Una administración "ilustrada y benéfica"

Una administración "ilustrada y benéfica"


Ter�n encabez� una administraci�n "moralizada, ilustrada y ben�fica". Dio un impulso importante a la instrucci�n p�blica; estableci� en el colegio las c�tedras de franc�s, matem�ticas y literatura; contrat� los servicios de un franc�s ilustre, Carlos Godefroy, que ejerci� una saludable influencia en la vida intelectual de la localidad.

Los amantes de las letras se organizaron y, bajo la direcci�n de Ter�n y Godefroy, fundaron una sociedad denominada El Crep�sculo Literario, que editaba su propio peri�dico y que fue la cuna de la generaci�n de liberales que regir�an los destinos del estado entre 1855 y 1871. Ter�n, que sent�a un gran afecto por los artesanos, les abri� las puertas de la academia de dibujo, en la que por las noches se impart�an clases de geometr�a y mec�nica aplicadas a las artes. Entre el gremio el entusiasmo era grande, al grado de que lleg� a editar su propio peri�dico, La Imitaci�n. Aunque hay que reconocer que todo ello se hac�a bajo la mirada complaciente de las autoridades pol�ticas zacatecanas, las cuales realmente no almacenaban rencores ni pretend�an hacer sentir su autoridad.

Los avances que se registraron y el ben�volo tutelaje de Zacatecas no lograron apagar en los aguascalentenses el anhelo de soberan�a. El 30 de mayo de 1849, por ejemplo, el ayuntamiento dirigi� al gobierno general, a trav�s del ministro Lacunza, un oficio en el que solicitaba que en las c�maras fuese discutido el asunto de la erecci�n del estado de Aguascalientes. Poco despu�s, el 2 de julio de ese mismo a�o, los mun�cipes insist�an en su petici�n y alegaban que la situaci�n prohijada por el acta de reformas de mayo de 1847 era confusa, pues en ella no se se�alaba expresamente que Aguascalientes debiera figurar como partido del estado de Zacatecas. Miguel Belaunzar�n, Jos� Mar�a L�pez de Nava y los dem�s signantes de las misivas insist�an al mismo tiempo ante las legislaturas estatales, a las cuales se ped�a apoyo y comprensi�n.

Con seguridad lo peor de aquellos a�os no fue la p�rdida de la independencia. En 1850 las cosechas fueron malas, el precio de los cereales se increment� notablemente, las mesas de los pobres carecieron de lo m�s indispensable y la peste cobr� miles de v�ctimas. Por fortuna al a�o siguiente el azote ces� y hubo algunos sucesos que reavivaron en los aguascalentenses el fuego de la esperanza. El gobierno, encabezado por Atanasio Rodr�guez como jefe pol�tico y por Antonio Ray�n como primer alcalde, emprendi� diversas mejoras materiales de importancia y despleg� algunos esfuerzos tendientes a lograr que se reconociera de nuevo la independencia del estado.


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