Huastecos


Sabemos que los antiguos huastecos, por su lenguaje, pertenec�an al tronco mayense y ten�an rasgos culturales similares a los de los grupos del centro de Veracruz. Es probable que entre los a�os 1500 y 1200 a.C., llegaran al �rea donde se desarrollaron y fundieron con otros grupos que ya habitaban el territorio y que ten�an contacto con los habitantes de la sierra de Tamaulipas. Sin embargo, los huastecos, como cultura claramente definida, comenzaron a tener importancia despu�s de los a�os 750 a 800 d.C. y cobraron especial relevancia en el periodo Poscl�sico mesoamericano.

Sobre el origen de los huastecos, Sahag�n refiere en su Historia general de las cosas de la Nueva Espa�a que el nombre de los huastecos

Esta relaci�n probablemente se refiere a la llamada migraci�n de P�nuco ocurrida a finales del periodo Cl�sico que, de acuerdo con los relatos, lleg� hasta Tamoanchan y despu�s regres� al lugar de donde hab�a salido. Algunos investigadores piensan que este grupo sali� del �rea maya. Cabe hacer menci�n de que se han localizado restos de esta cultura o portadores de la misma en la Huasteca, en Hidalgo, en Morelos, en el valle de Toluca y en Tlaxcala. Adem�s, es necesario destacar que desde ese momento la Huasteca llam� la atenci�n de otros grupos mesoamericanos, al grado de que hasta ah� lleg� la expansi�n tolteca en el periodo Poscl�sico Temprano y que, siglos despu�s, los mexicanos conquistaron varios de los se�or�os huastecos.

En t�rminos geogr�ficos actuales, los antiguos huastecos ocuparon el norte de Veracruz, el oriente de Hidalgo, noreste de Puebla, sureste de San Luis Potos� y una peque�a porci�n de Tamaulipas, hacia las fronteras de ese estado con Veracruz y San Luis Potos�. Los l�mites del territorio huasteco llegaban por la costa desde Tuxpan (Tabuco) hasta P�nuco (Tumilco). Al sur de esta zona se extend�a sobre una faja costera que compart�a con los totonacos.

Los huastecos tra�an la sal de Campeche; no la recog�an en las salinas de Tampico por las hostilidades de los indios que poblaban la zona. Por el noroeste los l�mites eran los r�os Huayalejo y Tames�. Sobre los bancos del Tames� hab�a villas y poblados tan lejanos como Tanchipa, cerca de lo que hoy es Ciudad Mante.

Para la parte suroccidental de la frontera puede tomarse como punto de referencia a Teayo, actualmente en Veracruz. Un poco m�s al sur, en Cazones comenzaba el Totonacapan. Por la parte baja de la sierra, los restos arquitect�nicos atribuibles a esta cultura se extienden hasta Metlatoyuca, en el estado de Puebla.

Hacia el occidente, sirven como indicaci�n varios puntos: el occidente de Yahualica, Hueyapan y Tamazunchale, hasta bajar a la llanura costera de San Luis Potos�, donde la parte baja de la sierra de Micos forma una delimitaci�n natural.

Los restos materiales encontrados nos hablan de grupos con tradici�n coste�a que al principio se asentaron en las partes norte de Veracruz y sur de Tamaulipas. Despu�s se extendieron por la llanura costera, principalmente por la de San Luis Potos� y en la sierra de Tamaulipas. En el periodo Cl�sico mesoamericano, los huastecos continuaron su avance por la llanura costera de San Luis Potos� hasta llegar al Altiplano potosino. Se extendieron hasta Quer�taro, la sierra de Hidalgo y el norte de Puebla. Los asentamientos huastecos en la sierra ocuparon los valles y las mesetas bajas como parte de una ruta comercial importante en la �poca prehisp�nica: Atlapexo, Atlatipa, Tehuatl�n, Huejutla, Acuimantla.

