Para el turista extranjero la tentaci�n mayor es la de olvidar el progreso para treparse a la sierra de coras y huicholes y emprender la peregrinaci�n del peyote. Gracias a la lejan�a de sus monta�as, los huicholes lograron mantenerse muchos a�os aislados para conservar sus costumbres. Ahora las avionetas llevan turistas, comerciantes y fot�grafos; las brechas se multiplican, las carreteras se acercan.
Hoy es bien conocido el arte colorido de los huicholes; los "ojos de dios" y las figuras de estambre sobre cera han invadido las tiendas de artesan�a y se venden en el mundo entero. Esto no significa una mejor comprensi�n entre su mundo y el nuestro.
Sin la sierra no habr�a huicholes ni coras. La "Sierra Madre", �qu� mejor nombre?, es su patria, su muralla, su escondite. No hay caminos, sino veredas que tratan de encontrarle el hilo a este laberinto. Suben y el aire se refresca y las nubes se acercan. Bajan al fondo de vertiginosas barrancas casi al nivel del mar y el aire se vuelve sofocante. Infierno, quemaz�n, alacranes y serpientes. Cuando el r�o est� creciendo, no se puede pasar. Hay que esperar d�as, semanas. Durante la temporada de aguas, la sierra es impenetrable. Solamente las avionetas pueden bajar sobre una de las tantas mesas: mesa del Nayar, mesa de Santa Teresa, mesa de San Andr�s.
La roca forma la sierra entera y hay muy poca tierra para sembrar. Al lado de los r�os se puede tener alguna huerta, alguna hortaliza, pero �cuidado con la creciente!, y all� abajo es imposible vivir. Por eso el serrano se pasa la vida caminando, subiendo y bajando; se vive arriba, sobre las mesas, pero el agua y la poca tierra est�n abajo. A caminar, a trepar, pues.
De pronto, la sierra se abre y deja ver a lo lejos el Pac�fico brillando. Los ojos cuentan un infinito de planos en la lejan�a; los o�dos no pueden creer tanto silencio: el viento en los pinos, las barrancas, son lo m�s espectacular, y uno se siente anonadado por tal inmensidad, que se prolonga hacia el norte a lo largo de m�s de 1 000 kil�metros.
Huajicori, Jes�s Mar�a y la Yesca son los tres �nicos pueblos de la sierra que cubren todo el oriente del estado; �sta toma infinidad de nombres: sierras de Huajicori y San Francisco, Ixcat�n, Berberia, el Nayar, Pajaritos, Pinabete, �lica y la Yesca. Alojan tepehuanes, coras, huicholes y mexicaneros. Los coras viven en Jes�s Mar�a, Mesa del Nayar, Santa Teresa, San Francisco, Dolores, San Pedro Ixcat�n, San Juan Corapan, San Blasito, Santa Cruz y Saicota.
Los huicholes se han diseminado entre Nayarit y Jalisco, pero son los m�s apegados a sus tradiciones.
De los 35 000 habitantes que viven sobre los 10 000 km� de los tres municipios, la mitad pertenece a los grupos ind�genas mencionados. Sobre lo que es la tercera parte de la superficie del estado (27 500 km�) vive menos de 5% de la poblaci�n total. La sierra es muy pobre y no puede mantener m�s gente. En alguna �poca Huajicori y la Yesca fueron pueblos mineros. Huajicori tiene algo de agricultura; Jes�s Mar�a y la Yesca viven principalmente de la ganader�a. El ganado muy flaco no da leche; est� adaptado, como el hombre, a una naturaleza muy dura.