Porfiriato: Carlos D�ez Guti�rrez, el espejo de Porfirio D�az


Carlos D�ez Guti�rrez, originario del Valle del Ma�z, era hijo de Rafael D�ez Guti�rrez Barrag�n y Agustina L�pez Portillo, miembros de poderosas familias de terratenientes y mineros. Tempranamente mostr� aspiraciones pol�ticas, estudi� derecho y fue diputado en el Congreso para el periodo 1869-1871. El 8 de noviembre de 1871 tom� parte en el Plan de la Noria que desconoc�a la validez de la reelecci�n del presidente Ju�rez. Proclamado el Plan de Tuxtepec, en enero de 1876 recibi� el cargo de comandante militar de San Luis Potos�. Emprendi� una campa�a victoriosa por la Huasteca, ocup� el Valle del Ma�z, ubic� su cuartel general en Rioverde y finalmente ocup� la capital del estado el 24 de diciembre de 1876.

Al organizar la administraci�n estatal, logr� que el Congreso abriera sus sesiones en marzo de 1877 y que convocara elecciones de inmediato, que lo llevar�an a la gubernatura el 18 de abril de 1877.

Ocup� el cargo hasta su muerte en 1898 pues s�lo durante el periodo 1880-1884 altern� el cargo con su hermano Pedro D�ez Guti�rrez; en ese lapso, durante la presidencia del general Manuel Gonz�lez —quien ten�a extensas propiedades en la huasteca potosina—, desempe�� el ministerio de Gobernaci�n.

El estado de San Luis Potos� se dividi� entonces en los siguientes partidos pol�ticos: Capital, Salinas, Venado, Catorce, Guadalc�zar, Cerritos, Santa Mar�a del R�o, Rioverde, Ciudad del Ma�z, Hidalgo, Valles, Tancanhuitz y Tamazunchale. Los tres �ltimos se designaban partidos de oriente y correspond�an a la Huasteca. A partir de 1885 se cre� el cargo de jefe pol�tico, nombrado directamente por Porfirio D�az de com�n acuerdo con los gobernadores, para hacerse cargo de los partidos y cuya principal caracter�stica, de acuerdo con Alan Knight, era la lealtad.

Estos funcionarios, que fueron la base del sistema porfirista, ten�an como misi�n m�s importante el mantenimiento del orden p�blico; no obstante, por lo que respecta al estado de San Luis, particularmente en la Huasteca, aparecieron rebeliones ind�genas y campesinas cuya beligerancia oblig� a la intervenci�n de las fuerzas federales.

Por primera vez desde la declaraci�n de Independencia, el estado de San Luis vivi� periodos largos de estabilidad pol�tica en los cuales la oligarqu�a regional, encabezada por el gobernador, asumi� un proyecto que se sustentaba en la inversi�n extranjera, propiciada por la pol�tica porfirista de infraestructura en comunicaciones. La estabilidad pol�tica, m�s que el resultado de una vida institucional con representatividad pol�tica, fue la estrategia que condicion� un crecimiento econ�mico. D�ez Guti�rrez as� como Porfirio D�az, m�s que promover el fortalecimiento de las instituciones p�blicas, acentu� los mecanismos de control pol�tico.

Durante su mandato se realizaron obras p�blicas de primera importancia que implicaron un valioso esfuerzo de ingenier�a civil y de otras profesiones asociadas que, con el tiempo, fueron la base de una s�lida tradici�n cient�fica y tecnol�gica. San Luis qued� comunicado con el resto del pa�s y el mundo a trav�s del tel�grafo, el tel�fono y, sobre todo, el ferrocarril.

La ciudad de San Luis Potos� ten�a 34 000 habitantes en 1877, cuando el estado ten�a un poco m�s de medio mill�n; en 1895 lleg� a tener 69 000 mientras que la poblaci�n del estado no hab�a crecido en la misma proporci�n, pues hab�a apenas 568 449 habitantes. Esto nos indica una tendencia de la �poca hacia el desarrollo de los conglomerados urbanos.

Los caminos principales de rueda que atravesaban el estado comunicaban a la ciudad de San Luis Potos� con las ciudades de Quer�taro, M�xico, Monterrey, Zacatecas, Aguascalientes, Tula y Tampico. Los caminos menores que comunicaban las principales poblaciones del estado iban de San Luis Potos� a Guadalc�zar; de San Luis Potos� a Rioverde; de Rioverde a Guadalc�zar; de Rioverde a Ray�n y La Palma; de Rioverde a Ciudad del Ma�z; de Rioverde a San Luis de la Paz; de Rioverde a San Ciro y Santa Mar�a Acapulco; de Ciudad del Ma�z a Valles; de Ciudad del Ma�z a Tula; de Ciudad del Ma�z a Matehuala; de Valles a Rioverde; de Valles a M�xico, v�a Tamazunchale; de Valles a Tampico y de Axtla a Tampico.

Los arrieros y los conductores de diligencias constituyeron un grupo importante en el desarrollo de las actividades econ�micas del estado; sin embargo, �ste desapareci� con la introducci�n del ferrocarril. El �nico servicio de diligencia que permaneci� fue el de Tula a Cerritos.

