XII. M�S ALL� DE LA GALAXIA

INTRODUCCI�N

MILES de a�os tuvieron que transcurrir para que el hombre supiera que la Tierra no es el centro del Universo, mientras que s�lo fueron necesarios poco m�s de 300 para que se diera cuenta de que el Sol es una estrella m�s entre muchas otras. En los �ltimos 200 a�os comenz� a tomar conciencia de que pod�an existir otros sistemas como el nuestro, pero ha sido �nicamente durante el presente siglo cuando ha podido establecer con certeza que formamos parte de un gigantesco y complejo sistema estelar.

Uno de los problemas m�s interesantes de la astronom�a contempor�nea es tratar de entender c�mo se formaron las galaxias y qu� ha determinado su estructura. Las observaciones muestran que alrededor de 60% de todas las conocidas son espirales, otro 30% son el�pticas y el 10% restante resulta ser de galaxias irregulares. Si se supiera la causa de por qu� esto ha sido as�, se aclarar�an hechos importantes ocurridos en las etapas tempranas de la evoluci�n del Universo. De ah� que muchos astr�nomos se encuentren interesados en el estudio tanto de las propiedades generales de las galaxias, como de las particulares, objetos que, como se ver� en este cap�tulo final, son los constituyentes b�sicos del Universo.

Los avances cient�ficos han ocurrido tan r�pidamente que los astr�nomos comenzaron a investigar lo que hay m�s all� de nuestra Galaxia aun antes de conocer muchas de sus caracter�sticas principales. Este proceso, que apenas comienza, est� mostrando que existen miles de millones de galaxias. Adem�s, por primera vez en la historia humana se empieza a divulgar informaci�n sobre la estructura del Universo a gran escala. Estas investigaciones que nos remontan en el espacio y en el tiempo son las que dan el car�cter de ciencia a la cosmolog�a. Motivadas por la antigua inquietud de la humanidad por entender su papel dentro del cosmos, servir�n para que el conocimiento avance un poco m�s.

LAS GALAXIAS CERCANAS

La adecuada combinaci�n de los grandes telescopios reflectores y las placas fotogr�ficas especialmente fabricadas para la investigaci�n astron�mica, han proporcionado datos seguros que indican la existencia de objetos localizados m�s all� de los l�mites de nuestra galaxia. Los dos m�s pr�ximos son las Nubes de Magallanes que, como ya se ha mencionado, son galaxias de tipo irregular. Ambas son sat�lites de la Galaxia, ya que se encuentran orbitando a su alrededor. Tambi�n se ha comprobado que existe un importante flujo de materia entre ellas y la nuestra.

Estas dos galaxias, que son visibles a simple vista desde el hemisferio sur, fueron descubiertas por los occidentales cuando Fernando de Magallanes, realiz� su viaje alrededor del mundo. A simple vista parecen s�lo unas nubes luminosas, por lo cual poco despu�s de su descubrimiento comenzaron a ser llamadas Nubes de Magallanes.

La m�s grande y cercana es la Nube Mayor (figura 76), que se localiza en direcci�n de la constelaci�n de Dorado. La observaci�n de sus cefeidas ha permitido establecer que su distancia es de 180 000 a�os luz. La Nube Menor se ubica en direcci�n de la constelaci�n del Tuc�n y su distancia es de 200 000 a�os luz.

Las dimensiones de la mayor son del orden de 16 300 a�os luz, valor que comparado con el tama�o de la Galaxia o de Andr�meda, hacen que ese sistema parezca peque�o. Su masa total, que es de 10 000 000 000 de masas solares, equivale solamente a un d�cimo de la masa que hay en el disco de la nuestra.

Aunque la Nube Menor tambi�n es irregular, su estructura es m�s compleja que la de la mayor. Sus dimensiones se estiman en 7 000 a�os luz y su masa es de alrededor de 6 000 000 000 de masas solares.

