EP�LOGO

Durante el proceso de escritura de este libro fui ahondando la convicci�n de que los efectos de la nueva biotecnolog�a afectar�n nuestras vidas de una manera muy significativa. Simult�neamente, me pregunt� frecuentemente si la visi�n optimista y entusiasta que tengo respecto de la biotecnolog�a ser�a compartida por muchos lectores. Me cuestion� si el material que se presentaba podr�a proveer un fundamento que permitiera apreciar las implicaciones y tambi�n las limitaciones de esta nueva tecnolog�a. Desde luego, estoy seguro que en la mente de muchos lectores se presentar�n tambi�n las consecuencias �ticas, sociales y filos�ficas que conlleva una gran capacidad para manipular la vida.

Claramente, no ha sido mi prop�sito darle un tratamiento desde estas perspectivas, sino m�s bien hacer una presentaci�n desde el punto de vista t�cnico. Considero que, en mi papel de cient�fico, �sta es mi responsabilidad. Cuando se espera que los avances tecnol�gicos repercutan de manera importante en la vida de los individuos, se hace necesaria una frecuente y franca comunicaci�n. En este libro, pretendo aportar algunos elementos para el an�lisis.

Lo que no cabe duda es que la sociedad requerir� invertir una buena dosis de talento y capacidad de adaptaci�n para reglamentar y utilizar lo que la nueva biotecnolog�a puede ofrecerle. Pens�ndolo con cuidado, este reto de adaptaci�n est� presente en la mayor�a de las facetas de la cultura y el quehacer humano. Todos estamos conscientes de que los cambios que antes tomaban siglos (y en �pocas m�s remotas, milenios), hoy requieren quiz� menos de una d�cada. No es sencillo asimilar; adaptarse y ejercer dominio sobre una cultura sujeta a cambios vertiginosos.

Por supuesto, estoy consciente de que existen diversas corrientes que ven los avances de la biotecnolog�a como una amenaza a los valores y al medio. Perdone el lector si en el curso de esta monograf�a no se presentaron los peligros y riesgos que algunos se�alan. Para justificar esta omisi�n, perm�taseme expresar brevemente una visi�n personal a este respecto: coincido en que la interpretaci�n que algunos han propuesto de que las consecuencias �ticas y filos�ficas de la nueva biotecnolog�a no son cualitativamente diferentes de las que la humanidad ha enfrentado durante mucho tiempo. Creo que el principal problema que hay que enfrentar es que ahora ocurren m�s r�pido y en mayor grado. La visi�n fatalista antepone peligros, en muchos casos imaginarios, a la promesa de mejorar la calidad de vida que tambi�n, cabe esperar de la biotecnolog�a. Una posici�n optimista es confiar en que las sociedades tienen maneras de aprovechar las ventajas y conjurar los peligros de las nuevas capacidades que adquieren. En �ltima instancia, la tecnolog�a resulta ser, fundamentalmente, una herramienta. La humanidad podr� usarla en forma constructiva y destructiva. Est� claro para m� que el hombre cuenta ya con las armas tecnol�gicas para destruirse a s� mismo y su entorno. No creo que una decisi�n como �sta pueda depender de que disponga de un arsenal a�n mayor de herramientas que pudiera usar err�neamente.

En una conferencia a la que asist� recientemente, se plante� el problema de si los avances de la ciencia requer�an el planteamiento de una nueva �tica. Ah� mismo, formul� al ponente la pregunta de si en realidad se podr�a pensar en reglamentar y limitar el acceso al conocimiento. Parece ser que esto es sumamente dif�cil y, probablemente, contraproducente. Es muy importante, en cambio, que la sociedad est� bien preparada para orientar y reglamentar el uso que se pueda dar a estos nuevos conocimientos.

Tengo la fuerte convicci�n de que los elementos de avance que experimentamos hoy en d�a, en todos los �rdenes, permitir�n conformar una sociedad con la capacidad para funcionar de maneras inimaginables al cabo de unas cuantas d�cadas. Efectivamente, creo que es factible esperar que la salud humana sea mejorada dr�sticamente, que la agricultura aumente de manera segura su productividad, que se encuentren formas alternas de generaci�n de energ�a (aun antes de que aparezca como una realidad comercial la fusi�n nuclear), que la industria qu�mica avance hacia procesos m�s limpios y seguros. A todo esto debemos aparejar los adelantos en todos los dem�s �mbitos del desarrollo, que se desenvuelven a velocidades igualmente asombrosas. La pregunta que verdaderamente nos puede inquietar es: �tendr� la humanidad la capacidad de utilizar estas conquistas para crear sociedades m�s justas, que gocen del bienestar en armon�a y en la que cada persona pueda alcanzar su m�ximo potencial, o atestiguaremos, frustrados, cómo el esfuerzo de 20 mil generaciones de seres humanos se ve finalmente reducido a cenizas? Parece l�gico pensar que toca a nuestra generaci�n, y a unas cuantas m�s, crear las condiciones de uno u otro desenlace.

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