En febrero de 1878 se realiz� el contrato entre el gobierno federal y el de San Luis Potos� para la construcci�n de un ferrocarril que partiera de la capital del estado hasta donde el r�o Tames� es navegable y de ah� a Tampico. Esta concesi�n se traspas� a la Compa��a del Ferrocarril Central Mexicano —de capital estadounidense— el 31 de diciembre de 1880. En febrero de 1881 se realiz� el contrato para la construcci�n de la v�a que unir�a las ciudades de San Luis Potos� y Aguascalientes, contrato cuya concesi�n se traspas� a la Compa��a del Ferrocarril Central Mexicano. Se hicieron los trabajos del ferrocarril a Tampico que comunicar�a a San Luis Potos� con el Golfo y asimismo se realiz� el tendido y la apertura de la l�nea del Ferrocarril Nacional Mexicano, tambi�n de capital estadounidense, que un�a la ciudad de M�xico con Laredo y cruzaba todo lo largo del territorio potosino. Esta l�nea se inaugur� el 1� de noviembre de 1888. La v�a a Tampico comenz� a funcionar el 16 de abril de 1890.

El trazo, la construcci�n, el mantenimiento y la explotaci�n de los ferrocarriles nos permite asomarnos a un importante conjunto de relaciones socioecon�micas y de intereses en los que con frecuencia los �mbitos privados y p�blicos se confunden. As� lo demuestran los protocolos de distintos notarios p�blicos que dio a conocer el historiador potosino Ricardo Garc�a:

Don Carlos D�ez Guti�rrez, por su parte, fue uno de los principales accionistas de la Compa��a Explotadora Carbon�fera San Carlos, S. A., cuyo objeto era la explotaci�n del carb�n de piedra y todos sus derivados. Esta compa��a fue establecida formalmente el 17 de octubre de 1895, tal vez con la finalidad de abastecer al ferrocarril de combustible para las locomotoras. La empresa ten�a su asiento principal en San Nicol�s Tolentino. El 29 de agosto de 1887, siendo gobernador del estado, vendi�, en representaci�n de la se�ora Rosa Acu�a y del esposo de �sta, general Lorenzo Garc�a, tres casas al ayuntamiento y �ste a su vez las cedi� a la Compa��a Limitada del Ferrocarril Central Mexicano para construir la estaci�n.

El ferrocarril tambi�n trajo nuevas relaciones en la organizaci�n del trabajo:

La infraestructura ferroviaria y su expansi�n estuvo estrechamente vinculada con las inversiones en el ramo minero y comercial. Las minas de Santa Ana en Real de Catorce y la Compa��a Minera de Santa Mar�a de la Paz en Matehuala fueron dos de las empresas mineras m�s importantes en la �poca. En las primeras se introdujo hacia 1895 la electricidad como fuerza motriz. A �stas habr�a de sumarse la Hacienda Metal�rgica de los Morales y la Sociedad Metal�rgica Mexicana —sucursal de la American Smelting Company— controlada por la familia Guggenheim que, en poco tiempo, domin� la industria minera potosina. A fines del siglo pasado y principios de �ste obtuvieron las concesiones para la explotaci�n del petr�leo Waters Pierce, Edward L. Doheny y C. A. Canfield. Otros extranjeros, como Carlos Canahk, tuvieron el beneficio de la exenci�n fiscal para establecer una f�brica de az�car en gran escala. A Thomas F. Ryder, representante de la compa��a minera El Tiro General, se le dio una concesi�n para construir un ferrocarril de la Estaci�n de los Charcas a las minas de la compa��a con un ramal a la ciudad de Charcas; James A. Kilton obtuvo una concesi�n para el establecimiento de una Metal�rgica en Matehuala; F. L. Shaffer recibi� franquicias para una f�brica de calzado que trabajaran despu�s los hermanos Coghlan, con la denominaci�n de Compa��a Manufacturera de Calzado, S. A.; M. Elsasser y C�a. recibi� la concesi�n para establecer una hacienda de beneficio para minerales de antimonio. Enrique Deutz estableci� una f�brica de clavos. Thomas Williard recibi� la concesi�n para una f�brica de hilados y tejidos de lino. Junto a ellos, muchos otros extranjeros y potosinos, amparados por el r�gimen porfirista, impulsaron el desarrollo industrial del estado.

Cuando Carlos D�ez Guti�rrez ocup� el ministerio de Gobernaci�n, promovi� la inmigraci�n europea a M�xico. En 1881, el gobierno de la rep�blica concedi� tierras al este de Ciudad del Ma�z a 461 inmigrantes italianos. En el territorio nacional se establecieron seis colonias italianas de las cuales s�lo tres sobrevivieron hasta fines del porfiriato: la Colonia Porfirio D�az en Morelos, la Carlos Pacheco en Puebla y la D�ez Guti�rrez en San Luis Potos�. Esta �ltima fue la m�s exitosa y tuvo una extensi�n de casi 3 000 has. En sus tierras se cultiv� ma�z, frijol, garbanzo, vid, chile, tabaco, morera, ca�a de az�car y durazno. Tambi�n se criaba ganado, aves de corral y se hac�a explotaci�n maderera. Hacia 1904 se avecindaron ah� algunos inmigrantes austr�acos. La Colonia D�ez Guti�rrez, como experiencia de colonizaci�n extranjera gregaria, fue el �nico caso en la entidad potosina y su ubicaci�n geogr�fica la relacionaba con las grandes propiedades que los D�ez Guti�rrez ten�an en la regi�n de Ciudad del Ma�z.

