Carlos D�ez Guti�rrez, originario del Valle del Ma�z, era hijo de Rafael D�ez Guti�rrez Barrag�n y Agustina L�pez Portillo, miembros de poderosas familias de terratenientes y mineros. Tempranamente mostr� aspiraciones pol�ticas, estudi� derecho y fue diputado en el Congreso para el periodo 1869-1871. El 8 de noviembre de 1871 tom� parte en el Plan de la Noria que desconoc�a la validez de la reelecci�n del presidente Ju�rez. Proclamado el Plan de Tuxtepec, en enero de 1876 recibi� el cargo de comandante militar de San Luis Potos�. Emprendi� una campa�a victoriosa por la Huasteca, ocup� el Valle del Ma�z, ubic� su cuartel general en Rioverde y finalmente ocup� la capital del estado el 24 de diciembre de 1876.
Al organizar la administraci�n estatal, logr� que el Congreso abriera sus sesiones en marzo de 1877 y que convocara elecciones de inmediato, que lo llevar�an a la gubernatura el 18 de abril de 1877.
Ocup� el cargo hasta su muerte en 1898 pues s�lo durante el periodo 1880-1884 altern� el cargo con su hermano Pedro D�ez Guti�rrez; en ese lapso, durante la presidencia del general Manuel Gonz�lez quien ten�a extensas propiedades en la huasteca potosina, desempe�� el ministerio de Gobernaci�n.
El estado de San Luis Potos� se dividi� entonces en los siguientes partidos pol�ticos: Capital, Salinas, Venado, Catorce, Guadalc�zar, Cerritos, Santa Mar�a del R�o, Rioverde, Ciudad del Ma�z, Hidalgo, Valles, Tancanhuitz y Tamazunchale. Los tres �ltimos se designaban partidos de oriente y correspond�an a la Huasteca. A partir de 1885 se cre� el cargo de jefe pol�tico, nombrado directamente por Porfirio D�az de com�n acuerdo con los gobernadores, para hacerse cargo de los partidos y cuya principal caracter�stica, de acuerdo con Alan Knight, era la lealtad.
Estos funcionarios, que fueron la base del sistema porfirista, ten�an como misi�n m�s importante el mantenimiento del orden p�blico; no obstante, por lo que respecta al estado de San Luis, particularmente en la Huasteca, aparecieron rebeliones ind�genas y campesinas cuya beligerancia oblig� a la intervenci�n de las fuerzas federales.
Por primera vez desde la declaraci�n de Independencia, el estado de San Luis vivi� periodos largos de estabilidad pol�tica en los cuales la oligarqu�a regional, encabezada por el gobernador, asumi� un proyecto que se sustentaba en la inversi�n extranjera, propiciada por la pol�tica porfirista de infraestructura en comunicaciones. La estabilidad pol�tica, m�s que el resultado de una vida institucional con representatividad pol�tica, fue la estrategia que condicion� un crecimiento econ�mico. D�ez Guti�rrez as� como Porfirio D�az, m�s que promover el fortalecimiento de las instituciones p�blicas, acentu� los mecanismos de control pol�tico.
Durante su mandato se realizaron obras p�blicas de primera importancia que implicaron un valioso esfuerzo de ingenier�a civil y de otras profesiones asociadas que, con el tiempo, fueron la base de una s�lida tradici�n cient�fica y tecnol�gica. San Luis qued� comunicado con el resto del pa�s y el mundo a trav�s del tel�grafo, el tel�fono y, sobre todo, el ferrocarril.
La ciudad de San Luis Potos� ten�a 34 000 habitantes en 1877, cuando el estado ten�a un poco m�s de medio mill�n; en 1895 lleg� a tener 69 000 mientras que la poblaci�n del estado no hab�a crecido en la misma proporci�n, pues hab�a apenas 568 449 habitantes. Esto nos indica una tendencia de la �poca hacia el desarrollo de los conglomerados urbanos.
Los caminos principales de rueda que atravesaban el estado comunicaban a la ciudad de San Luis Potos� con las ciudades de Quer�taro, M�xico, Monterrey, Zacatecas, Aguascalientes, Tula y Tampico. Los caminos menores que comunicaban las principales poblaciones del estado iban de San Luis Potos� a Guadalc�zar; de San Luis Potos� a Rioverde; de Rioverde a Guadalc�zar; de Rioverde a Ray�n y La Palma; de Rioverde a Ciudad del Ma�z; de Rioverde a San Luis de la Paz; de Rioverde a San Ciro y Santa Mar�a Acapulco; de Ciudad del Ma�z a Valles; de Ciudad del Ma�z a Tula; de Ciudad del Ma�z a Matehuala; de Valles a Rioverde; de Valles a M�xico, v�a Tamazunchale; de Valles a Tampico y de Axtla a Tampico.
Los arrieros y los conductores de diligencias constituyeron un grupo importante en el desarrollo de las actividades econ�micas del estado; sin embargo, �ste desapareci� con la introducci�n del ferrocarril. El �nico servicio de diligencia que permaneci� fue el de Tula a Cerritos.