Por su relativa cercan�a, la observaci�n detallada de estas dos galaxias ha servido para ampliar extensamente diversos aspectos de las teor�as astron�micas actuales, ya que han funcionado como laboratorios para que los astr�nomos estudien en ellas objetos similares a los que hay en nuestra galaxia, pero que por la posici�n que ocupamos en ella son dif�ciles de observar. La m�s reciente situaci�n de este tipo sucedi� en 1987, cuando se descubri� una supernova53[Nota 53] en la Nube Mayor, cuya estrella progenitora hab�a sido estudiada de manera cuidadosa varios a�os antes de que ocurriera su destrucci�n, brindando as�, por primera vez en la larga historia de la astronom�a, datos seguros sobre una estrella que se transform� en supernova. La observaci�n de este objeto ha venido a corroborar diferentes aspectos de las teor�as de evoluci�n estelar, lo que sin lugar a dudas ha enriquecido nuestros conocimientos sobre los complejos mecanismos que act�an en las etapas finales de la existencia de las estrellas.



[FNT 77]

Figura 76. La Nube Mayor de Magallanes.


La Galaxia tiene otros sat�lites, pero al ser menos prominentes que las Nubes de Magallanes es bien poco lo que se sabe de esas galaxias. Recientemente se ha descubierto que a unos 80 000 a�os luz hay una m�s. Su brillo es tan d�bil que para detectarla ha sido necesario emplear los m�s poderosos instrumentos actuales. La masa de esta peque�a galaxia es considerablemente menor que la de las Nubes de Magallanes, por lo que objetos de su tipo son llamados "galaxias enanas". La distancia que nos separa de ella la convierte en la galaxia m�s cercana entre las 11 que orbitan nuestra Galaxia.

EL GRUPO LOCAL DE GALAXIAS

M�s all� de estos objetos puede observarse que existen otras galaxias, que junto con ellos forman un bien definido conglomerado de galaxias que es conocido como el Grupo Local. Hasta la fecha se ha determinado que �ste tiene algo m�s de 30 miembros, entre los que hay galaxias espirales, el�pticas e irregulares. Es probable que al Grupo Local pertenezcan galaxias como NGC 3109, localizada en Carina a unos 554 000 a�os luz, y otra que est� en la constelaci�n del F�nix a casi 6 000 000 de a�os luz. Los miembros del Grupo Local est�n dispersos en diferentes direcciones de un enorme volumen irregular cuyo di�metro se estima en al menos 10 000 000 a�os luz.

Por sus dimensiones y masas, los miembros m�s prominentes de este grupo son Andr�meda y nuestro propio sistema, que junto con M 33 (figura 77) son las tres espirales de este conglomerado. El Grupo Local tambi�n contiene 4 galaxias irregulares y 23 el�pticas del tipo enano. Es posible que adem�s existan otros miembros, pero debido a su bajo brillo superficial y a su lejan�a no han sido identificados todav�a. Tambi�n es posible que el plano y el n�cleo de nuestra galaxia impidan ver algunos miembros m�s. Pero, como quiera que sea, aun cuando se descubran otras galaxias pertenecientes al Grupo Local, �ste no dejar� de ser un conglomerado de pocos miembros, por lo que como c�mulo de galaxias resulta ser m�nimo.

El miembro m�s prominente del Grupo Local es la galaxia de Andr�meda, que por su forma es muy similar a la nuestra. Se encuentra alejada de nosotros �2 200 000 a�os luz! Est� constituida principalmente por gas, polvo y por unos 300 000 000 000 de estrellas. Durante las noches oscuras del verano es visible a simple vista para los observadores del hemisferio boreal, y parece una mancha difusa de coloraci�n blanquecina, ubicada en direcci�n de la constelaci�n de Andr�meda, de donde toma su nombre (v�ase la figura 42).



[FNT 78]

Figura 77. M 33, galaxia espiral de la constelaci�n del Tri�ngulo. Es una de las tres espirales conocidas como grupo local. V�ase la figura 62.

