En el marco de la renovaci�n moral de la sociedad, enarbolada por el presidente De la Madrid, el Estado de M�xico trat� de crear una nueva imagen de sus cuerpos policiacos. Se multiplicaron los tecallis o m�dulos de seguridad y servicios urbanos, y en principio se invit� a que la ciudadan�a presentase denuncias contra el mal comportamiento de los agentes del orden. Con todo, la crisis econ�mica, que ven�a precedida y acompa�ada de la crisis moral, segu�a manifest�ndose en la corrupci�n y en la cadena de atracos que se suscitaban con frecuencia. El gobernador se dio a la tarea de preparar iniciativas de ley acerca de las responsabilidades de los funcionarios, as� como respecto a penas y seguridad en general.
Los incrementos de los servicios educativos, en apariencia espectaculares, no significaban m�s que el intento insuficiente de acercarse a las crecientes demandas. Hacia 1985 se contaba con 108 000 maestros y 2 800 000 alumnos. En tanto que la Universidad se extend�a a Amecameca y a Atlacomulco. Gracias a esta administraci�n resurgieron las Escuelas de Artes y Oficios, que se hab�an diluido en escuelas t�cnicas de la SEP
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Inquietud particular de esta gesti�n fue la b�squeda y difusi�n de la identidad mexiquense, as� como la conformaci�n de "la conciencia de lo mexiquense". Hubo radio y televisi�n mexiquenses, se cre� la presea Estado de M�xico, as� como el Consejo Estatal de Cultura. Lo m�s trascendente consisti� en la formaci�n de la Sociedad Mexiquense de Cronistas Municipales, que se aboc� a la elaboraci�n de otras tantas monograf�as. En el fondo hab�a la preocupaci�n por una carencia de tal conciencia en grandes sectores de la entidad. Particularmente, el oriente, separado pr�cticamente desde un principio del resto por la interposici�n del Distrito Federal, hab�a tenido un desarrollo socioecon�mico y cultural ajeno al del valle de Toluca. Por otra parte, las oleadas de inmigrantes allegados a la zona conurbada dif�cilmente entienden "lo mexiquense". M�s bien, se adaptan a formas de vida y tradiciones de tipo urbano y moderno, cuyos modelos se toman del Distrito Federal, de sus lugares de origen o de Estados Unidos, y tienen poco que ver con las iniciativas y esfuerzos artificiales de lo mexiquense. Una v�a m�s segura para crear tradiciones propias ser� la participaci�n real en la vida c�vica y en la gesti�n p�blica de mayor n�mero de ciudadanos y grupos pol�ticos. Entonces sentir�n propio el Estado de M�xico.