En febrero de 1878 se realiz� el contrato entre el gobierno federal y el de San Luis Potos� para la construcci�n de un ferrocarril que partiera de la capital del estado hasta donde el r�o Tames� es navegable y de ah� a Tampico. Esta concesi�n se traspas� a la Compa��a del Ferrocarril Central Mexicano de capital estadounidense el 31 de diciembre de 1880. En febrero de 1881 se realiz� el contrato para la construcci�n de la v�a que unir�a las ciudades de San Luis Potos� y Aguascalientes, contrato cuya concesi�n se traspas� a la Compa��a del Ferrocarril Central Mexicano. Se hicieron los trabajos del ferrocarril a Tampico que comunicar�a a San Luis Potos� con el Golfo y asimismo se realiz� el tendido y la apertura de la l�nea del Ferrocarril Nacional Mexicano, tambi�n de capital estadounidense, que un�a la ciudad de M�xico con Laredo y cruzaba todo lo largo del territorio potosino. Esta l�nea se inaugur� el 1� de noviembre de 1888. La v�a a Tampico comenz� a funcionar el 16 de abril de 1890.
El trazo, la construcci�n, el mantenimiento y la explotaci�n de los ferrocarriles nos permite asomarnos a un importante conjunto de relaciones socioecon�micas y de intereses en los que con frecuencia los �mbitos privados y p�blicos se confunden. As� lo demuestran los protocolos de distintos notarios p�blicos que dio a conocer el historiador potosino Ricardo Garc�a:
El d�a l� de agosto de 1889, los se�ores Pedro D�ez Guti�rrez, Felipe Muriedas y Blas Escontr�a, en su car�cter de miembros del consejo de administraci�n y accionistas de la Sociedad An�nima del Ferrocarril del Potrero al Cedral, otorgaron poder al se�or J. W. de Castro, vecino de Londres, para que gestionara en Europa la enajenaci�n de la concesi�n de dicho ferrocarril.
Don Carlos D�ez Guti�rrez, por su parte, fue uno de los principales accionistas de la Compa��a Explotadora Carbon�fera San Carlos, S. A., cuyo objeto era la explotaci�n del carb�n de piedra y todos sus derivados. Esta compa��a fue establecida formalmente el 17 de octubre de 1895, tal vez con la finalidad de abastecer al ferrocarril de combustible para las locomotoras. La empresa ten�a su asiento principal en San Nicol�s Tolentino. El 29 de agosto de 1887, siendo gobernador del estado, vendi�, en representaci�n de la se�ora Rosa Acu�a y del esposo de �sta, general Lorenzo Garc�a, tres casas al ayuntamiento y �ste a su vez las cedi� a la Compa��a Limitada del Ferrocarril Central Mexicano para construir la estaci�n.
El ferrocarril tambi�n trajo nuevas relaciones en la organizaci�n del trabajo:
... en desmontar el terreno [para las v�as] se emplearon dos capataces con sus cuadrillas siendo una de 25 hombres y otras de 20 [...] para desenraizar el terreno que debe ocupar la v�a y para los terraplenes de excavaciones se ocuparon 3 capataces con 64 hombres y 38 tiros de mulas y caballos. Las terracer�as fueron dirigidas por un ingeniero con sueldo mensual de 200 pesos y un ayudante de 75 centavos. Los capataces ganan 1.50 pesos diarios y los jornaleros 75 centavos. Todos los ingenieros son americanos y los dem�s empleados son mexicanos.
La infraestructura ferroviaria y su expansi�n estuvo estrechamente vinculada con las inversiones en el ramo minero y comercial. Las minas de Santa Ana en Real de Catorce y la Compa��a Minera de Santa Mar�a de la Paz en Matehuala fueron dos de las empresas mineras m�s importantes en la �poca. En las primeras se introdujo hacia 1895 la electricidad como fuerza motriz. A �stas habr�a de sumarse la Hacienda Metal�rgica de los Morales y la Sociedad Metal�rgica Mexicana sucursal de la American Smelting Company controlada por la familia Guggenheim que, en poco tiempo, domin� la industria minera potosina. A fines del siglo pasado y principios de �ste obtuvieron las concesiones para la explotaci�n del petr�leo Waters Pierce, Edward L. Doheny y C. A. Canfield. Otros extranjeros, como Carlos Canahk, tuvieron el beneficio de la exenci�n fiscal para establecer una f�brica de az�car en gran escala. A Thomas F. Ryder, representante de la compa��a minera El Tiro General, se le dio una concesi�n para construir un ferrocarril de la Estaci�n de los Charcas a las minas de la compa��a con un ramal a la ciudad de Charcas; James A. Kilton obtuvo una concesi�n para el establecimiento de una Metal�rgica en Matehuala; F. L. Shaffer recibi� franquicias para una f�brica de calzado que trabajaran despu�s los hermanos Coghlan, con la denominaci�n de Compa��a Manufacturera de Calzado, S. A.; M. Elsasser y C�a. recibi� la concesi�n para establecer una hacienda de beneficio para minerales de antimonio. Enrique Deutz estableci� una f�brica de clavos. Thomas Williard recibi� la concesi�n para una f�brica de hilados y tejidos de lino. Junto a ellos, muchos otros extranjeros y potosinos, amparados por el r�gimen porfirista, impulsaron el desarrollo industrial del estado.
Cuando Carlos D�ez Guti�rrez ocup� el ministerio de Gobernaci�n, promovi� la inmigraci�n europea a M�xico. En 1881, el gobierno de la rep�blica concedi� tierras al este de Ciudad del Ma�z a 461 inmigrantes italianos. En el territorio nacional se establecieron seis colonias italianas de las cuales s�lo tres sobrevivieron hasta fines del porfiriato: la Colonia Porfirio D�az en Morelos, la Carlos Pacheco en Puebla y la D�ez Guti�rrez en San Luis Potos�. Esta �ltima fue la m�s exitosa y tuvo una extensi�n de casi 3 000 has. En sus tierras se cultiv� ma�z, frijol, garbanzo, vid, chile, tabaco, morera, ca�a de az�car y durazno. Tambi�n se criaba ganado, aves de corral y se hac�a explotaci�n maderera. Hacia 1904 se avecindaron ah� algunos inmigrantes austr�acos. La Colonia D�ez Guti�rrez, como experiencia de colonizaci�n extranjera gregaria, fue el �nico caso en la entidad potosina y su ubicaci�n geogr�fica la relacionaba con las grandes propiedades que los D�ez Guti�rrez ten�an en la regi�n de Ciudad del Ma�z.
