortugas de entre 20 y 32kg. En la granja el peso de las tortugas blancas adultas var�a de 90 a 280 kg, con un promedio de 160 kilogramos.

PROFILAXIS Y TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES

Ya que la granja es un sistema de cultivo intenso, los organismos se encuentran constantemente en contacto y cualquier enfermedad infecciosa puede propagarse r�pidamente. Mantener la calidad sanitaria del medio desempe�a un papel primordial en las actividades cotidianas. A pesar de tener las m�ximas precauciones, existen a menudo enfermedades de naturaleza recurrente que es necesario controlar mediante programas profil�cticos permanentes. De acuerdo con el doctor Wood, algunas de las enfermedades m�s frecuentes son las que afectan la piel, el sistema respiratorio y el digestivo.

La mortalidad que ocurre a las cr�as en el primer a�o de vida es cercana al 50%. Despu�s decrece r�pidamente hasta alcanzar casi el 3% anual y as� permanece hasta que las tortugas est�n listas para ser procesadas. Las acciones preventivas para controlar esta mortalidad se inician desde la incubaci�n de los huevos, para la cual se usan cajas previamente desinfectadas y arena limpia. Una vez que brotan las cr�as, �stas se mantienen en charolas especiales por uno o dos d�as m�s para que reabsorban el vitelo, se seleccionan de acuerdo con el origen de los padres y se colocan en estanques, a los que se les suministra a lo largo de un a�o, de manera intermitente (cada hora), agua con una coloraci�n de 1 a 2 pm. La limpieza es muy importante por lo que para remover los desperdicios y reducir el crecimiento de las algas, diariamente son lavados los estanques de las cr�as y una vez por semana los dem�s. Adem�s, se desarrolla una revisi�n constante en todos los estanques para detectar cualquier individuo enfermo y retirarlo de inmediato y llevarlo a la zona de control de enfermedades. Despu�s de lavar cada estanque peri�dicamente se desinfecta con cloro-hipoclorito de sodio.

Se ha observado que la temperatura influye en la morbidez de algunas enfermedades, por lo que es desable una temperatura cercana a los 25�C para mantener saludable la colonia (Wood, 1990). Otra medida importante es que a las tortugas reci�n nacidas y hasta los tres meses, cada 10 d�as se le agrega a la comida tetraciclina disuelta en gelatina, recubriendo el alimento. Esto es para evitar que los agentes causales desarrollen resistencia a los antibi�ticos.

Adem�s de las enfermedades, las tortugas en la granja est�n expuestas a fen�menos meteorol�gicos que en ocasiones pueden ser desastrosos, como las grandes tempestades que ocurrieron poco despu�s del cicl�n "Gilberto" (1988), mismas que provocaron enormes oleajes y causaron la p�rdida de un total de 5 000 organismos de todas las edades.

REA DE PROCESADO

Esta secci�n de la granja se ha reducido junto con la demanda actual de los productos. Incluye el �rea de sacrificio, de empaque y de conservaci�n (congelado). El procesado no ha sufrido cambio, ni tampoco los productos que se obtienen; sin embargo ha bajado la demanda de algunos de ellos, como las conchas, pieles y aceites, y los escudos del carapacho, de caracter�sticas similares a los de carey, se han dejado de procesar como artesan�as. De cada tortuga de 45 kg (100 libras) se obtienen los siguientes rendimientos.

carne de primera
13.950
kg
31.0
%
productos para sopa
4.950
 
11.0
 
pieles (2 piezas)
2.250
 
5.0
 
aceite/grasas
6.300
 
14.0
 
asaduras
6.750
 
15.0
 
conchas
7.200
 
16.0
 
desechos
3.600
 
8.0
 
 
45.000
 
100.0
 

La carne de primera se presenta en tres calidades: filetes de 8 onzas empacados en cajas de 8 libras; trozos empacados en mayores cantidades y recortes de filete de primera. Los productos para sopa son aletas, cuello, calipee y calipash, los cuales se usan en la confecci�n de la famosa clear turtle soup europea. La piel incluye dos secciones que corresponden a los cuartos anteriores y posteriores, que incluyen aletas, cuello y cola. Las grasas son de dos, una verdosa y otra amarillenta y se separan del interior de la concha y los mesenterios. Se transforman en aceites, que se usan para cosm�ticos y productos de uso terap�utico. Las asaduras son porciones de h�gado, coraz�n, etc., que tienen demanda para embutidos. Todo el resto de las v�sceras, incluyendo los huecos, se procesan como alimento para animales y abonos agr�colas. A las conchas se les separan los escudos, similares a los de carey. Algunas conchas eran pulidas y vendidas como artesan�as (An�nimo, 1973).

La producci�n obtenida y comercializada entre el 1 de abril de 1990 y el 31 de marzo de 1991 fue de 2 608 tortugas que rindieron en total 65.3 toneladas m�tricas, lo que implica 50 tortugas por semana, de 25 kg como peso promedio. De su beneficio se obtuvieron 25.4 toneladas de carne para estofado y 5.2 toneladas de filete de primera. Se extrajeron 1.8 toneladas de calipee, que no tuvo mercado. Casi toda la producci�n es adsorbida por el mercado local, el resto se vende en el mismo restaurante de la granja.

