Invasi�n francesa y restauraci�n republicana


EN JULIO DE 1861 SE SUSPENDIERON LOS PAGOS correspondientes a la deuda externa. Una coalici�n de Inglaterra, Francia y Espa�a invadi� el territorio nacional por el puerto de Veracruz. Luego de negociar con el gobierno, Espa�a e Inglaterra se retiraron, pero Francia, con Napole�n III, comenz� la guerra y el avance del ej�rcito expedicionario. El 12 de abril de 1862 el presidente Ju�rez dirigi� una memorable comunicaci�n al gobernador Pablo Garc�a para indicarle el rumbo de su pol�tica y la colaboraci�n que esperaba de las autoridades y del pueblo campechano, "pues ha llegado el momento de probar a Francia y al mundo entero, que somos dignos de ser libres y capaces con nuestros solos recursos, de defender nuestra nacionalidad e independencia". A partir de ese momento los acontecimientos se acercaron a Campeche. Empezaron con un pronunciamiento alentado por las intrigas de un corto n�mero de individuos en Isla del Carmen, de modo que la marina invasora comenz� a dominar aquella parte del litoral con la colaboraci�n del general Tom�s Mar�n, de filiaci�n conservadora y mon�rquica. El 28 de febrero de 1863 el comandante Hocquart, al mando del buque Grenade, envi� una comunicaci�n al gobernador Garcia asegur�ndole que si hostilizaba a el Carmen, poblaci�n protegida por la bandera francesa, recibir�a represalias. No fue muy lejos por la respuesta, que le dio Garc�a el 1� de marzo, rechazando las amenazas y advirti�ndole que cualquier acci�n sobre el Carmen estaba sostenida por el derecho, as� como por su deber de defender la integridad territorial de Campeche, posici�n que tambi�n dio a conocer al comandante de la ca�onera L�Eclair. Los marinos franceses se dedicaron a detener embarcaciones, ir hacia las salinas para apropiarse de barcos campechanos y bombardear en junio de 1862 la ciudad amurallada, con el �nico prop�sito de hacer da�o. Igualmente, Garc�a le reclam� que hubiera tomado como reh�n al hijo del mensajero para asegurarse de una respuesta, lo que aceptaba con el natural deseo de ver libre a su compatriota.

El Grenade dej� la rada zarpando rumbo a sotavento. En el interior, Puebla cay� despu�s de un prolongado sitio, inici�ndose el recorrido trashumante del gobierno liberal. A fines de 1863 Campeche comenz� a padecer un bloqueo por mar y un asedio por tierra por parte de tropas imperialistas; pero las defensas se mantuvieron en su puesto, a pesar de que el 16 de noviembre desembarcaron los franceses en Champot�n y se apoderaron del fort�n de costa San Antonio en horas de la madrugada. El general Pedro Celestino Brito, jefe de la guarnici�n, avisado de la emergencia, sali� del cuartel agrupando a un peque�o n�mero de soldados y se fue al muelle, punto en el que avanzaba una lancha enemiga que, armada de una pieza de artiller�a, arrojaba granada y metralla. Rompiendo el fuego sobre la embarcaci�n la hizo retroceder y se resguard� en el fort�n. Brito organiz� guerrillas que dispuso en los sitios conocidos con los nombres de Monjas, la esquina de El Molina y el paso La Bodega, desde donde atacaron a los invasores. En un momento orden� el toque de diana, que aument� la intrepidez de los guardias nacionales, quienes se arrojaron sobre los franceses y los obligaron a reembarcarse. Brito exalt� el valor de los soldados de la Guardia Nacional, que no permitieron que 50 enemigos se apoderaran de Champot�n.