Aunque la miner�a fue una actividad muy arraigada en San Luis Potos�, no siempre logr� sostener sus periodos m�s productivos, ya fuera por agotamiento de los veneros o por problemas sociales y tecnol�gicos. En enero de 1893 se incendi� una de las minas m�s importantes de Real de Catorce, la mina de la Concepci�n, propiedad de la familia Arriaga. Ese mismo a�o el gobierno federal decidi� clausurar la Casa de Moneda de San Luis Potos� y concentrar toda la acu�aci�n en la ciudad de M�xico. En 1894 comenz� el abatimiento de la miner�a con la baja de los precios de la plata y la fuerte crisis mercantil que trajo aparejada.
A pesar de que la riqueza del subsuelo del altiplano potosino hizo de la miner�a una de las actividades fundamentales de la regi�n desde el siglo XVI, el desarrollo de las actividades agr�colas y ganaderas en las zonas f�rtiles del estado fue muy importante durante este periodo. La mayor parte de las obras de ingenier�a hidr�ulica que se observan actualmente en las ruinas de las instalaciones de dichos centros agr�colas y ganaderos fuera construida en esta �poca: norias, pozos, canales de riego, presas, abrevaderos, acueductos e incluso obras que a�n est�n en uso como la Presa de San Jos�. Los terratenientes que explotaban sus propiedades combinaban sus ganancias con otras actividades econ�micas complementarias como la miner�a, la industria, el comercio, los bienes ra�ces y las finanzas.
Los agricultores e industriales del estado de San Luis Potos� se unieron para fundar el Centro Agr�cola e Industrial potosino el 27 de mayo de 1905, con el objeto de procurar el progreso y el adelanto de la agricultura y la industria del estado. Ten�a el respaldo del gobierno y agrupaba a las familias m�s ricas del estado. El nuevo Centro Agr�cola e Industrial acogi� inversiones estadounidenses en la industria local como las de la fundaci�n Guggenheim, la fundaci�n de Fierro de San Luis y la Compa��a Zapatera E L. Schaffer.
En 1890 se concedi� el abasto del agua a Santiago Wastall, con la esperanza de solucionar las carencias, pero hacia 1894, como no hubiera grandes progresos, se otorg� a Felipe Muriedas y Mat�as Hern�ndez Sober�n la concesi�n para construir una presa en Escalerillas que, en 1903, fue concluida.
El 80% de los habitantes del estado viv�a en el campo y el 98% de las familias campesinas carec�a de tierras. Los hacendados, es decir, los grandes propietarios, constitu�an un cerrado c�rculo de familias vinculadas en lo econ�mico y lo pol�tico as� como entrelazadas por los matrimonios. Hab�a importantes propiedades fuera de estos v�nculos y aun las que pertenec�an a grupos corporativos en los que la participaci�n extranjera llevaba un papel relevante. En la Huasteca, la hacienda de Rasc�n ten�a 465 075 has; la hacienda de la Angostura, en Rioverde, propiedad de los hermanos Espinosa y Cuevas, ten�a 178 050 has; la hacienda de Illescas, en el norte del estado, ten�a 245 786 has y pertenec�a a Hermenegildo Guti�rrez; la de Guanam� alcanzaba las 251 051 has y era propiedad de Mariano Hern�ndez Cevallos. Los peque�os propietarios dispersos en todo el territorio ten�an un papel significativo en la vida social y econ�mica del campo. De entre estos �ltimos as� como del campesinado emerger�an muchos de los l�deres que condujeron revueltas y rebeliones durante el porfiriato y la Revoluci�n mexicana.
De 1899 a 1902 las actividades constructivas imprimieron a la ciudad de San Luis Potos� la imagen que la caracteriza hoy: la estaci�n de ferrocarril, el Teatro de la Paz, la Penitenciar�a, la Escuela Industrial Militar, el Edificio Ipi�a, el Palacio de Cristal y varias casas notables que hoy son edificios p�blicos, como la que ocupa el Museo Nacional de la M�scara, el Instituto de Cultura, el Archivo Hist�rico del Estado y las construcciones en la antigua calle de la Concepci�n, hoy Zaragoza. En 1890, la introducci�n de la electricidad aport� tambi�n una fisonom�a in�dita a la ciudad.
Las tradiciones sociales mestizas y criollas, basadas sobre todo en las costumbres regionales, se mezclaban con el af�n cosmopolita fomentado por el r�gimen porfirista y por el aumento de los intercambios sociales y econ�micos. Mientras que en la Huasteca se describen celebraciones en las que
se bailan como jarabe ciertas sonatas que all� se usan mucho, y que aunque
en general son por un mismo estilo, cada una se distingue por su nombre
como El caim�n, El Sacamandule, etc. Todas son muy antiguas y mientras unos
est�n bailando, otros cantan una tonada parecida a las que se llaman glosas
o justicias. Hay tambi�n trovadores que improvisan, y algunos cantan dos
alternativamente.
