La vida cotidiana en San Luis Potos� se hab�a convertido en un escenario que presentaba perfiles dram�ticos como aquel que recuerda Jes�s Silva Herzog unos pocos d�as antes de acompa�ar al gobernador Eulalio Guti�rrez a la Convenci�n de Aguascalientes:
Un mal d�a como a las tres de la tarde alguien fue a decirme que sab�a que iban a fusilar a los Espinosa y Cuevas y a [...] otros tres presos. Inmediatamente me fui a la casa que ocupaba Eulalio Gutierrez, precisamente la de Javier Espinosa y Cuevas. Lo encontr� jugando billar muy tranquilo y le pregunt� si era cierta la noticia que me hab�an dado. Me contest� que no sab�a nada. Su respuesta no me satisfizo y resolv� dirigirme a la penitenciar�a. Al llegar a la calle de Zaragoza advert� que unas cuantas gentes segu�an un carret�n tirado por una mula. Espect�culo macabro: ven�an los cad�veres de Javier Espinosa y Cuevas y de Agust�n Mayo Barrenechea, casi desnudos y golpe�ndose las cabezas al dar el carricoche peque�os saltos sobre el adoqu�n. Los llevaban a enterrar al pante�n del Saucito.
La vida cotidiana en muchas regiones del pa�s se encontraba tambi�n dominada por escenarios similares que abarcaban todas las clases sociales y pend�a de los acuerdos y desacuerdos de las facciones revolucionarias cada vez m�s lejos de encontrar una conciliaci�n.
�lvaro Obreg�n, Francisco Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza trataron de establecer acuerdos m�nimos de convivencia, pero dada la naturaleza contradictoria de sus respectivos movimientos, los acuerdos tuvieron muy corta existencia.
En octubre, Carranza convoc� una convenci�n en la ciudad de M�xico a la que s�lo acudieron los carrancistas. Los dem�s jefes revolucionarios celebraron una convenci�n nacional en Aguascalientes en la que participaron Francisco Villa, �lvaro Obreg�n, algunos representantes zapatistas y Eulalio Guti�rrez, que de ah� sali� designado presidente provisional de la rep�blica. Apoyado por los convencionistas, Guti�rrez se dirigi� a la ciudad de M�xico mientras Carranza instalaba su gobierno en Veracruz. En la capital de la rep�blica se encontraron Villa y Zapata, as� como otros l�deres revolucionarios. M�s de 40 000 efectivos desfilaron por la ciudad en un ritual en el que presentaron las armas que ya se lanzaban a la danza mortal de las batallas decisivas de la revoluci�n.
A principios de octubre el general Herminio �lvarez se hab�a hecho cargo de la gubernatura del estado y un poco despu�s las tropas convencionistas entraron en la ciudad de San Luis Potos�.
Alberto Carrera Torres expidi� un decreto por el que desconoc�a a Venustiano Carranza como presidente; el decreto tambi�n fue seguido por los hermanos Cedillo. Alberto Carrera Torres regres� con sus tropas a San Luis Potos� y, a partir de este momento, al lado de las tropas de los Cedillo iniciaron una serie de combates contra las fuerzas constitucionalistas que en poco tiempo permitieron la irrupci�n de las fuerzas villistas en la entidad.
En enero de 1915, Eulalio Guti�rrez, que hab�a roto con Villa, se dirigi� a San Luis Potos� para tratar de establecer un cuartel independiente; sin embargo, las tropas villistas encabezadas por Tom�s Urbina ya hab�an alcanzado la ciudad de San Luis. Fue en uno de estos enfrentamientos, en Tambaca, donde perdi� la vida el general Higinio Olivo. Eulalio Guti�rrez se refugi� entonces en Ciudad del Ma�z, con Saturnino Cedillo, a quien no pudo convencer de sumarse a la causa convencionista.
