IV.4 WILLIAM WHEWELL

El tercer personaje sobresaliente del empirismo del siglo XIX tambi�n es ingl�s. Se trata de William Whewell (1794-1866), uno de los cient�ficos y fil�sofos de la ciencia m�s perceptivos e interesantes de su �poca.

Whewell naci� en Lancaster, en una familia de clase media; su padre era un carpintero acomodado que estuvo en posibilidad de sostener la educaci�n de su hijo, aunque gracias a su talento y competitividad, Whewell tambi�n contribuy� a ella ganando becas no despreciables desde muy joven. Gracias a una de estas becas ingres� al Trinity College, en Cambridge, cuando ten�a 17 a�os de edad; en esta universidad iba a permanecer toda su vida. Estudi� matem�ticas, f�sica, astronom�a y geolog�a, pero tambi�n los cl�sicos griegos y latinos y filosof�a, y hasta gan� un primer premio con un poema. A los 23 a�os de edad fue electo presidente de la Uni�n de Cambridge, una organizaci�n estudiantil que entonces todav�a estaba prohibida, y dos a�os m�s tarde Whewell fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Filos�fica de Cambridge; en 1820 (a los 26 a�os de edad) ingres� a la Real Sociedad de Londres, en reconocimiento a la publicaci�n de su libro Elementary treatise on mechanics ("Tratado elemental de mec�nica"), en el que utiliz� los trabajos de sus colegas de Cambridge: Herschel, Babbage y Peacock, as� como los suyos propios, para modernizar la ense�anza de las matem�ticas e introducir el uso del c�lculo en la f�sica, en sustituci�n del antiguo "rn�todo de las fluxiones". En los a�os siguientes public� otros libros de mec�nica y de mineralog�a, uno sobre la arquitectura de las iglesias alemanas, se orden� sacerdote en la Iglesia de Inglaterra, ingres� a la Sociedad de Geolog�a y fue nombrado profesor de mineralog�a en la Universidad de Cambridge cuando ten�a 34 a�os de edad.

El primer libro que le trajo a Whewell amplio reconocimiento apareci� en 1833 con el t�tulo de Astronomy and general physics considered with reference to natural theology ("Astronom�a y f�sica general en relaci�n con la teolog�a natural") en este volumen pretende demostrar que todos los grandes cient�ficos cre�an en la existencia de un Creador, mientras que los ateos hab�an contribuido poco o nada a la ciencia. La primera edici�n de su obra m�s importante, la History of the inductive sciences ("Historia de las ciencias inductivas"), apareci� en tres tomos en 1837, y apenas tres a�os m�s tarde public� en dos tomos la Philosophy of the inductive sciences (''Filosof�a de las ciencias inductivas"); por si fuera poco, al mismo tiempo en que estaba trabajando en obras tan monumentales, Whewell se dio el lujo de publicar tambi�n una traducci�n al ingl�s del Hermann und Dorothea ("Hermann y Dorotea") de Goethe, en 1839.

Cuando en 1831, a los 47 a�os de edad, Whewell empez� a buscar una casa porque "las habitaciones del colegio no son sitio para los a�os de declinaci�n", su vida cambi� repentinamente gracias a dos acontecimientos inesperados: conoci� y decidi� casarse con Cordelia Marshall, y el mismo d�a de su boda recibi� la invitaci�n para transformarse en el Master (Director) del Trinity College, lo que incluye la ocupaci�n de una residencia en el propio colegio. La pareja vivi� en este sitio hasta 1855, en que la esposa de Whewell muri�; ese mismo a�o Whewell hab�a renunciado a su c�tedra de filosof�a moral, que hab�a ocupado por 17 a�os, convencido de que ya no ten�a nada m�s qu� decir sobre la materia. La doble p�rdida lo sumi� en una depresi�n profunda, de la que finalmente sali� gracias al apoyo de sus muchos amigos, entre los que se contaban Herschel, Sedgwick, Rose, Peacock, Henslow, Kenelm Digby, Worsley y otros intelectuales m�s del Cambridge de ese tiempo. Despu�s de un segundo matrimonio (1858), que le proporcion� a Whewell siete a�os m�s de creatividad filos�fica pero que otra vez termin� con la muerte de su esposa, el �nimo y la salud de Whewell se deterioraron r�pidamente. A principios de 1866 sufri� una ca�da de su caballo que le produjo graves lesiones y muri� pocos d�as despu�s.