Los poblados m�s antiguos de la Huasteca se encontraban diseminados en peque�as aldeas dispersas, con algunas casas de barro y varas que en ocasiones eran de planta oval. M�s tarde, construyeron sus casas sobre peque�as elevaciones o plataformas artificiales para protegerse de la humedad. Hacia los a�os 1 al 100 comenzaron a elaborar plataformas para sostener sus templos.

Aproximadamente a partir del a�o 200 d.C., la cultura huasteca tom� perfiles particulares, entre los que sobresale su arquitectura. En el periodo comprendido entre los a�os 200 y 500 dominaron las formas circulares, ovales o derivadas del c�rculo en sus templos y plataformas. Parece ser que las formas circulares de las grandes estructuras tuvieron su origen y desarrollo en la costa del Golfo. En otras �reas culturales que tuvieron distintos contactos con la Huasteca estas ideas arquitect�nicas no aparecieron sino hasta �pocas tard�as.

Los edificios de forma circular se han localizado principalmente en la costa y en la llanura costera potosina. Un buen ejemplo es la estructura descubierta en El �bano, San Luis Potos�, donde se construyeron mont�culos sobre una plataforma natural rodeada de esteros. El n�cleo est� formado por lodo comprimido sin ning�n recubrimiento aparente; no tiene escalinata que conduzca a la parte superior, pero se encontraron restos de lo que tal vez fue una construcci�n de madera que ha hecho suponer a los investigadores la existencia de semejanzas con algunos edificios de La Venta, tanto por su forma como por su t�cnica de construcci�n.

En la Huasteca meridional los asentamientos fueron m�s numerosos; el comercio con el centro de Veracruz era constante y se percibe la influencia de grupos del �rea maya y del Altiplano Central.

Los rasgos culturales que la Huasteca lleg� a compartir con otros grupos mesoamericanos pr�ximos los adquiri� paulatinamente y no antes de finales del periodo Cl�sico. Seg�n parece, en este periodo los huastecos no utilizaban el estuco y las escaleras a menudo carec�an de alfardas. El uso del complejo constructivo de tablero y talud, caracter�stico por ejemplo en Teotihuacan, hasta donde se sabe no se observa; sin embargo, hacia finales del Cl�sico los huastecos adoptaron el tablero escalonado que limita el talud, rasgo que tal vez tomaron de la arquitectura de El Taj�n. De ese periodo, hasta ahora tampoco se conocen estructuras escalonadas. Hay una completa ausencia de estructuras relacionadas con el juego de pelota, y las caracter�sticas formas arquitect�nicas de Mesoam�rica no se manifiestan sino en la �ltima parte del periodo, pero con un sello muy propio de la cultura huasteca: las esquinas redondeadas.

Hacia las partes bajas de las laderas de la sierra, en sitios localizados en Amatlant�petl, Tancoco, Tantima y Tamal�n, entre otros, el sistema de construcci�n var�a notablemente con respecto del de la costa y se identifica m�s con el de la sierra: rellenos de canto rodado y lodo revestidos con lajas o con cantos rodados unidos con lodo. Por lo general las formas son circulares, aunque las hay rectangulares, todas de peque�as dimensiones.

Entre los sitios que hay en San Luis Potos� y que pertenecieron a esta cultura, cabe hacer menci�n del complejo Buenavista-Huaxcam� ya muy cercano al Altiplano potosino, en donde hay construcciones de formas circulares y rectangulares. Aqu� las estructuras est�n formadas con lajas calizas asentadas con barro; los edificios tienen escalinatas en las que la huella de los escalones es corta en relaci�n con el peralte y carecen de alfardas. Los arque�logos asocian la cer�mica que han encontrado en este lugar a la de El Taj�n.

Los sitios arqueol�gicos localizados en Tancanhuitz, Cuatlamay�n y Tamposoque tienen construcciones que corresponden a este periodo y exhiben caracter�sticas semejantes a los de Buenavista en el sistema de construcci�n y en los elementos arquitect�nicos. En todos los edificios el c�rculo es el elemento fundamental, aunque puede presentarse combinado con formas rectangulares como en Tamposoque.