Aunque la miner�a fue una actividad muy arraigada en San Luis Potos�, no siempre logr� sostener sus periodos m�s productivos, ya fuera por agotamiento de los veneros o por problemas sociales y tecnol�gicos. En enero de 1893 se incendi� una de las minas m�s importantes de Real de Catorce, la mina de la Concepci�n, propiedad de la familia Arriaga. Ese mismo a�o el gobierno federal decidi� clausurar la Casa de Moneda de San Luis Potos� y concentrar toda la acu�aci�n en la ciudad de M�xico. En 1894 comenz� el abatimiento de la miner�a con la baja de los precios de la plata y la fuerte crisis mercantil que trajo aparejada.

A pesar de que la riqueza del subsuelo del altiplano potosino hizo de la miner�a una de las actividades fundamentales de la regi�n desde el siglo XVI, el desarrollo de las actividades agr�colas y ganaderas en las zonas f�rtiles del estado fue muy importante durante este periodo. La mayor parte de las obras de ingenier�a hidr�ulica que se observan actualmente en las ruinas de las instalaciones de dichos centros agr�colas y ganaderos fuera construida en esta �poca: norias, pozos, canales de riego, presas, abrevaderos, acueductos e incluso obras que a�n est�n en uso como la Presa de San Jos�. Los terratenientes que explotaban sus propiedades combinaban sus ganancias con otras actividades econ�micas complementarias como la miner�a, la industria, el comercio, los bienes ra�ces y las finanzas.

Los agricultores e industriales del estado de San Luis Potos� se unieron para fundar el Centro Agr�cola e Industrial potosino el 27 de mayo de 1905, con el objeto de procurar el progreso y el adelanto de la agricultura y la industria del estado. Ten�a el respaldo del gobierno y agrupaba a las familias m�s ricas del estado. El nuevo Centro Agr�cola e Industrial acogi� inversiones estadounidenses en la industria local como las de la fundaci�n Guggenheim, la fundaci�n de Fierro de San Luis y la Compa��a Zapatera E L. Schaffer.

En 1890 se concedi� el abasto del agua a Santiago Wastall, con la esperanza de solucionar las carencias, pero hacia 1894, como no hubiera grandes progresos, se otorg� a Felipe Muriedas y Mat�as Hern�ndez Sober�n la concesi�n para construir una presa en Escalerillas que, en 1903, fue concluida.

El 80% de los habitantes del estado viv�a en el campo y el 98% de las familias campesinas carec�a de tierras. Los hacendados, es decir, los grandes propietarios, constitu�an un cerrado c�rculo de familias vinculadas en lo econ�mico y lo pol�tico as� como entrelazadas por los matrimonios. Hab�a importantes propiedades fuera de estos v�nculos y aun las que pertenec�an a grupos corporativos en los que la participaci�n extranjera llevaba un papel relevante. En la Huasteca, la hacienda de Rasc�n ten�a 465 075 has; la hacienda de la Angostura, en Rioverde, propiedad de los hermanos Espinosa y Cuevas, ten�a 178 050 has; la hacienda de Illescas, en el norte del estado, ten�a 245 786 has y pertenec�a a Hermenegildo Guti�rrez; la de Guanam� alcanzaba las 251 051 has y era propiedad de Mariano Hern�ndez Cevallos. Los peque�os propietarios dispersos en todo el territorio ten�an un papel significativo en la vida social y econ�mica del campo. De entre estos �ltimos as� como del campesinado emerger�an muchos de los l�deres que condujeron revueltas y rebeliones durante el porfiriato y la Revoluci�n mexicana.

De 1899 a 1902 las actividades constructivas imprimieron a la ciudad de San Luis Potos� la imagen que la caracteriza hoy: la estaci�n de ferrocarril, el Teatro de la Paz, la Penitenciar�a, la Escuela Industrial Militar, el Edificio Ipi�a, el Palacio de Cristal y varias casas notables que hoy son edificios p�blicos, como la que ocupa el Museo Nacional de la M�scara, el Instituto de Cultura, el Archivo Hist�rico del Estado y las construcciones en la antigua calle de la Concepci�n, hoy Zaragoza. En 1890, la introducci�n de la electricidad aport� tambi�n una fisonom�a in�dita a la ciudad.

