Partidos y elecciones

Partidos y elecciones


A lo largo del siglo, los procesos electorales realizados en Aguascalientes han ocurrido en un clima de pocos conflictos graves. La vida de los partidos transit� de un sistema electoral en el que alternaron casi con el mismo nivel de importancia organismos locales y nacionales, a otro en el que s�lo el PRI ha tenido regularidad. Las elecciones se han visto influidas por esta din�mica y han tenido que adecuarse a los cambios generados desde el centro pol�tico nacional.

En el contexto de la Revoluci�n Mexicana, el fen�meno electoral estuvo afectado por los enfrentamientos armados. En ese entonces, las agrupaciones pol�ticas m�s importantes fueron el Club Reeleccionista, que apoy� la candidatura de Porfirio D�az, y los clubes Democr�tico de Aguascalientes, adherido al Partido Constitucional Progresista, y Soberan�a Popular. Estos organismos no sobrevivieron a la situaci�n de violencia, y desaparecieron sin dejar herederos entre la clase pol�tica del estado.

En el marco de la incertidumbre provocado por la guerra civil, los aguascalentenses asist�an en peque�os grupos a los m�tines y reuniones que organizaban los candidatos y partidos que peleaban por alg�n puesto de elecci�n popular. Cuando Madero llev� a cabo su campa�a para ocupar la presidencia de la rep�blica visit� la capital del estado en dos ocasiones para efectuar actos de proselitismo. La primera vez ocurri� el 24 de marzo de 1910, y su presencia casi pas� inadvertida puesto que ven�a como un candidato opositor d�bil, que contrastaba con la fuerza que todav�a ten�an los porfiristas.

En ese entonces, acompa�ado de un min�sculo grupo de amigos y seguidores, lleg� a la ciudad y se hosped� en el hotel Francia, lugar donde una de sus primeras actividades consisti� en hablar con un grupo de periodistas. Posteriormente, encabez� un modesto mitin en un kiosko de la calzada Arellano, por el rumbo de la estaci�n del ferrocarril, luego de que le fue negada la utilizaci�n del teatro Principal, y efectu� arengas relacionadas con la necesidad que ten�a el pa�s de ingresar a la vida democr�tica as� como el da�o que representaba el fen�meno de la reelecci�n.

La segunda visita tuvo una recepci�n radicalmente distinta, ya que para entonces el general D�az se hab�a exiliado y las medidas represivas contra quienes apoyaban a un candidato no porfirista eran mucho menores. En esa ocasi�n tambi�n se hosped� en el Francia y realiz� m�tines en la estaci�n del ferrocarril y en la plaza principal, con una gran afluencia de personas.

Las elecciones estatales ocurridas hasta 1920 fueron muy irregulares, y, a causa de la situaci�n del pa�s, m�s bien predominaron los interinatos. En 1920, siendo gobernador Rafael Arellano Valle, se gener� una lucha entre grupos sociales que apoyaban la ampliaci�n de la reforma agraria y se agrupaban en torno al Partido Nacional Agrarista, y aquellos que se negaban a su implantaci�n y que se encontraban representados por el Partido Nacional Republicano. Esta situaci�n se expres� electoralmente en 1924, cuando la presi�n de ambos grupos motiv� que durante las elecciones estatales se enfrentaran representantes de los dos bandos: Victoriano Medina, apoyado por el Nacional Republicano, y Jos� Mar�a Elizalde, respaldado por los agraristas. Al mismo tiempo se instalaron dos legislaturas representadas por las partes en conflicto. El tiempo y la fuerza del centro fueron decisivos para que la lucha agrarista finalmente terminara imponi�ndose.

En general el segundo lustro de la d�cada de los veinte fue de gran inestabilidad pol�tica. Elizalde s�lo dur� en el cargo 10 meses de 1925 y fue desaforado por delitos del orden com�n. A partir de entonces, y hasta 1932, se sucedieron varios gobernadores, algunos de los cuales no ocuparon el puesto m�s de un a�o. Era una �poca en la que predominaba m�s la fuerza de los caudillos que de las instituciones y en la que el hombre clave de la pol�tica local era Rafael Quevedo.

Las elecciones presidenciales que van de 1929 hasta 1940 manifestaron la fuerza con la que hab�a nacido el PNR y la poca credibilidad en los resultados finales. El apoyo de varios penerristas de la entidad, como Manuel Carpio, Miguel G. Ramos y el mismo Rafael Quevedo, estimularon a la poblaci�n para que se manifestara en favor de Pascual Ortiz Rubio, quien a la postre gan� los comicios de 1929 con un promedio de 16 000 votos por 1 051 del candidato opositor Vasconcelos. Los triunfos posteriores de C�rdenas y �vila Camacho tambi�n fueron contundentes, aunque enrarecidos por la desconfianza ciudadana en la veracidad de los resultados.