El modo de convidar para un huapango es particular: en la casa donde ha
de haberlo se tiran en el d�a unos cuantos tiros con un fusil, pistola o
rifle, y con esto queda avisada la poblaci�n para que concurra all� a las
ocho de la noche, y ya se sabe que como no hay un convite particular a determinadas
familias, cualquiera tiene derecho a concurrir y bailar o cantar hasta que
se canse.
En la ciudad de San Luis, encontramos la siguiente descripci�n, tomada de Las memorias de Mar�a Asunci�n, recopiladas por Matilde Cabrera Ipi�a de Corsi y Mar�a Buer�n Rivero de B�rcena. En ellas se narra el baile "extraordinario" celebrado en La Lonja con motivo de la inauguraci�n del ferrocarril y con la presencia de Porfirio D�az:
Primero hicieron su entrada al sal�n del baile el se�or D�az dando el brazo a Jesusita Cabrera de Muriel, esposa del presidente de La Lonja, elegantemente vestida y alhajada [...] posiblemente una de las se�oras m�s hermosas y que lucieron m�s fue do�a Luisa Romero Rubio de De Teresa, con un magn�fico traje que ten�a el toque inconfundible de los grandes modistas franceses [...] Antonia Oth�n de Pitman [...] llevaba un bonito traje de brocado de rayas negras encargado a Par�s junto con el aderezo de brillantes [...] Esther Guzm�n de D�ez Guti�rrez, con hermoso traje de brocado de Worth, hecho en Londres, do�a Andrea Bustamante de Ver�stegui, con traje de raso caf� y regio collar de perlas complementado por aretes de brillantes con grandes calabacines que hac�an juego con las perlas del collar [...] La se�ora de Dubl�n, elegant�sima.
Hacia 1881 se estableci� la Escuela de Artes y Oficios con el fin de mejorar la calidad de la educaci�n de la juventud. Al a�o siguiente se inaugur� el tel�fono, la sucursal del Banco Nacional y se form� la Compa��a Limitada de Tranv�as para el establecimiento de una red de transporte urbano.
Las manifestaciones art�sticas de este periodo son notables: Juli�n Carrillo, Manuel Jos� Oth�n, Mar�a Luisa Escobar, Flavio F. Carlos, Joaqu�n Villalobos, Ambrosio Ram�rez, Francisco Pascual Garc�a, Germ�n Gedovius, Margarito Vela.
El m�sico Flavio F. Carlos naci� hacia 1861 en la hacienda de Guanam�. Su primer maestro de m�sica fue su padre y posteriormente F�lix Guerrero. En 1881 ingres� como organista de la parroquia de San Luis Potos�, y de 1884 a 1888 en la de Ahualulco, donde ense�� m�sica y tuvo entre sus disc�pulos a Juli�n Carrillo. En 1888 volvi� a la ciudad de San Luis Potos� donde perfeccion� sus conocimientos t�cnicos bajo la direcci�n del maestro Juan Hern�ndez Acevedo, graduado en el Conservatorio de Par�s. En 1894 escribi� su Teor�a de la transposici�n.
Juli�n Carrillo Trujillo naci� en Ahualulco hacia 1875. Comenz� sus estudios en su tierra natal y los prosigui� en el Conservatorio Nacional de la ciudad de M�xico con Melesio Morales y el violinista Manzano. En 1899 el presidente de la rep�blica le concedi� como premio especial una beca para ir a Europa. Realiz� estudios en Leipzig y Gante, donde obtuvo el primer premio en el concurso internacional de viol�n en 1904. Ese a�o regres� a M�xico y despu�s de actuar dos a�os como violinista ocup� los cargos de inspector general de m�sica de la ciudad de M�xico, director del Conservatorio Nacional y profesor de las clases de composici�n.
Estos trazos biogr�ficos nos permiten ver que, a pesar de la ausencia de instituciones acad�micas art�sticas, algunos individuos de talento pudieron desarrollar su creatividad en el marco de las redes sociales que propiciaban los intercambios porfiristas: apoyos financieros, tutor�as, becas para estudiar en el extranjero, particularmente en Europa, intercambios gremiales y relaciones familiares.
Uno de los poetas y escritores m�s notables de San Luis Potos� fue Manuel Jos� Oth�n. Periodista y abogado, en 1880 public� su primer libro de poes�a, pero tambi�n cultiv� el g�nero narrativo. Ocup� diversos cargos p�blicos como director del registro p�blico de la propiedad, escribano p�blico de Durango y diputado. A partir de 1900 perteneci� a la Academia de la Lengua. Form� y foment� sociedades literarias. Entre sus obras m�s importantes en el �mbito de la literatura mexicana, destacan sus Poemas r�sticos.
Sobre los artistas pl�sticos, Salvador G�mez Eichelmann, en su Historia
de la pintura en San Luis Potos�, refiere que durante el �ltimo cuarto del
siglo XIX
creci� la inclinaci�n por el arte europeo sobre las tendencias
populares y nacionalistas que predominaron en los a�os anteriores. Uno de los
pintores de la �poca, Margarito Ram�rez, mejor conocido como Margarito Vela,
dej� una numerosa producci�n, entre la que destacan obras de car�cter simb�lico
y retratos notables como el de Francisco I. Madero que se conserva en el Museo
Nacional de Historia y el de Manuel Jos� Oth�n que se exhibe en el Museo Othoniano
de San Luis. Margarito Vela particip� en un acontecimiento singular de su �poca:
la experiencia religiosa de Concepci�n Cabrera de Armida. El bi�grafo de la
llamada Sierva de Dios, el padre Padilla, describe los sucesos que involucraron
a la hermana de Concepci�n Clara quien, a solicitud del padre Mir,
confesor de Concepci�n Cabrera, dibuj� la segunda Visi�n de la Cruz revelada
en el templo potosino de la Compa��a de Jes�s a su hermana:
El viernes santo que en ese a�o (1896) cay� el 23 de marzo, a las tres de la tarde, Clara de rodillas dise�� la Cruz. Despu�s el pintor potosino Margarito Vela hizo una pintura al �leo [...] Conchita refiere muchas cosas extra�as que sucedieron cuando su hermana hac�a el dise�o de la cruz y, sobre todo, cuando Vela la estaba pintando. �ste dijo que "estaba dispuesto a dar un certificado de conciencia que certificara las cosas raras y extraordinarias que le hab�an pasado cuando pintaba esta Cruz".