Whewell fue un verdadero hombre universal, poseedor de una cultura no s�lo profunda sino sorprendentemente amplia y variada; trabaj� en problemas de matem�ticas, f�sica, astronom�a, geolog�a, cristalograf�a, arquitectura, teolog�a, educaci�n, econom�a pol�tica, historia y filosof�a. Sus investigaciones personales sobre la marea y las olas marinas no s�lo fueron muy bien recibidas en su tiempo sino que hasta hoy son aceptadas; adem�s, tambi�n era un humanista distinguido, conocedor profundo de los cl�sicos (que le�a en sus idiomas originales) y de los principales escritores y ensayistas de su tiempo. Pero tambi�n debe haber sido un h�bil pol�tico y administrador, porque adem�s de ser Master del Trinity College ocup� dos veces la vicepresidencia de la Universidad de Cambridge. Finalmente, Whewell demostr� tener gran punter�a para la nomenclatura cient�fica a �l se deben los t�rminos "ion", "electrodo", "�nodo" y "c�todo" (introducidos por Faraday por sugesti�n de Whewell), las designaciones de "uniformismo" y "catastrofismo" para las respectivas doctrinas geol�gicas, y la palabra "cient�fico", que a partir de su tiempo reemplaz� al "fil�sofo natural" aristot�lico. Como colof�n, no est� de m�s agregar que Whewell tambi�n era sacerdote anglicano militante, que se opuso (por "razones" ideol�gicas, no cient�ficas) al darwinismo de su �poca, a pesar de que buena parte de su propia filosof�a de la ciencia estaba te�ida de "evolucionismo".

Para nuestro prop�sito, Whewell es importante porque, a diferencia de otros empiristas ingleses de su �poca, en vez de pasar por alto las ideas y contribuciones de otros cient�ficos y fil�sofos europeos (alemanes y franceses) a los problemas de su inter�s, los incorpor� a su pensamiento filos�fico. Es a trav�s de Whewell que las principales ideas empiristas baconianas se casan con ciertos conceptos kantianos, especialmente los incluidos en el "idealismo trascendental" del fil�sofo alem�n. Debe reiterarse que Whewell no era ajeno ni a la experiencia cient�fica personal ni al estudio de la historia de la ciencia. Sus libros m�s importantes (escribi� muchos) fueron The history of scientific ideas ("Historia de las ideas cient�ficas"), publicado en 1858, el Novum Organon Renovatum ("Nuevo �rgano renovado"), que apareci� en el mismo a�o y el Philosophy of discovery ("Filosof�a del descubrimiento") que se public� en 1860.

Whewell postul� la existencia de ciertas ideas fundamentales necesarias para el desarrollo del pensamiento cient�fico, aprendidas del estudio de la historia de la ciencia, en contraste con los 12 imperativos categ�ricos de Kant, derivados de la meditaci�n metaf�sica. Tales ideas ser�an "formas generales de comprensi�n, o de relaciones de nuestros conceptos", y funcionar�an de manera muy semejante a las categor�as kantianas guiando, modelando y regulando nuestras sensaciones, d�ndoles coherencia y sentido dentro de la experiencia cotidiana de la realidad. Algunas de estas ideas fundamentales son espacio, tiempo, causa (de varios tipos), realidad externa, polaridad, composici�n qu�mica, afinidad, simetr�a, semejanza, poderes vitales (asimilaci�n e irritabilidad), y otras m�s. No se trata de un esquema fijo y estable, gen�ticamente determinado para el Homo sapiens por toda la eternidad; Whewell concibi� esta faceta de su sistema dentro de una estructura hist�rica, y por lo tanto cambiante y evolutiva. Por la misma raz�n, las ideas fundamentales postuladas por Whewell son la ant�tesis de los principios primarios de Descartes: mientras estos �ltimos representan el punto de partida de la discusi�n filos�fica, las ideas whewellianas son el resultado final del estudio de la historia de la ciencia.

