Otra v�a posible, de la que ya se est� cerca en Cihuatl�n, es la autopista que parte del puerto de Manzanillo y pasa por la capital del verde estado de Colima. De aqu� surgen dos opciones: el camino sinuoso y m�s largo nos acercar� a Michoac�n por los minerales de Pihuamo y pasar� por Tecalitl�n, tierra tambi�n de mariacheros; a la derecha quedar� el m�s joven de los asfaltos carreteros de Jalisco, que casi conduce hasta Jilotl�n de los Dolores, en la colindancia f�sica, espiritual y gastron�mica con Michoac�n, cerca del r�o Tepalcatepec.
El mejor y m�s r�pido sube precipitadamente y se acerca al Volc�n y al Nevado de Colima, las mayores edificaciones naturales de Jalisco. La primera se considera la de mayor actividad en todo M�xico. Desde hace poco se pasa por encima de las barrancas de Beltr�n y de Atenquique, aunque para trasponerlas, antes de que se construyeran sendos puentes, hab�a que descender hasta el fondo y ascender despu�s penosamente. Entre 1858 y 1866 fue basti�n casi inexpugnable de liberales y patriotas que lucharon exitosamente contra los conservadores y los ej�rcitos franceses.
Despu�s de Atenquique, donde la madera se convierte en papel, nos reconciliamos con el camino de Pihuamo y llegamos juntos a Ciudad Guzm�n, meollo comercial, otrora conocido como Zapotl�n el Grande, que est� arrimado a las estribaciones de la sierra del Tigre, donde abundan minas de arena y cal.
Trascender el valle de Zapotl�n y pasar al de Sayula significa bajar por la cuesta de este nombre, escenario de importantes batallas durante la Revoluci�n, la Intervenci�n francesa y la guerra de Independencia, para atravesar la laguna llamada tambi�n de Sayula, tan extensa como de escasa profundidad. La mitad del a�o alcanza cuando mucho metro y medio, mas cuando deja de llover queda completamente seca, sin que su salitroso suelo pueda tener otro uso que el de causar polvaredas. Lo mismo les sucede a sus vecinas lagunas de San Marcos y Santa Catarina.
De Sayula parte una v�a transversal que remonta la sierra de Tapalpa para arribar despu�s hasta Uni�n de Tula y la carretera de Autl�n. Pero primero habr� que pasar por San Gabriel, cuna de Juan Rulfo, y luego por un llano que, sin saber casi nadie d�nde est�, es de sobra conocido por todos los buenos lectores del mundo, ya que sirve de marco a un cuento de Rulfo y de t�tulo a uno de los libros m�s importantes de las letras hispanas de todos los tiempos: El llano en llamas.
Desde Sayula ahora es muy r�pido viajar a Guadalajara, aunque hace unas cuatro d�cadas se tardaba casi todo el d�a para recorrer lo que ahora requiere apenas de una hora y cuarto: llegar a Acatl�n y al Cuarenta y, junto con quienes vienen de Autl�n, por un lado, y de Jiquilpan, por el otro costado del cerro de la Difunta, ingresar a Guadalajara por la carretera asfaltada m�s antigua de Jalisco.