VI.3. RUDOLF CARNAP

Quiz� la figura filos�fica m�s sobresaliente del C�rculo de Viena fue Rudolf Carnap (1891-1970), quien naci� en Ronsdorf, en el noroeste de Alemania, en el seno de una familia de "humildes tejedores". Despu�s de terminar el Gymnasium en Barmen, estudi� en las universidades de Freiburg y Jena de 1910 a 1914, especializ�ndose en f�sica, matem�ticas y filosofía; uno de sus profesores en Jena fue Gottlob Frege, quien junto con Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, probablemente ejerci� la m�s poderosa influencia en su desarrollo intelectual. Al declararse la guerra, Carnap interrumpi� sus estudios, se enlist� en el ej�rcito alem�n y pele� durante cuatro a�os, hasta el mismo d�a del armisticio. De regreso en Jena, termin� su carrera y se doctor� en filosof�a en 1921 con una tesis titulada "El espacio: una contribuci�n a la teor�a de la ciencia", que ya contiene algunos elementos fundamentales de su filosof�a, entre otros la tendencia a considerar las controversias filos�ficas como debidas a la falta del an�lisis l�gico de los conceptos empleados, as� como el compromiso con un empirismo de base, apoyado en los m�todos m�s avanzados de la l�gica y las matem�ticas. En esos tiempos Carnap tambi�n estaba influido por el convencionalismo de Poincar�. De Jena, Carnap viaj� a Freiburg con una beca para continuar sus estudios, y ah� permaneci� por los siguientes cinco a�os; durante su estancia en Jena hab�a le�do el Principia Mathematica de Russell y Whitehead, as� como los trabajos ulteriores de Russell sobre la teor�a del conocimiento; sin embargo, en Freiburg no pudo encontrar una copia de los Principia y como no ten�a dinero para comprarse una nueva, le escribi� a Russell pregunt�ndole d�nde podr�a conseguir una copia usada de su obra. La respuesta fue una carta de 36 p�ginas en la que Russell condens� todas las definiciones en que se basan las conclusiones m�s importantes de su monumental libro. Con este tesoro, Carnap pudo terminar su texto Elementos de l�gica matem�tica en 1924, aunque no se public� hasta 1929.

Dos a�os m�s tarde, Carnap acept� una invitaci�n de la Universidad de Viena para fungir como instructor (Privatdozent) de filosof�a, posici�n en la que permaneci� por los siguientes cinco a�os; adem�s de ingresar al C�rculo de Viena y de convertirse en uno de sus miembros m�s asiduos e importantes, en ese lapso Carnap public� su famoso libro La construcci�n l�gica del mundo. De este volumen Ayer dice lo siguiente:
Un trabajo inmensamente ambicioso que refleja, igual que todas las otras obras de Carnap, enorme labor y muy grandes logros te�ricos, y que adopta el punto de vista que llam� solipsismo metodol�gico. El uso del t�rmino "metodol�gico" fue claramente intencionado: pretend�a inhibir las discusiones sobre problemas epistemol�gicos a los que seguramente dar�a cabida la elecci�n de una plataforma solipsista.

Todos los que hemos le�do el famoso Aufbau, de Carnap estaremos de acuerdo en que se trata de un tour de force filos�fico, la culminaci�n de un programa iniciado por Russell, que partir�a de las bases emp�ricas m�s simples y que crecer�a l�gicamente hasta alcanzar la descripci�n definitiva de nuestro conocimiento de la realidad; en otras palabras, la presentaci�n de un programa fielmente empirista, apoyado no s�lo en el atomismo l�gico de Russell sino en el fenomenismo de Mach. La diferencia principal era que, si bien Mach plante� a las sensaciones y los pensamientos como dados, y su preocupaci�n fue analizarlos en b�squeda del mecanismo por el que las sensaciones generan a los pensamientos, Carnap no supuso que su empresa tuviera mucho que ver con procesos psicol�gicos. M�s bien se trataba de una reconstrucci�n racional, de la descripci�n esquem�tica de un procedimiento imaginario, consistente en pasos espec�ficos, prescritos racionalmente; adem�s, influido por los psic�logos partidarios del movimiento Gestalt, que postularon que las experiencias no se registran como la suma de muchas sensaciones individuales sino como paquetes integrados, Carnap propuso que los componentes de las percepciones son experiencias instant�neas totales, en lugar de datos sensoriales aislados. De todos modos, las unidades aceptadas por Carnap para construir la estructura l�gica del mundo no fueron las experiencias elementales sino las semejanzas y diferencias que reconocemos entre ellas; es decir, no son los hechos mismos sino las relaciones que percibimos entre ellos las que se encuentran en la base de todo el edificio carnapiano. Naturalmente, las semejanzas pueden reconocerse entre m�s de dos experiencias elementales, lo que permite identificar "c�rculos de semejanza" que a su vez pueden coincidir o superponerse en parte, con lo que Carnap introdujo su concepto de la "clase cualitativa", definido como sigue:
Una clase k de experiencias elementales se convierte en una clase cualitativa cuando k est� contenida totalmente en cada c�rculo de semejanza que contiene por lo menos la mitad de ella y si, para cada experiencia elemental x que no pertenece a k, existe un c�rculo de semejanza que contiene a k y al que x no pertenece.