Debe mencionarse tambi�n que Whewell consideraba la discusi�n entre cient�ficos y fil�sofos como esencial e indispensable para la identificaci�n y definici�n de las ideas fundamentales; lo que se estar�a discutiendo no ser�an conceptos vac�os, sino los resultados obtenidos durante la investigaci�n experimental. Aqu� Whewell revela un grado sorprendente de ingenuidad hist�rica, al proyectar a todo el mundo futuro la situaci�n completamente excepcional de su �poca y de su medio acad�mico, aumentada por su propia: condici�n de sujeto poseedor de una cultura poco com�n. En cambio, su insistencia en el valor de la dial�ctica dentro de la comunidad informada lo identifica como un precursor de la tendencia sociol�gica de los estudios sobre problemas cient�ficos, que hoy disfruta de un papel tan predominante en la filosofía de la ciencia. Pero Whewell era un ciudadano del siglo XIX, totalmente imbuido de las ideas del progreso y del inevitable car�cter superador de la ciencia. De ah� se derivan sus dos conceptos centrales sobre el m�todo cient�fico, la conciliaci�n de las inducciones y la coligaci�n de las observaciones.

Estos dos procedimientos s�lo tienen de nuevo el nombre, en vista de que han sido utilizados desde tiempo inmemorial: la conciliaci�n de las inducciones es lo que ocurre cuando fen�menos tan aparentemente distintos como los movimientos de los planetas, las olas del mar y la ca�da de las manzanas, se explican a partir de la teor�a newtoniana de la gravitaci�n universal. En este respecto, Whewell se�ala:
La conciliaci�n de las inducciones ocurre cuando una inducci�n derivada de una clase de hechos coincide en otra inducci�n obtenida de una clase diferente. Tal conciliaci�n demuestra la verdad de la teor�a en la que ocurre.

Por otro lado, la coligaci�n de las observaciones sobreviene cuando se combinan para establecer nuevos hechos, a trav�s del sentido o significado que adquieren por medio de las ideas fundamentales. Whewell insiste en considerar la mente como un agente activo en el proceso de generaci�n del conocimiento, en una postura muy kantiana y adem�s claramente opuesta a la de los empiristas seguidores de Locke, quienes como ya hemos se�alado postulaban un papel puramente pasivo al entendimiento humano, de receptor m�s o menos fiel de las sensaciones, pero nada m�s. Un ejemplo de coligaci�n usado por Whewell result� tener importancia ulterior en su sonada controversia con Mill; se trata de la combinaci�n de las observaciones realizadas por Tycho Brahe sobre las posiciones de Marte (que son los hechos) con el concepto general de elipse (que es la contribuci�n de la mente), gracias a lo cual Kepler concluy� que el movimiento de Marte alrededor del Sol describe una elipse. Mill opinaba respecto al procedimiento de Kepler que se trataba de una simple "descripci�n", en lugar de una "inducci�n", porque los distintos hechos que se hab�an conjuntado se refer�an todos a relaciones espaciales, mientras que en las inducciones verdaderas deben agregarse observaciones sobre otros conceptos, como los de n�mero, tiempo, causa, etc. En 1849 Whewell public� un folleto de 44 p�ginas con el t�tulo Sobre la inducci�n, con especial referencia al sistema de l�gica del Sr J. Stuart Mill, en donde critica con gran tino no s�lo la peculiar interpretaci�n de Mill al trabajo espec�fico de Kepler, sino buena parte de todo el sistema del eminente fil�sofo victoriano, incluyendo sus famosos c�nones de la inducci�n. A este respecto, Whewell se�ala lo siguiente:

Sobre estos m�todos, el comentario obvio es que dan por aceptado precisamente lo que es m�s dif�cil de descubrir, la reducci�n de los fen�menos o f�rmulas como las que se nos presentan. Cuando se nos ofrece cualquier grupo de hechos complejos, como por ejemplo... los movimientos de los planetas, o de los cuerpos cayendo libremente, o de los rayos refractados, o de los movimientos c�smicos, o del an�lisis qu�mico; y cuando en cualquiera de estos casos deseamos descubrir la ley de la naturaleza que los gobierna, o si se desea formular de otra manera, la caracter�stica que todos ellos tienen en com�n, �en d�nde vamos a buscar nuestros A, B y C y a, b y c? La naturaleza no nos presenta los casos de esa manera, y �c�mo es que vamos a reducirlos a esa forma?

