III.7. EMMANUEL KANT

Todos sabemos que Kant (1724-1804) vivi� toda su vida en K�nigsberg, una peque�a ciudad situada en la costa del B�ltico, en lo que entonces era Prusia Oriental. Kant primero estudi� filosof�a y teolog�a en la Universidad de K�nigsberg y a los 46 a�os de edad fue nombrado profesor de l�gica y metaf�sica en la misma universidad, puesto que desempe�� por los siguientes 34 a�os. La leyenda se�ala que la realizaci�n de sus h�bitos cotidianos era tan regular que los ciudadanos de K�nigsberg pod�an controlar sus relojes al verlo pasar en su paseo cotidiano, que por cierto s�lo se interrump�a cuando el invierno lo hac�a f�sicamente imposible sin embargo, su rutina se alter� varios d�as cuando estuvo leyendo el Emilio, de Rousseau.

Kant fue un escritor muy prol�fico, pero en relaci�n con el m�todo cient�fico s�lo dos de sus libros son importantes, el famoso Cr�tica de la raz�n pura y el Proleg�menos para cualquier metaf�sica futura, el segundo de estos libros es un intento de simplificaci�n y aclaraci�n del primero. La tesis central de estos dos libros de Kant es que, si bien nada de nuestro conocimiento trasciende a la experiencia, una parte de �l es a priori y no se infiere inductivamente a partir de la experiencia. La parte del conocimiento que es a priori incluye no s�lo la l�gica sino otras �reas que ni caen dentro, ni pueden deducirse, de ella. El t�tulo de su libro, Cr�tica de la raz�n pura, se refiere a los sistemas filos�ficos que pretenden alcanzar el conocimiento en ausencia de datos emp�ricos; una de las frases m�s conocidas de Kant es: "Los pensamientos sin contenido est�n vac�os; las intuiciones sin conceptos est�n ciegas." En donde la palabra "intuici�n" corresponde m�s bien a datos sensoriales o a punto de vista (Anschauung). Kant estaba convencido de que los fil�sofos racionalistas (�l los llama "dogm�ticos") como Leibniz y Descartes, no hab�an hecho contribuciones importantes al avance de la ciencia precisamente porque pretend�an resolver los problemas por medio de la raz�n pura, o sea sin molestarse en abandonar sus c�modos sillones filos�ficos y salir al mundo a enterarse, por medio de sus sentidos, de la realidad. Pero Kant tambi�n estaba impresionado con el hecho de que, a pesar de la demostraci�n de Hume, de que los cient�ficos no pod�an alcanzar certeza en el conocimiento, la ciencia segu�a creciendo saludablemente y avanzando todos los d�as.

Emmanuel Kant (1724-1804) y frontispicio de su libro Kritik der reinen vernunft (1781)

Kant dice que pas� 12 a�os tratando de resolver la pregunta: �C�mo es que son posibles las proposiciones sint�ticas a priori? Sin embargo, cuando tuvo la respuesta tard� unos cuantos meses en escribir su famoso libro, lo que seguramente tambi�n contribuy� a hacerlo tan impenetrable. Pero Kant estaba muy satisfecho con el resultado, como se colige de la siguiente frase, que aparece en el pr�logo de la primera edici�n:
Me atrevo a afirmar que no queda ni un solo problema metaf�sico sin resolver o sin que por lo menos ya se haya proporcionado la llave para su soluci�n.

Y en el pr�logo de la segunda edici�n se compara a s� mismo con Cop�rnico y se�ala que ha llevado a cabo una revoluci�n copernicana en la filosof�a.

De acuerdo con Kant, el mundo exterior s�lo causa la materia de las sensaciones mientras que nuestro aparato mental ordena esta materia en el espacio y en el tiempo y adem�s le agrega los conceptos necesarios para que entendamos la experiencia. Las cosas en s� mismas son incognoscibles, pero Kant se�ala que no est�n ni en el tiempo ni en el espacio, que no son sustancias y que no pueden describirse por medio de las dem�s categor�as; ese extra�o e inaccesible terreno es conocido como noumena, mientras que el territorio al que s� tenemos acceso es el de los fen�menos. El espacio y el tiempo son subjetivos, forman parte de nuestro aparato perceptivo, de modo que ambos son a priori, en el sentido de que forman parte de toda experiencia, pero no son categor�as kantianas sino "intuiciones" (Anschauung en alem�n, como se mencion� antes, significa "punto de vista"). Las categor�as a priori se derivan de la forma del silogismo y son 12 en total, que pueden dividirse en cuatro grupos de tres categor�as cada uno:

1) De cantidad
2) De calidad
3) De relación
4) De modalidad
Unidad
Realidad
Sustancia y accidente
Posibilidad
Pluralidad
Negación
Causa y efecto
Existencia
Totalidad
Limitación
Reciprocidad
Necesidad

