Otra clase social era aquella a cuya hidalgu�a se un�an el poder y el dinero. Se�ores de un car�cter semifeudal que pose�an grandes extensiones de tierra y numerosos indios y ganados, y que se rodeaban de multitud de sirvientes, esclavos, parientes, y ejerc�an notable influencia en la vida social, pol�tica y econ�mica.
Bernab� de las Casas, por ejemplo, lleg� a ser due�o (primeras d�cadas del siglo XVII) de un latifundio que empezaba al noroeste de Monterrey y llegaba hasta los actuales l�mites de Coahuila. Era uno de los vecinos m�s poderosos y se hac�a acompa�ar de criados y pajes. Subdivididas sus tierras entre sus herederos, dieron origen a las haciendas de San Francisco de las Ca�as, el Pueblito, Chipinque y Nuestra Se�ora de Gu�a (o Egu�a) que en el siglo XIX habr�an de convertirse en las villas de Mina, Hidalgo, El Carmen y Abasolo, respectivamente.
Jos� de Trevi�o entr� a poblar hacia 1604. Trajo a numerosos sobrinos y parientes, muchos esclavos, 10 carretas, 2 000 vacas y fue tambi�n hombre poderoso. Uno de sus sobrinos, el capit�n Blas de la Garza (1590-1661), fue due�o de las tierras en donde ahora est�n los municipios de Apodaca y Pesquer�a. Ten�a casa fuerte o torre�n para protegerse de los ataques de los indios y para defensa de Monterrey; durante largos a�os mantuvo, de su propio peculio, un cuerpo de doce hombres, con sus armas y caballos, "para salir a la hora que fuese necesario".
Soy —dec�a en 1653— uno de los vecinos que mayor lustre y aumento ha dado a este reino, pues en �l hoy tengo once hijas y hijos casados y que viven de por s�, con sus casas, de que proceden m�s de treinta y seis nietos y nietas que aumentan el crecimiento de esta ciudad y reino, sin cinco doncellas que tengo para dar estado.
