VII.5. KARL R. POPPER

Ning�n escrito relacionado con la filosof�a de la ciencia contempor�nea estar� completo si no menciona y discute, preferiblemente de manera conspicua y extensa, el pensamiento de Karl R. Popper (1902-1997), quien no s�lo ha sido la figura m�s influyente y respetada en el campo en la segunda mitad del siglo XX, sino tambi�n la m�s discutida (junto con Kuhn, de quien nos ocuparemos en el pr�ximo cap�tulo). Popper naci� en Viena a principios del siglo, en el seno de una familia jud�a cuyo jefe (el padre de Popper) era un distinguido abogado; en su juventud estudi� en la Universidad de Viena y se enrol� con entusiasmo en el marxismo, al grado de desempe�arse como obrero manual por un breve periodo. Cuando se desilusion� del marxismo y adopt� el socialismo, trabaj� como profesor de escuela; esos eran los tiempos en que se iniciaba el C�rculo de Viena, con el que Popper tuvo numerosos contactos pero al que nunca perteneci�. Con la emergencia del nazismo Popper abandon� Austria y primero vivi� en Nueva Zelanda en donde fue profesor de filosof�a en el Colegio Canterbury, en Christchurch. Durante la guerra, Popper escribi� su justamente famoso libro La sociedad abierta y sus enemigos, una andanada vigorosa y pol�mica en contra de las ideas pol�ticas de Plat�n, Hegel y Marx, en quienes identifica los g�rmenes y la justificaci�n filos�fica del autoritarismo, del totalitarismo y del nazismo, basados en la supuesta capacidad del historicismo (otra de sus bêtes noires) para hacer predicciones v�lidas a partir de patrones uniformes de reiteraci�n, lo que servir�a para influir en las creencias y el comportamiento de la gente. Al t�rmino de la guerra, Popper emigr� a Inglaterra, en donde ha vivido desde entonces. Durante muchos a�os fue profesor de l�gica y metodolog�a de la ciencia en la Escuela de Econom�a de Londres, de la que sigue siendo profesor em�rito.

Popper ha sido extraordinariamente productivo, no s�lo en cuanto a trabajos y obras publicados sino en cuanto a ideas originales expuestas con cierta reiteraci�n pero tambi�n con documentaci�n exhaustiva, estilo literario directo y sin adornos, y vigor extraordinario, a veces hasta cercano al dogmatismo, sobre todo en sus discusiones con Kuhn. Su primer libro, La l�gica de la investigaci�n ("Logik der Forschung"), publicado cuando apenas ten�a 33 a�os de edad (1935) y su mundo se estaba desintegrando, contiene la mayor parte de sus ideas m�s importantes sobre filosof�a de la ciencia, muchas ya claramente definidas y otras apenas esbozadas. Sus dos libros siguientes fueron resultado de su "participaci�n en la guerra" el ya mencionado: La sociedad abierta y sus enemigos, publicado en 1945, y La miseria del historicismo, aparecido 12 a�os m�s tarde), pero en 1963 public� Conjeturas y refutaciones, el volumen m�s importante para nuestro tema, y en 1972 apareci� El conocimiento objetivo una �til colecci�n de ensayos y comentarios sobre los mismos temas e ideas del volumen previo, pero que ya no agrega conceptos nuevos sobre metodolog�a cient�fica y filosof�a de la ciencia. A partir de 1972, Popper ha publicado cinco libros m�s (entre ellos una autobiograf�a y otro en colaboraci�n con John Eccles), pero ya no ha habido cambios significativos en sus principales posturas filos�ficas en relaci�n con la ciencia.