Concepci�n Cabrera de Armida es fundadora de dos importantes �rdenes de la Iglesia cat�lica: Las Madres de la Cruz y Los Misioneros del Esp�ritu Santo.
Otros pintores c�lebres de San Luis fueron Cleofas Almanza, Rodrigo Guti�rrez
y Germ�n Gedovius, reconocido como maestro de importantes pintores mexicanos
que brillaron durante la primera mitad del siglo XX
. Con el auspicio
del obispo Montes de Oca y Obreg�n, escritor y protector de las artes, trabajaron
en San Luis los artistas italianos Claudio Molina o Molinari y Jos� Compiani.
El obispo tambi�n adquiri� en Europa obras de gran m�rito art�stico.
Francisco Pe�a, Manuel Muro y Primo Feliciano Vel�zquez realizaron importantes obras de investigaci�n, recopilaci�n e interpretaci�n hist�rica sobre San Luis Potos�. Sus obras son hasta la fecha, por el manejo de sus fuentes directas, un valioso instrumento para la investigaci�n y el an�lisis hist�rico contempor�neos.
En San Luis Potos� se vivi� un periodo de gran desarrollo cient�fico. Los trabajos de personas como Francisco Estrada, Daniel Garc�a, Antonio F. L�pez, Alberto L�pez Hermosa, Gustavo Pagenstecher, Isidro Palacios y Javier Espinosa y Cuevas estuvieron a la altura de los cient�ficos m�s destacados del pa�s y del extranjero. En 1896 se inici� la publicaci�n de los Anales del Hospital Infantil de San Luis Potos�, que destaca por haber sido la primera revista pedi�trica publicada en M�xico, dirigida por el doctor Mariano Otero, fundador del Hospital Infantil cuyas investigaciones en torno al tifo una de las terribles enfermedades que asolaron la regi�n en estos a�os fueron un gran avance para la identificaci�n de sus causas.
Las publicaciones peri�dicas de la �poca acusan la diversidad de debates, discursos e ideolog�as, toleradas o sancionadas por un sistema que abrigaba el deseo de dar una imagen progresista. Conservadores y liberales, cient�ficos, artistas, industriales, artesanos, mineros, profesionistas, comerciantes, cat�licos y protestantes publicaron en las imprentas y los peri�dicos de San Luis Potos�, Matehuala, Rioverde, Catorce, Cedral, Cerritos, Venado y Villa de Reyes.
Jean-Pierre Bastian, en Los disidentes. Sociedades protestantes y revoluci�n en M�xico, 1872-1911, refiere que el misionero Thomson vino a San Luis Potos� atra�do por la abierta actitud que el general Juan Bustamante, ex gobernador juarista de la entidad, hab�a mostrado hacia la distribuci�n de la Biblia y hacia las actividades religiosas liberales. Aunque minoritarios, los grupos protestantes que se formaron en San Luis ejercieron su influencia, sobre todo entre familias de escasos recursos. A partir de 1879, los protestantes se expandieron a las huastecas potosina e hidalguense. Uno de sus activos propagandistas, Hexiquio Forcada, fund� sociedades religiosas presbiterianas en Rioverde, Tamazunchale, Ciudad Valles y Ray�n. En esta �ltima poblaci�n organiz� un frente anticat�lico con los liberales del municipio. En la escuela que hab�a fundado se esforz� por proporcionar una educaci�n rural verdaderamente popular. No es de extra�ar que Librado Rivera, originario de Ray�n y uno de los fundadores del Partido Liberal Mexicano, mantuviera estrechos lazos con los miembros de la sociedad liberal que Hexiquio Forcada hab�a fundado en Ray�n. Sociedades liberales y congregaciones protestantes estuvieron �ntimamente ligadas con los delegados al Congreso Liberal de 1901, celebrado en San Luis Potos�.
Estas congregaciones religiosas protestantes fundaron en muchas ciudades importantes del pa�s, y entre ellas en San Luis Potos�, escuelas secundarias, normales y comerciales. En San Luis establecieron el Colegio Wesleyano y el Colegio Ingl�s, en Rioverde fundaron el Seminario y Colegio Preparatorio y tambi�n en Matehuala organizaron una congregaci�n protestante.
Por su parte, sin verse ciertamente amenazada por la presencia de los protestantes, la iglesia cat�lica hab�a restablecido toda su influencia en las esferas del gobierno. El obispo Ignacio Montes de Oca fue la expresi�n m�s viva de la pol�tica de conciliaci�n entre la iglesia cat�lica y el r�gimen de D�az. Sin embargo, tambi�n se manifest� una importante corriente cat�lica social que critic� severamente al porfiriato. Un ejemplo de �sta fue el director del peri�dico El Estandarte, Primo Feliciano Vel�zquez, quien fue encarcelado en varias ocasiones por sus art�culos en contra del sistema.
