I. RAFAEL M�NDEZ





... Volver los ojos al pasado es asumir el riesgo de convertirse en estatua de sal... s�, pero tambi�n de conocernos, de conocer lo que fuimos o lo que fue...
JOS� EMILIO PACHECO


EL DOCTOR Rafael M�ndez naci� en Lorca en 1906 y muri� en M�xico en 1990. Era farmac�logo y durante un periodo de su vida se dedic� a la pol�tica, por razones que veremos m�s adelante. Vivi� en Espa�a, EUA y M�xico. Viaj� mucho, sobre todo por Europa y Am�rica. En 1987 public� un libro de memorias titulado Caminos inversos, vivencias de ciencia y guerra, FCE, M�xico, 1987. El poeta y fil�sofo catal�n Ram�n Xirau escribe en el Pr�logo:



Flaubert dec�a que en el Quijote se ven paisajes que no est�n descritos. Algo semejante sucede con esta obra de Rafael M�ndez. Quiero decir que cuando nos narra sus recuerdos en la Residencia de Estudiantes como cuando se nos vuelve protagonista de la guerra, en sus descripciones guerreras, en sus aventuras cient�ficas y militares, Rafael M�ndez tiene la capacidad de decirlo todo y de sugerir paisajes —paisajes aqu� "humanos"— casi sin describirlos. Desfilan en estas p�ginas entre muchos otros, Lorca, quien dedic� a don Rafael el romance "Reyerta"; Luis Bu�uel, en alg�n momento Salvador Dal� y los hombres de ciencia, de Ram�n y Cajal a Juan Negr�n, maestro de Rafael M�ndez; de Houssay o Severo Ochoa a Ch�vez —quien lo trajo a M�xico—, de Le�n Blum a Zugazagoitia y Cruz Salido —ambos asesinados por el franquismo en 1942.
Rafael M�ndez es un hombre de ciencia a carta cabal. Por eso no tolera a los falsos hombres de ciencia que abundan, por decirlo con Valle Incl�n, en el "ruedo ib�rico". Ciencia s�, pero no falsa ciencia convertida en pedanter�a. Es tambi�n M�ndez un hombre profundamente leal. Por ideolog�a, pero acaso sobre todo por lealtad, Rafael M�ndez sigui� a Juan Negr�n, a quien dedica, en este libro, un sencillo e importante Ap�ndice.
Amor, fidelidad a s� mismo, sobre todo amistad de este hombre que, amistosamente, ha escrito estas p�ginas tan hondas, tan sencillas y, �c�mo decirlo?, tan amistosas.
RAM�N XIRAU


Rafael M�ndez estudi� medicina en Madrid. Ingres� en la Facultad en 1921, a los quince a�os, proveniente de su natal Murcia. Nos cuenta:

Se antoja hoy absurdo que se comience a estudiar formalmente una carrera universitaria a los quince a�os. Yo no tuve la culpa, como tampoco la tuve de terminar la carrera de medicina a los 20 a�os, en junio de 1927, dos meses antes de cumplir los 21 a�os. Hac�a lo que se me indicaba. No se prestaba entonces atenci�n a una posible inclinaci�n vocacional, a la preparaci�n o a las aptitudes del muchacho. Ciencias o letras, carrera de cura o de militar, todo daba igual. El joven no opinaba, y ni siquiera se le daba la oportunidad de hacerlo. Se decid�a por �l y se estudiaba la carrera que determinaba la familia, o los amiagos de la familia [...] o el cura del pueblo.

M�s tarde Rafael M�ndez nos relata c�mo comenz� a interesarse por la investigaci�n cient�fica, primero a trav�s de Juan Negr�n y Te�filo Hernando —catedr�tico de farmacolog�a, que tuvo mucho que ver en que Negr�n ganara por oposici�n la c�tedra de fisiolog�a; fue presidente del Consejo Nacional de Cultura y declarado Patriarca de la Medicina Espa�ola.

