Oro negro: cuarto recurso natural

Oro negro: cuarto recurso natural


En 1982 el Carmen empez� a ser m�s citada por la producci�n petrolera que por sus notables recursos pesqueros. La flota de captura camaronera comenz� a desintegrarse. Se repiti� el ciclo que fractur� al palo de tinte y las maderas preciosas, como tambi�n al chicle. Despu�s del camar�n y la pesca, surgieron el petr�leo y su industria, de convivencia tan dif�cil.

A principios del siglo, la compa��a Pearson realiz� investigaciones en tierra firme que no dieron ning�n resultado concreto. Era el mar el que ten�a reservada otra riqueza. Rudesindo Cantarell, due�o de un barco pesquero, descubri� la zona petrolera m�s importante de M�xico. Antes de morir en Isla Aguada, en mayo de 1997, cont� que en el a�o de 1961 operaba en el golfo de Campeche:

El propio Rudesindo se�al� que guard� silencio por algunos a�os, no muy seguro de que su descubrimiento fuera trascendental, pero entre dudas y reflexiones crey� haber visto algo importante para el pa�s, y en un viaje a Veracruz le confi� a un amigo petrolero sus observaciones, y �ste le dijo que fuera a las oficinas de Pemex en Coatzacoalcos. No le creyeron, pero tres a�os m�s tarde, en marzo de 1971, llegaron t�cnicos busc�ndolo y Cantarell los llev� al lugar. As� se enter� de la enorme reserva energ�tica que hab�a descubierto. En 1976 comenz� el auge del petr�leo, que en ese entonces ten�a importancia y precio internacional. En ese a�o se termin� el pozo Chac 1, quedando as� instalada la primera estructura. A ella siguieron otras como Akal y Nohoch, que constituyen lo que ahora se conoce como Complejo Cantarell.

A partir de entonces, el presidente L�pez Portillo confi� en que la pesca y el petr�leo de Campeche eran la abundancia eterna para M�xico. Los dos recursos se fomentaron y desarrollaron casi paralelamente hasta que una gran conflagraci�n los puso frente a frente: el Ixtoc. En 1979 apareci� una gacetilla en La jornada refiriendo, sin darle mayor importancia, un accidente en un pozo petrolero en el Golfo de M�xico. Conforme fueron pasando los d�as se revel� el verdadero problema: nadie pod�a apagar el pozo. Expertos y t�cnicos de renombre fueron a el Carmen y de ah� a la zona de desastre. Aviones, barcazas, buques recogedores de petr�leo, perforaci�n de pozos de alivio, todos los recursos para detener el mill�n y medio de barriles que se derramaban sobre el mar. Se utilizaron dispersantes qu�micos, lo que no evit� que en Puerto Isabel, Texas, cerca de Brownsville, se comenzaran a vender souvenirs que dec�an contener petr�leo del Ixtoc. El redactor de la revista especializada T�cnica Pesquera escribi�:

La prensa mantuvo la alarma y no cedi� en las constantes preguntas a las autoridades de la Secretar�a de Pesca sobre el da�o que causar�a a la fauna marina, hasta que se sostuvo m�s o menos el siguiente di�logo: "T� has visto en revistas o documentales lo que sucede cuando en la selva se produce un fuego o cualquier otro siniestro?" "S�", respondi� el periodista. "Bien, se observa que los ant�lopes, elefantes, jirafas, aves y hasta reptiles huyen del peligro". "Cierto", dijeron los reporteros. "Pues bien, igual sucede en el fondo marino y cerca del Ixtoc; los crust�ceos, como el camar�n y los peces, no se han quedado est�ticos junto a la presi�n con que expulsa aceite el pozo hacia la superficie, sino que tambi�n han huido del peligro las especies del fondo marino; por eso no es f�cil decir qu� da�o o mortandad ha causado el Ixtoc". El silencio, por lo sorpresivo de la respuesta, hizo que los periodistas dejaran de insistir a este respecto por unas semanas.

Ciudad de El Carmen se convirti� en 1979 en una poblaci�n desquiciada por los efectos del petr�leo. Hoteles sin habitaciones para alquilar, precios que se dispararon inesperadamente, alquileres tan caros como en Hollywood, calles y escarpas deshechas a causa del rodamiento de gigantescos remolques cargados de maquinaria y equipo, desenfrenado y artificial encarecimiento de los predios urbanos y rurales, explosi�n demogr�fica que ocup� hasta las tierras pantanosas, servicios municipales sobrecargados, aumento en el consumo de bebidas alcoh�licas y, como consecuencia, m�s delitos y prostituci�n. Amarguras y resentimientos fueron algunas de las consecuencias de la inesperada presencia de Pemex y de las compa��as perforadoras, que utilizaron la antigua Isla de Tris como base para sus operaciones en los yacimientos submarinos de la sonda de Campeche. Se present�a que de alguna manera afectar�a a la pesca y a los pescadores.

El accidente del Ixtoc, dijo Rodrigo Moya, sirvi� para poner de manifiesto un hecho: que el vertiginoso desarrollo de la industria petrolera mexicana particularmente la explotaci�n de yacimientos marinos- pod�a colocarla en curso de colisi�n con otra importante industria, la pesquera, fuente de divisas y de ocupaci�n para decenas de miles de personas.


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