Transici�n y huertismo

Transici�n y huertismo


LA PRIMERA D�CADA DEL SIGLO XX estremeci� la vida pol�tica: se derrumb� Baranda, comenz� a sonar la voz disidente del general Bernardo Reyes y empez� la carrera de oposici�n de Joaqu�n Clausell, quien aparte de su trabajo pict�rico, colabor� en peri�dicos de oposici�n y se adhiri� desde 1893 al principio de no reelecci�n, lo que le ocasion� persecuciones y constantes ingresos a la c�rcel de Bel�n. Se le abrieron de ocho a diez procesos y por �rdenes de un juez fue perseguido. Siempre se caracteriz� por rebelde, y en Campeche se le recordaba por haberse opuesto a que al nombre de la ciudad se le agregara "de Baranda"; con este precursor revolucionario se inici� el movimiento que, si bien es cierto no estaba radicado en Campeche, no por ello dej� de sentirse.

Rafael Zubar�n Capmany es otro pionero. Trabaj� con Jos� Pe�n de Valle, Manuel Calero, Benito Ju�rez Maza y Di�doro Batalla en la organizaci�n del Partido Democr�tico. Acompa�ando a Luis Cabrera y Juan S�nchez Azcona, colabor� en las p�ginas de El Partido Democr�tico, que aunque no alcanz� su prop�sito de derrocar a Porfirio D�az, s� contribuy� a despertar conciencias que se manifestaron en el transcurso de la Revoluci�n de 1910. Poco despu�s, Calixto R. Maldonado fue perseguido y encarcelado en Yucat�n por apoyar la causa maderista al lado de Jos� Mar�a Pino Su�rez. En junio de 1909 Francisco I. Madero visit� Campeche y entusiasm� sobre todo a los j�venes, pues los adultos estaban indiferentes o comprometidos. F�lix F. Palavicini escribi� que la ciudad amurallada era "un cementerio de esp�ritus". A Madero lo acompa�aron, en un mitin nocturno en el Circo Teatro Renacimiento, Manuel Castilla Brito, Calixto R. Maldonado, Urbano Espinosa, Jos� de Jes�s Cervera y Joaqu�n Mucel, entre otros, quienes formaban parte del Club de Simpatizantes de Madero. Esta gira hizo que aumentaran los problemas del gobierno de Aznar y Cano. A mayor abundamiento del retr�grado sistema de las jornadas agr�colas, se prosigui� haciendo efectivas las disposiciones de la Ley de Reemplazos para el ej�rcito, amenaza constante de descontentos y humillados.

Digamos de paso que el Circo Teatro, construido en un terreno contiguo a la plazuela de San Francisco por la sociedad de Cenobio Incl�n y Rafael Alcal� Hern�ndez, fue destruido por un incendio. En 1912 Alcal� lo volvi� a levantar en mejores condiciones, con una construcci�n s�lida y elegante que reun�a las comodidades y garant�as de seguridad. Dijo un cronista que su ornamentaci�n interior era exquisita y sujeta a las exigencias del buen gusto. Describi� su aspecto exterior como imponente.

Las luces y bengalas del Centenario no lograron ocultar completamente los sucesos pol�ticos en 1910. En mayo se expidi� el Plan de Valladolid, impreso contra el gobierno de Yucat�n, en el que se denunciaban las condiciones sociales imperantes en el estado. Los autores Maximiliano Bonilla, Jos� Crisanto Chi, Juan Mota Pool y Jos� Candelario May se alzaron en armas, pero fueron sometidos por las autoridades. A pesar de ello, lograron impresionar a la opini�n p�blica de Campeche, ante lo cual la prensa oficial de Aznar quiso desvirtuar el movimiento. El 7 de agosto el gobernador mand� sofocar un mot�n que por motivos electorales se produjo en Tenabo. Alarmado por los presagios de la revoluci�n, Aznar pidi� licencia el 9 de agosto de 1910 y se retir� de las responsabilidades del gobierno. Lo sucedieron cuatro mandatarios interinos: Jos� Garc�a Gual, recomendado de Joaqu�n Casas�s y que fue sustituido el 25 de mayo de 1911 por el licenciado Gustavo Suzarte, de filiaci�n revolucionaria, embajador en Cuba y que contrajo matrimonio en Campeche con Elisa M�ndez Lanz. Entreg� el gobierno, tambi�n con car�cter de interino, el 16 de junio al doctor Rom�n Sab�s Flores, para que el inmediato d�a 27 fuera sustituido por el licenciado Urbano Espinosa, del grupo maderista, quien dejar�a el puesto a Manuel Castilla Brito el 16 de septiembre, no sin antes haber sido reconocida su funci�n elogiosamente por el propio se�or Madero.