En el curso de 1923-1924 M�ndez comienza a trabajar en el laboratorio de Hernando: "encontr� en �l el cari�o que cualquier joven anhelaba para su correcta inducci�n. De exquisito y privilegiado calificar�a yo el trato que recib�amos de don Te�filo los que tuvimos la fortuna de ser sus disc�pulos. A la vez que la farmacolog�a y la terap�utica de entonces, aprend�amos comprensi�n y amor, liberalismo [...] y hasta buenas maneras.

Una vez m�s, al contemplar la vida de uno de estos estudiantes republicanos —apol�ticos o d�bilmente pol�ticos— llama la atenci�n la enorme influencia que en sus vidas tuvieron la llamada Residencia de Estudiantes, la Junta para la Ampliaci�n de Estudios y el germen de la Instituci�n Libre de Ense�anza. Todos ellos en sus memorias y art�culos sobre sus or�genes coinciden en las alusiones a estos organismos.

Refiri�ndose a la Residencia, Rafael M�ndez nos relata:

Transportarse de una casa de hu�spedes a la Residencia de estudiantes era como entrar en un mundo maravilloso. Muchachos vestidos con sobria elegancia, amables, racionalistas, que le�an a Ortega y Gasset, a Baroja, a P�rez de Ayala, a Unamuno; que se deleitaban con sesiones musicales, de las que recuerdo un concierto de piano del gran Arturo Rubinstein, que o�an conferencias de hombres famosos, como el conde de Keyserling y como Carter, al relatarnos el descubrimiento de la tumba de Tutankamen; que hac�an excursiones los interesados en la historia y la arquitectura, que recib�an clases de idiomas, por la Residencia. Se contaba con una amplia biblioteca; y la planta baja y el s�tano de uno de los pabellones albergaba laboratorios de fisiolog�a e histolog�a con maestros de la talla de don Juan Negr�n, don P�o del R�o Hortega y don Antonio de la tumba de Tutankamen; que hac�an excursiones los interesados en la historia y la arquitectura, que recib�an clases de idiomas, todo ello patrocinados por la Residencia. Se contaba con una amplia biblioteca; y la planta baja y el s�tano de uno de los pabellones albergaba laboratorios de fisiolog�a e histolog�a con maestros de la talla de don Juan Negr�n, don P�o del R�o Hortega y don Antonio Medinaveitia. Se me asign� una habitaci�n en el cuarto pabell�n, arriba de los laboratorios. Ten�a de vecino a don Ricardo Urueta, gran cr�tico de arte que dirig�a las excursiones a provincias cercanas, como uno de los llamados "Esp�ritus de la Casa"; eran intelectuales solterones que despu�s de cursar sus estudios, hac�an su hogar de la Residencia. Otros "Esp�ritus" eran el literato y pintor Jos� Moreno Villa —que nos deleitaba con sus explicaciones en el Museo del Prado y en otros museos de Madrid, una tarde cada dos o tres semanas; tambi�n don Paulino Su�rez, bacteri�logo y subdirector de la Residencia; Marcelino Pascua, experto en Sanidad y estad�stica sanitaria (que durante la Rep�blica fue director general de Sanidad y en la guerra embajador de la Rep�blica en Mosc� y Par�s); otros fueron Hern�ndez Guerra, auxiliar de c�tedra de Negr�n y don �ngel Lorca, prominente educador. Completaban el cuadro los que pudi�ramos calificar como los esp�ritus elevados y externos: don Jos� Ortega y Gasset, que se descolgaba por aquellos jardines muchos domingos en la ma�ana; don Miguel de Unamuno, que habitaba en la residencia algunos veranos... tambi�n el poeta (despu�s premio Nobel de literatura) Juan Ram�n Jim�nez y el eminente educador Manuel Bartolom� Coss�o.
Todo este conglomerado de personas ilustres era manejado con tacto supremo, con exquisita finura y elegancia espiritual por el director de la Residencia, don Alberto Jim�nez Fraud, con la deliciosa compa��a y ayuda de su esposa do�a Natalia, hija de Cossio...


