Entre conchos, tobosos y tarahumaras


El espacio dominado por las expediciones de Ibarra distaba de ser un desierto. Una numerosa poblaci�n se acomodaba en sus monta�as boscosas, valles, lomer�os, barrancas y planicies de escasa vegetaci�n. Las estimaciones indican que hacia el momento del contacto hab�a unos 350 000 habitantes en la porci�n que desde 1562 se denominaba Nueva Vizcaya. Esta cifra, que debe tomarse con reservas, es importante, sin embargo, para comprender la compleja relaci�n de estos grupos con los pobladores europeos reci�n llegados.

Santa B�rbara se hallaba ubicada en un �rea del territorio de los tepehuanes. �stos practicaban la agricultura: ma�z, frijol, chile, calabaza y hasta algod�n. A pesar de que carec�an de una estructura pol�tica centralizada, no era raro que algunos jefes o caciques tuvieran mando sobre m�s de una rancher�a. Los viejos gobernaban en tiempos de paz, mientras que los guerreros lo hac�an durante la guerra. Los tepehuanes eran quiz� el grupo m�s agresivo de esta �rea: eran constantes sus conflictos con tarahumaras y dominaban a los acaxees, a quienes cobraban tributos de ma�z y frijol. Con una compleja vida ritual y ceremonial, los tepehuanes practicaban la poligamia y al parecer el canibalismo. Los sacerdotes o chamanes se sentir�an desplazados r�pidamente por la religi�n y los religiosos espa�oles.

Al parecer, los tepehuanes huyeron muy pronto del �rea de Santa B�rbara, una vez que esta poblaci�n fue fundada. Hacia el norte de este asentamiento espa�ol se hallaban los conchos, o la "concher�a", t�rmino con el que los espa�oles llamaron a los pobladores que habitaban cerca de los r�os que m�s tarde ser�an nombrados como Conchos, San Pedro y Florido. Griffen se�ala que al utilizar el t�rmino "concher�a" los espa�oles inclu�an, en realidad, a dos grandes grupos ling��sticos: los sumas-jumanos del norte y los conchos del sur. Estos grupos (entre ellos los chinarras, chisos, tapacolmes) viv�an en peque�os asentamientos, dedicados sobre todo a la recolecci�n, la caza, la pesca y la agricultura; de esta �ltima obten�an sand�as, melones, frijol, calabazas y ma�z. Usaban arco y flecha, as� como otras armas. No eran muy numerosos y a pesar de ello su territorio se extend�a hasta la confluencia de los r�os que con el tiempo se llamar�an Bravo y Conchos y hasta un punto no muy lejano de las ya desde entonces ruinas de Paquim�, sobre los r�os que los espa�oles llamar�an m�s tarde Santa Mar�a y El Carmen.

Hacia el sur de Santa B�rbara, por el camino a Durango, era territorio de frontera entre los tepehuanes y los diversos grupos que ocupaban lo que m�s adelante comenzar�a a llamarse Bols�n de Mapim�, entre ellos los tobosos y los salineros. Estos grupos viv�an de la caza de conejos, ratas, venados y hasta b�falos, y de la recolecci�n de nopal, maguey y mezquite; tambi�n viv�an dispersos en peque�as bandas de entre cincuenta y sesenta integrantes. Cada banda ten�a su jefe o capitancillo, cargo que reca�a en el mejor guerrero, pero que a veces se heredaba por v�a paterna. Sus casas eran simples jacales y enramadas cubiertos con pieles de venado o bien de zacate. La escas�sima informaci�n sobre la agricultura es contradictoria: algunas fuentes mencionan la pr�ctica de la agricultura maicera y otras los reducen a cazadores-recolectores. De cualquier modo, contrastaban con tepehuanes y tarahumaras, cuya agricultura estaba mucho m�s consolidada como pr�ctica cultural b�sica de subsistencia.

Al noroeste de Santa B�rbara, hacia el macizo monta�oso que m�s tarde se conocer�a como Sierra Madre Occidental, se hallaba el territorio de los tarahumaras, mucho m�s sedentarios que los conchos y los tobosos. Los tarahumaras practicaban la agricultura y tambi�n cazaban y recolectaban. Viv�an acomodados en rancher�as dispersas a lo largo de las corrientes superficiales (las cuencas altas del Mayo y del Conchos), aunque cambiaban de residencia conforme transcurr�a el a�o, para aprovechar los recursos de los dos medios naturales principales: las serran�as y las barrancas. Estas �ltimas, a veces situadas a 900 metros de profundidad, ofrec�an un clima tropical que era buen refugio para los fr�os inclementes de la temporada invernal.


MAPA 1. Distribuci�n de los grupos ind�genas en el siglo XVI


Mapa de una poblaci�n de 350 000 habitantes de grupos ind�genas que desde 1562 se denominaba Nueva Vizcaya. Entre los grupos estaban los tepehuanes que eran muy agresivos y dominaban a los acaxees. Siempre estaban en conflicto con los tarahumaras. Al norte los conchos, los sumas-jumanos, y otras poblaciones, que viv�an en peque�os asentamientos dedicados a la recolecci�n, la caza, pesca y la agricultura. Hacia el sur de Santa B�rbara era frontera entre los tepehuanes y otros grupos que se llamar�an Bols�n de Mapim�, los tobosos y los salineros. Grupos que viv�an de la caza y recolecci�n de nopal, maguey y mezquite.


En general esta poblaci�n viv�a dispersa a lo largo del territorio; carec�a de una estructura pol�tica centralizada, pues cada rancher�a reconoc�a a su propio jefe, aunque en tiempos de guerra se formaban agrupaciones m�s amplias. Antes del arribo de los espa�oles, las guerras entre estos grupos eran frecuentes: los tarahumaras sosten�an repetidos enfrentamientos con sus vecinos tepehuanes y con otros grupos, como los tubares, t�moris, ch�nipas y guazapares. En el Bols�n, una zona poblada de matorrales, mezquite, gobernadora, ocotillo y algunas cact�ceas, la lucha por una fuente o cuerpo de agua generaba fuertes enfrentamientos, sobre todo en la temporada de secas. Las venganzas eran comunes, lo mismo las alianzas, que a veces se reforzaban con v�nculos matrimoniales entre grupos distintos. No obstante, esas alianzas se caracterizaban por su gran fragilidad.

En cierto modo, los grupos se hallaban en zonas m�s o menos definidas seg�n sus caracter�sticas f�sicas. Los tarahumaras y tepehuanes viv�an m�s cerca de la Sierra Madre, en �reas de mayor altitud de sabanas y bosques de pino, cubiertas de zacatales, robles y t�scates, con un r�gimen de lluvias superior a los 400 mm anuales y con severas heladas invernales que acaso se ve�an compensadas por un verano m�s agradable. En cambio los conchos y los tobosos habitaban zonas comprendidas en el llamado desierto de Chihuahua, una zona m�s baja, m�s calurosa y con menos lluvia (menos de 300 mm). Los r�os nac�an en el territorio de tarahumaras y tepehuanes, en buena medida cubierto de con�feras, y descend�an hacia el desierto del Oriente y el r�o Grande, atravesando los terrenos m�s �ridos de los conchos y tobosos.

Por lo visto, los espa�oles repararon en las virtudes que ofrec�a la regi�n: corrientes de agua permanentes, tierras aptas para el cultivo y sobre todo una abundante poblaci�n ind�gena. Sin embargo, los primeros a�os de vida de Santa B�rbara mostraron que mantener un asentamiento permanente no era tarea f�cil. Uno de los problemas principales, como se ver�, fue el car�cter poco sumiso de los indios de los alrededores.


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