El di�metro de este gigantesco sistema es de 163 000 a�os luz. A partir de observaciones espectrosc�picas se ha determinado que su movimiento la aproxima a la nuestra a una velocidad del orden de 500 km/s. Esta galaxia tambi�n est� siendo orbitada por otras de menor tama�o, como las tres galaxias enanas de tipo el�ptico llamadas Andr�meda I, II y III, as� como por M32 (figura 78), localizada en su vecindad inmediata. Un poco m�s alejada se encuentra NGC205, tambi�n sat�lite de la gran galaxia de Andr�meda (v�ase la figura 70).



[FNT 79]

Figura 78. La galaxia el�ptica M 32, tambi�n sat�lite de la de Andr�meda.

C�MULOS DE GALAXIAS

En 1934 apareci� un art�culo titulado "The Distribution of Extragalactic Nebulae" ("La distribuci�n de las nebulosas extragal�cticas"), donde Hubble present� los resultados de los conteos de galaxias que realiz� utilizando un gran n�mero de placas fotogr�ficas obtenidas con los telescopios de 1.5 y 2.5 metros de di�metro del observatorio de Monte Wilson. En ese importante trabajo identific� de 44 000 galaxias de todo tipo, distribuidas en m�s de 1 000 diferentes direcciones en las 3/4 partes m�s norte�as del firmamento. Excepto en las regiones oscuras del plano gal�ctico, Hubble encontr� galaxias en todas las direcciones de la esfera celeste, y not� que presentaban una tendencia a formar peque�os grupos de dos o tres galaxias (figura 79), aunque tambi�n hall� grupos mayores que pod�an tener cientos de miembros. A estos agrupamientos, ya fueran grandes o peque�os, se les llam� c�mulos de galaxias. Uno de ellos es el Grupo Local.



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Figura 79. Dos galaxias espirales.

El tama�o, la forma, la distribuci�n, la distancia y el n�mero de miembros que tienen los diferentes c�mulos de galaxias var�a grandemente, pero en todos los casos sus constituyentes elementales son galaxias. Algunos llegan a estar formados por miles de ellas. Los m�s cercanos al Grupo Local se encuentran a unos 40 000 000 de a�os luz, mientras que los m�s alejados que ha sido posible observar se encuentran a unos 10 000 000 000, y es muy probable que cuando los telescopios permitan ver m�s lejos observemos todav�a m�s c�mulos de galaxias. En el inmenso volumen que ahora puede observarse con estos instrumentos hay millones de galaxias, lo que sirve para darnos una idea sobre la complejidad del cosmos.

En la direcci�n de la constelaci�n de los Perros de Caza se encuentra uno de los c�mulos m�s pr�ximos al nuestro. Una de sus galaxias prominentes es precisamente la que mostr� a Parsons la existencia de estructuras espirales. Este objeto, que se encuentra a 32 000 000 de a�os luz es M 51, tambi�n conocida como la galaxia del Remolino. Colocada frontalmente a nuestra l�nea de visi�n permite observar con gran detalle sus bien formados brazos espirales, y por su relativa cercan�a ha sido posible estudiar con detalle su estructura (figura 80). Una particularidad muy especial de este objeto es el brazo espiral alargado y algo deforme que la conecta con otra galaxia. Las observaciones cuidadosas han demostrado que, en efecto, la estructura brillante que se encuentra al final de ese brazo es una galaxia, muy probablemente del tipo irregular, y no otro detalle de M 51. Este segundo objeto ha sido denominado NGC 5195. El sistema as� formado es un ejemplo claro de interacci�n entre dos galaxias.

En todos los casos, la causa que mantiene la estructura interna de cada uno de estos colosos c�smicos es la fuerza de gravedad producida por la masa de cada galaxia que los forma. Esta fuerza atractiva hace que se mantengan ligados de manera activa todos los miembros del c�mulo, dando estabilidad din�mica al grupo. Esto es v�lido para sistemas peque�os, como el Grupo Local, o para enormes conglomerados, como los c�mulos de Virgo o de Coma.