Don Rafael M�ndez fue amigo y convivi� en la Residencia con Federico Garc�a Lorca y Luis Bu�uel. En su libro nos cuenta muchas an�cdotas de ambos, sobre todo de Bu�uel, quien despu�s de una breve estancia en Hollywood,1 [Nota1] lleg� al exilio en M�xico. Como ya vimos, Federico le dedic� el poema "Reyerta". Llegaron a ser muy buenos amigos. Federico le dio a don Rafael varios poemas suyos para que eligiera uno, que le dedicar�a. M�ndez eligi� �ste, "porque me parec�a mas fino, m�s l�rico en sus im�genes. Y aquello de

en la mitad del barranco
las navajas de Albacete
bellas de sangre contraria
relucen como los peces


me pareci� mas cercano a m�. Era yo de Murcia, que en su antiguo reino comprend�a la provincia de Albacete.

A lo largo de la revisi�n de la vida de Rafael M�ndez, llama la atenci�n su polifac�tica cultura y su sensibilidad ante todo lo que fuera, justo, bueno... y bello. El teatro, el cante flamenco, la poes�a, la pintura, la buena cocina, la amena charla interdisciplinaria. Fue un hombre leal y tolerante, de los que tanta falta hacen. Su intensa actuaci�n durante la guerra y la confianza que en �l depositaron revela que, adem�s de estas cualidades, fue un hombre profundamente leal a sus principios. Al final de su larga vida fue presidente de la Coordinaci�n de los Institutos de Salud en M�xico y los que colaboramos con �l (delegados cient�ficos de los once institutos del sector salud, entre los que se contaban el de la Nutrici�n, Cardiolog�a, Perinatolog�a, Neurolog�a, Pediatr�a, Psiquiatr�a, etc.), lo recordaremos siempre por su afabilidad y sana actitud acad�mica. Ten�amos la ingrata tarea de juzgar el curriculum de los investigadores que deseaban ingresar o promoverse en alg�n instituto. Don Rafael siempre abogaba por los j�venes. Como una vez comentamos, �l, con sus 83 a�os acuestas, pod�a tener ligeras fallas de memoria inmediata, pero nunca de juicio.

Cuando Rafael decidi� con don Te�filo Hernando salir al extranjero, en 1928, para hacer un posdoctorado, �ste le dijo

Todos los m�dicos espa�oles que ampl�an estudios en el extranjero lo hacen en Alemania [...] en el campo de la fisiolog�a y la farmacolog�a, no se ha explotado la cantera inglesa, que ha dado hombres como Langley, Bayliss, Starling y los farmac�logos Cushny, Dale y Clark. Me gustar�a que pasara usted el verano en Edimburgo con el profesor Clark...


Contin�a Rafael M�ndez relatando su formaci�n como cient�fico

[...] Por consejo de don Juan Negr�n, Severo Ochoa emprend�a similar camino. Fue aceptado en el laboratorio de Noel Paton, en Glasgow, a poca distancia de Edimburgo. Y hacia el d�a 15 de junio sal�amos Ochoa y yo de la Estaci�n del Norte para un viaje que se antoja ahora largu�simo: 24 horas de tren de Madrid a Par�s, otro tren de Par�s al puerto de Calais, un barquito que cruzaba hasta Dover el Canal de la Mancha, otro tren de Dover a Londres y otro m�s, con once horas de viaje de Londres a Edimburgo. �Unas cuarenta horas de tren! Era esa la manera m�s r�pida de hacer el viaje. No hab�a entonces aviones de pasajeros en Espa�a; solamente aviones militares anticuados.


El relato que hace don Rafael del viaje y la llegada a Edimburgo, est� lleno de vida y denota su admirable capacidad de captar y describir la realidad. No puede ocultar su admiraci�n por la extraordinaria facilidad que mostraba el joven Severo Ochoa para comprender y expresarse en lenguas extranjeras.

