Si primero fue el palo de Campeche y despu�s el chicle, no falt� la bondad de la naturaleza para los tiempos en que aquellos elementos comenzaron a faltar o se volvieron raqu�ticos en una econom�a que necesitaba revitalizarse. Los a�os de la �poca maya se dedicaron a la riqueza del mar, tan apreciada por los ind�genas, quienes incluso le consagraron monumentos. Los colonizadores no solamente se ocuparon de su captura, sino que la aprovecharon para que fuera causa impositiva, al mismo tiempo que fuente de alimentos. La riqueza pesquera durante la Colonia y los a�os republicanos fue explotada en las costas del Pac�fico, principalmente en el Golfo de Cort�s, donde perlas y ballenas despertaron ambiciones, al grado de que de 1846 a 1848 concurrieron a la captura de los grandes mam�feros 32 fragatas estadunidenses, cuatro francesas y dos holandesas, que mataron 338 ballenas. El litoral de Campeche no pose�a esa riqueza, pero en 1852 Jos� Mar�a Regil y Alonso Manuel Pe�n descubrieron que los recursos eran abundantes, entre otros, por la poblaci�n de bufeos �delfines� y tiburones, "especie monstruosa de caz�n que anda en acecho de su presa alrededor de los buques y acerc�ndose a vista de tierra suele tambi�n dejar a familias en llanto y orfandad".
A mediados del siglo XIX se hizo el primer recuento de la riqueza pesquera en aguas campechanas, de especies cuyo alto valor todav�a no se descubr�a y otras que se han extinguido. Los autores citados se�alaron la existencia del lobo o puerco marino en Isla Arena; el lagarto, caim�n o cocodrilo ten�a su asiento principal en el R�o Champot�n. Peces innumerables de especies no clasificadas "hac�an imposible el hambre"; citaron el "zaque", peque�a sardineja; el bucay, pejepluma, corcovado, roncador, p�mpano, robalo, esmedregal, que "no s�lo cubre la mesa de los ricos, sino que sirve tambi�n de inextinguible materia a las salazones del pescador"; caz�n, lisa, sierra y tortuga, siendo la de carey muy notable en la Laguna de T�rminos. Igualmente hab�a en abundancia osti�n, cangrejo, jaiba, caracol, calamar y langosta. En 1895 al realizar otra evaluaci�n, Alfonso Luis Velasco cont�: bonito, anguila, bagre, bobo o perca negra, caballito de mar, cabrilla, curvina, dorado, mantarraya, mero, mojarra, peje espada, raya, sabalote, esturi�n, tintorera y trucha. Crust�ceos como asela, branquipo, camar�n, camaroncillo, cochinita, charal de mar. Moluscos: almeja, argonauta bucarda y pulpo; y por supuesto el peje lagarto en el r�o Palizada.
Todos estos elementos demuestran la antigua fama de la riqueza de la sonda de Campeche; pero su explotaci�n comercial tard� m�s de un siglo, pues alcanz� su m�ximo desarrollo entre 1977 y 1982. Despu�s sus �ndices descendieron radicalmente por la crisis econ�mica, entre otras razones. Esta fuente ha sido parte de la vida de la poblaci�n desde hace siglos; de ella, Federico de Waldeck, uno de los primeros viajeros —descubridores a principios del siglo XIX—, dijo que el terreno no era f�rtil para las legumbres, pero a cambio el pescado era abundante y por consiguiente barato.
Las costas campechanas siempre se han caracterizado por su riqueza y variedad de productos pesqueros. La poblaci�n posee una verdadera tradici�n tanto en lo relacionado con la captura de especies, como en la preparaci�n para su consumo. Cuando el conquistador espa�ol arrib� a tierras campechanas se encontr� con actividades pesqueras organizadas y hasta con una deidad de la pesca que era adorada por los moradores de la regi�n y que estaba instalada en un islote frente a Champot�n.
A pesar de la abundancia de productos pesqueros, esta actividad se desarroll� muy lentamente y s�lo en estos �ltimos 20 a�os alcanz� importancia como primera industria del estado. Las causas de su tard�o desarrollo fueron las siguientes:
Primera. La explotaci�n del palo de tinte, el chicle y las maderas preciosas fueron actividades de importancia que constituyeron la ocupaci�n fundamental del pueblo campechano. El alto valor comercial de estos productos justificaba que el grueso de la poblaci�n encontrara en los recursos forestales su medio principal de subsistencia.
Segunda. La falta de v�as de comunicaci�n hac�a imposible la captura de productos pesqueros en gran escala, por carencia de mercados consumidores.
Tercera. El camar�n (especie de las m�s abundantes en la zona) no hab�a alcanzado el alto valor comercial que tuvo a partir de 1946.