El ej�rcito expedicionario franc�s avanzaba por el centro del pa�s hacia el Norte. En la pen�nsula, por una parte, los conservadores cercaban Campeche y, por la otra, la escuadra invasora con sus ca�oneras Magellan, Brandon, Fleche y L�Eclair barr�a de plomo el litoral. Sin mayor esperanza las fuerzas nacionales capitularon el 22 de enero de 1864 a bordo del vapor Brandon, frente a Campeche. El documento fue firmado por Georges Charles Clou�, capit�n de nav�o, comandante de las fuerzas navales, el general Felipe Navarrete, comandante en jefe de la Divisi�n de Operaciones de Yucat�n �mexicano imperialista�, y Pablo Garc�a, gobernador y comandante general del estado de Campeche. Las condiciones comprend�an la apertura del puerto. Armas, municiones y establecimientos p�blicos se entregaron a Clou�, quien garantiz� la vida de los habitantes. Cuatro embarcaciones que arm� Garc�a y que tiraron contra las tropas yucatecas (El Oriente, La Faustina, La Gloria y La Rafaela) eran de propiedad privada y se devolvieron a sus propietarios despu�s de que participaron en una operaci�n organizada por el comandante Clou�. Sin embargo, el 25 de enero se notific� a Garc�a y a otros correligionarios una orden de expulsi�n para La Habana, hacia donde fueron embarcados en un paquebote. Despu�s de 13 d�as de navegaci�n llegaron a su destino y publicaron un op�sculo titulado Campeche y la Intervenci�n, en cuyas p�ginas denunciaban la violencia empleada en su contra por Clou�, el despojo de la artiller�a de bronce sustra�da de la plaza amurallada, as� como la complicidad de Felipe Navarrete, titulado gobernador y comandante general de Yucat�n.

Despu�s de casi un a�o en La Habana, Pablo Garc�a fue autorizado por el comisario imperial Jos� Salazar Ilarregui a regresar para dedicarse a trabajos mec�nicos y para atender una familia sin recursos. No fue dejado en paz. El 13 de agosto de 1866 Antonio Mu�oz, apodado el Chelo, se pronunci� por la rep�blica en el barrio de Santa Ana, extramuros de la plaza; Garc�a fue arrestado. Con todo, logr� huir hacia el barrio de San Rom�n, rumbo a Tabasco. Cruzando tierras de pantano y selva lleg� con el coronel Gregorio M�ndez, quien le ofreci� una peque�a fuerza y recursos de guerra para regresar a combatir al imperio. Retorn� por Palizada, donde increment� la tropa y se embarc� rumbo a el Carmen, donde fue perseguido por algunos vapores que, sin conocer los rumbos, fueron distra�dos y hechos encallar. De esta manera los liberales de Garc�a establecieron su campamento en el rancho Balchak�. Durante un mes aumentaron sus fuerzas y prosiguieron en la ruta de Champot�n hacia los barrios de la capital, donde se atrincheraron desde diciembre de 1866. Otro grupo lleg� a Calkin�, cuya poblaci�n no pudo arrebatar al enemigo, pero s� vencieron en Hecelchak�n. Ah� cedieron tropas al general republicano Manuel Cepeda Peraza para batir poblaciones de Yucat�n.

En la media noche del 31 de mayo de 1867, una columna de 200 hombres inici� el acoso a la plaza amurallada bajo el mando del general Pedro Celestino Brito. Escalaron el lienzo y se apoderaron de los baluartes de San Jos� y San Pedro, cuyos ocupantes se rindieron; el fuego se generaliz� sobre los brazos de la muralla. Fueron cayendo los baluartes de la Soledad, San Carlos y Santa Rosa, hasta que el enemigo se rindi� el 19 de junio, sujeto a la generosidad de los vencedores. En el mar, la escuadrilla tambi�n se rindi�, esquivando de esta manera el abordaje que hab�a dispuesto el capit�n de puerto Vicente Capmany, aquel que a�os m�s tarde muri� bajo el embrujo del famoso telegrama porfiriano de "�M�talos en caliente!". La rep�blica se restaur� en Campeche. Poco despu�s, el 3 de julio de 1867 el gobernador Pablo Garc�a despidi� a los soldados y marinos que hicieron la campa�a contra el imperio. Santiago Mart�nez Zorraqu�n evoc� los momentos tr�gicos de la neutralidad que los cubri� de amargura en 1846, pero entonces "al anuncio de la guerra nos aprestamos a ella, y la sangre campechana ha corrido noble y profusamente derramada en toda la Pen�nsula, desde Jonuta hasta Cabo Catoche".


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