Figura 1.I. Grupo del departamento de Fisiolog�a del Instituto Nacional de Cardiolog�a en los a�os 40. Sentados de izquierda a derecha: Juan Garc�a Ramos, Eduardo Migliaro, Arturo Rosenblueth, Rafael M�ndez y Ram�n �lvarez-Buylla. De pie, entre otros, Ram�rez de Arellano 4� de izquierda a derecha, Rafael Rubio, 6�, y Ricardo Miledi, 7�.

A las dos semanas de estar en Escocia visit� a Ochoa en Glasgow y algunos fines de semana ven�a �l a Edimburgo o yo me acercaba a Glasgow. En cada uno de nuestros encuentros me asombraba su progreso en la conversaci�n. Entend�a y hablaba mucho m�s que yo. Dos a�os despu�s repetimos la experiencia en Berl�n. En esa ciudad compartimos durante una temporada la misma habitaci�n. Y cuando ya se entend�a �l con soltura en alem�n, comenzaba yo a balbucear el idioma. Pasado el tiempo quedaba yo tambi�n fascinado al o�rlo en una reuni�n cient�fica internacional expresarse con la mayor soltura y casi simult�neamente en ingl�s, en franc�s y en alem�n.


M�ndez hace algunas reflexiones sobre el trabajo de los becados, de cualquier pa�s, en laboratorios de prestigio; reflexiones que hoy siguen teniendo una palpitante actualidad, en relaci�n con el espinoso asunto de la autor�a de trabajos cient�ficos. Dice don Rafael, hablando de su estancia en el laboratorio de Clark:

[...] Termin� grandes series de experimentos, que quedaron con sus protocolos y mis comentarios sobre los mismos en el despacho del profesor Clark; y cu�l no ser�a mi sorpresa cuando seis u ocho meses despu�s, estando una ma�ana en el laboratorio de don Te�filo (Hernando) entr� �l con un ejemplar del Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics que acababa de recibir en su casa. "Miren, miren, el trabajo que hizo M�ndez con Clark ha sido publicado". De estupefacci�n puedo calificar mi estado de �nimo al ver la publicaci�n. El trabajo se titulaba "Antagonism of Adrenaline by Ergotamine" y R. M�ndez era el �nico autor. Ni yo hab�a puesto el t�tulo ni hab�a escrito una sola l�nea del art�culo.


Despu�s don Rafael cita a Walter B. Cannon haciendo lo mismo con un estudiante hispanoamericano, en la universidad de Harvard. �Qu� lejanos estaban todav�a los actuales tiempos del publish or perish!

Rafael M�ndez hace en su libro una vehemente recomendaci�n a los cient�ficos de nuestros pa�ses para que publiquen sus resultados en revistas internacionales (que actualmente est�n casi todas en idioma ingl�s) para que transciendan.

Este recuento de la vida de don Rafael se ha limitado hasta aqu� a su actividad como investigador cient�fico antes de la guerra civil. Pero sucede que la misma persona que comenz� a formarlo como hombre de ciencia, lo lanz� en un momento dado a la pol�tica. �sta fue Juan Negr�n. En su ya citado libro, Caminos inversos, dedica un ap�ndice que titula "Memoria de don Juan Negr�n". En �l nos refiere c�mo form� parte del equipo de estudiantes de fisiolog�a que dirig�a Negr�n. �ste hab�a estudiado la carrera de medicina en Alemania, donde hab�a realizado importantes investigaciones en la fisiolog�a del sistema nervioso aut�nomo, habiendo formado parte del profesorado de la Universidad de Leipzig. Al principio de los a�os 20 regres� a Espa�a e hizo las oposiciones a una c�tedra de fisiolog�a en la Facultad de Medicina de la Universidad, en Madrid, la que gan� con el apoyo decidido en don Te�filo Hernando y comenz� a trabajar en un laboratorio de, una vez m�s, la Junta para la Ampliaci�n de Estudios en la Residencia de Estudiantes. Digo "una vez m�s", porque es curioso, como tambi�n vemos en las vidas de Isaac Costero y Dionisio Nieto, c�mo esta Junta funcion� tan eficazmente y logr� formar un grupo de cient�ficos de primer orden, en una �poca bastante turbulenta en la Espa�a de entonces. El laboratorio de fisiolog�a de Negr�n se llen� de estudiantes, entre los que se contaban, adem�s de M�ndez, Severo Ochoa y J. G. Valdecasas.