Los arque�logos consideran que el uso de lajas unidas con lodo en los taludes de los edificios ten�a como verdadera finalidad dar una apariencia de mejor acabado y no serv�an como muros de contenci�n porque no ten�an la solidez que para ello se requiere. Sin embargo, hay muros en la base de los edificios que probablemente se levantaron para contener el n�cleo formado de piedras y lodo o solamente lodo.

Para esta �poca exist�a ya un estrecho contacto con el centro de Veracruz. Se han encontrado yugos y palmas en la costa y llanura costera as� como cer�mica de El Taj�n y el Altiplano Central, lo que lleva a pensar que hacia finales de este periodo los huastecos ten�an estrechos contactos comerciales con otras �reas.

La frontera entre huastecos y totonacas qued� claramente establecida en el siglo XV, despu�s de las conquistas mexicanas. Quiz� los mexicanos escogieron este punto por dos razones: la primera, porque de esa manera separaban a ambos grupos e imped�an cualquier coalici�n que pusiera en peligro la expansi�n mexicana; la segunda, porque Tabuco-Tuxpan era el �ltimo centro de gran importancia econ�mica y pol�tica por la costa sur de la Huasteca. Cazones, l�mite convencional entre la Huasteca y el Totonacapan, tuvo menor importancia en esos aspectos. Obviamente, desde Tabuco los mexicas pod�an ejercer un mayor control tanto al norte como al sur. Puede agregarse que hasta hace unos cuantos a�os se registr� la existencia de hablantes de n�huatl en esa faja costera. Los actuales grupos nahuas que habitan en la zona provienen de esta �poca y se asentaron ah� desde las conquistas mexicanas.

Es posible que los grupos huastecos que se asentaron en el Altiplano potosino quedaran aislados de los grupos de la llanura costera por la presencia de grupos hostiles; no obstante, buscaron relaciones comerciales con sus vecinos m�s accesibles.

En la actualidad, casi todo el territorio que fuera ocupado por los huastecos se cultiva mediante el sistema de bast�n plantador, y es posible que en la llanura costera potosina se hubiera utilizado alg�n sistema de riego hacia el sur de Tamu�n. Los huastecos practicaron la agricultura en una escala considerable; sin embargo, no hay prueba de que sus sistemas productivos hubieran tenido las magnitudes que alcanzaron en otros lugares de Mesoam�rica. Es muy posible que las formas de organizaci�n social, econ�mica y pol�tica, basadas en peque�os se�or�os, no requirieran de un sistema de explotaci�n agr�cola de grandes vol�menes. Al parecer, los intercambios comerciales con otras regiones se realizaron principalmente en el terreno de las manufacturas.

Para el estudio de las culturas mesoamericanas, el an�lisis de la cer�mica ocupa un lugar relevante. Mediante �l se pueden inferir �pocas evolutivas, motivos est�ticos y religiosos as� como los recursos tecnol�gicos; tambi�n se pueden rastrear las rutas comerciales y los intercambios entre una cultura y otra.

La cer�mica huasteca de los primeros periodos de la costa, en especial en lo que toca a Veracruz, ha sido relacionada y aun identificada con otras del Veracruz central, el �rea maya e incluso con las primeras fases de Monte Alb�n.

Alrededor del a�o 300, en el periodo que los arque�logos han definido como P�nuco III, aparecieran como cer�micas caracter�sticas las llamadas de pasta fina, cuya dureza y acabado son superiores a las de los anteriores periodos. Estos tipos de cer�mica no se encuentran en otras �reas de Mesoam�rica y se cree que son originarios de la Huasteca. Los investigadores coinciden en que todo parece indicar que durante ese periodo no hubo nexos con cer�micas de otras �reas, aunque existen desarrollos similares entre algunos tipos cer�micos del centro de Veracruz.

En el periodo comprendido entre los a�os 700 y 900, llamado periodo IV, la cer�mica huasteca adquiri� una fisonom�a propia. No se aprecian formas que muestren relaciones directas con otras �reas culturales. Las cer�micas pintadas de rojo en el exterior o en el interior muestran similitudes con las del Taj�n del periodo Cl�sico, lo que puede deberse a la existencia de un desarrollo cer�mico com�n que incluye el norte de Veracruz y el Taj�n.

