Actividades paralelas

Actividades paralelas


LOS SIGLOS DE LA COLONIA reunieron el territorio que conformaban los Partidos —denominaci�n pol�tica— del Camino Real, Bolonchencahuich, Sacabch�n, Laguna de T�rminos y Campeche. En conjunto, establecen la problem�tica enunciada en los cap�tulos anteriores, pero tambi�n hubo otras actividades, aunque la vida de la poblaci�n criolla y mestiza giraba fundamentalmente alrededor del puerto amurallado, �nico habilitado durante la Colonia para realizar movimientos comerciales. Ah�, en Campeche, se registr� el crecimiento del sector mercantil —integrado por inmigrantes vascos, asturianos, gallegos y catalanes llegados, en su mayor�a, durante el siglo XVIII— que no s�lo aprovech� el privilegio comercial del puerto y las riquezas naturales de una parte del territorio, sino que tambi�n particip� en otras diligencias. Montejo el Adelantado fue el primero en sembrar ca�a en Champot�n, marcando con ello el principio del desarrollo de las haciendas. Como en la pen�nsula no hab�a fundos mineros que explotar, la econom�a de la regi�n se sustent� especialmente en el trabajo de los nativos, dirigidos por los espa�oles en el sistema de encomiendas que dotaba a cada conquistador de una porci�n de tierra, junto con los naturales que la habitaban. A cambio, �stos recib�an protecci�n e instrucci�n religiosa. Todo estaba montado para dar la apariencia de amor y caridad, cuando en realidad el sistema era una forma de abuso que tuvo a los ind�genas esclavizados en su propia tierra. Al encomendero solamente le interesaba incrementar su riqueza material, por lo que obligaba al maya a dar el m�ximo de su rendimiento aun a costa de su aniquilamiento.

En otro contexto, diremos que desde 1650 exist�a un varadero en el barrio de San Rom�n, y que poco despu�s hubo otro en San Francisco. Numerosos barcos que navegaban en diferentes mares fueron construidos en esos astilleros de la ciudad de Campeche, y ya dijimos que uno de ellos peteneci� a la flota espa�ola que intervino en la batalla de Trafalgar, donde tambi�n estuvo el joven marino Pedro S�inz de Baranda. El crecimiento del lugar ocurri� entre los a�os de 1765 a 1811, aunque de tiempo atr�s habitaban en el barrio del Cristo Negro carpinteros de ribera, calafates y otros artesanos dedicados a la construcci�n naval. Para 1811 hab�a aproximadamente 3 000 personas dedicadas a la mariner�a y a la construcci�n naval; fue tan importante que en 1803 la matr�cula campechana contaba con 229 embarcaciones: 21 mayores (fragatas y bergantines) y el resto menores (canoas, bongos y goletas). En 1811 el n�mero de embarcaciones hab�a crecido a 366, de las que 14 fueron de parte mayor y las otras de menor tonelaje.

Al lado del comercio, la construcci�n naval y el palo de tinte, la explotaci�n salinera completaba la riqueza de la regi�n durante la Colonia. Las salinas se formaban con el flujo y reflujo del mar, que formaba charcos evaporados naturalmente con la intensidad del sol. Hacia el a�o de 1765 empleaban entre 300 y 400 trabajadores, que laboraban de marzo a junio. La sal se exportaba, pero tambi�n era remitida a centros mineros nacionales, o bien utilizada para la salaz�n de pescados. En ese a�o se produjeron aproximadamente 9 500 fanegas.

En su mayor parte, la arquitectura colonial tuvo car�cter religioso, como el convento de San Francisco, edificado donde se llev� a cabo la primera misa en tierra firme de Am�rica. En 1545 recibi� la visita del obispo Bartolom� de las Casas. Al a�o siguiente se erigi� en cal y canto. En 1562, en una de las habitaciones, naci� Jer�nimo, nieto de Hern�n Cort�s, quien fue bautizado en ese mismo lugar. En 1597 fue refugio de los campechanos, quienes se organizaron y sacaron de la poblaci�n a los filibusteros de William Parker. En 1633 sirvi� de asilo a los pobladores atacados por los piratas apodados Pie de Palo y Diego el Mulato.

