Nuestro an�lisis del siglo XIX estar�a incompleto si no repar�ramos en el estudio de la problem�tica social y cultural. Ya dijimos que en buena medida el r�gimen porfiriano deriv� su legitimidad de los grandes y sonoros �xitos que se cosecharon en el terreno econ�mico, pero sugerimos tambi�n que esos �xitos no se vieron acompa�ados por un combate en�rgico contra los grandes rezagos que se observaban en el terreno social.
En esta secci�n y en las dos siguientes ofreceremos un r�pido repaso de la forma en la que evolucion� la sociedad a lo largo del siglo XIX, y sobre todo durante su segunda mitad, cuando se experimentaron grandes cambios. El lector podr� advertir que esos cambios no se tradujeron en un mayor bienestar para los campesinos, los obreros y los artesanos, que formaban la mayor parte de la poblaci�n, y que en 1910 el terreno en el que florecer�an las demandas revolucionarias estaba abonado por el callado pero efectivo malestar de todos aquellos para los que la paz era la obligaci�n de mantenerse agachados y el progreso la de trabajar doce o m�s horas al d�a.
La poblaci�n del estado creci� de manera constante a lo largo de todo el siglo XIX. Aunque se carece de fuentes confiables, puede estimarse que a principios de ese siglo viv�an en el territorio que hoy forma el estado unas 30 000 personas. En 1895, cuando se levant� el Primer Censo General de Poblaci�n, fueron registrados casi 105 000 habitantes, cifra que sigui� en aumento hasta el a�o de 1910, cuando fueron contadas 120 500 personas. Aguascalientes, que era uno de los estados m�s peque�os de la rep�blica, era tambi�n uno de los menos poblados.
Durante ese siglo se dio un cambio muy importante, ya que las haciendas y los ranchos, que eran los lugares en los que tradicionalmente se concentraba la poblaci�n, perdieron importancia en favor de las ciudades. Este es un proceso que se dio en todo el pa�s y que est� relacionado con el tr�nsito de una sociedad tradicional, dependiente en muy alto grado de la agricultura, a otra de corte m�s moderno, en la que las actividades industriales y de servicios adquieren creciente importancia. Ciudades como Guadalajara, Monterrey, Puebla, Le�n y Aguascalientes, sin olvidar desde luego la capital de la rep�blica, experimentaron durante esos a�os los inicios de un crecimiento que todav�a no conoce su t�rmino.
En el estado de Aguascalientes, por lo dem�s, la capital creci� de manera constante y notable. Asientos, que hab�a progresado gracias a la explotaci�n en gran escala de sus minas, s�lo contaba con 4 806 pobladores. Despu�s ven�an Rinc�n de Romos, con 2 836; Tepezal�, con 2 834; y Calvillo, con 2 585. Los antiguos pueblos de indios hab�an sufrido incluso la p�rdida de una cantidad importante de habitantes: Jes�s Mar�a, que alcanz� a mediados de siglo los 3 000, s�lo contaba en 1910 con 2 006, mientras que San Jos� de Gracia, que en 1900 ten�a 2 315 habitantes, registr� 1 288 en 1910. El cuadro se completa con Cos�o, un peque�o pueblo fundado en 1860 en terrenos de la antigua hacienda de Natillas. Con 1 022, Cos�o era el pueblo m�s peque�o de los que formaban el estado.
La ciudad de Aguascalientes creci� de manera constante a lo largo de todo el siglo. Aunque carecemos de registros precisos, podemos estimar que cuando estall� la guerra de Independencia viv�an en ella poco m�s de 15 000 personas, muy pocas si tomamos como punto de referencia lo que sucede hoy en d�a, pero muchas en el contexto del pa�s que era entonces M�xico, escasamente poblado y con muy pocas ciudades dignas de ese nombre.
La conversi�n de la ciudad en capital de un nuevo estado y el desarrollo de algunas industrias alentaron su crecimiento. A fines del siglo XIX, sin embargo, gracias a la construcci�n de los ferrocarriles, a la apertura de la Gran Fundici�n Central Mexicana y de muchas otras f�bricas, la ciudad creci� a un ritmo mucho m�s intenso: 30 000 habitantes en 1895, 35 000 en 1900 y 45 000 en 1910. De esta manera se convirti� en la novena ciudad m�s poblada de toda la rep�blica, por encima de urbes tradicionalmente m�s importantes, como Quer�taro, Saltillo y Guanajuato.
A mediados del siglo XIX la ocupaci�n predominante de la gente era la agricultura, en la cual se empleaban tres de cada cuatro hombres en edad de trabajar. Hab�a tambi�n una gran cantidad de sastres, zapateros, carpinteros, curtidores, panaderos, pintores, alfareros, reboceros, impresores, etc., que trabajaban en talleres peque�os. Profesionistas hab�a por entonces muy pocos: unos cuantos preceptores o maestros, algunos abogados y todav�a menos m�dicos.
Durante las �ltimas d�cadas del siglo XIX y la primera del actual las cosas cambiaron mucho. La agricultura perdi� cierta importancia en provecho de la miner�a, la industria y los llamados "servicios". Tan s�lo en la Fundici�n de la Guggenheim eran ocupados m�s de 1500 obreros. Otros tantos encontraron ocupaci�n en los talleres construidos por el Ferrocarril Central Mexicano.