La zona de Buenavista parece mostrar ciertas relaciones no s�lo con la costa y el centro de Veracruz, sino tambi�n con el Altiplano Central, especificamente con las cer�micas de Mazapa.

En el periodo Poscl�sico, de 900 a 1100, la cer�mica huasteca en general muestra influencia clara de otras expresiones. La cer�mica m�s notable, denominada de Las Flores, muestra conexiones con el �rea maya y el centro de Veracruz. Asimismo, hay evidencias de otras cer�micas provenientes de diversas zonas: la cer�mica denominada anaranjado fino, originaria del �rea maya; la cer�mica roja parece ser intrusiva en la Huasteca, aunque presente caracter�sticas semejantes a otros tipos representativos que han sido considerados como locales. Durante este periodo aparecen en las cer�micas de la costa del centro de Veracruz motivos decorativos de influencia azteca de la primera �poca. En P�nuco existen motivos semejantes a los de la cer�mica Azteca I, como por ejemplo el signo del d�a. Tambi�n en la �ltima �poca de Tanqui�n se encuentran motivos de signos del Altiplano Central, entre ellos el del movimiento. Se aprecia tambi�n la relaci�n de los tipos cer�micos con la cultura mixteca en lo que se refiere tanto a motivos como a colores. Igualmente, la decoraci�n manifiesta relaciones con Tula y el �rea maya. En la sierra, de seguro por el est�mulo del intercambio, se generaron tipos cer�micos de gran originalidad que muestran una policrom�a hasta entonces desconocida. Se han encontrado cer�micas huastecas de este periodo en concheros o en campamentos de la costa norte de Tamaulipas y el sureste de los Estados Unidos.

La cer�mica del �ltimo periodo de la Huasteca, el VI, un poco antes de la llegada de los espa�oles, aparece como producto del comercio, por el norte hasta el r�o Bravo y por el sur basta Nautla y Zempoala.

Por lo que respecta a las figurillas, existen desde el periodo formativo. Muestran un claro estilo local hacia la costa y en ocasiones encontramos alg�n parecido con la cultura olmeca. Los rasgos burdos de las locales evolucionaron r�pidamente y adquirieron un sello distintivo que las hace sobresalir por sus caracter�sticas. En el modelado de las figurillas los huastecos lograron plasmar un tipo f�sico determinado. El uso de moldes se identifica con las t�cnicas utilizadas en otras partes de Mesoam�rica.

Los huastecos trabajaron con gran habilidad la concha y la piedra. En concha labraron multitud de implementos, como anzuelos, agujas, botones, cinceles, anillos, brazaletes, pulseras, orejeras, cuentas para collar, pendientes, pectorales lisos. Elaboraron tambi�n instrumentos musicales como cascabeles y trompetas, pero tal vez lo mas notable son las escenas m�ticas y religiosas de alta calidad pl�stica que grabaron en pectorales.

La escultura en piedra es una manifestaci�n del periodo Cl�sico Tard�o y Poscl�sico. En el �ltimo lapso, el dominio de la t�cnica del tallado o bajorrelieve alcanz� su m�xima expresi�n. Uno de los m�s bellos ejemplos que se conservan es el denominado "Adolescente huasteco".

La cultura huasteca, como se deduce de los vestigios arqueol�gicos, permaneci� en cierta medida aislada de Mesoam�rica hasta ya muy entrado el periodo Cl�sico. Al parecer, al proceso de asimilaci�n e intercambio con otras culturas sigui� el siguiente proceso: contacto con el �rea maya, probablemente por v�a mar�tima, as� como con el centro de Veracruz; m�s tarde, con la cultura mixteca y con el Altiplano Central. De esas relaciones, los huastecos adquirieron nuevas concepciones religiosas, numerol�gicas y de calendario, conocimientos arquitect�nicos, urban�sticos y sistemas de construcci�n m�s sofisticados. Durante el Poscl�sico, sin abandonar las formas arquitect�nicas circulares recurrieron a otras soluciones m�s elaboradas, como el rect�ngulo con esquinas redondeadas y la combinaci�n de ambas formas, que son caracter�sticas de las construcciones del Cl�sico tard�o y el Poscl�sico. Nuevos elementos son introducidos: tablero escalonado que limita al talud, rasgo t�pico del Taj�n; pir�mides escalonadas y cierto arreglo en los centros que les dio un car�cter m�s formal.