En 1919, el muy joven Popper (ten�a 17 a�os de edad) asisti� a Viena a una conferencia dictada por el ya no tan joven Einstein (de 40 a�os de edad) y qued� deslumbrado por la nueva f�sica que promulgaba el gran iconoclasta; recordemos que en ese mismo a�o Eddigton dio a conocer la primera confirmaci�n observacional de la teor�a general de la relatividad. Popper compar� entonces el �xito predictivo de las ideas de Einstein, alcanzado en condiciones de muy alto riesgo, con la situaci�n de las otras tres teor�as cient�ficas importantes en ese momento en su medio: la teor�a de la historia de Marx, la teor�a del psicoan�lisis de Freud y la teor�a de la psicolog�a individual de Adler. Lo que encontr� Popper hace casi 60 a�os lo sabemos todos hoy: en la f�sica de Einstein las predicciones se formulaban de tal manera que la opci�n de no cumplirse era real, mientras que en las otras teor�as "cient�ficas" mencionadas, hab�a explicaciones para cualquier clase de resultados; en otras palabras, ning�n tipo posible de experiencia era incompatible con las otras tres teor�as "cient�ficas", que estaban preparadas para absorber y explicar cualquier resultado, incluyendo los contradictorios. Fue en esa �poca cuando Popper concluy� que la manera de distinguir a la ciencia verdadera de las seudociencias (el criterio de demarcaci�n) es precisamente que la primera est� constituida por teor�as susceptibles de ser demostradas falsas poniendo a prueba sus predicciones, mientras que las segundas no son refutables; en otras palabras, la irrefutabilidad de una teor�a cient�fica no es una virtud sino un vicio, ya que la identifica como seudocient�fica.

Karl R. Popper

En 1923, Popper se interes� en el llamado problema de la inducci�n, derivado del planteamiento de Hume, quien como ya hemos mencionado (cap�tulo III, p.96) neg� que estuviera basada en una necesidad l�gica y atribuy� su popularidad entre fil�sofos y cient�ficos a la costumbre o expectativa surgida de la reiteraci�n de secuencias de fen�menos. Las tendencias en la filosof�a de la ciencia m�s importantes en la segunda d�cada de este siglo (el empirismo tipo Mill y el positivismo l�gico) se basaban en la validez de la inducci�n, por lo que Popper consider� que hab�an llegado a un impasse y que la �nica forma de reorientarlas eran fundament�ndolas no en los mecanismos usados para generar teor�as sino m�s bien en los m�todos para ponerlas a prueba. Pero siguiendo su criterio de demarcaci�n, Popper sugiri� que tales pruebas deber�an estar dirigidas a mostrar los aspectos falsos o equivocados de las teor�as, y no a verificarlas o confirmarlas. Las teor�as, de acuerdo con Popper, no son el resultado de la s�ntesis de numerosas observaciones, como quieren los inductivistas, sino m�s bien son conjeturas o invenciones creadas por los investigadores para explicar alg�n problema, y que a continuaci�n deben ponerse a prueba por medio de confrontaciones con la realidad dise�adas para su posible refutaci�n. �ste fue el origen de la versi�n popperiana del m�todo cient�fico conocido como hipot�tico-deductivo, que posteriormente se ha conocido como el m�todo del "ensayo y error" o, mejor todav�a, como el de "conjeturas y refutaciones".


Frontispicio del libro Conjetures and Refutations, de Karl R. Popper, publicado en 1963.

Una caracter�stica esencial de las hip�tesis en el esquema popperiano es que deben ser "falseables", o sea que deben existir una o m�s circunstancias l�gicamente incompatibles con ellas. Las hip�tesis son informativas s�lo cuando excluyen ciertas situaciones observacionales, actuales o potenciales, pero siempre l�gicamente posibles. Si una hip�tesis no es falseable no tiene lugar en la ciencia, en vista de que no hace afirmaciones definidas acerca de alg�n sector de la realidad; el mundo puede ser de cualquier manera y la hip�tesis siempre se adaptar� a ella. Uno de los mejores ejemplos de este tipo de hip�tesis no falseables (seg�n Popper) es la teor�a psicoanal�tica cl�sica o freudiana, que tiene explicaciones plausibles para todos los fen�menos, aun aquellos totalmente opuestos entre s�; Popper cita en este mismo contexto algunas de las teor�as marxistas de la historia.