Ignacio Montes de Oca y Obreg�n fue enviado por el papa Le�n XIII a la di�cesis potosina en 1884 despu�s de ocupar las de Tamaulipas y Linares. Reorganiz� los estudios en el Seminario; propici� la fundaci�n del colegio del Sagrado Coraz�n para ni�as, que se estableci� en las ruinas del convento del Carmen, junto a la iglesia. Se encarg� de la restauraci�n de los templos de la Compa��a de Jes�s, Tercera Orden, del Sagrado Coraz�n, de San Agust�n, de Nuestra Se�ora de Guadalupe y el del Carmen, as� como el antiguo palacio episcopal, que destin� a asilo infantil cuando traslad� su residencia al edificio contiguo a la catedral que compr� al ayuntamiento. En este nuevo edificio logr� formar una colecci�n de obras de arte y una valiosa biblioteca.
En el verano de 1900 Montes de Oca fue acusado formalmente por los liberales de manipulaciones ilegales de bienes ra�ces, acusaci�n de la que fue exonerado, no obstante que en los libros de catastro se encuentran propiedades a su nombre tasadas en alto valor.
Hombre de una amplia cultura, amante de las letras, enemigo a ultranza de masones y protestantes, pol�tico sagaz, fue una indudable figura pol�mica. Perteneci� a la Academia Mexicana de la Lengua y a la Academia Mexicana de Historia. Tradujo obras griegas y latinas, escribi� obras pastorales, oratoria y poes�a bajo el seud�nimo de Ipandro Acaico. En 1900, en Par�s, en el marco de la Asamblea General del Congreso Internacional de las Obras Cat�licas, manifest� p�blicamente la prosperidad de la Iglesia mexicana. Por encima de la cr�tica ac�rrima que le hiciera el liberal Antonio D�az Soto y Gama, la declaraci�n del obispo revelaba los buenos t�rminos de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en el pa�s.
Los notables desarrollos art�sticos, cient�ficos, sociales y materiales de esta etapa dejan ver tan s�lo una cara de la moneda. Para la realizaci�n de la obra p�blica, el gobierno de D�ez Guti�rrez tuvo que superar varias crisis financieras. Por ejemplo, contrat� un pr�stamo en libras esterlinas con la casa Gibbs & Son de Londres, que emple� para la construcci�n del Teatro de la Paz y el establecimiento del Monte de Piedad que dej� las finanzas p�blicas en mal estado y al gobierno en entredicho; sin embargo, no fue �sta la peor crisis de su gobierno sino aquella, reiterada y cr�nica, originada por los continuos malestares sociales de los sectores menos favorecidos y m�s explotados de la poblaci�n.
El proceso de revaloraci�n de las tierras promovido por el r�gimen de D�az, ya fuera por el tipo de cultivo, por sus cercan�as con las v�as del ferrocarril, o por la presencia de inversionistas extranjeros, provoc� graves conflictos entre los terratenientes y las comunidades locales cuyas propiedades fueron afectadas.
En el periodo comprendido entre 1870 y 1893 hubo serios levantamientos en Tamazunchale, Ciudad del Ma�z y Salinas. Su demanda fundamental fue el derecho a la propiedad de sus tierras usurpadas por terratenientes no ind�genas de la zona, apoyados en la Ley de 1865 de desamortizaci�n de los bienes de comunidad y en el establecimiento del C�digo Civil de 1872 que pr�cticamente dejaba a los campesinos al arbitrio de los due�os de las tierras en las que se desempe�aban como jornaleros, peones, aparceros o medieros.
Mauricio Zavala, sacerdote oriundo de la ciudad de San Luis Potos� estuvo estrechamente vinculado a algunos de estos levantamientos. Hacia 1875 se hizo cargo del curato de Ciudad del Ma�z en el que se dedic� a ayudar a los m�s desprotegidos. Tambi�n fund� una escuela militar que sosten�a y dirig�a. Como presidente de instrucci�n primaria en el partido abri� 37 escuelas, una academia de canto y una escuela de oficios. Desde la presidencia de la comisi�n de caminos, tendi� seis caminos nuevos en el partido. Luch� por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los peones: jornadas m�s cortas, mayores salarios y mejor pago por tareas arduas. Inici� un proyecto de reforma agraria para el reparto de los latifundios en la regi�n. Entre 1870 y 1890 encabez� revueltas en Ciudad del Ma�z y sus alrededores y quem� los libros de las haciendas, con lo que desaparecieron las listas de deudas que los peones ten�an. Mantuvo relaciones con el gobernador ind�gena Juan Santiago, quien se rebel� en 1879. En febrero de 1882, Zavala encabez� una rebeli�n con peones de las haciendas de La Hedionda, San Nicol�s y Salto del Agua, ubicadas en Valle del Ma�z. Intent� proclamar y hacer efectivo su Plan de la Revoluci�n Agraria, pero su revuelta fue sofocada al cabo de un a�o. Resulta muy significativo que el campo de acci�n de Mauricio Zavala sea precisamente el �rea de origen e influencia de los gobernadores D�ez Guti�rrez y Espinosa y Cuevas, los l�deres pol�ticos del porfiriato, el mismo sitio en donde habr�an de surgir, unos a�os despu�s, los levantamientos revolucionarios de la familia Cedillo.