Las tradiciones sociales —mestizas y criollas—, basadas sobre todo en las costumbres regionales, se mezclaban con el af�n cosmopolita fomentado por el r�gimen porfirista y por el aumento de los intercambios sociales y econ�micos. Mientras que en la Huasteca se describen celebraciones en las que

En la ciudad de San Luis, encontramos la siguiente descripci�n, tomada de Las memorias de Mar�a Asunci�n, recopiladas por Matilde Cabrera Ipi�a de Corsi y Mar�a Buer�n Rivero de B�rcena. En ellas se narra el baile "extraordinario" celebrado en La Lonja con motivo de la inauguraci�n del ferrocarril y con la presencia de Porfirio D�az:

Hacia 1881 se estableci� la Escuela de Artes y Oficios con el fin de mejorar la calidad de la educaci�n de la juventud. Al a�o siguiente se inaugur� el tel�fono, la sucursal del Banco Nacional y se form� la Compa��a Limitada de Tranv�as para el establecimiento de una red de transporte urbano.

Las manifestaciones art�sticas de este periodo son notables: Juli�n Carrillo, Manuel Jos� Oth�n, Mar�a Luisa Escobar, Flavio F. Carlos, Joaqu�n Villalobos, Ambrosio Ram�rez, Francisco Pascual Garc�a, Germ�n Gedovius, Margarito Vela.

El m�sico Flavio F. Carlos naci� hacia 1861 en la hacienda de Guanam�. Su primer maestro de m�sica fue su padre y posteriormente F�lix Guerrero. En 1881 ingres� como organista de la parroquia de San Luis Potos�, y de 1884 a 1888 en la de Ahualulco, donde ense�� m�sica y tuvo entre sus disc�pulos a Juli�n Carrillo. En 1888 volvi� a la ciudad de San Luis Potos� donde perfeccion� sus conocimientos t�cnicos bajo la direcci�n del maestro Juan Hern�ndez Acevedo, graduado en el Conservatorio de Par�s. En 1894 escribi� su Teor�a de la transposici�n.

Juli�n Carrillo Trujillo naci� en Ahualulco hacia 1875. Comenz� sus estudios en su tierra natal y los prosigui� en el Conservatorio Nacional de la ciudad de M�xico con Melesio Morales y el violinista Manzano. En 1899 el presidente de la rep�blica le concedi� como premio especial una beca para ir a Europa. Realiz� estudios en Leipzig y Gante, donde obtuvo el primer premio en el concurso internacional de viol�n en 1904. Ese a�o regres� a M�xico y despu�s de actuar dos a�os como violinista ocup� los cargos de inspector general de m�sica de la ciudad de M�xico, director del Conservatorio Nacional y profesor de las clases de composici�n.

Estos trazos biogr�ficos nos permiten ver que, a pesar de la ausencia de instituciones acad�micas art�sticas, algunos individuos de talento pudieron desarrollar su creatividad en el marco de las redes sociales que propiciaban los intercambios porfiristas: apoyos financieros, tutor�as, becas para estudiar en el extranjero, particularmente en Europa, intercambios gremiales y relaciones familiares.

Uno de los poetas y escritores m�s notables de San Luis Potos� fue Manuel Jos� Oth�n. Periodista y abogado, en 1880 public� su primer libro de poes�a, pero tambi�n cultiv� el g�nero narrativo. Ocup� diversos cargos p�blicos como director del registro p�blico de la propiedad, escribano p�blico de Durango y diputado. A partir de 1900 perteneci� a la Academia de la Lengua. Form� y foment� sociedades literarias. Entre sus obras m�s importantes en el �mbito de la literatura mexicana, destacan sus Poemas r�sticos.

Sobre los artistas pl�sticos, Salvador G�mez Eichelmann, en su Historia de la pintura en San Luis Potos�, refiere que durante el �ltimo cuarto del siglo XIX creci� la inclinaci�n por el arte europeo sobre las tendencias populares y nacionalistas que predominaron en los a�os anteriores. Uno de los pintores de la �poca, Margarito Ram�rez, mejor conocido como Margarito Vela, dej� una numerosa producci�n, entre la que destacan obras de car�cter simb�lico y retratos notables como el de Francisco I. Madero que se conserva en el Museo Nacional de Historia y el de Manuel Jos� Oth�n que se exhibe en el Museo Othoniano de San Luis. Margarito Vela particip� en un acontecimiento singular de su �poca: la experiencia religiosa de Concepci�n Cabrera de Armida. El bi�grafo de la llamada Sierva de Dios, el padre Padilla, describe los sucesos que involucraron a la hermana de Concepci�n —Clara— quien, a solicitud del padre Mir, confesor de Concepci�n Cabrera, dibuj� la segunda Visi�n de la Cruz revelada en el templo potosino de la Compa��a de Jes�s a su hermana:

Concepci�n Cabrera de Armida es fundadora de dos importantes �rdenes de la Iglesia cat�lica: Las Madres de la Cruz y Los Misioneros del Esp�ritu Santo.