Es interesante que la lectura de esta controversia (naturalmente, con la mentalidad filos�fica de fines del siglo XX, o sea casi 150 a�os despu�s de ocurrida) deja la impresi�n de que Whewell ten�a los mejores argumentos, o quiz� ser�a m�s descriptivo decir que las ideas de Wheweil son m�s afines a las que hoy nos parecen m�s razonables, o sea que las observaciones adquieren significado s�lo en funci�n de las teor�as que se lo confieren. Y sin embargo, las ideas de Mill fueron mucho m�s importantes en su tiempo que las de WheweIl, quien hasta hace unos 30 a�os s�lo era conocido por unos cuantos expertos historiadores ingleses de la ciencia.

Para Whewell, la investigaci�n cient�fica se inicia con el an�lisis minucioso de los conceptos o ideas fundamentales, as� como de las observaciones o hechos, que se consideran relevantes en relaci�n con un problema espec�fico. Naturalmente, este primer paso debe ser precedido por otros, cuyas funciones son decidir los criterios de la mencionada relevancia y filtrar, a trav�s de ellos, al universo casi infinito de todos los conceptos y hechos conocidos, actual o potencialmente. Sobre estos pasos previos, que Whewell reconoce como importantes, sus escritos no son muy precisos y en ninguna parte nos dice c�mo llevarlos a cabo, aunque s� los bautiza como la "Descomposici�n de los hechos". Lo que sigue es la famosa coligaci�n de los hechos, que involucra la selecci�n de las ideas apropiadas, la construcci�n de los conceptos y la determinaci�n de las magnitudes. En esta etapa no se se�alan l�mites al uso de hip�tesis, que se reconocen como elementos creativos y por lo tanto no sujetos a reglas generales. Whewell se�ala lo siguiente:
El descubrimiento de principios generales a partir de hechos espec�ficos se realiza, al menos com�nmente, y con mayor frecuencia de lo que parece al principio, por medio del uso de una serie de suposiciones o hip�tesis que se revisan en r�pida sucesi�n y entre las que pronto se detecta la que conduce a la verdad; cuando se identifica, tal hip�tesis se sostiene con firmeza, se verifica y se sigue hasta sus �ltimas consecuencias. En la mente de la mayor�a de los descubridores este proceso de invenci�n, prueba, y aceptaci�n o rechazo de la hip�tesis ocurre con tal rapidez que no es posible reconocer sus distintas etapas sucesivas; sin embargo, en algunos casos s� es posible, y entonces tambi�n se observa que otros ejemplos de descubrimientos no difieren esencialmente de ellos.

El proceso contin�a con la confrontaci�n de las predicciones derivadas de las hip�tesis con la realidad, por medio de observaciones o experimentos, la coligaci�n de hechos y la conciliaci�n de inducciones. En la medida en que las hip�tesis se confirman por esos procedimientos van adquiriendo el status de verdades comprobadas.

Para concluir esta etapa de nuestro examen del m�todo cient�fico a trav�s de la historia, conviene se�alar que fueron los empiristas del siglo XIX los que m�s se preocuparon por examinarlo y, de acuerdo con sus luces, describirlo. Con ellos, la b�squeda de El m�todo cient�fico no llega a su fin, pero casi. Los empiristas son el antecedente inmediato del �ltimo movimiento filos�fico que pretendi�, ya en pleno siglo XX encontrar una estructura unitaria como fundamento de toda actividad cient�fica. Me refiero al positivismo, tendencia decimon�nica que en nuestro siglo gener� varias escuelas relacionadas entre s�, como el empirismo l�gico, el pragmatismo, el operacionismo, el positivismo l�gico, el instrumentalismo y otras m�s, que ser�n objeto de atenci�n en los siguientes cap�tulos.

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