Ilusionado por el triunfo liberal y por la irrupci�n del positivismo, el antiguo maestro del Instituto, Ignacio Ram�rez, hab�a proclamado la existencia y veneraci�n de una nueva trinidad: la imprenta, el vapor y la electricidad. Sin llegar a tal extremo, el Estado de M�xico no fue ajeno al entusiasmo por el progreso. Toca, en efecto, a ese periodo iniciar con empuje la edici�n de textos para la ense�anza elemental y para el Instituto, escritos por algunos de los propios maestros en talleres locales. Entre las publicaciones hay que se�alar que al peri�dico oficial La Ley se a�ade La Uni�n; mientras El Hogar, �rgano del Instituto, se transforma en El Instituto Literario.
Mas donde la ilusi�n del progreso se convirti� en euforia colectiva fue en la inauguraci�n del ferrocarril M�xico-Toluca el 5 de mayo de 1882. "Un gent�o inmenso, probablemente m�s de 10 000 almas, prorrumpi� un sonoro hurra, saludando la majestad del progreso, llegando a nuestros lares en alas del vapor", "agente principal de su civilizaci�n". El flamante sistema ferroviario se deb�a a capital estadounidense, cuya intenci�n fundamental, soslayada en el delirio festivo, era establecer la red de comunicaciones que le permitiera controlar el mercado mexicano, paso decisivo en la integraci�n de la entidad al sistema de una econom�a de dependencia. Al a�o siguiente la v�a f�rrea acabar�a de cruzar el occidente de la entidad, rumbo a Michoac�n; en tanto que el oriente ya lo hab�a sido desde la d�cada anterior; y un a�o antes, el norte: M�xico-Cuautitl�n-Teoloyucan-El Salto, as� como el tramo M�xico-Naucalpan.