Otros pintores c�lebres de San Luis fueron Cleofas Almanza, Rodrigo Guti�rrez y Germ�n Gedovius, reconocido como maestro de importantes pintores mexicanos que brillaron durante la primera mitad del siglo XX. Con el auspicio del obispo Montes de Oca y Obreg�n, escritor y protector de las artes, trabajaron en San Luis los artistas italianos Claudio Molina o Molinari y Jos� Compiani. El obispo tambi�n adquiri� en Europa obras de gran m�rito art�stico.

Francisco Pe�a, Manuel Muro y Primo Feliciano Vel�zquez realizaron importantes obras de investigaci�n, recopilaci�n e interpretaci�n hist�rica sobre San Luis Potos�. Sus obras son hasta la fecha, por el manejo de sus fuentes directas, un valioso instrumento para la investigaci�n y el an�lisis hist�rico contempor�neos.

En San Luis Potos� se vivi� un periodo de gran desarrollo cient�fico. Los trabajos de personas como Francisco Estrada, Daniel Garc�a, Antonio F. L�pez, Alberto L�pez Hermosa, Gustavo Pagenstecher, Isidro Palacios y Javier Espinosa y Cuevas estuvieron a la altura de los cient�ficos m�s destacados del pa�s y del extranjero. En 1896 se inici� la publicaci�n de los Anales del Hospital Infantil de San Luis Potos�, que destaca por haber sido la primera revista pedi�trica publicada en M�xico, dirigida por el doctor Mariano Otero, fundador del Hospital Infantil cuyas investigaciones en torno al tifo —una de las terribles enfermedades que asolaron la regi�n en estos a�os— fueron un gran avance para la identificaci�n de sus causas.

Las publicaciones peri�dicas de la �poca acusan la diversidad de debates, discursos e ideolog�as, toleradas o sancionadas por un sistema que abrigaba el deseo de dar una imagen progresista. Conservadores y liberales, cient�ficos, artistas, industriales, artesanos, mineros, profesionistas, comerciantes, cat�licos y protestantes publicaron en las imprentas y los peri�dicos de San Luis Potos�, Matehuala, Rioverde, Catorce, Cedral, Cerritos, Venado y Villa de Reyes.

Jean-Pierre Bastian, en Los disidentes. Sociedades protestantes y revoluci�n en M�xico, 1872-1911, refiere que el misionero Thomson vino a San Luis Potos� atra�do por la abierta actitud que el general Juan Bustamante, ex gobernador juarista de la entidad, hab�a mostrado hacia la distribuci�n de la Biblia y hacia las actividades religiosas liberales. Aunque minoritarios, los grupos protestantes que se formaron en San Luis ejercieron su influencia, sobre todo entre familias de escasos recursos. A partir de 1879, los protestantes se expandieron a las huastecas potosina e hidalguense. Uno de sus activos propagandistas, Hexiquio Forcada, fund� sociedades religiosas presbiterianas en Rioverde, Tamazunchale, Ciudad Valles y Ray�n. En esta �ltima poblaci�n organiz� un frente anticat�lico con los liberales del municipio. En la escuela que hab�a fundado se esforz� por proporcionar una educaci�n rural verdaderamente popular. No es de extra�ar que Librado Rivera, originario de Ray�n y uno de los fundadores del Partido Liberal Mexicano, mantuviera estrechos lazos con los miembros de la sociedad liberal que Hexiquio Forcada hab�a fundado en Ray�n. Sociedades liberales y congregaciones protestantes estuvieron �ntimamente ligadas con los delegados al Congreso Liberal de 1901, celebrado en San Luis Potos�.

Estas congregaciones religiosas protestantes fundaron en muchas ciudades importantes del pa�s, y entre ellas en San Luis Potos�, escuelas secundarias, normales y comerciales. En San Luis establecieron el Colegio Wesleyano y el Colegio Ingl�s, en Rioverde fundaron el Seminario y Colegio Preparatorio y tambi�n en Matehuala organizaron una congregaci�n protestante.

Por su parte, sin verse ciertamente amenazada por la presencia de los protestantes, la iglesia cat�lica hab�a restablecido toda su influencia en las esferas del gobierno. El obispo Ignacio Montes de Oca fue la expresi�n m�s viva de la pol�tica de conciliaci�n entre la iglesia cat�lica y el r�gimen de D�az. Sin embargo, tambi�n se manifest� una importante corriente cat�lica social que critic� severamente al porfiriato. Un ejemplo de �sta fue el director del peri�dico El Estandarte, Primo Feliciano Vel�zquez, quien fue encarcelado en varias ocasiones por sus art�culos en contra del sistema.

Ignacio Montes de Oca y Obreg�n fue enviado por el papa Le�n XIII a la di�cesis potosina en 1884 despu�s de ocupar las de Tamaulipas y Linares. Reorganiz� los estudios en el Seminario; propici� la fundaci�n del colegio del Sagrado Coraz�n para ni�as, que se estableci� en las ruinas del convento del Carmen, junto a la iglesia. Se encarg� de la restauraci�n de los templos de la Compa��a de Jes�s, Tercera Orden, del Sagrado Coraz�n, de San Agust�n, de Nuestra Se�ora de Guadalupe y el del Carmen, as� como el antiguo palacio episcopal, que destin� a asilo infantil cuando traslad� su residencia al edificio contiguo a la catedral que compr� al ayuntamiento. En este nuevo edificio logr� formar una colecci�n de obras de arte y una valiosa biblioteca.