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Figura 80. M 51 o galaxia del remolino. En esta imagen tambi�n puede apreciarse la galaxia irregular NGC 5195.

Figura 81. La gigantesca galaxia el�ptica M 87. En la fotograf�a puede verse parte del chorro cósmico que le da un carácter peculiar.

El de Virgo est� formado por unas 2 500 galaxias y se encuentra en direcci�n de la constelaci�n de ese nombre, localizado a 65 000 000 de a�os luz de nosotros. Su di�metro es de unos 10 000 000 de a�os luz. Su miembro m�s destacado es la galaxia el�ptica Messier 87 (figura 81), gigantesco sistema con una masa 500 veces mayor que la de nuestra galaxia. Ese objeto est� siendo muy estudiado, pues adem�s de sus espectaculares dimensiones muestra una actividad poco com�n, su alta emisi�n de rayos X. La energ�a radiada en ese intervalo de longitudes de onda por dicha galaxia corresponde a la cuarta parte del total emitido por todo el c�mulo de Virgo. Otra manifestaci�n de la gran actividad de M 87 es la presencia de un chorro de materia, que partiendo de su regi�n nuclear alcanza 6 500 a�os luz de largo. Aunque desde a�os atr�s se conoc�a la existencia de este chorro c�smico, s�lo muy recientemente ha sido posible registrarlo con detalle, y se ha comprobado que se debe a fen�menos que incluyen energ�as de orden tan grande que s�lo pueden ocurrir en los n�cleos de ciertas galaxias, a las que se ha llamado galaxias activas. En el c�mulo de Virgo tambi�n se localiza la galaxia del Sombrero (figura 82), llamada as� porque su forma parece la de un sombrero de charro. Esta galaxia espiral se ve de canto, y destaca en ella una banda oscura que parece dividirla longitudinalmente en dos, y que se encuentra formada por inmensas nubes oscuras. La masa de la galaxia del Sombrero duplica la de la nuestra. Si pudi�ramos observar la nuestra de la misma manera, presentar�a un aspecto similar a la del Sombrero (v�ase diagrama superior de la figura 74).

El c�mulo de Coma es a�n mayor que el de Virgo. Est� situado a unos 450 000 000 de a�os luz precisamente en direcci�n de la constelaci�n de Coma Berenice (la cabellera de Berenice). En �l se han observado dos de las mayores galaxias conocidas, que han resultado ser del tipo el�ptico.

Otros c�mulos de galaxias de importancia son el de H�rcules (figura 83), localizado a 500 000 000 de a�os luz, el de la Osa Mayor, que dista 1 000 000 000, el de la Corona Boreal, que se localiza a 1400, el del Botero, que est� a 2 500 y el de Hidra, que se sit�a a 3 960 000 000 de a�os luz. Estos son s�lo algunos, pues hay muchos otros m�s.

La compleja interacci�n entre las galaxias de un c�mulo, as� como la manera en que act�an entre s� los diferentes c�mulos constituyen campos de investigaci�n actuales. Hay mucho que aprender sobre el origen y evoluci�n de estas enormes estructuras c�smicas, pues adem�s de su composici�n interna tambi�n hay que comprender c�mo se forman los puentes materiales entre ellos, ya que se ha descubierto que se conectan entre s� por materia que emite fuertemente en la banda de radiofrecuencias, raz�n por la que s�lo con el perfeccionamiento de los radiotelescopios se han podido observar esos fen�menos. Seguramente su estudio ampliar� nuestra comprensi�n del Universo.



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Figura 82. M 104 o galaxia espiral del Sombrero.

