II.2. ANDR�S VESALIO

Andr�s Vesalio (1514-1564) realmente no pertenece al siglo XVII, pero puede decirse que con �l se inicia la revoluci�n cient�fica, en vista de que se opuso a la milenaria tradici�n gal�nica de conceder la autoridad suprema a los textos, proponiendo en su lugar a la naturaleza como el �ltimo �rbitro de la verdad. En realidad, Vesalio no criticaba a toda la medicina gal�nica, sino solamente a aquellos m�dicos que basaban sus conocimientos de anatom�a en el estudio de las obras pertinentes de Galeno, en vez de aprenderla haciendo personalmente disecciones en cad�veres; adem�s, Vesalio se�al� que parte de la anatom�a de Galeno estaba basada en disecciones de animales. Pero Vesalio se refiri� a Galeno como el "pr�ncipe de los m�dicos" y espec�ficamente se�al� que no quer�a aparecer "desleal con el autor de todas las cosas buenas ni irrespetuoso con su autoridad".

Andr�s Vesalio (1514-1564)

Vesalio estudi� medicina en Padua y se gradu� magna cum laude el 5 de diciembre de 1537, a los 23 a�os de edad; al d�a siguiente fue nombrado explicator chirugiae y empez� a dar conferencias a los estudiantes sobre anatom�a y cirug�a. Para sus demostraciones pr�cticas de anatom�a Vesalio rompi� con la tradici�n y �l mismo hacia sus disecciones, en lugar de confi�rselas a un cirujano; en el curso del a�o siguiente el juez de la corte criminal de Padua empez� a enviarle a Vesalio los cad�veres de los ajusticiados, con lo que progres� r�pidamente en sus estudios anat�micos, d�ndose cuenta de que la anatom�a humana de Galeno estaba realmente basada en animales y adem�s conten�a numerosos errores. En 1543, cuando Vesalio ten�a apenas 28 a�os de edad, apareci� su monumental libro De Humani Corporis Fabrica ("Sobre la estructura del cuerpo humano") un volumen ilustrado profusamente con bell�simas im�genes que todav�a hoy, a m�s de cuatro siglos y medio de su aparici�n, siguen siendo una de las cumbres de la ilustraci�n del conocimiento cient�fico. Casi inmediatamente despu�s de la publicaci�n de su libro Vesalio renunci� a su c�tedra en la Universidad de Padua e ingres� al servicio del emperador Carlos V; cuando �ste abdic� en 1555, Vesalio se qued� en Espa�a, como m�dico de Felipe II, pero en 1564 hizo una peregrinaci�n a la Tierra Santa y en el viaje de regreso muri� en circunstancias oscuras en la isla griega llamada Zanthos o Z�kinthos.

En el pr�logo de su libro, Vesalio describe la situaci�n de la medicina de su tiempo y critica a los m�dicos que han descuidado el estudio de la anatom�a, a los profesores que no hacen disecciones personalmente, y a los que se someten por completo a las ense�anzas de Galeno. Aunque la cr�tica est� dirigida a estos tres grupos en especial, en realidad es aplicable a todo el esquema del pensamiento medieval, basado como estaba en la autoridad inapelable del dogma. La ciencia era imposible mientras la verdad sobre la naturaleza tuviera que buscarse no en la realidad sino en las Sagradas Escrituras, y todo lo que las contraviniera no s�lo era falso sino obra del demonio, por lo que deb�a prohibirse y combatirse con el fuego. Por simple extrapolaci�n, las obras de Galeno se hab�an erigido en el equivalente de las Sagradas Escrituras m�dicas, de modo que lo que Vesalio se abrevi� a hacer fue una herej�a m�dica monumental. Sin embargo, tal herej�a era indispensable como parte de un nuevo m�todo para el estudio de la anatom�a, de un nuevo m�todo para explorar la naturaleza, de un nuevo m�todo cient�fico.



Portada del libro De Fabrica de Andr�s Vesalio, publicado en 1543.

Vesalio escribe con todo el desenfado y la arrogancia, pero tambi�n con la frescura de sus 28 a�os de edad.

