Negocios p�blicos y privados por igual


Con el establecimiento de las Juntas de Fomento del Comercio en las capitales de los departamentos, el gobierno general buscaba el doble prop�sito de controlar el contrabando y facilitar las operaciones fiscales. Con el mismo designio se estableci� el Tribunal Mercantil.

El contrabando lleg�, en efecto, a convertirse en un problema que desalineaba el fiel de la balanza de gran n�mero de actividades productivas y comerciales y que afectaba tanto al erario p�blico como a los ingresos de la sociedad en general. Las respuestas de la sociedad empezaban a expresar un marcado tinte nacionalista. En San Luis Potos� se estableci� la Asociaci�n Patri�tica Potosina en abril de 1844, con la finalidad de impulsar el comercio y la industria nacionales; para ello, obligaron a sus asociados a no comprar art�culos de procedencia extranjera, sino en los casos de necesidad calificados por la Junta Permanente de esta asociaci�n; no comprar sino en los establecimientos mexicanos, reputados como tales los de cualquier extranjero con familia o bienes que lo arraigasen al pa�s, o f�brica o taller o escuela donde se propagaran los conocimientos �tiles y m�todos industriales; adem�s,

A partir de 1842, el gobierno general comenz� a administrar la renta del tabaco, al t�rmino del contrato celebrado con la Empresa de Tabacos. La pol�tica del gobierno general respecto de las rentas y haberes de los departamentos se tom� cada vez m�s exigente al mismo tiempo que esquilmaba sus recursos.

Algunas veces los negocios particulares fueron apoyados por gestiones p�blicas que, a su vez, recib�an beneficios. Entre 1833 y 1842 la Empresa de Tabacos, administrada por Cayetano Rubio y Jos� Ma. Erraz�, a quienes se identificaba como partidarios del centralismo y m�s adelante como conservadores, adquiri� las haciendas de San Ignacio del Buey y San Agust�n de los Amoles, haciendas que pertenec�an al Fondo Piadoso de las Misiones de las Californias. Es muy posible que esta transacci�n se hubiera derivado de las reclamaciones que Antonio L�pez de Santa Anna hizo de los bienes del Fondo Piadoso para el patrimonio de la naci�n, gesti�n que recuerda la realizada por Calleja en favor de Barrag�n. Los nexos entre Cayetano Rubio y Santa Anna se fortalecieron por esta operaci�n y se reflejaron en los fuertes pr�stamos que Rubio le hizo para financiar sus campa�as militares y para su uso particular. En 1842, justo al t�rmino de la concesi�n, la Empresa de Tabacos vendi� al guatemalteco Jos� Domingo Rasc�n las haciendas de San Ignacio del Buey y San Agust�n de los Amoles, de las que pudo tomar posesi�n hasta 1844.


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