En el verano de 1900 Montes de Oca fue acusado formalmente por los liberales de manipulaciones ilegales de bienes ra�ces, acusaci�n de la que fue exonerado, no obstante que en los libros de catastro se encuentran propiedades a su nombre tasadas en alto valor.

Hombre de una amplia cultura, amante de las letras, enemigo a ultranza de masones y protestantes, pol�tico sagaz, fue una indudable figura pol�mica. Perteneci� a la Academia Mexicana de la Lengua y a la Academia Mexicana de Historia. Tradujo obras griegas y latinas, escribi� obras pastorales, oratoria y poes�a bajo el seud�nimo de Ipandro Acaico. En 1900, en Par�s, en el marco de la Asamblea General del Congreso Internacional de las Obras Cat�licas, manifest� p�blicamente la prosperidad de la Iglesia mexicana. Por encima de la cr�tica ac�rrima que le hiciera el liberal Antonio D�az Soto y Gama, la declaraci�n del obispo revelaba los buenos t�rminos de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en el pa�s.

Los notables desarrollos art�sticos, cient�ficos, sociales y materiales de esta etapa dejan ver tan s�lo una cara de la moneda. Para la realizaci�n de la obra p�blica, el gobierno de D�ez Guti�rrez tuvo que superar varias crisis financieras. Por ejemplo, contrat� un pr�stamo en libras esterlinas con la casa Gibbs & Son de Londres, que emple� para la construcci�n del Teatro de la Paz y el establecimiento del Monte de Piedad que dej� las finanzas p�blicas en mal estado y al gobierno en entredicho; sin embargo, no fue �sta la peor crisis de su gobierno sino aquella, reiterada y cr�nica, originada por los continuos malestares sociales de los sectores menos favorecidos y m�s explotados de la poblaci�n.

El proceso de revaloraci�n de las tierras promovido por el r�gimen de D�az, ya fuera por el tipo de cultivo, por sus cercan�as con las v�as del ferrocarril, o por la presencia de inversionistas extranjeros, provoc� graves conflictos entre los terratenientes y las comunidades locales cuyas propiedades fueron afectadas.

En el periodo comprendido entre 1870 y 1893 hubo serios levantamientos en Tamazunchale, Ciudad del Ma�z y Salinas. Su demanda fundamental fue el derecho a la propiedad de sus tierras usurpadas por terratenientes no ind�genas de la zona, apoyados en la Ley de 1865 de desamortizaci�n de los bienes de comunidad y en el establecimiento del C�digo Civil de 1872 que pr�cticamente dejaba a los campesinos al arbitrio de los due�os de las tierras en las que se desempe�aban como jornaleros, peones, aparceros o medieros.

Mauricio Zavala, sacerdote oriundo de la ciudad de San Luis Potos� estuvo estrechamente vinculado a algunos de estos levantamientos. Hacia 1875 se hizo cargo del curato de Ciudad del Ma�z en el que se dedic� a ayudar a los m�s desprotegidos. Tambi�n fund� una escuela militar que sosten�a y dirig�a. Como presidente de instrucci�n primaria en el partido abri� 37 escuelas, una academia de canto y una escuela de oficios. Desde la presidencia de la comisi�n de caminos, tendi� seis caminos nuevos en el partido. Luch� por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los peones: jornadas m�s cortas, mayores salarios y mejor pago por tareas arduas. Inici� un proyecto de reforma agraria para el reparto de los latifundios en la regi�n. Entre 1870 y 1890 encabez� revueltas en Ciudad del Ma�z y sus alrededores y quem� los libros de las haciendas, con lo que desaparecieron las listas de deudas que los peones ten�an. Mantuvo relaciones con el gobernador ind�gena Juan Santiago, quien se rebel� en 1879. En febrero de 1882, Zavala encabez� una rebeli�n con peones de las haciendas de La Hedionda, San Nicol�s y Salto del Agua, ubicadas en Valle del Ma�z. Intent� proclamar y hacer efectivo su Plan de la Revoluci�n Agraria, pero su revuelta fue sofocada al cabo de un a�o. Resulta muy significativo que el campo de acci�n de Mauricio Zavala sea precisamente el �rea de origen e influencia de los gobernadores D�ez Guti�rrez y Espinosa y Cuevas, los l�deres pol�ticos del porfiriato, el mismo sitio en donde habr�an de surgir, unos a�os despu�s, los levantamientos revolucionarios de la familia Cedillo.

El levantamiento encabezado por Juan Santiago en la regi�n de Tamazunchale es quiz� el de mayores proporciones y, sin duda, el m�s dram�tico. Gobernador ind�gena, originario de Huitzitzilingo, municipio de Tamazunchale, Juan Santiago dirigi� una sublevaci�n de ind�genas que se inici� en Tamazunchale el 5 de julio de 1879. El objetivo era recuperar los terrenos que pertenec�an a las antiguas comunidades ind�genas y que hab�an pasado a ser propiedad de los hacendados. En la articulaci�n de su protesta, Juan Santiago cont� con los consejos del cura Mauricio Zavala.

