LA REGIÓN DE CAMPECHE, aquella que se encuentra entre el Río Champotón y el de San Pedro —este último establece el límite con Tabasco—, fue de suma importancia por los árboles de maderas preciosas que se levantaban sobre lomeríos, planicies y pantanos, así como en las orillas de los ríos y lagunas. La historia de la riqueza maderera está relacionada con las incursiones filibusteras, principalmente de ingleses y holandeses; verdad o leyenda, por sus hechos crearon un espacio de aventura y horror, temeridad y sacrificio. Cuando los filibusteros se hacían de un gran botín, adquirían una pequeña embarcación y un cañón; una correría afortunada producía otras veinte naves; si eran un centenar, se les creía mil. Era difícil escapar de ellos y mucho más seguirlos; eran aves carnívoras que se hallaban en todas partes y después se retiraban a lugares inaccesibles; sorprendieron y saquearon las ricas ciudades de Chagra, Maracaibo, Veracruz, Panamá, Puerto Rico, Campeche, Santa Catalina y los suburbios de Cartagena.
Uno de los filibustierres nombrado L'Olonois penetró hasta las puertas de La Habana solamente seguido por 20 hombres; habiéndose retirado enseguida a sus canoas, el gobernador envió en su persecución un buque de guerra con soldados y un verdugo. L'Olonois se hizo dueño del buque y mandó le quitaran la cabeza a los soldados españoles, enviando de regreso al verdugo con el gobernador (se dice que este L'Olonois fue capturado y devorado por los salvajes en Panamá años después). Se ha llegado a comentar que si los piratas hubieran tenido una organización parecida a su desmesurado valor, habrían podido fundar una poderosa nación en América; les faltaron mujeres, pero en lugar de robar y casarse con sabinas, como se dice lo hicieron los romanos, las mandaron traer de la Salpetriére de Paris y no hubo generación. Eran más crueles con los españoles de lo que los israelitas lo fueron con los cananeos; se habla de un holandés llamado Rock que puso a muchos españoles en el asador y obligó a que se los comieran sus camaradas; las expediciones fueron siempre operativos de ladrones y jamás campañas de conquistadores.
Bajo estas generalidades, a partir de 1564 —cuando ya habían comenzado los ataques piratas a las naves españolas y a las poblaciones de la costa— se estableció la Capitanía General de Yucatán, y fue el señor Luis de Céspedes y Oviedo el primero en ostentar el título de gobernador y capitán general, quien consideró la necesidad de fortificar la villa de San Francisco de Campeche.
La piratería tenía una razón económica, no era únicamente un impulso de grupos o agrupamientos de salteadores. España había creído obtener para sí, por disposición del papa Alejandro VI, la exclusividad de los recursos originados en los territorios conquistados; si acaso, estuvo conforme con que Portugal dispusiera de la misma fortuna. Inglaterra, Francia y los Países Bajos no se conformaron con la disposición vaticana, por demás parcial para sus intereses y ambiciones, y no la acataron porque, al igual que españoles y portugueses, necesitaban esos recursos tanto para sus mercados como para las jornadas comerciales.
Los países europeos, principalmente Inglaterra, no tenían colonias productivas, de tal manera que únicamente se les presentaban dos opciones: la emigración o la obtención (violenta o pacífica) de los elementos necesarios para sus manufacturas e industria. Inglaterra, ínsula progresiva, se hizo poderosa en el mar desarrollando una importante fuerza naval, lo que le permitió obtener recursos externos que fortalecieron su estructura social. A pesar de esto, muchos de sus habitantes se inclinaron hacia la piratería y el contrabando; sin distinción de clases, la marinería de prácticas ilegales y violentas fue un recurso ocupacional. Francis Drake, en una de sus expediciones al Caribe contó con apoyos tan importantes como los que da a conocer el siguiente relato:
[...] la reina Isabel le confió dos de sus mejores naves: el Arot, de doscientas toneladas, y el Bonaventure, de seiscientas. Contribuyeron además los mercaderes ingleses con varias embarcaciones, entre ellas el galeón Leicester de cuatrocientas y otras más como el Tiger, el Minion, el Swallow y el Primrose. Drake escogió como nave almirante el Bonaventure, por ser la mejor artillada y de mayor tamaño.