Otro problema de gran inter�s en este campo es el estudio de la interacci�n directa que llega a ocurrir entre galaxias de un mismo grupo. En efecto, las fotograf�as muestran que hay casos en que tan gigantescos sistemas est�n chocando entre s�. Ese proceso realmente no afecta a la inmensa mayor�a de las estrellas que pertenecen a las galaxias en colisi�n, ya que por su distribuci�n espacial no sufren interacci�n directa. Sin embargo, no sucede lo mismo con el gas que forma a cada una de las galaxias, pues �ste s� es afectado por la fricci�n o viscocidad generada por el choque de las componentes gaseosas de ambas galaxias, lo que origina un intercambio de energ�a entre ellas. Hasta la fecha es muy poco lo que se sabe sobre c�mo afecta esta interacci�n a cada una de las galaxias.



[FNT 84]

Figura 83. El c�mulo de galaxias de H�rcules. Cada imagen extendida es una galaxia. En esta fotograf�a pueden contarse m�s de 40.

EL UNIVERSO A GRAN ESCALA

Cuando un astr�nomo habla del universo visible u observable se est� refiriendo a la inmensa regi�n espacial que puede estudiar con la ayuda de los m�s grandes y modernos telescopios, y no quiere decir que est� observando los l�mites f�sicos del Universo, pues hasta la fecha no ha sido posible establecer si �ste es finito o infinito.

Evidentemente el universo observable aumenta sus dimensiones conforme los nuevos instrumentos permiten detectar objetos celestes cada vez m�s alejados. En la actualidad, y gracias a la puesta en operaci�n del Telescopio Espacial Hubble, el radio del universo visible alcanza un valor de 14 000 000 000 a�os luz. Estas dimensiones se han determinado observando objetos c�smicos muy lejanos como los cuasares, galaxias en una fase primitiva de su evoluci�n; que son poderosas fuentes de radiaci�n de muy alto brillo, lo que permite observarlas a distancias enormes.

El estudio detallado de la estructura que el Universo presenta a gran escala se ha iniciado hace unos cuantos a�os, y todav�a es muy poco lo que se sabe respecto de ella. Con la ayuda de las computadoras m�s poderosas y utilizando los datos observacionales sobre la localizaci�n de casi un mill�n de galaxias y de los c�mulos de galaxias correspondientes, los astr�nomos est�n elaborando mapas de su distribuci�n en el firmamento. Como resultado de esto se est� obteniendo una estructura realmente compleja, que muestra los c�mulos de galaxias agrupados para formar superc�mulos, que son las mayores estructuras identificables hasta el momento en el Universo. Esos mapas muestran que se encuentra formado por grandes agregados de materia con forma de filamentos y superficies alabeadas que encierran inmensas regiones pr�cticamente vac�as, sin ning�n tipo de galaxias, y sin que hasta la fecha se sepa por qu� ocurren estos fen�menos.

El estudio tanto te�rico como observacional de las caracter�sticas f�sicas actuales del cosmos ha permitido que los astrof�sicos expliquen —al menos en forma general— el origen y evoluci�n del Universo mediante la elaboraci�n de modelos cosmol�gicos.

Un hecho observacional fundamental que debe considerar cualquier modelo de este tipo es que el universo observable en su conjunto est� en expansi�n. En efecto, al medir las velocidades radiales que muestran los espectros de las diferentes galaxias, y al interpretar el desplazamiento de las l�neas espectrales empleando el efecto Doppler, Hubble encontr� en 1929 que �stas se encuentran corridas hacia la regi�n espectral roja, lo que significa que se est�n alejando entre s� a enormes velocidades. Debe mencionarse que en aquella �poca otros investigadores tambi�n trabajaron en la medici�n de las velocidades radiales de las galaxias, pero fue Hubble quien realmente se dio cuenta de que exist�a una relaci�n entre las distancias a las que se encontraban las galaxias y la velocidad a las que �stas se desplazan en direcci�n de la l�nea de visi�n del observador, pues las m�s distantes se alejan m�s r�pidamente. Al aumentar el n�mero de galaxias con velocidades radiales bien determinadas, se ha visto confirmada la validez de esta relaci�n conocida como Ley de Hubble.