El 2 de julio de 1911 fue electo para el cuatrienio siguiente Manuel Castilla Brito, hijo de Marcelino, pero con las ramas del nuevo �rbol revolucionario, como lo anunci� el Peri�dico Oficial al decir que la regeneraci�n pol�tica derivada de la Revoluci�n produc�a sus puntos saludables bajo la sombra del sufragio efectivo. Qued� derrotado Carlos Guti�rrez MacGregor, representante de los intereses tradicionales. Tambi�n participaron Manuel Garc�a Gual y Eulogio Perera Escobar.

El 15 de septiembre de 1911, por las v�as de Ferrocarriles Unidos de Yucat�n, llegaron a la estaci�n de Campeche Francisco I. Madero y Jos� Mar�a Pino Su�rez, candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia de la Rep�blica, para testimoniar la toma de posesi�n del gobernador Manuel Castilla Brito. En carros especiales del nuevo tranvia urbano, fueron a Lerma para asistir a un banquete. Al d�a siguiente, d�a 16, se trasladaron en el Ferrocarril Campechano a la finca de campo Uayam�n, propiedad de Fernando Carvajal Estrada, donde asistieron a un almuerzo. En la noche concurrieron a la ceremonia y, desde uno de los balcones del Palacio de Gobierno, Madero pronunci� un discurso en el que mencionaba que dos a�os atr�s hab�a visitado Campeche con el �nimo de sembrar la semilla de la democracia. Record� una dictadura enemiga del pueblo y favorecedora de los intereses extranjeros, situaci�n que cambiar�a para que los ciudadanos encontraran en sus gobiernos el respeto a los derechos pol�ticos y a los derechos del hombre. Se refiri� a la necesidad de que volviera al estado la grandeza que hab�a tenido en tiempos pasados y de la cual eran testimonio los hermosos edificios que contempl�. No se le escaparon las circunstancias deprimentes de la econom�a: "rica y pr�spera en otras �pocas y ahora pobre, debido a la tiran�a, debido a ese pulpo de la dictadura que chupaba las riquezas naturales".

No hubo batallas, tampoco enfrentamientos. El maderismo fue aceptado como una transici�n ineludible. El gobernador Castilla reconoci� p�blicamente la inclinaci�n por la renovaci�n y cuando hubo amenazas de violencia se interpusieron los postulados pac�ficos de una sociedad aliada "de la legalidad y de la integridad de la patria, contra la ambici�n pol�tica y el crimen vulgar". Se hizo necesario prestar atenci�n a las fr�giles e injustas relaciones del hacendado con el pe�n; pero el gobernador Castilla no se atrevi� a actuar y prolong� la situaci�n. S�lo alcanz� a decir, el 7 de agosto de 1912, que era urgente resolver la cuesti�n de los peones, que o se satisfac�an las aspiraciones de los terratenientes con desprecio constitucional -de la libertad individual-, o se cumpl�a la ley fundamental aun en perjuicio material y pasajero, de los hacendados. Se�al� que todos sab�an que se hab�a creado una situaci�n dif�cil y anormal entre terratenientes y jornaleros, que en ese momento se encontraban frente a frente en abierta y latente hostilidad rec�proca. Insisti� en que por leg�timos que fueran los intereses del gremio de los hacendados, se estaba en la disyuntiva de apoyarlos ciegamente, incluso a riesgo de reducir a la desesperaci�n al proletariado de los campos, o bien atender las justas pretensiones del labriego y respetar su libertad individual conciliada con los intereses de aqu�llos. Castilla Brito se pronunci� por lo imposible en esos momentos, es decir por que coexistieran basados en la equidad, en la justicia y en el rec�proco inter�s.