En efecto, cuenta Roberto Bol�var Cetina que en 1937 fonde� un barco japon�s de nombre Sapporo Maru frente a la barra de isla Aguada, con la misi�n de conocer lo que suced�a 40 millas a la redonda. Pero el comienzo de la Guerra Mundial impuso un tiempo de silencio y peligro y no fue sino 10 a�os m�s tarde cuando aparecieron los primeros barcos estadunidenses en laguna del Carmen. Los pobladores les relataron que el Sapporo Maru hab�a investigado el camar�n blanco gigante, cuya captura iniciaban, y ya para 1948 hab�a flotas extranjeras en el Carmen. Luego aparecieron la especie rosada y el camar�n caf�, de valor internacional. Escribe Bol�var:
Los primeros a�os de pescar camar�n en la sonda de Campeche fueron duros: los suelos estaban sucios; por tal motivo se ten�a que levantar el equipo cada hora. No aparec�a el nailon, la seda, y en lugar de la cadena espantadera como hoy se usa, se utilizaba plomada; la maniobra hab�a que hacerla con el barco atravesado, pues se usaba un solo equipo. En fin, fue duro el comienzo. Nadie de los armadores aquellos hicieron gran fortuna como la hicieron los que posteriormente fueron los due�os de las flotas que siguieron creciendo hasta convertirse en una industria poderosa.
La sonda de Campeche es famosa en el mundo por su variedad y abundancia de productos pesqueros. Llanamente explicada, es una porci�n mar�tima ubicada al sur del Golfo de M�xico, en los l�mites de los estados de Veracruz y Tabasco hasta una l�nea perpendicular a Cabo Catoche, al comenzar el mar Caribe. Su abundancia de productos pesqueros se debe a que, por causa de las corrientes mar�timas cicl�nicas, las aguas cambian de constante posici�n, lo que origina una abundante oxigenaci�n gracias al fen�meno de la fotos�ntesis. La oxigenaci�n de las aguas es absolutamente necesaria para la vida de los seres marinos.
Tambi�n la temperatura del agua es ideal en la sonda de Campeche, pues fluct�a entre 17� y 19� cent�grados en la parte oriental, y entre 23� y 29� en la occidental. La composici�n del fitoplancton y dem�s elementos org�nicos del agua de mar se ha estudiado de manera incompleta; sin embargo, se sabe que pueden encontrarse sustancias peptinas, humus, amino�cidos, hidratos de carbono, vitaminas, etc., que hacen posible la abundante vida marina. La Laguna de T�rminos es un vivero natural de productos pesqueros, cuya explotaci�n irracional ha ocasionado el desequilibrio general de muchas especies marinas. El osti�n se produce abundantemente en la laguna, y el camar�n y varias especies de escama encuentran albergue extraordinario en sus primeras etapas de vida. En consecuencia, permitir la captura de camar�n en la laguna es atentar en contra de la riqueza fundamental de la sonda.
En 1970 la pesca se efectu� con 800 embarcaciones cuya capacidad fluctuaba entre tres y 50 toneladas. Las estad�sticas registraron 22 congeladoras y empacadoras de productos pesqueros, cuatro astilleros, una escuela pr�ctica de pesca y dos estaciones de biolog�a.
Los pescadores realizaban sus actividades en dos formas: como permisionarios libres y organizados en sociedades cooperativas. Los pescadores libres carec�an de capital y de fuentes de financiamiento adecuadas para realizar una explotaci�n en mayor escala. Las cooperativas pesqueras ten�an vicios de origen muy arraigados que llevaron a la necesidad de cancelar unas, y a otras, fue urgente otorgarles un financiamiento m�s amplio a fin de que tambi�n pudieran salir del estancamiento en que se llegaron a encontrar en algunos momentos. Por las razones econ�micas se�aladas, estos pescadores dif�cilmente aprovecharon la tecnolog�a moderna para sus actividades.
En conclusi�n, se dijo en 1971 que en el estado de Campeche exist�an riqueza mar�tima, elementos humanos y materiales suficientes para efectuar una sistem�tica pero racional explotaci�n.
La importancia de los recursos pesqueros estimul� la imaginaci�n de algunos personajes de la localidad. Por ejemplo, Nazario V. Montejo Godoy escribi� en 1914 unos versos que hacen entrar en escena a un gran minero de especies de la sonda. El poema Fiesta aguada es popular en la capital del estado y permite acercarse al buen humor del autor, as� como conocer un sinn�mero de nombres de peces que con el tiempo han desaparecido del vocabulario popular y de las redes, chinchorros y atarrayas.
El periodo 1976-1982, dijo Rodrigo Moya, "puede llamarse en justicia el sexenio de la pesca", ya que antes la actividad se reduc�a de hecho a la captura del camar�n. Las dificultades econ�micas de orden mundial y las propias del pa�s detuvieron la rapidez con que se avanzaba en esa materia.