Fray Servando estuvo pendiente de todo. En carta particular de 19 de junio escrita a su paisano el doctor Jos� Bernardino Cant�, le dice:
Nada de sueldos, si acaso el Congreso que all� se va a instalar da en la locura de asignarse dietas y no sirve como carga concejil el empleo, s�lo servir� para oprimir al nuevo Estado y ser� para nuestra ruina. Por eso [...] procure que la elecci�n recaiga sobre hombres pudientes o que gocen por otra parte de sueldo, porque �stos ni en el Congreso General ni en los particulares toman dietas. Particularmente le encargo sean elegidos diputados usted y el doctor Arroyo, para que haya quien dirija a los dem�s [...].
El 9 de julio siguiente, reunidos en la sala del Ayuntamiento de Monterrey los electores de los cinco partidos: Monterrey, Cadereyta, Pil�n, Linares y Boca de Leones, bajo la presidencia de Jos� Eusebio Guti�rrez, vocal de la Diputaci�n Provincial, fue revisada la documentaci�n correspondiente y dos d�as m�s tarde, en la misma sala, fueron electos los once diputados propietarios y cuatro suplentes del primer Congreso de Nuevo Le�n. Verificada la elecci�n pasaron a la catedral donde fue cantado un solemne Te Deum en acci�n de gracias.
Erigido en constituyente, el Congreso se dio a la tarea de redactar la Constituci�n Pol�tica local, sancionada el 5 de marzo de 1825. Como una de las obligaciones de los ciudadanos seg�n lo observa el historiador Santiago Roel fue establecida la de "amar a la Patria, ser veraz, justo, ben�fico y, en suma, virtuoso".