En febrero de 1913 la sociedad campechana se estremeci� al enterarse de que, iniciada la Decena Tr�gica, hab�a llegado a la capital de la Rep�blica, procedente de Oaxaca, el general brigadier Manuel Rivera con un batall�n auxiliar y un escuadr�n de caballer�a, tropas supuestamente leales a Madero. Rivera lleg� demasiado tarde; fue conducido preso a la Comandancia Militar y ah� supo de la muerte de Madero y Pino Su�rez. Poco despu�s lleg� a Campeche una llamada "Comisi�n de Paz" procedente de ciudad de El Carmen, que hab�a sido encomendada por el presidente usurpador Victoriano Huerta a Emeterio de la Garza Jr.

En el Senado, el representante de Campeche Manuel Guti�rrez Zamora tuvo la suficiente hombr�a para no temer la ira del traidor, y el 24 de febrero present� la propuesta de que se suspendiera la sesi�n y se enlutara la C�mara durante tres d�as por la muerte de los se�ores Madero y Pino Su�rez. La propuesta se aprob� sin discusi�n. Tambi�n subi� a la tribuna para impugnar un documento enviado a la C�mara por Victoriano Huerta: el despacho de general de divisi�n en favor del de brigada Manuel Mondrag�n, quien se desempe�aba en ese momento como Secretario de Guerra y Marina. El nombramiento reconoc�a que el general fue el iniciador y organizador principal del movimiento que derroc� al gobierno maderista, pues era jefe de la fortaleza de la Ciudadela, as� como de las tropas que tomaron parte en su defensa durante los 10 d�as que dur� el bombardeo y los combates contra fuerzas del gobierno. Guti�rrez Zamora advirti� que esas consideraciones estaban lejos de la serenidad que exig�a la situaci�n pol�tica de la naci�n, y protest� en contra de los t�rminos en que estaba concebido. Explic� que hab�a que proceder a su discusi�n, ya que los dict�menes no deb�an rechazarse �nicamente cuando fueran ilegales sino tambi�n cuando fueran inmorales, y sin detenerse en la personalidad del ascendido, dijo: "El gobierno del se�or Madero �era un gobierno legal? S� lo era. El que toma las armas para derrocar un gobierno �comete un delito? S� lo comete. Y si esa acci�n es meritoria para ascender, el Senado sancionar� un delito".

Defendi� el acuerdo de la comisi�n Jos� Castellot, a quien volvi� a responder el senador campechano, pero la asamblea aprob� la resoluci�n por 28 votos contra 13, entre estos �ltimos los de Belisario Dom�nguez, Ignacio Magaloni y Jes�s Flores Mag�n.

Cuando lleg� a los 38 a�os, Francisco S. Carbajal y Gual ya hab�a sido secretario general de Gobierno en Campeche y en Tabasco, senador y ministro de la Suprema Corte de Justicia. En 1911 particip� en los tratados de Ciudad Ju�rez. No empu�� las armas de la revoluci�n, pero supo desempe�arse con firmeza cuando fue electo presidente del Alto Tribunal y el 19 de febrero de 1913 convoc� a un pleno extraordinario de ministros, para informarles que hab�a recibido de Victoriano Huerta la comunicaci�n de que hab�a asumido el Poder Ejecutivo. En la discusi�n sostuvo que la Suprema Corte no pod�a aceptar el car�cter con que Huerta dirig�a la nota y que no deb�a d�rsele respuesta. No se admiti� la postura de Carbajal y la mayor�a decidi� aceptar la comunicaci�n, con lo que sellaron un destino que se cumpli� cuando la revoluci�n triunf� y los expuls� del Poder judicial. A Carbajal le correspondi� entregar el gobierno a la Revoluci�n y marchar hacia el destierro.

