Hecelchak�n, del maya hec�el, "partida", y chak�an, "sabana". El may�logo Mart�nez Paredes confirm� que el verdadero nombre maya de esta poblaci�n es Hec'el Chak�an, de hec�el, "ramabifurcaci�n, dividirse en dos una cosa, ahorquillarse", y chak�an, "sabana", es decir, el camino que iba a la ciudad de Campeche se bifurca en esta poblaci�n para ir hacia la sabana, y de all� se tomaba el rumbo a Guatemala. En el censo de poblaci�n de 1789-1795 figura Hecelchak�n con 1418 hombres y 1708 mujeres. Adem�s, ten�a en forma permanente 75 soldados como guarnici�n perteneciente a las Milicias Disciplinarias Blancas. En materia educativa, el pueblo contaba con un maestro autorizado, que hab�a comenzado su docencia en 1780. En la zona de Hecelchak�n hab�a haciendas de ma�z y ganado.
En Hopelch�n se cultivaba ca�a dulce, ma�z, frijol, algod�n, higuerilla y otros frutos de consumo regional. En 1861, en las siete municipalidades del antiguo distrito de Campeche se localizaban 37 haciendas y 23 ranchos.
Entre los pueblos m�s afamados del interior de Campeche figura el que originalmente se denomin� Bolonchenticul, que significa bol�n, "nueve", y ch'een, palabra maya que los frailes aplicaron a la espa�ola "pozo", por antonomasia, ya que los mayas no conoc�an propiamente esas excavaciones que los espa�oles hicieron para encontrar agua (en la obra de Landa, Relaciones de las cosas de Yucat�n, se advierte que los mayas no sab�an hacer pozos y que aprendieron a hacerlos despu�s de la Conquista). Ahora bien, como la palabra ch'een quiere decir silencio, entonces result� que esas perforaciones de pozos fueron denominadas hol ch'een por los mayas, que quiere decir "agujero silencioso". Si una persona suelta una piedra y acto seguido pega la oreja a la boca del pozo, no escuchar� nada; as�, hasta la fecha, si se le pregunta a un nativo c�mo se llama el pozo, contestar� hol ch�een. Entonces, Bol�n Ch'een quiere decir "nueve pozos".
A Bolonchenticul le fue suprimida la part�cula ticul y se denomin� Bolonch�n de Blengio en ocasi�n de haber sido cuna de un sacrificado en la revoluci�n de 1910. A�os despu�s, el 22 de septiembre de 1955, se le nombr� Bolonch�n de Rej�n, por haber cobijado el nacimiento del jurista Manuel Crescencio Rej�n. Como en otras poblaciones del interior, su problema fue de �ndole agr�cola y, en consecuencia, la actividad era cuesti�n de tener tierras. Para citar un ejemplo, se�alaremos que Juli�n Molina, vecino de Bolonchenticul, pidi� el 20 de octubre de 1818 que se le vendieran unas tierras junto al rancho Kayek, ya que las suyas necesitaban ampliarse para hacer pr�speras las siembras de ca�a dulce. La petici�n le fue concedida despu�s de llenar todos los requisitos burocr�ticos con el cacique, escribanos, testigos, el protector de naturales, el gobernador e intendente de Yucat�n, el juez espa�ol del pueblo de Dzitbalch� y el promotor fiscal de la Real Hacienda.
Un informe de la Capitan�a General fechado en 1790 dec�a respecto a Bolonchenticul:
[...] tiene de indizuelos y vecinos para ense�ar, inclusive sus ranchos, ochocientos veinte indios, y ochenta de vecinos de las otras castas; se halla con dos maestros de escuela, que lo son don Luis Najar y don Esteban Vera, sujetos ambos de competente instrucci�n [...]
Creci� r�pidamente. Seg�n descripci�n de Francisco Mart�nez de Arredondo en 1840, por estar rodeado de colinas, su clima era extremadamente caluroso, pero su vista presentaba un cuadro pintoresco, ya que los edificios se encontraban construidos a las faldas y en las cimas de los cerros, y otros ocupaban algunas llanadas hermosas denominadas kankab. Hab�a 5 000 habitantes en el �rea del pueblo y aproximadamente 3 000 en los ranchos y en los establecimientos de ca�a, que era la tarea principal; sus pobladores eran de car�cter tenaz, como los de Hopelch�n y Dzitbalch�n, y m�s trabajo habr�an realizado si no hubiera sido por la escasez de agua. El viajero ingl�s John L. Stephens fue al lugar en 1841 y escribi� casi un cuadro de costumbres, aunque estaba en realidad m�s interesado por la gruta cercana de Xtacumbilxunaan:
A poco andar llegamos a los suburbios del pueblo y entramos ya bastante avanzada la tarde, por una espaciosa calle decorada de casas de guano a derecha e izquierda. Los indezuelos retozaban en medio del camino y los indios que volv�an ya de sus tareas r�sticas se estaban columpiando en sus hamacas en el interior de las caba�as a poco m�s nos encontramos con un vecino que, rodeado de varias personas, estaba sentado en la puerta de su casa tocando una guitarra. Tal vez era una escena de indolencia y abandono; pero al mismo tiempo lo era de paz, quietud y regocijo, comodidad y econom�a.
Agreg� que era una actitud diferente a lo visto en pueblos de Centroam�rica, donde embriaguez, hostilidad, desconfianza y baladronadas eran comunes. En 1845 Sierra O'Reilly tambi�n escribi� elogios sobre los pobladores, trabajando constantemente para sobrevivir a los obst�culos de la naturaleza, como la falta de agua. Alrededor del pueblo se sembraba arroz, ca�a de az�car y hortalizas. En 1894 Gustavo Mart�nez Alom�a visit� las poblaciones de los Chenes y advirti�, como antes lo hizo Stephens, sobre las ruinas mayas que exist�an en la regi�n.
Calkin� significa: cal, "garganta"; y kin, "sacerdote", m�s i, "la"; o sea: "la garganta del sacerdote". Hopelch�n es ho, "cinco", y ch'een, "pozo": "cinco pozos". Yaxch� es el nombre del �rbol conocido como ceiba; yaaxch� significa "�rbol verde".
Dzitbalch� puede significar "pieza de madera escrita", pero tambi�n es necesario considerar que el balch� es una planta que sirvi� a los mayas para preparar una bebida ceremonial; entonces, puede aceptarse como "lugar donde se escancia el balch�".
Jos� Tiburcio Cervera escribi� en 1872 que el pueblo de Dzitbalch� exist�a antes de la conquista de la pen�nsula y que debe su nombre a un vegetal cuya planta se llama pitarrilla, que en maya se dice balch�; con el tiempo se vici� el nombre. La pitarrilla es un �rbol que cultivaban los naturales porque su corteza les serv�a para hacer un licor fermentado con el cual hac�an ofrendas y libaciones en sus ceremonias religiosas; la flor de aquella planta se describi� como bella y capaz de figurar en los mejores jardines.
No podemos soslayar la presencia de las autoridades militares a principios del siglo XIX: el Batall�n de Castilla, Real Cuerpo de Artiller�a, Batall�n de Milicias Disciplinados, Segunda Divisi�n de Pardos Tiradores; Guardacostas del Seno Mexicano —al mando del capit�n de fragata Ciriaco Ceballos— y los barcos Salta, Volador, Alerta y Felicidad.
La parte interior era un mundo diferente al litoral. El clima, las comunicaciones, la escasa poblaci�n, todas estas circunstancias hicieron que el espacio interno fuera territorio maya y que en la costa se radicaran los espa�oles y los criollos.