A finales de febrero, Francisco Villa nombr� gobernador interino al coronel Emiliano G. Saravia en sustituci�n de Herminio �lvarez. Las medidas que tom� Saravia tend�an a la normalizaci�n de la vida en el estado. Convoc� a elecciones municipales, estableci� precios fijos para los art�culos de primera necesidad, otorg� reducci�n al pago de contribuciones, nombr� una Junta de Confiscaciones y Restituciones para dictaminar sobre los bienes intervenidos y dispuso que las oficinas interventoras de fincas r�sticas y urbanas procedieran de inmediato a repartir, dentro de su circunscripci�n territorial, por medio de contratos de aparcer�a, los terrenos laborables que se hallaban intervenidos, con el fin de que ninguno quedara sin cultivo; expidi� el reglamento de la Compa��a Limitada de Tranv�as, prohibi� la circulaci�n de billetes carrancistas; public� el decreto relativo al Patrimonio Familiar en el que se orden� la expropiaci�n de las tierras de la Hacienda de la Tener�a para distribuirlas entre los ciudadanos, y estableci� la Direcci�n de Agricultura.
Las fuerzas villistas se adue�aron de casi todo el territorio potosino. Carrera Torres y los Cedillo se sumaron a los villistas; sin embargo, a�n quedaba en manos de los constitucionalistas un paso importante en la v�a hacia Tampico, El �bano. Este punto estrat�gico fue defendido en�rgicamente por los constitucionalistas, ya que de �l depend�a el acceso al Golfo y a los campos de petr�leo de donde obten�an el combustible necesario para la movilizaci�n de sus trenes militares.
A fines de marzo de 1915 se iniciaron las batallas en El �bano entre los villistas y el ej�rcito constitucionalista al mando de los generales Jacinto B. Trevi�o, Manuel Garc�a Vigil y Manuel L�rraga. Los villistas eran alrededor de 12 000 hombres al mando de Tom�s Urbina. Juan Barrag�n, quien combati� del lado constitucionalista, describi� el drama que envolvi� a las fuerzas villistas al apuntar que "hasta los gendarmes de la capital potosina, cogidos de leva, fueron enviados a la hornaza de El �bano en donde casi todos encontraron la muerte". Por primera vez, los constitucionalistas usaron aeroplanos de combate que causaron importantes bajas al bando villista. Una de estas primeras bajas fue la de Cleofas Cedillo, quien muri� en diciembre de ese a�o a consecuencia de las heridas recibidas.
En los meses de abril y mayo los villistas, dado que para entonces sosten�an combates en muchos frentes, se limitaron a las operaciones defensivas. A fines de mayo, Villa retir� 8 000 soldados para realizar su �ltimo asalto al ej�rcito del general �lvaro Obreg�n, cerca de Le�n. El general Trevi�o, que ten�a como jefe de su estado mayor a Samuel M. Santos, para aprovechar la ocasi�n orden� el 31 de mayo un ataque definitivo contra las fuerzas villistas en El �bano. Despu�s de 72 d�as de combate, los villistas fueron derrotados y tuvieron que replegarse hasta la ciudad de San Luis.
Las fuerzas de Carrera Torres y de los hermanos Cedillo apoyaron a Villa en las campa�as del Baj�o en contra de Obreg�n. En julio, tras la derrota final de Villa y su retirada al norte, los Cedillo y los Carrera Torres volvieron a su zona de influencia alrededor de Ciudad del Ma�z.
El abasto de provisiones se hac�a cada vez m�s dif�cil en la ciudad de San Luis Potos�. El gobernador Saravia decret� el control de precios y el castigo a los comerciantes que por divulgar hechos falsos provocaran la modificaci�n en los precios de los art�culos de primera necesidad. A finales del mes se pidi� a los comerciantes que manifestaran el ma�z almacenado; tambi�n se les pidi� que no proporcionaran mercanc�as con cargo al cuartel general o al gobierno del estado sin la correspondiente autorizaci�n. Para evitar la vagancia orden� que todo menor de 18 a�os que se encontrara en la calle, sin causa justificada fuera aprehendido y remitido a la escuela correccional de menores. Durante el mes de junio se fijaron nuevamente los precios a los art�culos de primera necesidad; por orden del general Tom�s Urbina se dispuso el establecimiento de expendios de carne en varios rumbos de la ciudad, a fin de garantizar el abasto a los precios m�s bajos.
Sin embargo, a mediados de julio el general Emiliano G. Saravia tuvo que abandonar San Luis Potos� para unirse a Villa despu�s de la derrota de Aguascalientes. Las fuerzas constitucionalistas al mando de Herminio Alvarez tomaron entonces la ciudad y �ste asumi� el cargo de gobernador y comandante militar interino.