En el informe que rinden los representantes ind�genas de la villa de Tampamol�n al visitador general de la Huasteca, en diciembre de 1879, se dice:

El 5 de julio de 1879 m�s de 400 ind�genas se apoderaron de la plaza principal de Tamazunchale. El jefe pol�tico orden� su dispersi�n y nombr� representantes para gestionar una soluci�n. Juan Santiago tra�a unos t�tulos de propiedad de las tierras y una carta ap�crifa del presidente Porfirio D�az otorg�ndole facultades para arreglar el problema utilizando incluso las armas, si fuere necesario. El 26 de julio 800 ind�genas atacaron la guarnici�n del partido de Tamazunchale con la consigna "�Muerte a todo el de pantal�n!". Mataron a varios empleados e hicieron huir desnudo al jefe pol�tico. A principios de agosto los sublevados eran 3 000. Varios pueblos del partido y otros del estado de Hidalgo se hab�an unido al movimiento. Intervinieron fuerzas federales de San Luis Potos�, Quer�taro e Hidalgo. El general Ignacio Ugalde le advirti� que tra�a �rdenes del presidente de atacarlo, pero quer�a saber antes la verdadera causa de la sublevaci�n. Juan Santiago le se�al�, en una carta, que de muchos a�os atr�s eran due�os de los terrenos de Tamazunchale y que sufr�an ataques continuos por el establecimiento de nuevas fincas y que quer�an que les reconocieran los l�mites de sus propiedades. Adem�s, se quej� de la insufrible especie de esclavitud en que se les ten�a, el desprecio con el que se les miraba, sin que se preocupara nadie de su mejoramiento, la falta del privilegio de vivir en sociedad o el de contar con los representantes en el cuerpo municipal y de soportar, sin embargo, los altos impuestos. Acept� la realizaci�n de una conferencia para negociar un arreglo pacifico que se llev� a cabo el 29 de agosto de 1879. Estuvieron presentes Ugalde y dos representantes ind�genas. Ugalde los intimid� con ejercer represalias contra los sublevados en caso de no aceptar las condiciones de paz. El mismo d�a, los ind�genas firmaron un acta de sometimiento en la que reafirmaban el car�cter agrario de su sublevaci�n, ped�an seguridades para la recuperaci�n de sus tierras y negaban haber desconocido a las autoridades locales y federales. En septiembre de ese mismo a�o iniciaron la entrega de armas —casi todas inservibles— ante el arribo del coronel Bernardo Reyes. Algunas poblaciones fueron atacadas por los sublevados, por lo que Reyes intent� un arreglo definitivo ofreciendo a los ind�genas el reparto equitativo de sus tierras mientras procuraba aislar a Juan Santiago mediante tratos con otros ind�genas.

Finalmente, Reyes plante� al ministro de Guerra destruir sus rancher�as, aniquilar sus siembras y acabar con su ganado, seguro de que no aguantar�an mucho tiempo sin rendirse a discreci�n. Estas medidas no se llevaron a cabo porque a principios de octubre la columna reyista recibi� �rdenes de salir de la regi�n.

A mediados de octubre de 1879 el gobernador D�ez Guti�rrez comision� como visitador de aquella regi�n al licenciado V�ctor J. Mart�nez, que se hizo acompa�ar del cura Mauricio Zavala para intentar un arreglo. Su llegada estuvo precedida por nuevos ataques a los sublevados. Del 21 de noviembre hasta mediados de febrero de 1880 se tomaron medidas para pacificar la regi�n; entre las inmediatas, Mart�nez depuso al jefe pol�tico J. J. Terrazas y al administrador de rentas de Tamazunchale, decisi�n que Juan Santiago y sus seguidores agradecieron, pues hab�an sido hostilizados por ellos. Sostuvo una abundante comunicaci�n epistolar con Juan Santiago y lo invit� a conferenciar. Juan Santiago puso como condiciones el nombramiento de empleados ind�genas en el municipio, ser recibido por los hacendados con m�sica de viento y autorizaci�n para llegar con 50 hombres armados, propuesta que fue rechazada por el visitador. A fines de junio de 1880, las autoridades locales informaron que Juan Santiago preparaba parque, por lo que desde Tampac�n intentaron otro arreglo pac�fico. Mientras tanto, los ind�genas, hab�an obstruido los caminos con �rboles y reclutaban armas, dinero y gente. Hasta mediados de 1881 los intentos de sublevaci�n ind�gena fueron sofocados r�pidamente por el gobernador Pedro D�ez Guti�rrez. A fines de agosto y principios de septiembre de ese mismo a�o en la sierra de San Francisco, Juan Santiago se reuni� con los ind�genas de Tamazunchale y sus aliados de Las Moras, Jacala y Molango, en Hidalgo, y amenazaron con bajar a tomar la cabecera del partido. En San Vicente, partido de Ciudad Valles, los grupos ind�genas se aprestaban para seguirlo. Los peones de la hacienda de Santa Isabel se agruparon para lanzarse sobre las poblaciones de Tancanhuitz y San Antonio, partido de Tancanhuitz. Entre el 24 de agosto y mediados de septiembre hubo muchos enfrentamientos en todo el partido y en parte de los distritos de Jacala y Molango. Hubo fuertes represiones; no obstante, el 18 de octubre de 1881, 300 ind�genas atacaron Matiapa, partido de Tancanhuitz, de donde desalojaron a 100 nacionales y atacaron las fincas. Al d�a siguiente, al grito de "�Ley Agraria y Gobierno Municipal!", 500 de sus seguidores asediaron Tamazunchale. Toda la guardia potosina e hidalguense reforzada con armas provenientes de Ciudad del Ma�z sofocaron el movimiento. A principios de noviembre la insurrecci�n hab�a sido desmantelada y muchos de sus l�deres fueron ejecutados. Se indult� a los rebeldes que lo solicitaron y muchos se dispersaron o pasaron al estado de Hidalgo.