El levantamiento encabezado por Juan Santiago en la regi�n de Tamazunchale es quiz� el de mayores proporciones y, sin duda, el m�s dram�tico. Gobernador ind�gena, originario de Huitzitzilingo, municipio de Tamazunchale, Juan Santiago dirigi� una sublevaci�n de ind�genas que se inici� en Tamazunchale el 5 de julio de 1879. El objetivo era recuperar los terrenos que pertenec�an a las antiguas comunidades ind�genas y que hab�an pasado a ser propiedad de los hacendados. En la articulaci�n de su protesta, Juan Santiago cont� con los consejos del cura Mauricio Zavala.
En el informe que rinden los representantes ind�genas de la villa de Tampamol�n al visitador general de la Huasteca, en diciembre de 1879, se dice:
A nosotros se nos han usurpado nuestros terrenos, se nos exigen correos sin estipendios de ninguna clase, limpiamos los caminos, hacemos el Pueblo, ayudamos en todos los trabajos p�blicos, pagamos Contingente Municipal del Estado, nos quitan un real y cuartilla por cada caj�n de colmena que tenemos, con toda nuestra voluntad damos servicio en la Parroquia. En una palabra, para todo se nos considera como Ciudadanos cuando se trata de hacerse de recursos el Ayuntamiento, y en esta vez no se nos empadrona, ni se nos dan boletas para que tomemos parte en las elecciones municipales, antes bien se ponen hombres sobre las armas para intimidarnos y para que la elecci�n recaiga en personas adictas a la casa de los se�ores Santos nuestros comunes enemigos.
El 5 de julio de 1879 m�s de 400 ind�genas se apoderaron de la plaza principal de Tamazunchale. El jefe pol�tico orden� su dispersi�n y nombr� representantes para gestionar una soluci�n. Juan Santiago tra�a unos t�tulos de propiedad de las tierras y una carta ap�crifa del presidente Porfirio D�az otorg�ndole facultades para arreglar el problema utilizando incluso las armas, si fuere necesario. El 26 de julio 800 ind�genas atacaron la guarnici�n del partido de Tamazunchale con la consigna "�Muerte a todo el de pantal�n!". Mataron a varios empleados e hicieron huir desnudo al jefe pol�tico. A principios de agosto los sublevados eran 3 000. Varios pueblos del partido y otros del estado de Hidalgo se hab�an unido al movimiento. Intervinieron fuerzas federales de San Luis Potos�, Quer�taro e Hidalgo. El general Ignacio Ugalde le advirti� que tra�a �rdenes del presidente de atacarlo, pero quer�a saber antes la verdadera causa de la sublevaci�n. Juan Santiago le se�al�, en una carta, que de muchos a�os atr�s eran due�os de los terrenos de Tamazunchale y que sufr�an ataques continuos por el establecimiento de nuevas fincas y que quer�an que les reconocieran los l�mites de sus propiedades. Adem�s, se quej� de la insufrible especie de esclavitud en que se les ten�a, el desprecio con el que se les miraba, sin que se preocupara nadie de su mejoramiento, la falta del privilegio de vivir en sociedad o el de contar con los representantes en el cuerpo municipal y de soportar, sin embargo, los altos impuestos. Acept� la realizaci�n de una conferencia para negociar un arreglo pacifico que se llev� a cabo el 29 de agosto de 1879. Estuvieron presentes Ugalde y dos representantes ind�genas. Ugalde los intimid� con ejercer represalias contra los sublevados en caso de no aceptar las condiciones de paz. El mismo d�a, los ind�genas firmaron un acta de sometimiento en la que reafirmaban el car�cter agrario de su sublevaci�n, ped�an seguridades para la recuperaci�n de sus tierras y negaban haber desconocido a las autoridades locales y federales. En septiembre de ese mismo a�o iniciaron la entrega de armas casi todas inservibles ante el arribo del coronel Bernardo Reyes. Algunas poblaciones fueron atacadas por los sublevados, por lo que Reyes intent� un arreglo definitivo ofreciendo a los ind�genas el reparto equitativo de sus tierras mientras procuraba aislar a Juan Santiago mediante tratos con otros ind�genas.
Finalmente, Reyes plante� al ministro de Guerra destruir sus rancher�as, aniquilar sus siembras y acabar con su ganado, seguro de que no aguantar�an mucho tiempo sin rendirse a discreci�n. Estas medidas no se llevaron a cabo porque a principios de octubre la columna reyista recibi� �rdenes de salir de la regi�n.