Otros momentos importantes en materia de elecciones fueron los procesos que se vivieron en 1932, en los que finalmente el ganador fue el coronel Enrique Osornio Camarena, que triunf� luego de una apretada contienda en contra de Juan G. Alvarado, un candidato que hab�a recibido apoyo del influyente pol�tico local Rafael Quevedo. Las elecciones estuvieron manchadas de sangre ya que hubo enfrentamientos entre simpatizantes de ambos bandos frente al templo de La Pur�sima, muertes afuera de la f�brica La Perla y el asesinato de un l�der en el municipio de Jes�s Mar�a.

Del mismo modo llam� la atenci�n el proceso de 1936, en el que triunf� el ferrocarrilero Juan G. Alvarado, contando con el impulso del Partido Revolucionario Aguascalentense, mismo que cuatro a�os m�s tarde llevar�a a la gubernatura del estado a Alberto del Valle, que derrot� al candidato del PRM, ingeniero Jes�s Mar�a Rodr�guez. Con esta elecci�n destaca el hecho de que el PRM perdi� la oportunidad para colocar uno de sus candidatos en la gubernatura del estado, y fue vencido por un organismo que si bien pertenec�a al mismo PRM, se destacaba por contar en sus filas una alta dosis de influencia proveniente de los grupos de poder regionales y locales.

A partir de 1940 las elecciones asumen una din�mica en la que el PRM, y luego el PRI, se convierte en el partido que gana todas las elecciones de mayor�a. En las presidenciales destacan los procesos de 1940, 1946 y 1952. Para nadie fue un secreto la enorme fuerza que llegaron a aglutinar en el �mbito urbano las figuras de Juan Andrew Almaz�n, Ezequiel Padilla y Miguel Henr�quez Guzm�n entre grandes grupos de clase media y sobre todo entre el gremio ferrocarrilero. La fuerza de la oposici�n en las d�cadas de los cuarenta y cincuenta s�lo ha sido equiparable en porcentajes a lo que sucedi� a partir de 1982.

En las elecciones federales para elegir diputados llama la atenci�n el triunfo obtenido por Aquiles Elorduy en 1946, apoyado por el PAN. Este triunfo lo convirti� en uno de los primeros tres diputados de la oposici�n en la �poca contempor�nea. Elorduy, que ya hab�a sido diputado en la legislatura disuelta por Victoriano Huerta, asumi� la representaci�n referida luego de reclamar y demostrar ante las autoridades competentes las irregularidades cometidas durante las votaciones. Posteriormente fue postulado por el PRI para ocupar un lugar en el senado de la Rep�blica.

En materia de elecciones de gobernador Aguascalientes tiene, a partir de 1940, una historia sin problemas. El PRI ha ganado todas las elecciones por una abrumadora mayor�a, aunque es importante resaltar que el crecimiento de la oposici�n es mucho m�s din�mico que el del PRI, motivo por el cual se puede esperar que en los pr�ximos a�os la competencia electoral sea cada vez m�s re�ida.

En las elecciones de ayuntamientos tambi�n el PRI ha dominado con un amplio margen a partir de 1940. Sin embargo, es importante destacar que en algunos municipios los comicios se han vuelto m�s competidos que en otras partes. Ejemplos claros de esta din�mica son los casos de Calvillo, Jes�s Mar�a, Pabell�n y Aguascalientes. En los dos primeros los m�rgenes de ventaja para el PRI han sido muy reducidos y por lo mismo se han generado conflictos poselectorales que demuestran la veracidad del adagio pol�tico muy mexicano que indica que elecciones competidas son elecciones conflictivas.

Los casos ocurridos en el municipio de Calvillo en 1983 y 1986, as� como la votaci�n captada por la oposici�n durante los comicios federales de 1988, ilustran el avance electoral que ha logrado la oposici�n en el estado, acumulando en su conjunto una votaci�n similar a la del PRI, en un hecho que no ten�a precedente en la historia electoral del siglo XX de la entidad.

El reconocimiento oficial de los votos pedemistas en Calvillo, el de los panistas en Jes�s Mar�a y el de varios partidos de oposici�n en la ciudad capital son una muestra irrevocable de que Aguascalientes se prepara para ingresar a una etapa pol�tica en la que los niveles de competitividad tienden a incrementarse.


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