VI. LAS CONTRIBUCIONES DE DU TOIT Y HOLMES
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DESPUÉS de la muerte de Wegener, autor de El origen de los continentes y océanos, surgieron dos grandes científicos que defendieron su hipótesis: Alexander du Toit y Arthur Holmes.
Du Toit principalmente se preocupó en demostrar que los datos geológicos sí sustentaban la hipótesis de la deriva. Se distinguió entre sus colegas europeos y estadunidenses por ser dueño de un profundo conocimiento de la geología de su Sudáfrica natal y de otros continentes meridionales, en particular de Sudamérica. Du Toit defendió vigorosamente a Wegener en su libro de 1937, Our wandesing continents ("Nuestros continentes errantes"), en donde ofreció gran número de pruebas geológicas factuales para apoyar la hipótesis de la deriva. Demostró, por primera vez, que el acoplamiento de los continentes debería hacerse no por la línea costera actual, sino por la de la plataforma continental, pues de esa manera existía una concordancia más perfecta entre las márgenes de los continentes. Una de las grandes contribuciones de Du Toit fue el reagrupamiento de Gondwana basado en su conocimiento de la geología de los continentes meridionales, utilizando en particular un geosinclinal del Paleozoico, al cual denominó geosinclinal de Samfrau (un acrónimo de Sudamérica, África y Australia), que afectó el cono sur de Sudamérica, el sur de África y la Australia oriental; ese geosinclinal "surge como un solo trazo" al juntar esos continentes en el supercontinente de Gondwana (figura 10)
Arthur Holmes, a su vez, intentó ofrecer una explicación causal para la deriva continental, para lo cual propuso un mecanismo que describía de manera más convincente cómo podrían haberse dispersado los continentes actuales a partir de un único supercontinente hipotético primitivo. Esa hipótesis causal apareció en su clásico trabajo de 1931. La misma idea, algunos años después, la publicó en el último capítulo de su libro Principles of Physical Geology (1944). Después de haber revisado críticamente la evidencia geológica presentada por Wegener, Du Toit y otros, Holmes llegó a la conclusión de que, aunque era sólida, faltaba un mecanismo que explicase la deriva: "El único argumento serio propuesto contra la solución anterior [la deriva de continentes] es la dificultad de explicar cómo pudo existir la deriva continental en escala tan extraordinaria" (p. 504).
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Figura 10. El geosinclinal de Samfrau (Sudamérica, África y Australia).
Holmes propuso entonces el siguiente mecanismo para explicar el transporte de bloques siálicos generados a partir de Pangea: la existencia de corrientes de convección del interior del manto de la Tierra, según él generadas a consecuencia de la transferencia de calor del núcleo de la Tierra hacia el magma, que hacen que la placa continental se rompa; los fragmentos resultantes son transportados uno lejos del otro (figura 11(a)). Así, el magma calentado por el núcleo terrestre forma corrientes centrífugas ascendentes. Tales corrientes, al chocar con la placa continental en la superficie del planeta, se "bifurcan" y vuelven a zambullirse hacia el centro del planeta. Si al momento de bifurcarse se encuentran con otras corrientes de sentido opuesto se generan zonas de tensión. Por otro lado, si las corrientes de direcciones opuestas se encuentran y sumergen otra vez hacia el interior de la Tierra surgen zonas de compresión. Con el paso del tiempo la región de tensión termina por adelgazarse y, finalmente, surge una hendidura en la placa continental. Los dos fragmentos resultantes son transportados ahora por las corrientes de convección. En el área surgida entre los dos fragmentos aparecerá un fondo oceánico nuevo (figura 11(b)). Con el tiempo, las zonas de compresión se hacen profundas, lo cual ocasiona que la capa basáltica de la corteza se sumerja en el magma; esto causa pliegues en los márgenes de las placas, que generan cadenas de montañas y cuencas oceánicas (figura 11(b)). Holmes tuvo una intuición muy brillante del mecanismo que posteriormente se utilizaría para explicar la tectónica de placas.
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Figura 11. El rompimiento de un bloque continental y el desplazamiento lateral de los fragmentos, causados por corrientes de convección, tal como lo imaginó A. Holmes (1931).
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