No voy a continuar resumiendo la construcci�n l�gica del mundo seg�n Carnap por varias razones: en primer lugar, Carnap mismo se apart� de sus ideas b�sicas en escritos ulteriores; en segundo lugar, no hay sitio en la teor�a carnapiana del conocimiento para la contribuci�n del investigador a la estructura del universo, o sea que Kant queda excluido y prevalece el concepto de Locke, de la mente humana como tabula rasa, con la salvedad de que puede reconocer y recordar semejanzas y diferencias entre experiencias elementales; en tercer lugar, como todo verdadero empirista, Carnap se encuentra muy pronto con el problema de la inducci�n y no hace nada con �l. Seg�n Oldroyd:
Con base en su tremendo esfuerzo junto con su alto grado de ingenio filos�fico, el sistema de Carnap ciertamente convoca tanto nuestra atenci�n como nuestra admiraci�n. La construcci�n l�gica del mundo fue una verdadera tour de force; pero me permito sugerir que, considerada globalmente, no tuvo mucho sentido. El mismo Carnap la identific� abiertamente como un ejeniplo de "reconstrucci�n racional", sin duda interesante como ejercicio intelectual, pero sin relaci�n alguna con la manera como realmente pensamos acerca del mundo o de nosotros mismos. Para averiguar esas cosas se requiere la ciencia de la psicolog�a. Adem�s, la empresa de Carnap no tuvo ni atractivo ni aplicaci�n para los investigadores cient�ficos.

En el mismo a�o en que apareci� La construcci�n l�gica del mundo (1928), Carnap public� otro peque�o volumen con el largo pero expl�cito t�tulo de Seudoproblemas en filosof�a: otras mentes y la controversia del realismo. En este texto Carnap ya se muestra profundamente influenciado por Wittgenstein, en vista de que abandona su postura previamente neutra respecto a la metaf�sica y se convierte en su principal y m�s importante enemigo. A partir de esa �poca, los problemas metaf�sicos generales, y especialmente la controversia entre idealismo y realismo, se identificaron como seudoproblemas. Las ideas de Carnap prevalecieron en el C�rculo de Viena y hasta persuadieron a Schlick (quiz� no completamente) de abandonar su persistente realismo. El concepto de seudoproblema filos�fico influy� en otros fil�sofos de la ciencia y nunca estuvo ausente de los escritos ulteriores de Carnap, cuando se interpretan de acuerdo con lo que este autor identificaba como el "principio de la verificabilidad" de Wittgenstein. Como ya se�alamos anteriormente, este principio no ocurre como tal en ninguno de los textos del pensador austriaco, pero tambi�n es cierto que en ellos no hay nada que se oponga a �l. El principio de la verificabilidad establece que el significado de una proposici�n est� dado por las condiciones de su verificaci�n y que tal proposici�n s�lo es cierta cuando es verificable en principio. En t�rminos m�s generales, la teor�a espec�fica que las palabras adquieren significado s�lo cuando satisfacen ciertas condiciones emp�ricas, directas o indirectas; Carnap incluy� adem�s a algunas expresiones ling��sticas y matem�ticas, que no poseen contenido objetivo, en vista de que se relacionan con la estructura de los lenguajes en los que se expresan las proposiciones emp�ricas. Pero todas las otras proposiciones deben descartarse, en vista de que no tienen significado; esto incluye a la inmensa mayor�a o a todas las proposiciones metaf�sicas, �ticas y est�ticas. Carnap sugiere que los problemas formulados en estas �reas s�lo pueden responderse por medio de proposiciones sin significado, y por lo tanto se trata de seudoproblemas. El concepto de los seudoproblemas fue adoptado por los positivistas l�gicos del C�rculo de Viena como uno de sus principales arietes en contra de la metaf�sica.

Frontispicio del libro An introduction to the philosophy of science, de Rudolf Carnap (1891-1970, foto), editado por Martin Gardner, que contiene un resumen de muchas de las ideas del fil�sofo positivista.

