Los h�bitos alimenticios de la gente variaban en funci�n del lugar en el que se viv�a y de los recursos disponibles. De cualquier forma, para ricos y pobres el ma�z era la base fundamental de la alimentaci�n. El doctor Jes�s D�az de Le�n, que estudi� con atenci�n este asunto, concluy� que la tortilla era "el pan de nuestro pueblo, de la clase media y en gran parte de la sociedad elevada". Al mismo tiempo, el ma�z serv�a para preparar atole, gorditas, tamales, condoches y otros muchos platillos ampliamente procurados por la gente.
Los frijoles tambi�n se consum�an en gran escala, lo mismo que el pan de trigo y el arroz. Las verduras se com�an menos, no tanto por su precio sino por la falta de costumbre. Entre la fruta, la m�s socorrida por el pueblo era la tuna. En la ciudad de Aguascalientes hab�a muchas huertas que abastec�an los mercados de membrillos, chabacanos, naranjas, granadas y guayabas.
El consumo de carne, lo mismo que el de leche, estaba mucho menos extendido. Esta �ltima hab�a ganado muchos adeptos, tanto por su bajo precio como por la facilidad con que se obten�a. La fabricaci�n de quesos, mantequillas y otros derivados de la leche no estaba tan extendida como en la actualidad.
En cuanto a las bebidas, los manantiales de la regi�n abastec�an el agua necesaria para el consumo humano. Los refrescos y las bebidas gaseosas hicieron su t�mida aparici�n a principios del siglo XX, aunque tuvieron que pasar muchos a�os para que su consumo se generalizara. El pulque y el colonchi eran las bebidas alcoh�licas preferidas por el pueblo. Esta �ltima, que se obten�a de la tuna, contaba gracias a su bajo precio y a la facilidad de su elaboraci�n con un gran n�mero de adeptos. Los vinos de uva, que se fabricaban en peque�a escala en calvillo, a�n no se consum�an mucho.