La influencia mesoamericana se dej� sentir de muchas maneras, como sucede en Cuatlamay�n, Tamposoque y Tamu�n. Estos centros muestran planificaci�n, uso de alfardas, estuco, grecas y aun pintura mural. En la sierra se levantan edificios que son verdaderas fortalezas y cuya erecci�n fue parte de la estrategia defensiva contra los ej�rcitos mexicas que hacia finales de esa �poca trataron de conquistar a los huastecos.

El juego de pelota, considerado un rasgo cultural importante de Mesoam�rica, es muy raro en la Huasteca. Se conoci� en �pocas tard�as pero no se practic� con regularidad, tal vez porque estuvo ligado a ritos de �ndole religiosa que no se conocieron ni se practicaron antes del Poscl�sico en la Huasteca.


Costumbres, religi�n y sociedad

A causa de su organizaci�n pol�tica, los huastecos aparecen como grupos distintos, aunque culturalmente formaron uno solo. En gran medida, por su vecindad y situaci�n respecto de otros grupos, quiz� no s�lo compartieron ciertas similitudes culturales, sino tambi�n otras de car�cter �tnico y f�sico. Estas �ltimas pudieron haberse dado en la sierra tamaulipeca a consecuencia de una fusi�n de grupos.

En la Huasteca, los rituales estaban vinculados estrechamente con la luna y la lluvia, y en ellos Nahualpilli solamente era el "gran mago" o "principal hechicero"; al ser incorporado al pante�n mexica, lo tomaron como un dios al que se describe vestido como "cuexteca", con el cabello enmara�ado, de cabeza como cayendo, con escudo de oro en la frente y con un sarcillo de oro y un b�culo de pluma.

Sahag�n habla de la existencia de magos hechiceros que a la vez eran una especie de prestidigitadores.

En la religi�n huasteca el culto a la fertilidad fue una de las manifestaciones principales. Tlazolt�otl probablemente fue diosa madre, creadora de la vida, la primera diosa sin forma animal ni humana; si los mexicas la tuvieron como diosa de la lujuria, de los placeres carnales y comedora de inmundicias, quiz� se haya debido precisamente a que ve�an algunas de las costumbres huastecas como actos de escarnio, imagen que tambi�n tuvieron los cronistas espa�oles que constantemente reaccionaron en sus escritos con expresiones de repudio hacia la conducta de los huastecos. Estas primeras reacciones europeas han valido para que, a lo largo de la historia, se les haya calificado como pueblo libertino, vicioso e inmoral.

El sol y la luna fueron objeto de culto entre los huastecos y a�n en el siglo pasado se le ten�a por uno de los principales. Tambi�n eran adorados por los chichimecas, quienes les llamaban padre y madre. No es improbable que los chichimecas, en los contactos que tuvieron con los huastecos, hubieran tomado de ellos ese culto. Otro grupo que quiz� pudo haber tomado el culto lunar de los huastecos fue el otom�.