La falseabilidad es una caracter�stica positiva de las hip�tesis que se da en distintos grados cuantitativos, o sea que entre dos hip�tesis la m�s falseable ser� la mejor, en otras palabras, mientras mayor sea el contenido de afirmaciones de una hip�tesis mayor ser� el n�mero de oportunidades potenciales para demostrar que es falsa. Por ejemplo, la hip�tesis "en esta cuadra, perro que ladra no muerde", es menos amplia que la hip�tesis "en esta ciudad, perro que ladra no muerde"; la segunda hip�tesis es preferible a la primera porque se refiere a un universo mucho m�s amplio, pero tambi�n tiene muchas m�s oportunidades de resultar falsa, ya que puede someterse a muchas m�s pruebas.

Resulta entonces que las hip�tesis muy falseables son tambi�n las que se enuncian con mayor peligro de ser r�pidamente eliminadas, pero en caso de resistir las pruebas m�s rigurosas e implacables, son tambi�n las que tienen mayor generalidad y explican un n�mero mayor de situaciones objetivas. Es por eso que Popper prefiere las especulaciones temerarias o audaces, en lugar de lo recomendado por los inductivistas, que aconsejan avanzar s�lo aquellas hip�tesis que tengan las m�ximas probabilidades de ser ciertas.

Pero hay un argumento m�s en favor de las hip�tesis audaces, que forma parte importante de la doctrina hipot�tico-deductiva del m�todo cient�fico: aprendemos de nuestros errores, la ciencia progresa por medio de conjeturas y refutaciones. Cuando un investigador intenta resolver un problema y no lo logra, lo primero que busca es en d�nde est� equivocado, en d�nde est� el error, si en su hip�tesis o en su dise�o experimental, o en sus observaciones o en sus comparaciones y analog�as. El rechazo de una hip�tesis una vez que no ha logrado superar las pruebas rigurosas a las que se ha sometido tiene un car�cter m�s definido de progreso, de avance en el conocimiento, que la situaci�n opuesta. En efecto, la demostraci�n de la falsedad de una hip�tesis es una deducci�n l�gicamente v�lida, en vista de que se parte de un enunciado general y se confronta con uno o m�s hechos particulares; en cambio, si en esta confrontaci�n la hip�tesis se confirma, se trata de una inducci�n que va de los hechos examinados a la hip�tesis que los incluye, lo que no tiene justificaci�n l�gica.

En resumen, el esquema de Popper del m�todo cient�fico es muy sencillo y �l mismo lo expres� en su forma m�s condensada en el t�tulo de su famoso libro, Conjeturas y refutaciones. La ciencia es simplemente asunto de tener ideas y ponerlas a prueba, una y otra vez, intentando siempre demostrar que las ideas est�n equivocadas, para as� aprender de nuestros errores.

De acuerdo con Popper, la ciencia no empieza con observaciones sino con problemas. Ambos modelos del m�todo cient�fico (el inductivo-deductivo y el hipot�tico-deductivo) requieren la participaci�n de los mismos personajes: el mundo exterior y el hombre de ciencia que examina una peque�a parte de esa realidad. Pero el m�todo hipot�tico-deductivo concibe esta interacci�n de manera m�s compleja que el m�todo inductivo-deductivo, en vista de que el cient�fico no funciona como una tabula rasa provista de receptores sensoriales listos para registrar fielmente y sin interferencia de ninguna clase a la realidad, sino todo lo contrario. El hombre de ciencia (seg�n Popper y sus seguidores) se asoma a la naturaleza bien provisto de ideas acerca de lo que espera encontrar, portando un esquema preliminar (pero no por eso simple) de la realidad. El problema surge cuando se registran discrepancias entre las expectativas del cient�fico y lo que encuentra en la realidad; la ciencia empieza en el momento en que la estructura hipot�ticamente anticipada de un segmento de la naturaleza no corresponde a ella.

Naturalmente, el esquema inicial de la realidad del investigador es una hip�tesis (consciente, o quiz� con mayor frecuencia, inconsciente) derivada de todo lo que aprendi� al respecto de sus antecesores + todo lo aportado por su experiencia personal en ese campo + toda su imaginaci�n.

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