Otro aspecto del positivismo l�gico de Carnap, que por cierto este autor adopt� de Neurath, fue su postulado de la unidad de todas las ciencias; de acuerdo con este postulado, los protocolos de todas las ciencias (f�sicas, biol�gicas y sociol�gicas) pueden y deben expresarse, en �ltima instancia, en forma de enunciados cuantitativos de puntos definidos de espacio-tiempo. En otras palabras, Carnap surgi� como el m�s articulado defensor de una vieja postura filos�fica en la ciencia, el reduccionismo, que pose�a una antigua tradici�n (apoyada en todos los opositores de Arist�teles, que no eran pocos), una fuerte presencia en su tiempo (los antivitalistas, que eran legi�n), y un futuro repleto de �xitos sensacionales, como la biolog�a molecular y la ingenier�a gen�tica, que son fluorescentes realidades actuales. Naturalmente el reduccionismo de Carnap se enfrent� a corrientes tanto directamente opuestas como tangencialmente distintas, cuyo contenido, impacto y vigencia no voy a examinar aqu�. Lo que s� mencionar� es el hecho hist�rico de que en 1938 se public� en Chicago el primer volumen de la Enciclopedia universal de la ciencia unificada, editado por Neurath y con colaboraciones del editor, de Neils Bohr, Rudolf Carnap, John Dewey, Charles W. Morris y Bertrand Russell. En este volumen Carnap contribuy� con un art�culo titulado "Logical Foundations of the Unity of Science" (Bases l�gicas de la unidad de las ciencias") en donde plantea las tesis principales del empirismo l�gico, que han sido admirablemente resumidas por Salmer�n en las seis siguientes: 1) La l�gica de la ciencia prescinde del contexto social (hist�rico o psicol�gico) del historiador. 2) La distinci�n entre ciencias emp�ricas y formales es de contenido, no de concepto. 3) Las ciencias emp�ricas constituyen un todo continuo, que va desde la fisica hasta la sociolog�a, y que incluye no s�lo a los hechos sino a las leyes. 4) No hay ciencias emp�ricas diferentes que tengan fuentes de conocimiento diferentes o usen m�todos fundamentalmente distintos, sino divisiones convencionales para prop�sitos pr�cticos. 5) El progreso de la ciencia es un avance en los niveles de exactitud pero, sobre todo, de reducci�n. 6) Las leyes cient�ficas sirven para hacer predicciones; en esto consiste la funci�n pr�ctica de la ciencia.

Salmer�n comenta estas seis tesis como sigue:
El esfuerzo contenido en los seis pasajes numerados no pretend�a, por supuesto, la constituci�n de una disciplina de car�cter especulativo que, por encima de las ciencias especiales, legislara sobre la forma en que �stas deber�an cumplir su trabajo. Se presentaba solamente como el an�lisis descriptivo de una estructura l�gica, cuyos rasgos unitarios permit�an comprender la forma de operar de la investigaci�n cient�fica en su trato con la experiencia y, como consecuencia la organizaci�n de las disciplinas y de sus relaciones. Sin embargo, muchas condiciones contribuyeron a frustrar aquel prop�sito: entre ellas, la limitaci�n impuesta por el modelo elegido como ciencia ejemplar; la postulaci�n de una meta de unidad, que la marcha de la investigaci�n no ha logrado todav�a confirmar; y el rechazo de una manera de entender la teor�a, en el sentido de contemplaci�n del mundo, que en la tradici�n filos�fica siempre ha implicado la continuidad entre la teor�a pura y la pr�ctica vivida.

Carnap introdujo algunas modificaciones a los principios positivistas de la verificabilidad y del reduccionismo, para hacer frente a ciertas cr�ticas de Popper y para acercar m�s su sistema al verdadero car�cter de la pr�ctica de la ciencia. En relaci�n con la verificabilidad, Carnap acept� la cr�tica de Popper, de que las hip�tesis cient�ficas nunca pueden verificarse completamente por medio de la observaci�n, y la cambi� por el principio de la confirmaci�n. De acuerdo con este principio, las hip�tesis pueden ser m�s o menos confirmadas, o desconfirmadas, por los datos observacionales. Pero adem�s, Carnap distingui� entre la confirmabilidad, y la noci�n m�s fuerte de "experimentalidad". Una proposici�n es confirmable si existen registros de observaciones que la confirmen o desconfirmen, y una proposici�n confirmable es tambi�n experimentable cuando podemos definir y realizar a voluntad experimentos que conduzcan a su confirmaci�n. De lo anterior se desprende que una proposici�n dada puede ser confirmable sin ser experimentable (como cuando sabemos que la observaci�n de un grupo de eventos la confirmar�a pero no es posible realizar los experimentos pertinentes), mientras que todas las proposiciones experimentables tambi�n son confirmables. Respecto al reduccionismo, Carnap relaj� la exigencia de que un s�mbolo siempre sea equivalente a otros s�mbolos, a que s�lo lo sean en ciertas circunstancias; el resultado es que reconoci� dos tipos de proposiciones cient�ficas, unas que llam� definiciones y que si son reducibles, y otras que llam� reducciones y que no lo son. En las definiciones siempre es posible sustituir el nuevo s�mbolo por medio de otros s�mbolos equivalentes, mientras que en las reducciones esto ya no es posible; en vista de que muchos t�rminos cient�ficos, seg�n Carnap, son reducibles pero no definibles, no es posible sostener la exigencia de que se logre una traducci�n de cada proposici�n cient�fica al mismo lenguaje de la f�sica.


El volumen 1 de la Universal Encyclopedia of Unified Science, publicado en 1938.

�Qu� fue de todas estas espl�ndidas teor�as y r�gidas formulaciones del m�todo cient�fico, en la generaci�n anterior a la nuestra? La pregunta no es esot�rica, pero su respuesta debe esperar a la descripci�n y el an�lisis de las ideas de Reichenbach y de la Escuela de Berl�n.

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