El gobernador Castilla Brito no decid�a su filiaci�n por el Plan de Guadalupe, firmado por Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, el 26 de marzo. Llegaron a Campeche los legisladores Salvador Mart�nez Alom�a y Juan Zubar�n, y le aconsejaron que tomara una decisi�n r�pida, cosa que al fin hizo el 10 de junio de 1913: se levant� en armas en contra de Victoriano Huerta y en favor del Plan de Guadalupe. Cont� con el apoyo del batall�n Aquiles Serd�n; buscando una entrevista con Venustiano Carranza, se fue a Belice y de ah� a Nueva Orle�ns, acompa�ado de Agust�n Urdapilleta, quien hab�a sido secretario general de Gobierno durante su gesti�n. Al llegar a los Estados Unidos fue encarcelado y despu�s dejado en libertad, de modo que pudo encontrarse con Carranza, aunque no llegaron a ning�n acuerdo. Entonces busc� a Francisco Villa, pero finalmente se uni� a Maytorena en Sonora. Como �stos rompieron con Carranza, Castilla se fue a los Estados Unidos de 1916 a 1922. Quiso en vano regresar a M�xico al amparo de la revuelta delahuertista, pero al final se fue a radicar a Cali, Colombia, donde ejerci� su profesi�n de abogado hasta su muerte en 1942.

Al mando de los rebeldes estaban los coroneles Pedro Alfaro y Jos� Mar�a Blengio, acompa�ados por dos j�venes que tiempo despu�s alcanzaron renombre: Felipe Carrillo Puerto y Fernando Angli Lara.

A Castilla lo sustituy� en el Ejecutivo Felipe Bueno, quien era presidente del Tribunal Superior de Justicia y cuyo puesto ocup� Manuel Rojas Morano. El 4 de julio el general huertista Manuel Rivera desembarc� del ca�onero Sinaloa y, previa unci�n de la ciudadan�a campechana, fue declarado gobernador interino. Cuando Castilla se fue rumbo a Belice, levant� de camino alguna peonada que realiz� actos de guerrilla, hasta que en noviembre de 1913, despu�s de actuar en la regi�n de Champot�n y Bolonch�n, se rindieron las fuerzas rebeldes que comandaban Jos� Babio Dufo� y Pedro Alfaro C�ceres.

Jos� Mar�a Blengio, maderista desde la revoluci�n de 1910, fue de los que sigui� a Castilla Brito en junio de 1913, junto con sus dos hijos de 22 y 19 a�os, hasta la frontera, y regres� con otros compa�eros a la guerrilla. Cerca del pueblo de Iturbide fue aprehendido y, despu�s de un consejo sumar�simo, fusilado con sus dos hijos. Fernando Minet fue a los l�mites con Guatemala y de ah� se intern� en la regi�n de Champot�n. Despu�s de un combate por el rumbo de la finca de San Dimas, cegado por los disparos de una ametralladora, fue detenido y fusilado sin formaci�n de causa en Champot�n.

Los m�s significativos encuentros ocurrieron en la rancher�a El Pital, situada en las m�rgenes del R�o Mamantel. Los rebeldes derrotaron a los federales el 6 de agosto de 1913. Se enfrentaron otra vez el 21 de agosto en Sac-Akal, en el municipio de Champot�n, donde perecieron m�s de 300 hombres de las dos partes. Pero el encuentro definitivo fue en Chunchintok, donde los rebeldes fueron derrotados y, repleg�ndose a Xcanh� el 30 de octubre, iniciaron los tr�mites de rendici�n.

Rivera se hizo elegir, en las condiciones irregulares de entonces, gobernador constitucional en febrero de 1914, para concluir en septiembre de 1915. En agosto de 1914 el propio Peri�dico Oficial public� en su editorial que el pueblo campechano no deseaba su retiro y que, si era una obligaci�n, podr�a tener la seguridad de que se llevaba el reconocimiento de todos. El 4 de septiembre, d�as antes de la llegada de los carrancistas, solicit� licencia y dej� el gobierno en manos del licenciado Eduardo Hurtado Aubry.


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