Estas categor�as representan patrones o marcos mentales dentro de los que las intuiciones o sensaciones, ya ordenadas en el espacio y en el tiempo, adquieren sentido como objetos. Por ejemplo, cuando percibimos un arco iris, recibimos ciertas sensaciones como amarillo, verde, azul, rojo y otros colores, junto con la sensaci�n de un arco, de luz, etc.; tales sensaciones son incorporadas al tiempo y al espacio, y coordinadas dentro de las categor�as relevantes (unidad, realidad, causa y efecto, existencia y otras) de modo que al final adquieren el aspecto de un arco iris. Como las categor�as son en �ltima instancia las responsables de que nuestros pensamientos sean coherentes, tambi�n son las responsables de la conciencia individual.

De la interacci�n entre las intuiciones y las categor�as a priori Kant propuso su doctrina de los esquemas para alcanzar los principios de la comprensi�n pura. Por ejemplo, una de las categor�as del 4� grupo, necesidad, se traduce en el esquema existencia permanente de un objeto, que a su vez se proyecta en el principio de comprensi�n pura que dice, lo que est� en conexi�n con lo actual est� determinado de acuerdo con las condiciones universales de la experiencia, por lo que es necesario (o como tambi�n podr�a decirse, los fen�menos son necesarios en la medida en que est�n determinados por las condiciones a priori de espacio/tiempo y por las categor�as). Otro ejemplo se refiere a una de las categor�as del grupo 3�, causa y efecto, que se traduce en el esquema causalidad, lo que a su vez se proyecta en el principio de comprensi�n pura que dice, todas las alteraciones se llevan a cabo en conformidad con la ley de la conexi�n de causa y efecto. �sta fue la forma que al final tom� la respuesta de Kant a la cr�tica de Hume a la causalidad. El principio de la causalidad no deb�a buscarse por inducci�n a trav�s de observaciones individuales por la sencilla raz�n de que no est� ah�, sino que es una categor�a a priori, una condici�n necesaria de la experiencia, localizada por Kant en el aparato mental del observador humano, que es totalmente incapaz de concebir fen�menos que no act�en dentro del principio de la causalidad.

Finalmente, conviene mencionar el concepto de los principios constitutivos y reguladores, introducidos por Kant en su dial�ctica trascendental (o epistemol�gica), Despu�s de haber criticado despiadadamente a la raz�n pura, o sea a la metaf�sica, demostrando con sus famosas antinomias (o contradicciones) que en ausencia de experiencia de la realidad la pura celebraci�n pod�a conducir a conclusiones diametralmente opuestas, y de haber destruido las pruebas ontol�gica, cosmol�gica y f�sico-teol�gica, de la existencia de Dios, Kant se decidi�, por razones puramente pragm�ticas, a retener la idea de Dios como un principio regulador. En otras palabras, algunos productos generados por la metaf�sica, como el alma, las causas finales, Dios y otros m�s, aunque no forman parte del conocimiento porque no generan intuiciones o sensaciones, ni son constitutivos de la mente humana (como s� lo son las categor�as), pod�an tener gran utilidad pr�ctica. Por ejemplo, Kant se�ala que en ausencia de Dios ser�a dif�cil hablar de �tica del comportamiento, porque ya no habr�a quien decidiera qu� es lo bueno y qu� es lo malo. De esta manera, aunque la existencia de Dios, del alma y de otros muchos productos de la raz�n pura no pueda demostrarse por medio de discusiones metaf�sicas, conviene aceptarlas a trav�s de la raz�n pr�ctica. Aqu� uno puede preguntarse si el gran tour de force que representa el barroco edificio de la filosofia kantiana realmente vali� la pena el esfuerzo de escribirlo, y el esfuerzo quiz� todav�a mayor de leerlo. Porque casi todo se pod�a haber evitado si en lugar de dividir los principios en constitutivos y reguladores, se hubiera considerado a todos ellos como reguladores; en otras palabras, no hubiera sido necesario criticar a la raz�n pura, sino solamente reforzar la raz�n pr�ctica. Pero tal cuestionamiento no toma en cuenta las caracter�sticas propias de la sociedad prusiana del siglo XVIII, con las modificaciones y detalles peculiares de un pueblo peque�o pero orgullosamente acad�mico como K�nigsberg, ni las idiosincrasias muy personales de Kant. Para algunos cr�ticos del siglo XX, Kant impidi� la entrada de Dios y el alma inmortal por la puerta grande de los principios constitutivos, pero en cambio los dej� colarse por la puerta falsa de los principios reguladores. Todo es cuesti�n de adjetivos, pues lo mismo puede decirse se�alando que Kant estableci� la superioridad del esp�ritu sobre la materia al demostrar que Dios est� m�s cerca de la moral eterna que del conocimiento temporal.

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