Sin embargo, las tareas se ocultaron en cuanto al consentimiento oficial, y la piratería fue alentada como una dinámica privada; el oro y la plata fueron las riquezas que despertaron mayor ambición, pero también el palo de tinte, ya que la industria inglesa, en lo relativo a la manufactura textil, dependía de los colorantes naturales que únicamente se producían en las tierras tropicales. En lugar de adquirir esa materia por el camino comercial con España, prefirieron abastecerse de ella por su particular iniciativa; todo ello implicó años de ejercicio de la práctica pirata, hasta que otros países legitimaron la posesión de islas y territorios en el Caribe.
Campeche, único puerto de altura, tuvo conocimiento de lo que le esperaba en materia de conflictos de mar y tierra cuando los piratas la atacaron por primera vez en 1557; en esta fecha, se presentó un grupo de ellos que abordó un barco entrando al puerto. Años más tarde, hacia 1561, hubo piratas de distintas nacionalidades que desembarcaron —en Campeche; los habitantes defendieron la plaza y recuperando lo robado lograron ahuyentarlos. Entre los ingleses que se dedicaron a la piratería tenemos a sir Richard Corandville, William Hawkins, John Hawkins —hijo del anterior— y conocido por los españoles como Juan de Aquines, y finalmente Francis Drake, Halcón de los Mares, compañero de John; ambos se dedicaron a viajar llevando esclavos que capturaban en África, para venderlos junto con otras mercancías en los puertos del Caribe; en 1568 atacaron Campeche y San Juan de Ulúa.
Principal refugio pirata en el Caribe fue Isla Tortuga, a donde se regresaba después de los asaltos para derramar el producto de lo robado: bebidas embriagantes, mujeres, tahúres, profesionales de la trampa los esperaban, de tal manera que las riquezas cambiaban rápidamente de manos.
Estos acontecimientos no permitían que la población se desarrollara con tranquilidad y a menos de dos décadas de su fundación, Campeche vivió una colonización difícil de prever, protagonizada por piratas ingleses, quienes llegaban buscando explotar el palo de tinte; ocuparon por primera vez la Isla de Tris —más tarde isla del Carmen— el 26 de octubre de 1558. La sonda de Campeche, que era por naturaleza la más abrigada y tranquila, fue convertida en la más peligrosa por obra de los piratas. Los más conocidos fueron en su mayoría de origen británico, como por ejemplo William Parker, Henry Morgan, Jacobo Jackson (llamado conde de Santa Catalina) y Mansvelt; también hubo piratas de otras nacionalidades, como Diego el Mulato, oriundo de La Habana; Cornelio Jol Pie de Palo, holandés; Bartolomé, portugués; Rock Brasiliano, holandés; François L'Olonois o Juan David Nau el Olonés, francés; Laurent Graff Lorencillo, flamenco; Lewis Scott; Gramont, francés; Van Horn, holandés; Abraham, holandés; Joseph Cornelius, holandés; Isaac Hamilton; John Bold; Vander Brull; Barbillas. Francis Drake fue de todos ellos el más famoso, quizá por haber nacido predestinado: vio la primera luz en el mar, gozó de él por sus peripecias y murió de vómito negro, navegando; su cadáver fue arrojado al océano.
No puede dejar de citarse que las bases o refugios para la delincuencia marítima estuvieron en Jamaica, para los ingleses, y en Isla Tortuga, cerca de Haití, para los franceses. Los navíos utilizados para estas correrías han sido caracterizados con el nombre de carraca o buque mercante entre los portugueses, patache o barco de vela de dos palos, galeón de dos o tres cubiertas, aparejado con tres palos y de popa redondeada; bergantín de tres palos, ligero para la huida, urca o embarcación ancha de una sola cubierta y fragata que podía ser ágil. El armamento conveniente constaba de mosquetes, cuchillos, dagas, cañones, arcabuces, lanzas y rodelas, espadas y ballestas. A bordo de estas naves y con esa clase de armas los filibusteros cruzaron el mar de las Antillas, el canal de Yucatán, la Florida, el mar Caribe, la sonda de Campeche y la laguna de Términos, creando además un estilo especial en su vestido y arremetiendo al amparo de la bandera que izaban, misma que ostentaba una calavera.