En julio de 1936 cambi� dr�sticamente la vida de todos. Durante 32 meses M�ndez, ayudando a su maestro Negr�n, con quien siempre tuvo una actitud de una gran lealtad, ocup� cargos de confianza, entre otros la subsecretar�a de Gobernaci�n. Fue militar; diplom�tico y financiero. Corri� aventuras incre�bles como la que �l llama "La aventura de los Potez". Éstos eran unos seis aviones bombarderos biplanos que el gobierno franc�s, espec�ficamente Le�n Blum, su presidente, enviaba a la Rep�blica espa�ola. Oigamos a M�ndez: "Los Potez se nos antojaban m�quinas infernales. Adem�s del instrumental de bombardeo y de su dotaci�n de peque�as bombas, llevaban dos torretas de ametralladoras que les serv�an de aparato defensivo para combatir con los aviones de caza que los atacaran... yo miraba a esos Potez como si fueran algo m�o." Esto lo dice M�ndez por lo siguiente: "pues resulta que los motores de los Potez necesitaban alimentarse con gasolina tetraetilada y no hab�a en Madrid esa gasolina ni tetraetilo de plomo con que prepararla. Nuestros vetustos aviones militares no requer�an de esa gasolina considerada entonces como 'sofisticada'." El caso es que Negr�n juzg� que las personas indicadas para conseguir el tetraetilo eran M�ndez y Antonio Medinaveitia, "relevante catedr�tico de qu�mica", como dice Rafael. Llegaron a Par�s y se dirigieron a la embajada, donde encontraron a tres ilustres diplom�ticos: Fernando de los R�os, Álvaro de Albornoz y Luis Jim�nez de As�a, quienes les recomendaron dirigirse a la empresa Shell, que no quiso venderles el tetraetilo. Tampoco Air France. Por fin intervino el gobierno franc�s y los mand� a Marsella, en cuyo aeropuerto los esperaba un avi�n monomotor; con su piloto y mec�nico, que los llevar�a a Barcelona y que, adem�s, estaba cargado con el tetraetilo. Y ah� va nuestro joven e incipiente farmac�logo, con sus 30 a�os acuestas a hacer posible que volaran los Potez. Oig�mosle: "De Marsella a Barcelona nos agarr� una fuerte tormenta. Aquel avioncito se mov�a como c�scara de nuez. El cargamento consist�a en cuatro bidones de tetraetilo de unos 50 cm de ancho por 25 de alto. En dos de ellos �bamos sentados Medinaveitia y yo. �l, con aire de preocupaci�n. Le pregunt� si es que le perturbaba el movimiento y me respondi�: "No es el movimiento lo que me preocupa, es que no s�, aunque creo que no, si esta agitaci�n pudiera hacer estallar estos barriles."

Al llegar a Barajas, en Madrid, Medinaveitia se qued� haciendo la mezcla del tetraetilo. Entre los tripulantes de los Potez estaba Andr� Malraux. As� es que, desde luego sin saberlo, nuestro maestro M�ndez, algo tuvo que ver con L'Espoir y Mourir � Madrid.