La integraci�n de las fuerzas alrededor de Villa y Carranza en el noreste del pa�s fue muy compleja; los l�deres regionales en San Luis tuvieron que acomodar sus intereses y lealtades a trav�s de alianzas coyunturales que muchas veces eran rebasadas por los acontecimientos. Por ejemplo, Samuel de los Santos, los Mariel, los Azuara y los Acosta fueron constitucionalistas, convencionistas y de nuevo constitucionalistas; los Cedillo y Carrera Torres, por su parte, fueron constitucionalistas, convencionistas y villistas.
Los jefes militares, a pesar de intentar la reorganizaci�n de las regiones, no pudieron evitar que se cometieran m�ltiples atropellos en contra de la poblaci�n que viv�a en un continuo y creciente estado de alarma. La intervenci�n de las fincas productivas sirvi� en buena medida para financiar los grupos rebeldes y muchas de ellas continuaron sus actividades a merced de los revolucionarios.
A mediados de 1915, el general �lvaro Obreg�n nombr� gobernador interino y comandante militar de San Luis Potos� al general veracruzano Gabriel Gavira, quien desde los primeros a�os de la revoluci�n hab�a establecido nexos con Pedro Antonio de los Santos y, posteriormente, con los L�rraga. Su gobierno se caracteriz� por las medidas estrictas que tom� a fin de encauzar la vida de los pueblos por la v�a del constitucionalismo. Orden� la emisi�n de papel moneda y la publicaci�n del diario constitucionalista El Dem�crata; suspendi� temporalmente los ayuntamientos de los municipios del estado y design� consejos municipales, en virtud de que el gobierno constitucionalista no reconoc�a actos ni disposiciones de los llamados gobiernos de Huerta y de Villa. Durante los meses de agosto y septiembre prohibi� la fabricaci�n de bebidas embriagantes en el estado; decret� la restituci�n de ejidos con base en la ley agraria que hab�a promulgado Carranza el 6 de enero; decret� el aumento de sueldos a los maestros, as� como que las fincas propiedad del clero y los cient�ficos pasaran a ser propiedad del Estado.
A principios del mes de octubre Venustiano Carranza nombr� al general Vicente D�vila como gobernador y comandante militar del estado de San Luis Potos�. D�vila pidi� a los propietarios de las negociaciones mineras, industriales y fabriles que reanudaran sus actividades a fin de mejorar la situaci�n angustiosa en que se encontraban los trabajadores. Orden� la reapertura de las escuelas particulares, impuso tributo a los exportadores de ganado bovino, porcino, de pelo y lana, as� como a los de metales, cueros, pieles, guayule, goma, ixtle y jarcia; orden� a los jefes de la Brigada Maclovio Herrera que a todo individuo que se le sorprendiera cometiendo robo o que se le comprobara, tras un juicio sumario, se le pasara por las armas, se levantara el acta respectiva y se diera aviso al cuartel general. Pidi� a los presidentes municipales que enviaran el presupuesto de ingresos y egresos que corresponden a cada municipio, a fin de dar mayor libertad al municipio de acuerdo con el Plan de Guadalupe. Orden� la publicaci�n de la Ley de Organizaci�n de los Tribunales del Estado.
El 25 de diciembre Venustiano Carranza lleg� a la ciudad de San Luis Potos� y asisti� a un banquete que en su honor se ofreci� en la quinta de la familia Muriel. En esa ocasi�n dijo: "Nosotros representamos la legalidad durante la lucha armada [...] pido el apoyo de todos los ciudadanos honrados [...] espero que todos contribuyan al sostenimiento del nuevo gobierno". Pero, a pesar de las medidas constitucionalistas, sus partidarios no hab�an tomado a�n el dominio del centro oriente del estado, zona en la que operaban los hermanos Cedillo y los Carrera Torres. La mayor parte de las localidades no ten�a autoridades formalmente establecidas, y aquellos que pod�an ocuparse de la subsistencia material del pueblo se convert�an en las autoridades.