TRABAJOS DE INVESTIGACI�N

Una de las mayores aportaciones de esta empresa y otras similares (ranchos), es la posibilidad de realizar investigaciones sobre los temas que con las poblaciones silvestres ser�an muy dif�ciles, y en algunos casos, imposibles de llevar a cabo, adem�s de las facilidades que proporciona este tipo de instalaciones en cuanto a equipo y disponibilidad constante del material biol�gico. Se han realizado gran variedad de trabajos desde que se iniciaron las actividades de cultivo (1968), en especial investigaciones sobre enfermedades, dietas alimenticias, requerimientos de algunos nutrientes, crecimiento (Wood y Wood, 1977, 1981), fecundidad, ciclos de reproducci�n, temperaturas de incubaci�n, efecto en la proporci�n sexual (Wood y Wood,1982), aplicaci�n de diferentes tipos de marcas para estudios de migraci�n y conducta, etc�tera.

PROGRAMAS DE REPOBLAMIENTO

Desde el inicio de las actividades de la granja, una de las ideas esenciales ha sido apoyar la recuperaci�n de las poblaciones silvestres y depender cada a�o menos de ellas. Costa Rica, isla de la Ascensi�n y especialmente Surinam, fueron las localidades que proveyeron la mayor parte de los huevos necesarios para el inicio del cultivo. Hasta antes de que la granja fuera independiente del medio silvestre (1978) se colectaron 460 000 huevos y de ellos se liberaron al lugar de origen 2 300 tortugas de un a�o. A partir de ese a�o (1978), la reproducci�n en la granja fue increment�ndose hasta alcanzar anualmente un promedio de 45 000 huevos. De �stos se logran m�s de 14 000 cr�as. En la actualidad se necesita anualmente de 8 000 a 10 000 cr�as para satisfacer los requerimientos de la granja y la demanda local; la diferencia se libera en dos lotes, uno inmediatamente en los alrededores de la isla y otro cuando los juveniles cumplen un a�o. De esta manera hasta 1990 se hab�an liberado m�s de 22 000 cr�as y juveniles: 4300 en 1983, 2 600 en 1985 y 5 000 en 1987; adem�s de colocarles la marca met�lica se les imprimi� la marca viva (injertos de escudos c�rneos). Algunas recapturas se han estado realizando particularmente de Cuba y del mismo Gran Caim�n.

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Respecto al cultivo comercial tanto en ranchos como en granjas se tiene mayor experiencia con la tortuga blanca (Ch. mydas) que con las dem�s especies, excepto la tortuga lora (L. kempii) que cada a�o, desde 1978, es criada con fines conservacionistas, en el Centro de Pesquer�as del Sureste, en Galveston, Texas, EUA. Aparentemente la tortuga blanca es la especie m�s susceptible de cultivar. Quiz� por sus h�bitos vegetarianos soporta de mejor manera el confinamiento y al proporcionarle una alimentaci�n de alta calidad prote�nica, el valor de conversi�n a peso vivo es de los m�s altos y por lo tanto la velocidad de crecimiento es muy r�pida. Por otra parte, es poco agresiva comparada con las dem�s especies, lo cual frecuentemente produce entre ellas mismas da�os muy graves, que pueden derivar en organismos d�biles o mutilados o bien ser causa de una mortalidad extraordinaria, ya sea por ataques continuos y directos o por enfermedades que se presentan con mayor facilidad en los organismos afectados.

Existe gran oposici�n de los grupos conservacionistas para el cultivo de tortugas marinas y sobre todo para la comercializaci�n de sus productos en el mercado internacional. Sin embargo, las tortugas marinas y en especial las tortugas blanca y prieta (Chelonia sp.) son especies que presentan condiciones apropiadas para el cultivo y pueden ser una fuente de alto rendimiento para la producci�n de alimentos, por lo que no deber�a existir ning�n inconveniente en desarrollar granjas en todos aquellos pa�ses de la franja tropical tan necesitados de alimentos y que presentan grandes posibilidades para aplicar estas tecnolog�as de cultivo, que ya han demostrado plenamente su efectividad. El siguiente paso ser�a lograr reducir los costos aumentar la productividad en estas instalaciones, con objeto de producir alimento accesible y barato y no un producto ex�tico cuya �nica salida es el mercado de exportaci�n.

La recuperaci�n de las tortugas marinas en el medio silvestre tiene la presi�n de la captura ilegal en casi todos los pa�ses implicados, y obstaculizar el cultivo de estas especies no es la soluci�n al problema, el cual es ampliamente reconocido como de car�cter econ�mico y presionado por la necesidad de alimentos, trabajo e ingreso en divisas; un cultivo perfectamente controlado vendr�a a solucionar la problem�tica que con prohibiciones est� provocando que los productos suban r�pidamente de precio y sean m�s atractivos al mercado clandestino.

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