Mucho m�s tarde, en los �ltimos a�os del franquismo, M�ndez fue un promotor del regreso a Espa�a de los investigadores y profesores universitarios espa�oles del exilio. Esto lo inici� con Fraga Iribarne, a la saz�n ministro de Informaci�n de Espa�a, con quien comenz� una amistad en la que ambos, a pesar de sus obvias discrepancias pol�ticas, estuvieron de acuerdo y lograron la reincorporaci�n a las universidades espa�olas de un buen n�mero de intelectuales refugiados en Am�rica. Ni que decir tiene, que muchos exiliados protestaron esta alianza con un ministro de Franco —yo mismo me qued� boquiabierto—, pero ahora creo que la decisi�n de don Rafael fue desinteresada y acertada. Seguramente contribuy� a limar asperezas y rencores que hubieran hecho m�s dif�cil la transici�n a la democracia de los a�os 70.

Figura 2.I. Chavira, Rosenblueth y J. J. Izquierdo, Primer Congreso Nacional de la Sociedad de Ciencias Fisiol�gicas en 1958.

Se�alaremos dentro de la extensa bibliograf�a de don Rafael M�ndez, diez trabajos fundamentales.

M�ndez, R. "Antagonism of Adrenaline by Ergotamine. J Pharmacol. & Exp. Ther. 32: 451, 1928.

Bogue, J. Y. y R. M�ndez. "The Relation Between Mechanical and Electrical Response of the Frog's Heart." J. Physiol. 69:316, 1930.

M�ndez R. y A. Ravin. "On the Action of Prostigmine on the Circulatory System. J. Pharmacol. & Exp. Ther. 72:80, 1941.

M�ndez, R. "The Use of the Spinal Cat for the Stimation of the Potency of Cardiac Glucosides." Fed Proc. 2.: n�m. 1 marzo de 1942.

M�ndez, R. "Systolic Effect by Sulphydryl Reagents." Science 104:5, 1946.

Zapata, J., E. Cabrera. y R. M�ndez. "An Experimental and Clinical Study on the Effects Procainamide on the Heart." Amer Heart. J. 43:854, 1952.

M�ndez, C. J. Aceves y R. M�ndez. "Inhibition of Adrenergic Cardiac Acceleration by Cardiac Glycosides. J. Pharmacol & Exp. Ther; 131:191, 1961.

M�ndez, R. y E. Kabela. "Beta-rReceptors in Coronary Vessels." The Lancet 1:907, 1966.

M�ndez, R. y E. Kabela. "Cardiac Pharmacology." Annual Rev. Pharmacol 10:291-312, 1970.

Pastelin, G., R. M�ndez, E. Kabela y A. Farah. "The Search for a Digitalis Substitute II Mirinone (WIN-47-203) its Actions on the Heart-lung Preparation of the Dog." Life Sci. 33:1787-1796, 1983.

El n�mero de publicaciones en revistas mexicanas y extranjeras del m�s alto nivel suma 135 en un periodo que va de 1928 a 1991, a�o de su muerte. Es decir, don Rafael mantuvo una productividad cient�fica de primer orden. �Durante m�s de 63 a�os!

�stas son algunas de las posiciones que ocup� don Rafael en su larga vida.

Becario de la Junta para Ampliaci�n de Estudios de Investigaciones Cient�ficas. Madrid, 1927-1930.

Catedr�tico numerario por oposici�n de farmacobiolog�a y terap�utica de la Facultad de Medicina de Sevilla. 1935. Research Associate en farmacolog�a de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, Boston, EUA., 1940-1943.

Profesor de farmacolog�a y jefe del Departamento de Farmacolog�a en la Escuela de Medicina de la Universidad de Loyola, Chicago, EUA., 1943-1947.

Profesor de farmacolog�a de la divisi�n de Estudios Superiores de la Universidad Nacional Aut�noma de M�xico, UNAM, 1947-1969.

Jefe del Departamento de Farmacolog�a. Instituto Nacional de Cardiolog�a. 1947-1990.

Figura 3.I. Primer Congreso Nacional de la Sociedad de Ciencias Fisiol�gicas, en la presidencia est�n de izquierda a derecha los doctores J. J. Izquierdo (tesorero), Fernando Ocaranza, Arturo Rosenblueth (presidente), Efr�n del Pozo (secretario) y Rafael M�ndez.

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