Eh�catl, dios del viento, tambi�n aparece en las fuentes como originario de la Huasteca e invariablemente ligado a Quetzalc�atl. Eh�catl era el viento del norte barredor de las nubes que traen la lluvia. Esta advocaci�n se vincula a un fen�meno natural que peri�dicamente ocurre en la costa atl�ntica, cuya naturaleza h�meda o seca es ben�fica o mal�fica para las cosechas; por tanto, su n�men, Eh�catl, fue de gran importancia entre los huastecos tambi�n como deidad de la fertilidad. Durante el Cl�sico se le represent� como un caracol cortado en el centro, porque ah� se encontraba encerrado el viento. M�s tarde, a finales del Cl�sico Tard�o, tal vez fue sincretizado con Quetzalc�atl, al cual, para enfatizar su advocaci�n como Eh�catl se le representaba portando a manera de pectoral un joyel del viento. No fue sino hasta el Poscl�sico Tard�o cuando se le concibi� con una especie de pico de ave, como para reafirmar su car�cter de gran soplador del viento, pero no necesariamente ligado con Quetzalc�atl. Eh�catl tambi�n fue el dios de la lluvia. En la Huasteca, antes de las conquistas mexicanas no hubo representaciones de Tl�loc, Xipe o Xilonen, por lo que no es dif�cil suponer que fueron ellos quienes las introdujeron.

En la Huasteca hab�a un n�mero considerable de provincias internas; en cada una, un se�or independiente gobernaba sin guardar, al parecer, ning�n compromiso pol�tico o econ�mico con las dem�s. A menudo las fuentes se refieren a las provincias de Tzic�ac, Tamu�n, P�nuco, Tampatal, Tuxpan, Huejutla y Tamapache, entre otras, que eran entidades pol�ticamente independientes y es de presumir que a causa de ello pudieron presentar poca o nula resistencia a las invasiones mexicanas. Las provincias eran gobernadas por caciques y los cacicazgos eran hereditarios. Si el cacique mor�a, el hijo ocupaba su lugar; pero si en ese momento no era adulto, se nombraba un tutor. Si el cacique no ten�a descendencia, el puesto era ocupado por un principal, llamado "pascole" entre los huastecos y, aunque no era com�n ocasionalmente la esposa o la hermana era nombrada cacica del lugar. Exist�a una especie de primer juez auxiliar —oklek— que era ayudado por los mayules (mayores) que integraban una fracci�n de gobierno. Las provincias gobernadas en forma aut�noma dan la impresi�n de no haber llegado a consolidarse en una organizaci�n pol�tica m�s compleja que rebasara la concepci�n de meros se�or�os, probablemente por la baja densidad de poblaci�n cuyo modelo de organizaci�n eran los peque�os poblados o villas. El caso de la Huasteca, en cierto sentido, podr�a equipararse al del occidente de M�xico, donde, hasta cierto punto, las condiciones pol�ticas parecen haber sido semejantes, tal vez tambi�n como resultado de su marcada marginalidad respecto de Mesoam�rica. Parece ser que tambi�n hubo un consejo de ancianos encargado de impartir justicia, pero no sabemos nada sobre su antig�edad y estructura, y quiz� sean el resultado de la influencia de otros grupos establecidos tard�amente en la Huasteca que modificaron las organizaciones originales. Entre esas posibles influencias deben anotarse las de los grupos mexicas que, al mezclarse con los huastecos, llegaron a formar en algunos casos una sola unidad, como se cree que ocurri� en ciertas partes de San Luis Potos�.

La estructura pol�tica de la Huasteca sobrevivi� a las conquistas mexicanas y aun a la m�s devastadora conquista espa�ola. Lo que fuera una forma de organizaci�n social que facilit� la primera conquista, complic� la segunda, que aparentemente tom� mucho menos tiempo que el sometimiento de los chichimecas pero que no concluy� con el exterminio.

Recientemente se han descubierto en el �rea cultural huasteca importantes vestigios arqueol�gicos, entre los que destaca un complejo urbano de grandes dimensiones, Tantoc, que podr�a arrojar por tierra las generalidades que se atribuyen a dicha cultura. El complejo, cuya ubicaci�n ya era conocida, presenta ahora —tras una m�s amplia y sistem�tica investigaci�n y descripci�n arqueol�gicas—, todas las modalidades de los grandes centros mesoamericanos y aparece, en el horizonte de la cultura huasteca, como la llave para formular nuevas teor�as en torno a su organizaci�n social, intercambios culturales y desarrollos tecnol�gicos, art�sticos y religiosos.


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