A�os m�s tarde, en agosto de 1905, en la hacienda de Minas Viejas, partido de Ciudad del Ma�z, un grupo de campesinos dirigidos por Pascual Reyes quiso proclamar la Ley Agraria que guardaban desde la revoluci�n de Zavala y Cortina.

Hacia 1893 El�as Fortuna encabez� en la Regi�n Media del estado, en los municipios de Ciudad del Ma�z, Rioverde, Tamasopo, Guadalc�zar, Lagunillas, Ciudad Fern�ndez, Alaquines, C�rdenas y Cerritos, un movimiento armado por motivos agrarios que se extendi� hasta los municipios lim�trofes del estado con Tamaulipas y Guanajuato. Este movimiento estuvo vinculado a la rebeli�n promovida en 1882 por Mauricio Zavala en el Valle del Ma�z.

Los conflictos vividos por las sociedades rurales tuvieron, en menor escala y beligerancia, su correspondiente urbano en el seno de un incipiente proletariado, nacido de la industrializaci�n, la inversi�n extranjera, la miner�a y los transportes. Hacia 1870 los trabajadores organizaron la primera central obrera en la ciudad de M�xico, El Gran C�rculo de Obreros de M�xico que, para 1871, ya ten�a c�rculos subsidiarios en Toluca y San Luis Potos�. En 1876 hubo un incremento importante en el movimiento obrero en San Luis Potos�. Obreros, ferrocarrileros y mineros comenzaron a organizarse y a promover huelgas. Se presentaron huelgas de mineros en Charcas y Matehuala en 1884, en Catorce en 1886 y 1891; en 1901 en Matehuala y en 1903 en la Compa��a Metal�rgica de los Guggenheim. Las protestas por lo regular respondieron a las malas condiciones de trabajo y a los altos precios del ma�z en los centros laborales.

Durante la ultima d�cada del porfiriato se desarroll� un movimiento obrero intenso entre los ferrocarrileros. Organizaron huelgas en 1903, 1906, 1907 y 1908. Destaca por su cercan�a con otros acontecimientos nacionales el enfrentamiento de 1907 entre trabajadores ferrocarrileros mexicanos y estadounidenses en C�rdenas.

Sin embargo, la insurgencia obrera tard� algunos a�os en convertirse en un movimiento organizado que pudiera llevar sus propuestas a un �mbito pol�tico y legislativo, m�s all� de las demandas inmediatas y localizadas. No sucedi� lo mismo con la protesta rural que, soterrada o manifiesta, perdur� a lo largo de todo el porfiriato y habr�a de surgir en la primera d�cada del siglo XX como la principal fuerza social de la Revoluci�n mexicana.

A la muerte del general Carlos D�ez Guti�rrez, el ingeniero Blas Escontr�a fue nombrado gobernador interino del estado, cargo para el que result� electo en el periodo constitucional que iniciaba el 1� de diciembre de 1898. Fue reelecto para concluir en 1906, pero esta vez s�lo permaneci� en el cargo hasta 1905, pues el 15 de marzo tom� protesta como nuevo ministro de Fomento en sustituci�n del general Manuel Gonz�lez Cos�o.

Desde 1901, Jos� Mar�a Espinosa y Cuevas hab�a ocupado el cargo de gobernador interino del estado en las ausencias del titular Blas Escontr�a; cuando �ste se separ� del cargo para ocupar el ministerio de Fomento, se hizo cargo nuevamente de la gubernatura en forma interina. Fue electo constitucionalmente para los periodos 1906 a 1910 y de 1910 a 1914.

La estabilidad pol�tica que represent� el gobierno de D�ez Guti�rrez comenz� a mostrar signos de debilidad en los primeros a�os del siglo XX. Nuevamente, los gobernadores se ve�an impedidos para concluir sus periodos constitucionales y, al mismo tiempo, empezaban a enfrentar una oposici�n pol�tica organizada en la capital del estado, proveniente de las propias clases y organizaciones sociales que crecieron durante el porfiriato.


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