A mediados de octubre de 1879 el gobernador D�ez Guti�rrez comision� como visitador de aquella regi�n al licenciado V�ctor J. Mart�nez, que se hizo acompa�ar del cura Mauricio Zavala para intentar un arreglo. Su llegada estuvo precedida por nuevos ataques a los sublevados. Del 21 de noviembre hasta mediados de febrero de 1880 se tomaron medidas para pacificar la regi�n; entre las inmediatas, Mart�nez depuso al jefe pol�tico J. J. Terrazas y al administrador de rentas de Tamazunchale, decisi�n que Juan Santiago y sus seguidores agradecieron, pues hab�an sido hostilizados por ellos. Sostuvo una abundante comunicaci�n epistolar con Juan Santiago y lo invit� a conferenciar. Juan Santiago puso como condiciones el nombramiento de empleados ind�genas en el municipio, ser recibido por los hacendados con m�sica de viento y autorizaci�n para llegar con 50 hombres armados, propuesta que fue rechazada por el visitador. A fines de junio de 1880, las autoridades locales informaron que Juan Santiago preparaba parque, por lo que desde Tampac�n intentaron otro arreglo pac�fico. Mientras tanto, los ind�genas, hab�an obstruido los caminos con �rboles y reclutaban armas, dinero y gente. Hasta mediados de 1881 los intentos de sublevaci�n ind�gena fueron sofocados r�pidamente por el gobernador Pedro D�ez Guti�rrez. A fines de agosto y principios de septiembre de ese mismo a�o en la sierra de San Francisco, Juan Santiago se reuni� con los ind�genas de Tamazunchale y sus aliados de Las Moras, Jacala y Molango, en Hidalgo, y amenazaron con bajar a tomar la cabecera del partido. En San Vicente, partido de Ciudad Valles, los grupos ind�genas se aprestaban para seguirlo. Los peones de la hacienda de Santa Isabel se agruparon para lanzarse sobre las poblaciones de Tancanhuitz y San Antonio, partido de Tancanhuitz. Entre el 24 de agosto y mediados de septiembre hubo muchos enfrentamientos en todo el partido y en parte de los distritos de Jacala y Molango. Hubo fuertes represiones; no obstante, el 18 de octubre de 1881, 300 ind�genas atacaron Matiapa, partido de Tancanhuitz, de donde desalojaron a 100 nacionales y atacaron las fincas. Al d�a siguiente, al grito de "�Ley Agraria y Gobierno Municipal!", 500 de sus seguidores asediaron Tamazunchale. Toda la guardia potosina e hidalguense reforzada con armas provenientes de Ciudad del Ma�z sofocaron el movimiento. A principios de noviembre la insurrecci�n hab�a sido desmantelada y muchos de sus l�deres fueron ejecutados. Se indult� a los rebeldes que lo solicitaron y muchos se dispersaron o pasaron al estado de Hidalgo.
A�os m�s tarde, en agosto de 1905, en la hacienda de Minas Viejas, partido de Ciudad del Ma�z, un grupo de campesinos dirigidos por Pascual Reyes quiso proclamar la Ley Agraria que guardaban desde la revoluci�n de Zavala y Cortina.
Hacia 1893 El�as Fortuna encabez� en la Regi�n Media del estado, en los municipios de Ciudad del Ma�z, Rioverde, Tamasopo, Guadalc�zar, Lagunillas, Ciudad Fern�ndez, Alaquines, C�rdenas y Cerritos, un movimiento armado por motivos agrarios que se extendi� hasta los municipios lim�trofes del estado con Tamaulipas y Guanajuato. Este movimiento estuvo vinculado a la rebeli�n promovida en 1882 por Mauricio Zavala en el Valle del Ma�z.
Los conflictos vividos por las sociedades rurales tuvieron, en menor escala y beligerancia, su correspondiente urbano en el seno de un incipiente proletariado, nacido de la industrializaci�n, la inversi�n extranjera, la miner�a y los transportes. Hacia 1870 los trabajadores organizaron la primera central obrera en la ciudad de M�xico, El Gran C�rculo de Obreros de M�xico que, para 1871, ya ten�a c�rculos subsidiarios en Toluca y San Luis Potos�. En 1876 hubo un incremento importante en el movimiento obrero en San Luis Potos�. Obreros, ferrocarrileros y mineros comenzaron a organizarse y a promover huelgas. Se presentaron huelgas de mineros en Charcas y Matehuala en 1884, en Catorce en 1886 y 1891; en 1901 en Matehuala y en 1903 en la Compa��a Metal�rgica de los Guggenheim. Las protestas por lo regular respondieron a las malas condiciones de trabajo y a los altos precios del ma�z en los centros laborales.
Durante la ultima d�cada del porfiriato se desarroll� un movimiento obrero intenso entre los ferrocarrileros. Organizaron huelgas en 1903, 1906, 1907 y 1908. Destaca por su cercan�a con otros acontecimientos nacionales el enfrentamiento de 1907 entre trabajadores ferrocarrileros mexicanos y estadounidenses en C�rdenas.
Sin embargo, la insurgencia obrera tard� algunos a�os en convertirse en un
movimiento organizado que pudiera llevar sus propuestas a un �mbito pol�tico
y legislativo, m�s all� de las demandas inmediatas y localizadas. No sucedi�
lo mismo con la protesta rural que, soterrada o manifiesta, perdur� a lo largo
de todo el porfiriato y habr�a de surgir en la primera d�cada del siglo XX
como la principal fuerza social de la Revoluci�n mexicana.
A la muerte del general Carlos D�ez Guti�rrez, el ingeniero Blas Escontr�a fue nombrado gobernador interino del estado, cargo para el que result� electo en el periodo constitucional que iniciaba el 1� de diciembre de 1898. Fue reelecto para concluir en 1906, pero esta vez s�lo permaneci� en el cargo hasta 1905, pues el 15 de marzo tom� protesta como nuevo ministro de Fomento en sustituci�n del general Manuel Gonz�lez Cos�o.
Desde 1901, Jos� Mar�a Espinosa y Cuevas hab�a ocupado el cargo de gobernador interino del estado en las ausencias del titular Blas Escontr�a; cuando �ste se separ� del cargo para ocupar el ministerio de Fomento, se hizo cargo nuevamente de la gubernatura en forma interina. Fue electo constitucionalmente para los periodos 1906 a 1910 y de 1910 a 1914.
La estabilidad pol�tica que represent� el gobierno de D�ez Guti�rrez comenz�
a mostrar signos de debilidad en los primeros a�os del siglo XX
.
Nuevamente, los gobernadores se ve�an impedidos para concluir sus periodos constitucionales
y, al mismo tiempo, empezaban a enfrentar una oposici�n pol�tica organizada
en la capital del estado, proveniente de las propias clases y organizaciones
sociales que crecieron durante el porfiriato.