Es importante aclarar que este efecto de expansi�n ocurre s�lo a gran escala, y no debe pensarse que el Sistema Solar se est� expandiendo o que la Galaxia en su conjunto sufre este fen�meno. La expansi�n del Universo se da en sus componentes b�sicos, que son las galaxias. Las velocidades de alejamiento o recesi�n que muestran estos objetos son realmente asombrosas. C�mulos de galaxias como algunos de los que hemos mencionado en p�rrafos anteriores se alejan de nosotros a velocidades de miles de kil�metros por segundo. El c�mulo de Virgo tiene una velocidad de recesi�n de 1 200 km/s. El de la Osa Mayor se aleja a 15000 km/s y el de la Corona Boreal lo hace a 22 000 km/s, mientras que la velocidad de recesi�n del c�mulo del Botero es de 39 000 km/s, y el de la Hidra, que est� m�s alejado todav�a, viaja a 61 000 km/s.

Otro hecho observacional de gran importancia que deben considerar quienes intentan explicar el origen y evoluci�n del Universo es la bien establecida existencia de la llamada radiaci�n de fondo, la cual se encuentra uniformemente distribuida en todo el cosmos. Esta radiaci�n, que actualmente tiene una temperatura de 3° Kelvin, es la huella t�rmica de las primeras etapas de formaci�n del Universo.

Tomando en cuenta esos dos importantes hechos, y utilizando otros datos relevantes, los astrof�sicos han construido el llamado modelo de la Gran Explosi�n,54[Nota 54] con el cual intentan explicar c�mo y cu�ndo se form� el Universo. De acuerdo con este modelo, se acepta que hace unos 15 000 000 000 de a�os el Universo se origin� en una violent�sima explosi�n. Este tiempo, que se conoce como edad de Hubble, ha sido determinado partiendo del valor de la velocidad de expansi�n que en la actualidad se ha medido, y suponiendo que ella ha sido constante desde que tuvo lugar el gran estallido.

Seg�n el modelo, en el principio ese universo era en extremo denso y caliente, pues ah� estaba concentrada toda la materia y toda la energ�a. Despu�s de varias etapas, algunas de ellas extremadamente breves (s�lo fracciones de segundo), se formaron primeramente las llamadas part�culas elementales, y posteriormente los �tomos de elementos como el hidr�geno, el helio y el litio, para despu�s de unos 500 000 a�os dar inicio a la formaci�n de las galaxias.

Partiendo de un punto (la singularidad en el espacio) y de un instante inicial (la singularidad en el tiempo), todo comenz� a expandirse, a enfriarse y a evolucionar. Al paso del tiempo la expansi�n ha continuado, as� como el enfriamiento. La radiaci�n de fondo es precisamente un vestigio de ese inicio muy caliente del Universo.

Seg�n estas ideas, el futuro del Universo puede ocurrir de una de estas dos maneras: la expansi�n proseguir� indefinidamente, lo que har� que el Universo se enfr�e completamente, llegando as� a una muerte por congelamiento absoluto; o bien, la expansi�n puede detenerse en alg�n momento como consecuencia de la atracci�n que ejerce la materia contenida en el Universo. Una vez detenida la expansi�n, esa fuerza atractiva dar� origen a un proceso de contracci�n, en todo inverso a la etapa anterior, volviendo as� en escalas de tiempo del orden de los miles de millones de a�os, a concentrarse nuevamente en un punto o singularidad, lo que permitir� el inicio de otra gran explosi�n. La materia oscura ya mencionada es de suma importancia en este tipo de modelos cosmol�gicos, ya que su inconmensurable masa es la que podr�a frenar el estado actual de expansi�n del Universo y revertir ese proceso.

Aunque hay otros modelos que tratan de explicar el origen y la evoluci�n de todo el cosmos, el de la Gran Explosi�n es el m�s aceptado por la mayor�a de los astr�nomos, y el que mejor se ajusta a la evidencia observacional disponible, aunque debe indicarse que �sta es m�s bien pobre. En los �ltimos a�os han surgido variantes de este modelo que intentan superar algunas de sus limitaciones, pero la esencia de ellos es la misma.