Los cedillistas, a pesar de las limitaciones pol�ticas, militares y de subsistencia, continuaron activos. Asaltaron la hacienda de Aguabuena en Tamasopo y no se sujetaron al orden que pretend�an los constitucionalistas. Se unieron al Plan de Reformas de la Soberana Convenci�n Revolucionaria de los zapatistas, a otros grupos anticarrancistas y volvieron a sus antiguas t�cticas guerrilleras.
Ankerson recogi� el testimonio de un ingl�s, H. J. A. Wheeler, que visit� Saltillo en octubre y que describi� a William Blocker, c�nsul de Estados Unidos en Piedras Negras, la escala y naturaleza de la revuelta anticarrancista:
El se�or Wheeler dice que no ha habido trenes de San Luis a Tampico en las �ltimas dos semanas ni se espera que el tr�nsito se reanude pronto en ese tramo. Se dice que un grupo de bandoleros, encabezados por los hermanos Cedillo, est� asolando esa regi�n, arrasando puentes, arrancando tramos de v�a y saqueando los ranchos cercanos a San Luis Potos�. Sus operativos han sido tan eficaces que no se puede mantener el tr�nsito entre San Luis Potos� y los puertos del Golfo. De hecho, las fuerzas del gobierno est�n haciendo todo lo posible por vencerlos. No lo han conseguido por la simpat�a de la gente hacia esos bandidos de la monta�a. Una vez que llegan a sus guaridas en el monte se deshacen de las armas y vuelven a casa uno por uno, hasta que llega el momento oportuno para otro ataque; entonces se re�nen y empiezan su labor devastadora, como la que se ve hoy en ese distrito. El se�or Wheeler dice que los funcionarios del ferrocarril han perdido pr�cticamente toda esperanza de operar trenes en esa secci�n, hasta que sea posible modificar estas condiciones.
A principios de febrero el coronel Federico Chapoy, jefe de la Brigada Maclovio Herrera, asumi� la gubernatura del estado. La Brigada oper� en el estado de San Luis Potos� con el fin de ayudar a la pacificaci�n y de dar cabida a los jefes carrancistas diseminados que buscaban mantener en armas a sus seguidores personales. Sin embargo, dicha brigada fue un foco de desorganizaci�n militar debido a su obstinada autonom�a frente a la organizaci�n del ej�rcito constitucionalista.
Chapoy continu� con el esfuerzo de su predecesor por restablecer la normalidad en la vida de la poblaci�n civil. Cre� la Escuela Normal para Profesores y Profesoras de Educaci�n Primaria, que sustituy� a las dos existentes en el estado, reinstal� el Departamento del Trabajo, decret� que todas las transacciones mercantiles y comerciales �nicamente pudieran hacerse a base de oro nacional. Reasign� valor a los billetes infalsificables del gobierno provisional y del ej�rcito constitucionalista y orden� que el pago de sueldos a los trabajadores se hiciera en esta moneda. A fin de impulsar el cultivo de haciendas y tierras abandonadas amenaz� a los due�os con repartirlas entre campesinos, peque�os propietarios o transe�ntes que quisieran explotarlas. Instal� la Comisi�n Local Agraria que prepar� la restituci�n de otros ejidos.
Orden� la reanudaci�n con urgencia del trabajo de compa��as y fundiciones, el aumento del impuesto predial r�stico y urbano, as� como el aumento a los sueldos de los servidores del estado y a los empleados de los Ferrocarriles Constitucionalistas.
El estado de San Luis se vio atravesado por las corrientes m�s encontradas de la revoluci�n al mismo tiempo que generaba sus propias posturas basadas, como ya se ha dicho, en las gestiones tradicionales de autonom�a regional, todas con un fuerte contenido agrario. El cruce de estos caminos dejaba una estela de devastaci�n. Rafael Nieto recuerda:
En Guadalc�zar [...] en ciudad del Ma�z y norte de Cerritos, la revoluci�n de a�os recientes fue tan dura y enconada como en cualquier regi�n de Chihuahua o de Morelos. La devastaci�n ha sido intensa, la despoblaci�n en innumerables rancher�as de planicies y monta�as ha sido casi total... los siervos ind�genas que tuvieron, como en Morelos, l�deres de indomable car�cter y de tenacidad inilexible, se jugaron la vida por la tierra. Y por millares perecieron en la demanda.