Otra construcci�n, tambi�n de corte colonial, pero dedicada a diferente actividad, fue el Cuartel de Dragones que se encontraba en el barrio de Guadalupe y que durante siglos aloj� a diversas fuerzas armadas. Al comenzar el siglo XIX se encontraba deteriorado, por lo que se emprendieron varias diligencias para que fuera reparado; la primera fue un oficio que le dirigi� el comandante Francisco de Flota al teniente de rey Juan Jos� de Le�n en el que le dec�a que la caballer�a del destacamento a su cargo se hallaba enteramente in�til, pues los soldados y caballos no ten�an la adecuada salud como lo hab�a encargado el rey. En consecuencia, el teniente de rey le orden� al capit�n del Real Cuerpo de Ingenieros, Jos� Segundo Carbajal, que pasara a reconocer el cuartel y presentara un informe del costo de las reparaciones. En abril de 1818, el cuartel fue reparado y salvado.

El santuario o ermita de San Rom�n, situada a corta distancia de la playa en Campeche, ofreci� acoger al Santo Cristo, que lleg� en 1565 tra�do de Espa�a a Veracruz y de ah� al puerto, a iniciativa del comerciante Juan Cano de Coca Gait�n. Fue tallado en Civita Vecchia, puerto del mar Tirreno cercano a Roma. El erudito perfecto Baranda Berr�n escribi� una hermosa p�gina al respecto, que se�ala que el Se�or de San Rom�n ha presidido —ruego, amor y perd�n— la vida toda de la ciudad murada, donde no hay rinc�n en el que no aliente el pasado con la presencia indefinible de su extra�o perfume. El Cristo sanrom�nico, a trav�s de enfervorecidas plegarias, ha sabido de huracanes, de plagas y de pestes, de invasiones de piratas, corsarios y filibusteros, de asesinatos, incendios y saqueos, de guerras y tragedias y, en fin, de todos los dolores campechanos. Y tambi�n supo de alegr�as y contentos y de fiestas rumbosas que alegraron todos sus septiembres perfumados "con el suave aroma del estreno" de las mozas garridas. "Tu s�lo nombre, Se�or de San Rom�n, nos llena de recuerdos campechanos. Y es con los recuerdos con que construimos las esperanzas."

La Catedral tuvo un origen modesto en 1540 como humilde choza dedicada a la Pur�sima Concepci�n, hasta que muchos a�os despu�s se inici� la construcci�n del nuevo edificio. La obra, refiere Cogolludo, qued� inconclusa en 1650 por falta de recursos. Se continu�, habiendo sido bendecida por fray Pedro Reyes R�os de Lamadrid, el 14 de julio de 1705, y 53 a�os despu�s se le traz� la extensi�n permanente y se construy� la torre del mar, a la que se dot� de campanas; casi se termin� en 1760. El 25 de julio de 1835 el obispo de Yucat�n, Jos� Mar�a Guerra, consagr� la parroquia. Diez a�os despu�s, el cura Gregorio Jim�nez ampli� el presbiterio, construy� el altar mayor y coloc� el m�rmol, el cual se conserva. Permaneci� con una torre hasta que el citado Jim�nez construy� la del sur. Por bula del papa Le�n XIII, el 24 de marzo de 1895 qued� integrada la Di�cesis de Campeche, y en cumplimiento de ella el obispo de Yucat�n, Crescencio Carrillo y Ancona, el 28 de julio siguiente, hizo la declaraci�n que le concedi� a la antigua parroquia el rango de catedral.

En 1588 ya funcionaba el convento de Calkin�, del cual se�al� Ciudad Real que:


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