COMENTARIO FINAL

Sin lugar a dudas uno de los interrogantes que m�s ha inquietado a la humanidad ha sido entender cu�l es su lugar dentro de la compleja estructura c�smica. Los caminos que el hombre sigui� para buscar respuestas han sido variados y muchas veces conflictivos. La religi�n, la filosof�a y la ciencia han sido los medios de que se ha valido para resolver este interrogante cong�nito. S�lo en los �ltimos siglos la astronom�a le ha brindado respuestas claras sobre este particular. Al mismo tiempo que le ha demostrado que la Tierra no es plana y que no ocupa el centro del Universo, le ha proporcionado elementos que no s�lo le permiten entender su posici�n en el cosmos, sino sacar provecho de ello.

Al alejarlo del centro del Universo no lo ha dejado desprotegido intelectualmente, pues le ha mostrado las enormes potencialidades de su mente, ya que, aunque est� incapacitado f�sicamente para desplazarse por el cosmos, ha sabido encontrar informaci�n que le ha permitido entender la estructura y evoluci�n de un universo inconmensurablemente mayor que �l, tanto espacial como temporalmente. Gracias a este conocimiento ha podido estructurar de manera racional el estudio de la naturaleza, lo que a su vez ha ahuyentado de su vida una compleja serie de mitos y tab�es, haci�ndolo m�s libre y, sobre todo, autocr�tico, condiciones esenciales del conocimiento cient�fico.

Para confirmar lo expresado en los p�rrafos precedentes, mencionaremos que Auguste Comte (1798-1857), el destacado fil�sofo franc�s que con su doctrina positivista intent� sistematizar el estudio de las disciplinas cient�ficas, se�alaba que uno de los problemas que por su propia naturaleza no pueden ser resueltos por el hombre es el de saber de qu� est�n hechas las estrellas, ya que le son inaccesibles. Esta afirmaci�n la hizo s�lo tres d�cadas antes de que los trabajos de Kirchhoff y Bunsen demostraran que s� era posible determinar la composici�n qu�mica de los cuerpos celestes, brindando as� a la humanidad la posibilidad de conocer las caracter�sticas f�sicas de cuerpos que nunca podr� tener en sus laboratorios.

El tiempo transcurrido desde que el mundo del hombre se reduc�a al exterior inmediato de las cavernas que le sirvieron de refugio hace miles de a�os, hasta la actualidad en que ha llegado a comprender que est� inmerso en un diminuto planeta que gira en torno a una estrella que junto con otros miles de millones forman una galaxia que tambi�n es una entre millones, puede parecernos muy largo, pero si se le compara con la duraci�n de los eventos c�smicos que est� estudiando podremos apreciar lo r�pido que ha avanzado en el conocimiento del lugar que ocupa en el Universo.

Para finalizar, es importante destacar que a lo largo del proceso que ha permitido establecer los resultados que se han comentado en este libro han participado muchos m�s pensadores que los que aqu� se han mencionado. Tambi�n han surgido muchas y muy variadas ideas, pero por la naturaleza de este trabajo nos hemos visto restringidos a mencionar lo que se considera de mayor importancia para el tema, sin que ello signifique que es lo �nico que se ha hecho en astronom�a.

Como siempre sucede en el proceso de investigaci�n cient�fica, cuando se encuentran respuestas a problemas espec�ficos surgen otros que obligan a plantear nuevas l�neas de investigaci�n. Este continuo fluir de informaci�n es lo que proporciona vitalidad a la ciencia. En el caso de la astronom�a hemos visto que, al buscar respuesta a preguntas muy antiguas, ha surgido toda una manera diferente de entender el Universo, lo que sin lugar a dudas ha enriquecido nuestras capacidades intelectuales.

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