He aqu� algunos p�rrafos de su "Pr�logo":
... La deplorable divisi�n del arte del tratamiento introdujo en las escuelas el detestable procedimiento en el que algunos realizan la disecci�n del cuerpo humano y otros presentan la descripci�n de sus partes, estos �ltimos como cuervos trepados en sus altas sillas, con egregia arrogancia eructan cosas que nunca han investigado sino que simplemente han memorizado de los libros de otros, o de lecturas de lo que ya se ha descrito. Los primeros son tan ignorantes de idiomas que son incapaces de explicar sus disecciones a los espectadores y confunden lo que deber�a demostrarse de acuerdo con las instrucciones del m�dico que, como nunca ha usado sus manos en la disecci�n de un cad�ver, desde�osamente capitanea el barco desde un manual. De esta manera todo se ense�a mal en las escuelas, los d�as se gastan en cuestiones rid�culas y, con tal confusi�n, se les presenta menos a los espectadores de lo que un carnicero le podr�a ense�ar a un m�dico en su puesto...
Ellos (los anatomistas contempor�neos) dependen tan firmemente en yo-nos�-que propiedad de los escritos de su l�der que, junto con la falta de pr�ctica en la disecci�n de otros, han reducido vergonzosamente a Galeno a breves compendios y nunca se apartan de �l —si es que alguna vez lo comprenden— ni por el espesor de una u�a. De hecho, en los prefacios de sus libros anuncian que sus escritos est�n totalmente armados con las conclusiones de Galeno y que todo lo de ellos es de �l, agregando que si por casualidad alguien los criticara deber�a considerarse que Galeno tambi�n hab�a sido criticado. Se han rendido de manera tan completa a �l que no hay m�dico que pudiera declarar que alguna vez se hubiera encontrado ni siquiera el m�nimo error, mucho menos que ahora se encontrara, en los libros anat�micos de Galeno —excepto que Galeno frecuentemente se corrige a s� mismo, aludiendo a su negligencia en libros previos y ense�ando lo opuesto en obras posteriores, cuando ya ten�a m�s experiencia— aunque para m� est� bien claro, gracias al renovado arte de la disecci�n, a lecturas diligentes de los libros de Galeno y a su correcci�n en varios sitios —por lo que no nos avergonzamos— que �l nunca disec� un cuerpo humano y que confundido por sus monos (aunque s� tuvo acceso a dos cad�veres humanos ya secos), frecuentemente y de manera inadecuada se opuso a los m�dicos antiguos educados en el arte de la disecci�n...
Ellos (los anatomistas contempor�neos) dependen tan firmemente en yo-no-s�-que propiedad de los escritos de su l�der que, junto con la falta de pr�ctica en la disecci�n de otros, han reducido vergonzosamente a Galeno a breves compendios y nunca se apartan de �l —si es que alguna vez lo comprenden— ni por el espesor de una u�a. De hecho, en los prefacios de sus libros anuncian que sus escritos est�n totalmente armados con las conclusiones de Galeno y que todo lo de ellos es de �l, agregando que si por casualidad alguien los criticara deber�a considerarse que Galeno tambi�n hab�a sido criticado. Se han rendido de manera tan completa a �l que no hay m�dico que pudiera declarar que alguna vez se hubiera encontrado ni siquiera el m�nimo error, mucho menos que ahora se encontrara, en los libros anat�micos de Galeno —excepto que Galeno frecuentemente se corrige a s� mismo, aludiendo a su negligencia en libros previos y ense�ando lo opuesto en obras posteriores, cuando ya ten�a m�s experiencia— aunque para m� est� bien claro, gracias al renovado arte de la disecci�n, a lecturas diligentes de los libros de Galeno y a su correcci�n en varios sitios —por lo que no nos avergonzamos— que �l nunca disec� un cuerpo humano y que confundido por sus monos (aunque s� tuvo acceso a dos cad�veres humanos ya secos), frecuentemente y de manera inadecuada se opuso a los m�dicos antiguos educados en el arte de la disecci�n...
Sin embargo, en este momento no intento criticar las falsas ense�anzas de Galeno, f�cilmente el pr�ncipe de los profesores de la disecci�n; mucho menos deseo ser considerado como desleal al autor de todo lo bueno y como irrespetuoso de su autoridad. Porque recuerdo c�mo los m�dicos en amplia diferencia con los seguidores de Arist�teles —se alteran cuando en una disecci�n anat�mica actual ven que las descripciones gal�nicas son incorrectas en m�s de doscientos aspectos relacionados con la estructura humana y sus usos y funciones, y c�mo durante el examen de las partes disecadas tratan de defenderlo con gran energ�a y aplicaci�n. Sin embargo, hasta ellos mismos, dominados por su amor a la verdad, poco a poco han cedido y ahora ponen m�s fe en sus propios ojos y en su raz�n que en los escritos de Galeno...

El �ltimo p�rrafo del "Pr�logo" de Vesalio a su magna opus tambi�n tiene mucho que ver con el m�todo cient�fico, especialmente con su lucha por establecer un nuevo criterio de verdad, por sustituir a la autoridad oficial, representada en su tiempo por los escritos de Galeno, con la observaci�n personal de la realidad. El p�rrafo se disuelve en alabanzas a Carlos V, pero antes de ellas todav�a se percibe el joven e indomable genio de Vesalio, promoviendo su nuevo m�todo cient�fico. El principio dice as�:
Tengo conciencia de que por mi juventud —actualmente tengo 28 a�os de edad— mis esfuerzos tendr�n poca autoridad; adem�s, debido a mi frecuente indicaci�n de la falsedad en las ense�anzas de Galeno, tendr�n poca protecci�n de los ataques de los que no estuvieron presentes en mis demostraciones anat�micas o que no han estudiado profundamente la materia; se inventar�n distintos y valientes esquemas en defensa de Galeno, a menos de que estos libros aparezcan bajo el auspicio bendito y el gran patronato de alg�n poder divino...


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